viernes, 3 de abril de 2015

PUEBLOS ORIGINARIOS E IZQUIERDAS ORIGINARIAS




Por Gran Combo club - Publicado el 25-03-2012

[En este post quisiera básicamente revisitar el debate que hubo en Buenos Aires a fines de los veintes del siglo pasado entre comunistas peruanos y extranjeros. El asunto parece haber sido ya cerrado en los ochentas en “La Agonía de Mariátegui” de Alberto Flores Galindo. Sin embargo, el asunto ha seguido siendo motivo de estudio, en particular por la publicación en los noventas de algunos documentos del archivo de la Internacional Comunista.]

1. Pueblos originarios

En el Perú hay un resurgimiento de la identidad indígena: quechua, aymara, awajún, asháninka, y varias otras. Se pensaba que tal identidad era cosa sólo de Ecuador y Bolivia, pero ya la tenemos muy claramente entre nosotros. En los ochentas las izquierdas no estaban por estas identidades; su planteamiento era otro: “construir la nación peruana” que sea síntesis de “todas las sangres”. Una identidad indígena no estaba en la agenda. No se la tomaba en serio o se la miraba con rechazo. Al fin y al cabo tales identidades habían sido alguna vez parte del planteamiento oficial de la Internacional Comunista para América Latina. Eran vistas como una imposición de afuera, resultado del desconocimiento de la realidad nacional, tal vez vigentes para Ecuador o Bolivia, pero inaplicables al Perú.

En realidad, la identidad indígena siempre estuvo ahí, negada, invisibilizada, postergada y sobre todo temida. Tanto izquierdas como derechas la evitaban, hasta que la propia dinámica social, el surgimiento y consolidación de líderes y organizaciones indígenas, ha llevado a aceptar su existencia y vitalidad. 

(Y a lo que se ve en manifestaciones políticas y sociales se podría añadir lo que se ve en manifestaciones culturales.) 

Claro, no falta aún en el discurso oficial quienes quieren ver a estas identidades como un resultado externo: de ONGs de afuera, infiltración chavista, e incluso el comunismo internacional.1 Se necesitan explicaciones mejores, pues estas no resultan muy convincentes (lo cual excede el motivo del presente post – aunque en el camino haré algunas especulaciones al respecto.). Pero para eso primero habría que aceptar el hecho a explicar, cosa que no acaba de ocurrir. No se lo acepta.

En el caso de las izquierdas, la aceptación es más política-coyuntural (y en muchos casos, directamente oportunista) que doctrinaria. Y es que hay toda una historia de encuentro y desencuentro entre estas izquierdas y los pueblos originarios.

2. Izquierdas originarias

Es instructivo leer el trabajo del estadounidense ecuatorianista Marc Becker2 Mariátegui, the Comintern, and the Indigenous Question in Latin America y su traducción al castellano (con algunas diferencias) como Mariátegui y el problema de las razas en América Latina. (Acaso estos temas han sido retomados a nivel académico más a partir de lo que ocurre en Ecuador, Bolivia e incluso Chile, antes que el Perú.). Becker usa documentos desclasificados de la Internacional Comunista publicados en los años noventas, posteriores a la muerte de Flores Galindo, ver aquí. Los términos de la cuestión, evidentemente bajo la influencia del resurgimiento de la identidad indígena, se plantean en forma contraria a cómo se planteaban usualmente en los ochentas en el Perú: no sería la Internacional la equivocada, sino Mariátegui:

Muchas veces, los indigenistas veían a los indígenas incapaces de lograr su propia liberación, y por eso ésta se dejaba a los intelectuales urbanos, criollos y mestizos que paternalistamente trataban a los indígenas como objetos en vez de los autores de este proceso. ¿La autonomía no era acaso algo que la gente indígena consideraría agradable y, de hecho, desearía? ¿Es Mariátegui culpable de cometer pecados semejantes en la ignorancia de los problemas indígenas para promover su propia agenda política?

