viernes, 11 de mayo de 2012

EL CEREBRO Y EL MITO DEL YO (41)

Memoria fílogenética: "conectividad básica"

La tarea de la evolución consistió en aprender y sintonizar lentamente las formas apropiadas, las morfologías estructurales, que amplificaron la capacidad de supervivencia de las especies. Al hacerlo, la evolución unió el mundo externo del cuerpo con el del cerebro, lo que resultó en cosas como la oposición del pulgar, la cola del ratón, la nariz del león e incluso la forma del mismo cerebro. Este sería un tipo filogenético de memoria; la forma estructural que se da desde el nacimiento y que no es necesario aprenderla a lo largo del desarrollo, durante el corto período que constituye la vida de un organismo. Tal memoria estructural determina la forma de la especie, el animal total y las arquitecturas de los órganos que se reflejan como un eco a través de los milenios.


Figura 9.1.
Fotografía de la eclosión de un caimán cuyas capacidades al nacer son ya muy semejantes a las del progenitor adulto.

Pero la memoria filogenética de la estructura expresada al nacer no basta. Por cautivadores que resulten los movimientos de los OJOS del recién nacido, si estos ojos no funcionan, entonces no es claro cuál sería el propósito de la memoria filogenética de la forma. Debe existir otro tipo de memoria residente desde el nacimiento, aquélla que únicamente enlaza la forma con la función. Una célula muscular no es nada si no puede contraerse (a menos que se trate de un pez eléctrico, en si que algunos músculos se modificaron para convertirse en órganos generadores de electricidad) (Bennett y Pappas, 1983). Una neurona, con sus magníficas e intrincadas ramificaciones dendríticas y axonales, no es nada si no se comunica con otras neuronas, músculos o glándulas (a no ser que se trate de otro tipo de pez eléctrico, cuyos terminales nerviosos se convierten en un órgano particular generador de electricidad (Bennet et al., 1989).


La memoria dinámica: "circuitos en acción"

Dentro de la arquitectura orgánica (la planta física), vemos entretejerse un segundo tipo de memoria tan antiguo filogenéticamente como el que confiere la forma, consistente en las estructuras dinámicas electroquímicas (la actividad cerebral intrínseca, previa a la experiencia) que ocurre en nuestros cerebros y nos define a "nosotros". La conectividad neuronal y la "música" electroquímica que .la soporta conforman la memoria evolutiva que permite la presencia de oscilaciones intrínsecas de las células excitables, las cuales representan la realidad externa, aunque en una geometría diferente. Estas propiedades hacen posible el acople preciso de la impedancia, que soporta la comunicación neuronal electroquímica. Tal "pegamento funcional" es la base mediante la cual se conjugan los conjuntos específicos funcionales, presentes desde el nacimiento y que permanecen a través de generaciones.

El conjunto de estos dos tipos de memoria origina los apriori estructurales del cuerpo y del cerebro, como es el tener piernas que se muevan y neuronas que durante el desarrollo se entretejan en módulos específicos funcionales, conocidos como lóbulos, haces de fibras y núcleos. Independientemente de lo que hagamos en el curso de nuestras vidas, no podemos olvidar los circuitos enormemente intrincados del lóbulo occipital o de la corteza visual, el área central del procesamiento visual, a menos que los ojos nos fallen totalmente desde muy niños. Podemos aprender la palabra que denota "verde", pero la percepción del verde no se aprende ontogenéticamente; se ha aprendido y recordado filogenéticamente. Esta percepción tiene un sustrato físico y, excepto por alguna lesión en el SNC, es una capacidad que no podemos ni aprender ni olvidar — esto se sale de nuestras capacidades biológicas.

Por tanto, la memoria estructural y la eléctrica funcionan en tándem y, desde su nacimiento, Otorgan al cuerpo y al cerebro un hernioso estado biológico, de "ser" y de "devenir" — ser, en el sentido de estructuras funcionales, manos, bocas, PAF y cosas por el estilo, presentes desde el nacimiento, y devenir, en el sentido de que todo el sistema debe adaptarse a los cambios impuestos por el crecimiento y el desarrollo, o por el deterioro de la edad. El sistema nervioso debe inervar y adaptarse a cualquier tipo de cuerpo, pues mientras este último crece, el cerebro no conoce la estatura final, o que tan apartados tendrá los ojos: el sistema nervioso debe adaptarse funcionalmente a un cuerpo que nunca "ha visto". Sin embargo, en todos los estadios del desarrollo, el sistema nervioso se adapta para que cada módulo funcione normalmente en una escala proporcional al tamaño del cuerpo y a sus respectivas proporciones. Mis pies están creciendo, pero mis piernas crecen más rápido. ¿Que tiene qué ver esto con la encienda del PAF de la marcha? ¡No mucho!

