lunes, 23 de febrero de 2015

¿ESPIONAJE O CORTINA DE HUMO? EXPIANDO EL ESPIONAJE


 


 
Escribe: Milciades Ruiz





En la fisiología universal cada realidad tiene siempre dos lados contrarios. Positivo y negativo, bien y mal, vida y muerte, son pares de una misma unidad indisoluble. Pero por lo general nos orientamos considerando solo un lado y nuestro juicio es incompleto o parcial, razón por la cual podemos cometer errores de apreciación o falacias. El reciente caso de espionaje chileno nos puede servir de ejemplo.

Se nos ha alimentado siempre el odio hacia Chile a partir de la invasión y sometimiento del Perú mediante una guerra en la que perdimos dignidad, territorio y más. El revanchismo perdura porque lo fomentamos y mientras esto no desaparezca la desconfianza del otro lado tampoco lo hará porque, ambos sentimientos forman una sola unidad. Esto no sucede a nivel de los pueblos del llano, donde peruanos y chilenos suelen darse la mano sin malicias. Ambos fueron ajenos a la Guerra del Pacífico pero expían culpas ajenas.

Yendo contra la corriente en esta fomentada rivalidad podríamos preguntarnos: ¿A quién conviene la tensión peruano chilena? ¿Quiénes lucran, quienes se benefician de esta odiosidad? ¿Qué nos ha traído la explotación política de esta rivalidad?

Si muchos peruanos han migrado a Chile, ¿la culpa es de este país o del nuestro? Si Chile está copando nuestro territorio comercial haciendo que nuestro dinero fluya hacia allá, ¿la culpa es de ellos o de nosotros? Si los capitales chilenos compran territorio agrícola que les ofrecemos en los proyectos de irrigación financiados con dinero de todos los peruanos, ¿De quién es la culpa? Si los chilenos nos ganan en futbol ¿es por culpa de ellos? Si por el deterioro moral del país resulta fácil comprar peruanos débiles, ¿a quienes debemos culpar?

Si no miramos el otro lado, siempre nos harán pasar gato por liebre. Igual que nos han inculcado falsamente que la independencia del virreinato fue la independencia del Perú, así también culpan a Chile de nuestra derrota para ocultar la culpabilidad de la aristocracia gobernante de aquella época.

Hasta los campesinos saben que una planta débil es presa fácil de sus enemigos y con mayor razón podemos decir de un Estado débil. La aristocracia virreinal que siguió gobernando en la república no tenía ningún interés en hacer del Perú un Estado fuerte, pues no era el país de sus ancestros y más que patriotismo era el lucro su mayor preocupación. Los peruanos ancestrales alejados de las decisiones gubernamentales solo fueron utilizados como carne de cañón, llevados a la fuerza a combatir sin saber las razones del conflicto.

Esa aristocracia virreinal nunca había luchado por la independencia del virreinato. Solo se sentó a la mesa ya servida y se hizo republicana. Fue la expedición libertadora financiada por los patriotas chilenos a costa de sacrificios financieros la que hizo el trabajo que fue culminado por otros extranjeros venidos del norte de Sudamérica. 

Posteriormente, esta misma aristocracia gobernante fue la que pidió ayuda a Chile para sacudirse de la Confederación Peru-boliviana. Las tropas chilenas tuvieron que venir a combatir hasta derrotar a las fuerzas de Santa Cruz en la batalla de Yungay en coalición con tropas peruanas. El Perú fue restaurado gracias a la ayuda de Chile. A pesar de ello, la aristocracia gobernante siguió en la desidia.

Decir todo esto puede provocar iras adversas y muchos preferirán no saber la verdad pero a veces las peleas entre hermanos suceden por intereses de terceros. Los chilenos sabían todas las debilidades de los gobernantes peruanos y sabían combatir en territorio peruano. También lo sabían intereses ingleses que apetecían las riquezas naturales en los territorios que perdimos y fueron los financiadores de la guerra. Esto es lo que también hay que mirar. (En la guerra por las Malvinas Chile fue utilizado por  Inglaterra contra Argentina).

No fue el pueblo peruano el que perdió la guerra con Chile sino la aristocracia gobernante que finalmente se lavó las manos dejándonos con una herida que no cierra porque pagamos culpas ajenas. Es a ella a la que debemos señalar como la culpable de la derrota ante Chile. Ella nos sembró el odio hacia Chile para ocultar su cobardía.

Por eso, ver desde el lado oscuro puede ser desagradable pero quizá nos ayude a tener una visión más equilibrada. En las condiciones de inmoralidad en que se debate nuestro país, el riesgo de traición es mayor. La corrupción está por todos lados. Todo está podrido y no hay que buscar la culpabilidad afuera. Está entre nosotros.

No esperemos que al Perú le pase lo mismo que a Sodoma. La "clase política" no será la que ponga el pecho para salvar a la patria. Si ella sigue gobernando nuestra desgracia continuará. Hay que cambiar el régimen electoral que la protege y establecer normas equitativas para una nueva democracia. Es hora de decir basta y curar la patria eliminando los parásitos que la agobian. Hay que limpiar todo antes que la basura acabe con nosotros.

Febrero 2015

2 comentarios:

Hernán Cisternas Iturra dijo...

Qué valiente comentario!
Una mirada interesante de la historia de ese país.
La historia la hacen los intereses y la gente vive al vaivén de las consecuencias que de ello derive.
Hoy, intereses politicos quieren hacer historia.
Ven en el conflicto un medio para lograr objetivos de poder sabiendo que con ello generan el odio entre los pueblos, que sólo quieren vivir en paz e integrados.
Perú, una tierra maravillosa, de gente amable. Y de una cultura histórica digna de admiración.
Atte. Hernán

Hernán Cisternas Iturra dijo...

Qué valiente comentario!
Una mirada interesante de la historia de ese país.
La historia la hacen los intereses y la gente vive al vaivén de las consecuencias que de ello derive.
Hoy, intereses politicos quieren hacer historia.
Ven en el conflicto un medio para lograr objetivos de poder sabiendo que con ello generan el odio entre los pueblos, que sólo quieren vivir en paz e integrados.
Perú, una tierra maravillosa, de gente amable. Y de una cultura histórica digna de admiración.
Atte. Hernán