La Internacional adoptó la propuesta de una república indígena en Sudamérica a partir de “la cuestión negra” en Estados Unidos como en Sudáfrica. Estos planteamientos tenían como origen el planteamiento de Lenin sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación, aquí. Estos planteamientos serían criticados duramente por otra prominente marxista, Rosa Luxemburgo, aquí.

Mariátegui había sido detenido en 1927 por supuestamente haber organizado un complot comunista, como vemos en EEUU: “¡Detengan a Mariátegui”. Becker señala

De hecho, tal vez era la acusación del involucramiento de Mariátegui en una conspiración comunista lo que atrajo la atención de Codovilla y, por extensión, de la Internacional Comunista. (…) Durante este periodo, Mariátegui se movía claramente hacia la esfera de influencia de la organización internacional comunista. Medio año antes de la conferencia de Buenos Aires, la agencia informativa soviética TASS le había pedido que escribiera un ensayo sobre el Perú.

(Este ensayo fue incluido en la edición popular de “los 7 Ensayos” bajo el nombre “sumaria revisión histórica del problema del indio“. Allí se afirma que fue “escrito para la agencia Tass de Nueva York”, que en realidad era soviética.)

La Internacional Comunista comienza a fijarse en América Latina. Su Sexto Congreso en 1928 celebrado en Moscú es el que “descubre” a América Latina. Al año siguiente, la conferencia de Buenos Aires de 1929 “descubre” al indígena. El comunista suizo Jules Humbert-Droz en contacto con Vittorio Codovilla es enviado a Buenos Aires

Según Mothes, fue Humbert-Droz quien intervino e insistió para que incluyera Codovilla una discusión de la raza en América Latina en las discusiones de Montevideo y Buenos Aires.’ Sin la intervención extranjera, los líderes del Comintern probablemente no habrían discutido la cuestión del papel de la gente indígena en el movimiento revolucionario. Además, es iluminador que el Comintern tuviese que contar con un partido peruano con el cual tenía contacto mínimo para hacer una presentación sobre este asunto. Un choque entre las perspectivas europeas e indígenas de la lucha revolucionaria en América Latina era casi inevitable.

Bajo este impulso es que Codovilla se contacta con Mariátegui, lo invita a la conferencia comunista y le pide que redacte un documento sobre la cuestión de las razas en América Latina. Este documento se llamaría “El problema de las razas en América Latina” y forma parte de “Ideología y Política”. Alberto Flores Galindo en La agonía de Mariátegui se refiere a este trabajo sin haber sabido que fue un documento escrito a pedido de Codovilla.

Efectivamente, el choque en Buenos Aires fue muy fuerte, un apanado a la delegación peruana. Sin embargo, el suizo Humbert-Droz al parecer evitó que la cosa llegue a una ruptura y defendió a los peruanos, sosteniendo la insuficiencia de la autodeterminación para resolver los problemas raciales de América Latina; el problema era más complejo. Era la cuestión de la tierra, pero también la cuestion racial, lingüística, étnica. Fue este suizo (y dada la pluralidad lingüística y étnica existente en Suiza el origen de Humbert-Droz no es irrelevante) quien sugirió que la Internacional publicara el debate con tesis divergentes, en vez de un único documento con algo cerrado. La idea era continuar el debate y sobre todo el estudio de estos temas. Es gracias a esa decisión que el debate se pudo retomar, particularmente en el Perú, décadas después. El debate iba más allá de la confrontación entre un “marxismo abierto” contra un “marxismo dogmático”, como fue presentado estereotipadamente en los ochentas.