La geometría funcional del sistema nervioso, discutida en el capítulo 3, debe adaptarse continuamente a la geometría funcional de un cuerpo desconocido, puesto que ésta cambia durante el desarrollo. Tal adaptación necesariamente depende de la actividad; durante toda la ontogenia, el diálogo entre las neuronas y los músculos (u órganos) blanco siempre se impulsa activamente, y el proceso de interiorización se relaciona íntimamente con la repetición de los patrones de actividad ya mencionados.

El "precableado" de la función cerebral

Comparemos esta memoria filogenética con la perspectiva de tabula rasa, según la cual el sistema nervioso aprende a aprender durante el desarrollo después del nacimiento y del cual se desprende que, por lo tanto, no es posible ningún aprendizaje antes de nacer. Echemos una mirada al conocido videoclip sobre la vida silvestre, en el cual una manada de animales salvajes bebe pacíficamente en la ardiente sabana africana. Vemos una hembra momentos antes del parto. La cámara se mueve hacia la periferia, en donde tres o cuatro leones se aproximan a la manada, claramente en plan de caza. La hembra en pleno parto queda inmóvil y un león, todavía muy distante, la ve. Cinco segundos después del nacimiento, el león ataca. La madre protege a la cría, haciéndole frente a la primera arremetida. La cría aterrada, tambaleándose en sus piernas húmedas y larguiruchas, se aleja del león logrando evadir frenéticamente al atacante, aunque no por mucho tiempo. El león la alcanza y de una sola arremetida la agarra por la garganta; en unos segundos la corta vida del pequeño termina.

Este breve videoclip sobre las brutales realidades de la vida salvaje pone el énfasis en algunos puntos específicos y prominentes. En primer lugar, vemos que desde el nacimiento el PAP de correr (marcha y cadencia) se manifiesta explícitamente, viene "precableado" y es funcional. La perspectiva de tabula rasa sostendría que estos cinco segundos entre el nacimiento y la carrera bastan para que la ontogenia enseñe a correr al recién nacido, lo cual no convence ni intuitiva ni fisiológicamente. Incluso una sola sinapsis funcional tendría dificultades para estabilizarse tan rápidamente. En segundo lugar, la perspectiva de tabula rasa propone que el aprendizaje sólo ocurre con la experiencia sensorial. En tal caso, el recién nacido tendría que haber aprendido a correr por ensayo y error. Pero corrió, ciertamente no tan bien como un adulto, y lo hizo la primera vez que lo necesitó. El ensayo y error para aprender a correr tiene que haber ocurrido durante la filogenia. Es evidente que, junto con la habilidad de modificar el PAF subyacente cuando se ha activado (la capacidad de saltar en una y otra dirección), como ello ya había sido instalado como un módulo funcional desde el nacimiento. Correr es sencillamente una actividad tan crítica para la supervivencia que no es posible aprender e incorporar su funcionalidad de novo durante la ontogenia, generación tras generación. La filogenia ha organizado este PAF, de la misma manera como la cría comienza a respirar regularmente desde el nacimiento.

En la película hay un segundo aspecto del aprendizaje y de la memoria, que hace resaltar otra importante diferencia respecto de la propuesta de la tabula rasa. Según lo expuesto en el capítulo 8, los PAF motores sólo se generan a partir de los estados emocionales apropiados (aunque no siempre tan "apropiados", como en el síndrome de Tourette). En el caso de la cría, el estado emocional es de miedo y, por tanto, es éste el que libera el PAF de correr, lo que indica que, además de los PAF, ciertos estados emocionales también vienen preinstalados y operan desde el nacimiento. A los cinco segundos de nacida, esta cría fue capaz de asimilar el contenido específico de su mundo externo (un león se acerca). Lo dimensiona contextualmente (león significa peligro), implementa un estado emocional apropiado (peligro significa miedo) y posteriormente actúa sobre este contexto interno la imagen sensomotora de miedo que significa ¡"Corra"! Pero no sólo significa "correr" sino esquivar al atacante, es decir, cambiar abruptamente la dirección de la fuga. Esta secuencia indica que la matriz (o espacio funcional interno) vista en el capitulo 3, que relaciona "tensorialmente" el contenido del mundo externo con el contexto interno, viene "precableada" y lista para hacer lo que hace desde el nacimiento. Esto también significa que la capacidad de tener conciencia es un a priori filogenético, funcional.

No hay comentarios: