viernes, 6 de enero de 2012

Y AHORA ¿QUIEN LIBERARA AL PROLETARIADO CHINO?


“…la función del socialismo en el gobierno de la nación,
según la hora y el compás histórico a que tenga que ajustarse,
será en gran parte la de realizar el capitalismo, - vale decir
las posibilidades históricamente vitales todavía del capitalismo-,
en el sentido que convenga a los intereses del progreso social”.

José Carlos Mariátegui, Prólogo a Tempestad en los Andes, Junio de 1927


01 de septiembre de 2011
Estimado Luís Chau:

(...)

Usted se pregunta, posiblemente con gran preocupación: “Y ahora ¿Quién liberará al proletariado chino del nuevo yugo?”

Consideramos que el proletariado chino, al igual que el proletariado peruano, o el proletariado de cualquier otro país, no necesita que nadie lo libere (el proletariado no necesita de liberadores, ni tampoco de “salvadores”). Lo que actualmente necesita el proletariado chino es lo mismo que necesita el proletariado de todos los países del mundo: organizarse, o reorganizarse, de acuerdo a las actuales condiciones objetivas de existencia propias de cada país. (Para elegir el tipo de organización más adecuada no hay, ni puede haber, un molde único válido para cualquier lugar y cualquier tiempo).

Con justa razón, usted dirá que la anterior es una respuesta “demasiado fácil” para un problema muy complejo, problema cuya solución demanda superar varios requisitos previos.

Ordenaremos algunas ideas preliminares, que nos ayudarán a plantear el problema más seriamente:

1.- Para que el proletariado chino se organice, el primer requisito es que el proletariado chino debe existir como clase social. Lo cierto es que, desde 1949, año del triunfo de la revolución en China, el proletariado chino ha sido y sigue siendo un sector social minoritario dentro de una inmensa población no proletaria.

En 1949, en China había 600 millones de pobladores, de los cuales más del 80% eran campesinos, y del 20% restante, que vivía en numerosas pequeñas ciudades, la mayoría eran artesanos, pequeños comerciantes, intelectuales, y desempleados. Los proletarios eran un sector social muy reducido y concentrado en pocas ciudades más o menos grandes. A mediados de la primera década de la construcción del socialismo en la nueva China, Mao Zedong escribió: “El proletariado chino es numéricamente pequeño, pues sólo lo integran algo más de diez millones de personas; no podrá ejercer la dictadura sin apoyándose en los cientos de millones de campesinos pobres, campesinos medios inferiores, pobres de la ciudad, artesanos necesitados e intelectuales revolucionarios; de otro modo, le será imposible hacerlo” (Citado por Jua Kuo-feng en el comentario Contribución para el estudio del quinto tomo de Obras Escogidas de Mao Tsetung- 1977).

Esa fue la realidad objetiva en los primeros años del inicio de la construcción del socialismo en China. En un país de más de 600 millones de habitantes, el proletariado escasamente llegaba a 10 millones, o sea, solamente 1 de cada 60 habitantes eran proletarios, es decir el proletariado era menos del 2% del total de la población.

Actualmente hay más de 1,300 millones de pobladores en China, y no obstante haber transcurrido 60 años desde los inicios de la construcción del socialismo, el proletariado chino sigue siendo minoría dentro de ese inmenso mar humano. Esa realidad objetiva es una de las causas que determina las características propias de “la construcción del socialismo con peculiaridades chinas”.

2.- Para que exista una amplia y mayoritaria clase proletaria en China, el requisito previo es que se haya desarrollado un gran crecimiento industrial y comercial, que “socialice la producción”. Sin socializar la producción no hay condiciones objetivas para “socializar la propiedad”. “Socializar la producción” y “socializar la propiedad” son dos procesos diferentes.

Esta contradicción “entre producción no socializada, y propiedad social” es la base objetiva de la gran diferencia teórica y política existente entre el socialismo utópico y el socialismo científico, entre el socialismo pequeño burgués y el socialismo proletario, entre el socialismo “como justicia social” y el socialismo “como necesidad social”.

La socialización de la producción (concentrando gran cantidad de trabajadores en grandes empresas en las cuales trabajan enlazados en un plan único de producción, y formando un mercado único nacional, que unifique a la mayoría de las empresas), y la transformación de la mayoría de los trabajadores a la condición de trabajadores asalariados es una tarea que históricamente le corresponde al régimen capitalista de producción. Esa no es una tarea socialista. La tarea histórica del socialismo es “socializar la propiedad” sobre la base de la socialización de la producción efectuada previamente.

Si no hay una alta y significativa producción socializada no se puede construir el socialismo, entendido como socialismo moderno (industrial y urbano), como socialismo proletario, como socialismo científico. Sin una base económica altamente desarrollada se pueden construir otros tipos de “socialismo”, ya sean de tipo burgués o de tipo pequeño burgués, pero no se puede construir un socialismo proletario.