Las tesis de Mariátegui sobre la cuestión indígena son muy conocidas en nuestro medio. La cuestion indígena era la cuestión de la tierra. La propiedad de la tierra tenía que cambiar. Los terratenientes debían ser expropiados sin compensación alguna. Según Mariátegui la lucha del indígena era de caracter de clase, no de raza, no étnica, no nacional:

la constitución de la raza India en un estado autónomo, no conduciría en el momento actual a la dictadura del proletariado indio ni mucho menos a la formación de un estado indio sin clase, como alguien ha pretendido afirmar, sino a la constitución de un Estado indio burgués con todas las contradicciones internas y externas de los Estados burgueses.

Solo el movimiento revolucionario clasista de las masas indígenas explotadas podrá permitirles dar un sentido real a la liberación de su raza, de la explotación, favoreciendo las posibilidades de su auto-determinación política.

Si la Internacional había asumido las tesis de Lenin sobre la autodeterminación de los pueblos, Mariátegui estaba más cerca de las tesis unitaristas de Rosa Luxemburgo. 

Al respecto un delegado de la Juventud Comunista Internacional, “el camarada Peters” replicó que la formación de una nación requería de un cierto nivel de desarrollo capitalista, al cual no había llegado el Perú, por lo cual no era aún una nación unitaria. Por lo tanto, podria surgir una nación quechua o aymara en el área sudamericana. El médico peruano Hugo Pesce, “el camarada Saco”, sostuvo que tal planteamiento, la autodeterminación indígena y el separatismo, sería equivocado porque alienaría a los campesinos mestizos y los obreros urbanos de la lucha.

El “camarada Peters” fue más allá y le dijo algo muy fuerte a la delegación peruana, que ha sido menos resaltado por los investigadores sobre estos temas:

¿Cuáles pueden ser las objeciones a la consigna de la auto-determinación de los pueblos, en esos casos?
Tomemos, por ejemplo, la “objeción” que ha hecho el camarada Saco – en una conversación personal -, ha manifestado que lanzar esa palabra de orden, es desarrollar el chauvinismo entre los indígenas, facilitando que éstos en sus revueltas, asesinen a todos los blancos, inclusive a los obreros. Que los indios en sus levantamientos masacren a los blancos, es exacto, es indudable, también, que masacren a los trabajadores blancos, porque el odio que siente el indígena por el blanco consquistador, lo amplía al odio contra todos los blancos sin ninguna distinción. Para combatir esto, el Partido proletario del Perú, puede hacerlo solamente estableciendo que los trabajadores blancos defiendan las reivindicaciones de los indígenas, tales, por ejemplo, como la reconquista de la tierra y el derecho para los indios de vivir de acuerdo a sus tradiciones, es decir, el derecho de auto-determinación. Y si se plantea la cuestión de esta manera, se verá que la consigna de los pueblos a disponer de ellos mismos, no solamente no desarrolla el “chauvinismo” de los indígenas y “facilita” la masacre de los trabajadores blancos, sino que, en concreto, es el solo camino hacia la solidaridad entre los indígenas y los trabajadores blancos, es la sola posibilidad de disminuir la lucha entre esos trabajadores y los indigenas insurreccionados. Y al contrario, crear las condiciones para la lucha en común contra los explotadores peruanos y extranjeros. (…) En el fondo, la objeción del camarada Saco, refleja incoscientemente, el espíritu chauvinista de los “blancos” del Perú, que no aceptan la idea de un Perú sin indios.

Este delegado, presumiblemente europeo, veía una delegación comunista peruana conformada no por indígenas, sino por blancos, sensibles a las reinvicaciones indígenas, pero que no acababan de empatizar con ellos. Los delegados no sólo extranjeros sino europeos, no tenían temor a las insurrecciones indígenas como sí los delegados peruanos. Vieron en las tesis “peruanas” la expresión del espíritu de los blancos y, al parecer, vieron a los mismos delegados peruanos como blancos.3 Es muy posible que los delegados europeos hubieran querido ver a indígenas formando parte de la delegación peruana, que hablen directamente sobre su problemática. Finalmente, esta delegación era más limeña que peruana. En el Cusco hubo una activa célula comunista que se afilió directamente a la Internacional Comunista (Ver “Así nació el Cuzco rojo” de Julio G. Gutiérrez , libro de 1986, ver también aquí, en que el autor sostiene que el Partido Comunista no nació en Lima, sino en el Cusco.). Los comunistas cusqueños, más cercanos a la idea de una “tempestad en los Andes” y sin temor a las insurrecciones indígenas, aceptaron sin problemas las tesis de la Internacional Comunista, y las diseminaron en su área de influencia. En 1931, el Partico Comunista dirigido por Eudocio Ravines lanzaría como candidato a la presidencia al quechua Eduardo Quispe Quispe, de Santiago de Pupuja, Azángaro, aquí y aquí. Las mayorías indígenas no votaban por ser en su mayoría analfabetas. Fue un gesto simbólico en una contienda que sólo fue entre Haya de la Torre y Sánchez Cerro, pero que evidenció que alguien se tomaba en serio a los indígenas y los veía otra vez asumiendo la conducción de su país, ver alguito aquí.

3. Encuentros y desencuentros

Mucho ha cambiado desde los años veinte hasta la actualidad: ahora los indígenas votan, tienen más gente educada, están mucho mejor organizados y hablan con voz propia. Es más, la crisis de las izquierdas como opción política parece haberlos beneficiado, pues se ha eliminado a algunos “intermediarios” entre ellos y el poder (¿Cuántos representantes indígenas hubo en el congreso en el mejor momento de las izquierdas, la Izquierda Unida de los ochentas?). Sin embargo, no acaba de haber una representación política indígena que tenga la fuerza que a nivel social tienen los indígenas. Faltan más intelectuales, más técnicos, más profesionales indígenas. Y tantas cosas más. Se ha avanzado, pero queda mucho más por avanzar.

Vittorio Codovilla, dirigente comunista argentino. Fue duro con las tesis peruanas, de Mariátegui, en la conferencia comunista de Buenos Aires. Sin embargo, fue él quien solicitó a Mariátegui la elaboración de un documento sobre “el problema de las razas en América Latina”.
Julius Humbert-Droz, dirigente suizo de la Internacional Comunista, puso en la agenda comunista la problemática indígena en la región latinoamericana y El Caribe. Terció en el debate entre la delegación peruana y la línea oficial de la Internacional. Al parecer gracias a él es que las actas de la conferencia comunista de Buenos Aires incluyeron el debate entre ambas posiciones.
José Carlos Mariátegui, sus vínculos con la Internacional Comunista habrían sido algo más fuertes de lo que se afirmaba en los ochentas.
Hugo Pesce, médico comunista, impulsor de la investigación sobre la lepra en el Perú. Asistió a la conferencia de Buenos Aires y discutió ardientemente sobre la “cuestión indígena”. En los años cincuenta fue anfitrión de dos jóvenes argentinos, Ernesto Guevera y Alberto Granados, que visitaron los leprosorios a su cargo.
Ernesto “Che” Guevara leyendo “Los Siete ensayos” de José Carlos Mariátegui. Hugo Pesce, “el camarada Saco”, delegado peruano ante la Internacional Comunista en Buenos Aires, le pasaría el libro. Guevara se convertiría en un revolucionario y moriría asesinado en Bolivia, tratando de levantar al campesinado indígena de ese país y generar un estallido revolucionario continental mediante la guerra de guerrillas.
Imagen de la dramatización en la película “Diarios de Motocicleta”. El actor es el mexicano Gaél García Bernal.
En los noventas se comenzaron a publicar diversos materiales procedentes de los archivos de gente alguna vez vinculada a la Tercera Internacional. Entre ellos figuraban documentos del archivo de Julius Humbert-Droz, en particular la correspondencia sobre la "cuestión peruana": cartas de Vittorio Codovilla a José Carlos Mariátegui y a Roberto Martínez de la Torre y a otros comunistas peruanos. Así, se demostraba que los vínculos de Mariátegui con la Tercera Internacional no eran nada tangenciales, sino más sólidos de los que se afirmaba en los ochentas.
Imagen tomada de documentos desclasificados de la Internacional Comunista: "José Carlos Mariátegui und die Komintern. Dokumentation aus dem KI-Archiv Moskau (Vorgestellt von Jürgen Mothes, Leipzig)".