La experiencia histórica del siglo XX, siglo corto iniciado en 1917, nos ha enseñando que en algunos países el proletariado, siendo minoría de la población puede dirigir y triunfar en la revolución política, tal como ocurrió en Rusia, China y Cuba; pero también nos ha enseñado que el proletariado siendo minoría no puede triunfar en la revolución económica, y no puede construir un socialismo desarrollado en esas condiciones desventajosas, como ha ocurrido en los tres países mencionados. Si negamos lo primero, es decir la posibilidad de dirigir y triunfar en la revolución política, nos llevaría al “derechismo”. Y si afirmamos lo segundo, es decir la posibilidad de construir el socialismo sin tener como base la producción socializada, nos llevaría al “izquierdismo”.

La historia de los países atrasados en el siglo XX nos ha enseñado que hacer la revolución, derrocar el poder de la clase dominante, e instaurar un nuevo poder revolucionario es una tarea muy fácil, demasiado fácil. El gran problema, lo difícil, es ¿qué hacer en esos países cuando ya se está en el poder?, el gran problema es cómo construir el socialismo cuando las condiciones materiales objetivas no están adecuadamente desarrolladas para socializar la propiedad.

3.- Si las revoluciones dirigidas por el proletariado en el siglo XX hubieran triunfado primero en países con gran crecimiento capitalista, con alto grado de concentración de la producción, como ya eran Inglaterra y Alemania al comenzar el siglo pasado, posiblemente se hubiera podido cumplir la lógica anterior, “socializar la propiedad sobre la base del alto grado de concentración de la producción”. Esa era una conclusión lógica, eso era lo que nos decía “la teoría”. Pero la historia real no se desarrolla en nuestras mentes, ni se hace en “la teoría”, la historia se hace en la práctica, en la práctica social de las amplias masas trabajadoras.

Tenemos que reconocer que la historia de la humanidad es caprichosa. Contradiciendo y superando las más pesimistas previsiones teóricas, en el pasado siglo XX ocurrió que las revoluciones proletarias triunfaron primero en países con escaso crecimiento capitalista como han sido Rusia, China, y Cuba, por mencionar solo a los tres países más emblemáticos de los catorce en los cuales comenzó la construcción del socialismo en el transcurso de ese siglo corto. En esos países, al triunfar las revoluciones proletarias, el capitalismo todavía no había cumplido su misión histórica de “socializar la producción”, ni de transformar a la mayoría de los trabajadores en trabajadores asalariados. Por lo tanto no había condiciones objetivas para socializar la propiedad.

Si no había condiciones objetivas para socializar la propiedad, entonces ¿qué fue lo que realmente “se socializó” en esos tres países, Rusia, China y Cuba? ¿se socializaron grandes empresas altamente organizadas, o “se socializaron” pequeñas empresas dispersas? Sin investigar seria y objetivamente la historia de estos países, y sin responder estas preguntas, simplemente no estaremos en condiciones de entender lo que realmente ocurrió y lo que está ocurriendo actualmente en esos países. Calificar de “revisionismo”, “restauración del capitalismo”, “socialimperialismo”, y otros adjetivos “jalados de los cabellos” sin atreverse a realizar el más mínimo análisis concreto, simplemente es caer en una fraseología superficial y demagógica.

4.- La historia del siglo XX nos ha demostrado que el proletariado si puede hacer la revolución política en países atrasados, en los cuales la base económica todavía no estaba preparada para el socialismo. Por otro lado, la historia del siglo pasado también nos ha demostrado que la revolución puede triunfar políticamente, pero no se puede construir un socialismo moderno sobre esa base económica poco desarrollada.

Entonces, lo primero que tiene que hacerse en estos países atrasados (incluidos, por analogía, el Perú y el resto de América del Sur) es completar las tareas propias que debió realizar el capitalismo. En los inicios de la construcción del socialismo en Rusia, Lenin entendió muy bien esa necesidad cuando propuso la aplicación de la NEP, que no era otra cosa que “dar un paso atrás para después dar dos pasos adelante”. El paso atrás era utilizar el apoyo del capitalismo y de la burguesía para incrementar y desarrollar las fuerzas productivas y socializar la producción en la naciente Rusia socialista, es decir para modernizar la base económica.

Mariátegui estudió y conoció a profundidad el viraje táctico de la NEP aplicado en la Rusia soviética desde comienzos de la década de 1920, y pensando en los problemas similares que se presentarían en la futura construcción del socialismo peruano, en junio de 1927 escribió el polémico Prólogo al libro Tempestad en los Andes.

En ese prólogo, y deslindando con Víctor Raúl Haya que proponía que “no se puede hacer la revolución socialista si previamente no se ha desarrollado el capitalismo”, Mariátegui escribió: “Mentes poco críticas y profundas pueden suponer que la liquidación de la feudalidad es empresa típica y específicamente liberal y burguesa y que pretender convertirla en función socialista es torcer románticamente las leyes de la historia. Este criterio simplista de teóricos de poco calado, se opone al socialismo sin más argumento que el de que el capitalismo no ha agotado su misión en el Perú”.

A continuación siguió escribiendo: “La sorpresa de sus sustentadores será extraordinaria cuando se enteren de que la función del socialismo en el gobierno de la nación, según la hora y el compás histórico a que tenga que ajustarse, será en gran parte la de realizar el capitalismo, -vale decir las posibilidades históricamente vitales todavía del capitalismo-, en el sentido que convenga a los intereses del progreso social”.

La historia nos está demostrando que en los países atrasados hay dos posibilidades para completar las tareas propias del capitalismo, tareas que son necesarias e inevitables: o las dirige la propia burguesía (como sigue ocurriendo en todos los países de América del Sur, incluido el Perú); o por el contrario, la dirección de esas tareas propias del capitalismo las asume el proletariado en el poder (como está ocurriendo actualmente en China, Viet Nam y Cuba).

Si el proletariado en el poder asume la dirección de esas tareas capitalistas, de “las posibilidades históricamente vitales todavía del capitalismo” como nos dice Mariátegui, a su vez existen dos alternativas: o las asume el proletariado sin la participación de la burguesía aplicando una política de “puertas cerradas”; o las asume el proletariado con la participación de la burguesía (tanto nacional como extranjera), en la medida que esa participación sirva para el crecimiento de las fuerzas productivas y la socialización de la producción. Esto es lo que significa “dar un paso atrás, para dar dos pasos adelante”.

Estos no son problemas teóricos para divagar en abstracto en pequeños círculos marginales que no tienen ninguna responsabilidad política ni social. Estos son problemas prácticos que demandan respuestas concretas desde los puestos de gobierno en los países en los cuales el proletariado ya está en el poder, respuestas concretas para atender las crecientes necesidades sociales y económicas de la población.

Este “paso atrás” es lo que se intentó en la URSS con la necesaria aplicación de la NEP en la década de 1920. Esa misma práctica es la que se está intentando en China desde 1956 en adelante, con diversos ritmos de aplicación según las condiciones concretas de cada momento, y esa misma práctica es la que se ha venido aplicando en Cuba en pequeña escala hasta el año 2010, y que a partir del año 2011 se ha comenzado a aplicar en gran escala (a los interesados recomendamos revisar las propuestas presentadas en el último Congreso del PC Cubano realizado a comienzos del año 2011).

Algo similar a la aplicación de la NEP, está ocurriendo en China. En los primeros 25 años se aplicó la táctica de “utilizar al capitalismo chino en pequeña magnitud”, mientras China todavía era débil y sus derechos no eran reconocidos a nivel mundial, y corría el peligro de interferencia e intromisión extranjera. En los últimos 35 años, después de consolidada su propia base industrial y de haber logrado el reconocimiento de sus derechos a nivel mundial, en China se comenzó a aplicar en gran magnitud la utilización del capitalismo chino y también del capitalismo extranjero.

5.- El balance de los primeros noventa años de construcción del socialismo, desde la Gran Revolución Rusa de 1917, concluye que en lo fundamental se ha intentado socializar la propiedad “sobre la base de una producción no socializada”, es decir sobre la base de la producción artesanal y de la pequeña propiedad que eran predominantes. En conclusión, en gran parte se ha venido construyendo un socialismo pequeño burgués, un socialismo utópico. Esa es una de las causas, pero no la única, de los problemas que se presentaron en la URSS, China y Cuba.

Ese gran problema, que han afrontado los proletarios en esos países que iniciaron la construcción del socialismo sin estar económicamente preparados para ello, es el mismo problema que afrontará el proletariado peruano en un futuro no lejano. El socialismo peruano podrá cambiar las relaciones políticas en un plazo muy breve, pero no podrá cambiar la base económica y social “de un momento a otro”. Si somos objetivos y realistas, la futura sociedad socialista en el Perú se comenzará a construir a partir de características de la sociedad peruana similares a las actuales, en las cuales siguen imperando mayoritariamente la pequeña propiedad y la pequeña producción, tanto en el campo como en la ciudad, tanto en la actividad agrícola como en la actividad industrial y comercial. Esa es nuestra realidad actual, y a partir de ella tenemos que elaborar los planes de cambios futuros. Pretender “socializar todo” desde un comienzo (tanto la grande, como la mediana y pequeña producción) nos llevaría a un fracaso rotundo, sería volver a cometer los errores que se cometieron en la URSS, después de abandonar la NEP.