Seguramente Alberto Flores Galindo no vería con mucha simpatía que su obra aparezca con una contracarátula en que sale la figura de Stalin. El gobierno venezolano de Hugo Chávez y el ALBA son muy seguidores de José Carlos Mariátegui, a quien le editan las obras (ver aquí Ideologia y Política), como de Flores Galindo. No se hacen problemas por el claro antiestalinismo de Flores Galindo ni por su planteamiento de una polémica entre Mariátegui y la Comintern. Al parecer, en la visión de “fusión” de los partidarios del “socialismo del siglo XXI” muchas cosas pueden encontrar cabida y hacerse compatibles. (Compré este curioso libro en el pabellón venezolano en la feria del libro de Jesús María del año pasado.).

La identidad indígena goza de buena salud en el Perú. Siempre estuvo ahí.
  1. El grupo ultraderechista “Tradición y Acción” que según la revistas Caretas, aquí, estaría orientado por el ex-canciller de Fujimori Francisco Tudela se expresó así pocos días después de el “baguazo” en un aviso pagado publicado en Correo:
En América Latina, tal estrategia incluye el aprovechamiento de comunidades autóctonas como masa de maniobra para el viejo plan anárquico de desmantelar los Estados nacionales. Ya en 1928 el VI Congreso de la Internacional Comunista instruía a sus partidos afiliados en Latinoamérica a elaborar “medidas especiales relativas a la autodeterminación de los indios”, de las cuales resultaron propuestas para crear las “repúblicas de Quechuas y Aymaras” en el Perú, la “república de Arauco” en Chile, y otras similares.

El Perú en la mira de la neo-revolución seudo-indígena

Aldo Mariátegui tampoco dejó pasar el asunto:
-Me asombra que una gran parte de la izquierda esté apoyando la causa aimara. No se podrían reclamar “mariateguistas” en todo caso, pues precisamente JCM se opuso –a través de su enviado Hugo Pesce- en la conferencia de las izquierdas latinoamericanas a la constitución de sendas “Repúblicas Quechua y Aimara” que los demás comunistas latinoamericanos propugnaban, pues estos querían copiar el modelo de repúblicas étnicas que constituían la entonces URSS (Ucrania, Georgia, Uzbequistán, etc..). El Perú no es ni siquiera un estado federal como para estar pensando encima en regresivos bantustanes tribales, como la Sudáfrica racista (curiosamente, Evo Morales ha imitado al ex-Premier sudafricano Verwoerd en eso).
Aldo Mariátegui: “Cainitas”. 22/06/2011
Un curioso rescate del pensamiento de su abuelo. []
  1. A quien agradezco por compartir conmigo los trabajos de Julius Mothes y los documentos de la Internacional Comunista. []
  2. A. Y afortunadamente Mariátegui no incluyó en su ponencia sobre las razas frases como “El negro trajo su sensualidad, su superstición, su primitivismo.” o “Los aportes del negro y del chino se dejan sentir, en este mestizaje, en un sentido casi siempre negativo o desorbitado.” que aparecen en el ensayo sobre literatura de los 7 ensayos, en que recurre a citas de Pareto, y que comenté en Izquierdas racistas, porque ahí sí el apanado de Buenos Aires no hubiera sido sólo de los funcionarios comunistas europeos y de Codovilla, sino de los otros países asistentes, particularmente los brasileños, muy sensibles a la “cuestión negra”.

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