6.- A partir de informaciones aisladas como las redactadas por la ONG China Labor Watch (CLW) que motiva este comentario, hay personas que han llegado a la conclusión que China, Viet Nam y Cuba han dejado de ser países socialistas, o dicho de otra manera, ellos afirman directamente que actualmente “China, Vietnam y Cuba son países capitalistas”. Considero que esas opiniones corresponden a mentalidades pesimistas, derrotistas y claudicantes, corresponden a personas inseguras que se asustan ante el primer viraje que se presenta en el camino tortuoso, reniegan y renuncian a la lucha prolongada. Esa actitud es propia de personas que siempre están listas para escuchar y repetir cualquier crítica, y mejor todavía si son ataques contra los países socialistas.

Asumiendo que la información de la ONG CLW es cierta, deberíamos preguntarnos si esas son las condiciones de trabajo en la mayoría de empresas, en las cientos de miles de empresas que actualmente existen en China, o solamente son casos aislados y minoritarios. A la ligera no se pueden generalizar situaciones particulares.

También deberíamos preguntarnos “cuáles eran las condiciones laborales de esos mismos trabajadores”, descritos en el informe, antes de ingresar a trabajar en esas empresas cuestionadas. Acaso ya eran obreros que gozaban de todos sus derechos laborales sobre jornada de trabajo, derechos sociales a descanso, vacaciones, seguridad social, etc. Si ese era el caso entonces tendríamos que reconocer que “es un retroceso en sus condiciones de trabajo”. O tal vez ha ocurrido que esos trabajadores antes de ingresar a esas empresas todavía eran campesinos, artesanos, pequeños comerciantes o desempleados dispersos, que “nunca antes habían tenido ningún tipo de derechos laborales”.

Entonces tenemos dos alternativas, o aprendemos de las experiencias ajenas, o nos dedicamos a despotricar y pretender dar lecciones “desde el Perú”. En el futuro podemos y debemos dar lecciones, pero no con palabras, sino con el ejemplo.

Cuando comencemos a construir la sociedad socialista en el Perú y en América del Sur, nuestro ejemplo práctico, concreto, objetivo, será la mejor lección para todo el mundo. Todos los pueblos del mundo nos mirarán y escucharán con atención y respeto. Pero ahora, ¿Quién perdería el tiempo en escucharnos, si todavía no hemos demostrado en la práctica nuestra “gran capacidad de pensar y sobre todo de hablar”? Ningún pueblo toma en serio a simples “charlatanes”, charlatanes que no han hecho nada significativo en su propio país, pero que ilusamente pretenden “dar lecciones a nivel mundial”.

7.- Las empresas capitalistas que invierten dentro de los países socialistas no lo hacen para satisfacer las necesidades de la población china, sino para obtener ganancias. De eso debemos de estar muy seguros. Pero al invertir capitales, introducir técnicas modernas, y contratar trabajadores, están contribuyendo al crecimiento de las fuerzas productivas, al crecimiento del proletariado, y a la socialización de la producción. Es decir, esas empresas capitalistas, muy a su pesar, están contribuyendo a crear las condiciones materiales objetivas para la construcción del socialismo. Como decían Marx y Engels en el Manifiesto de 1848, “la burguesía crea a sus propios sepultureros”.

Es muy conocido que el capital no tiene patria, ni tiene bandera, ni tiene prejuicios morales. El capital se inmiscuye y se invierte en cualquier lugar donde encuentre posibilidades de obtener ganancias, incluso arriesgando su futura subsistencia, y contribuyendo así a la formación de sus propios sepultureros.

8.- El socialismo, en los países en los cuales ha comenzado a construirse desde 1917, está demostrando que no es un paraíso en el cual “desaparecen de un día para otro la explotación del hombre por el hombre, las clases y la lucha de clases”. El socialismo no es un milagro sobrenatural, el socialismo es una etapa de transición de una sociedad dividida en clases a una sociedad sin clases, es una larga etapa de transición del modo capitalista de producción al modo comunista de producción. El socialismo en los países económicamente atrasados es una etapa en la cual durante un largo periodo histórico todavía se acrecentarán y subsistirán las viejas relaciones capitalistas de producción en extinción, al lado de las nuevas relaciones comunistas de producción en germinación y crecimiento. Eso es lo que nos está enseñando la realidad. Y como materialistas consecuentes, siempre debemos de partir de la realidad objetiva, y no de nuestras imaginaciones ni deseos subjetivos.

Saludos
Miguel Aragón

1 comentario:

Anónimo dijo...

MUCHAS GRACIAS MUY INTERESANTE LO QUE E LEE-IDO, LO CUAL PONDRÉ EN PRACTICA, EN MI CENTRO DE TRABAJO, SOY TRABAJADOR CERVECERO QUE ULTIMO NUESTRA PATRONAL QUEBRÓ NUESTRA HUELGA EN COMPLICIDAD CON AUTORIDADES DEL MINISTERIO DE TRABAJO.