martes, 16 de junio de 2015

EL SUELDO DE ALCALDESA DE ADA COLAU: SOCIALISMO REACCIONARIO




Domingo, 14 de junio de 2015

I

Cuando observo el estilo político de Ada Colau y Pablo Iglesias, me retrotraen 40 años atrás, a la época del predominio del socialismo soviético, donde los trabajadores eran sacrificados en aras de un vertiginoso y colosal desarrollo de las fuerzas productivas, donde la industria pesada estaba hipertrofiada y la industria ligera tenía un escaso desarrollo.  Me recuerda el estilo asceta de los dirigentes comunistas, donde en la vestimenta estaba ausente el color y se comía de forma frugal. Se hablaba siempre en aquel entonces, bajo la égida de los partidos de extrema izquierda, desde el punto de vista de la pobreza. Y de hecho a un trabajador que le fuera bien, que tuviera un buen sueldo, una buena casa y un buen coche, se le tildaba de burgués. Se presentan las cosas como si comunista y riqueza fueran antagónicos. Se vivía bajo la más atroz enajenación ideológica. El interés general atrofiaba y asfixiaba el interés individual. Supe leyendo la revista Beijing Informa que Deng Xiaoping, impulsor de un socialismo rico, vivía en un pequeño apartamento y barría todos los días la acera de su casa. Todo eso quedó atrás. El dirigente chino enterró lo que en su estilo de vida todavía quedaban huellas: el socialismo pobre.

Ada Colau ha anunciado que cobrará 14 pagas de 2.200 euros en su calidad de alcaldesa de la ciudad de Barcelona,  destacando que esa suma de dinero será el tope salarial de todos los que formen parte de su equipo de gobierno. Como era de prever ya está cosechando las primeras consecuencias de su medida: muchos profesionales se han negado a participar en su gobierno con un sueldo tan bajo. El líder de Podemos, en un claro gesto populista y de bajeza moral, le ha exigido a García Page, candidato a presidir el gobierno de Castilla-La Mancha, que se baje el sueldo. Y eso que Podemos tiene un solo parlamentario electo en dicha comunidad. Sigue siendo Pablo Iglesias muy soberbio y Podemos muy poco democrático.

¿Quiénes son Ada Colau y Pablo Iglesias para decidir los topes salariales que deben ganar los políticos? ¿No se presentan Barcelona en Comú y Podemos como fuerzas que quieren regenerar la democracia? Si es así, si pretenden regenerar la democracia y hacerla más verdadera, entonces el tope salarial debe ser decidido por todos los partidos con representación parlamentaria. Siempre dicen que debe hablar y decidir la gente, pero por lo que se ve ellos creen que son los verdaderos intérpretes de la gente. O tal vez sea que ellos piensen que la gente son solo los pobres, a quienes como muy bien apunta Confucio les resulta muy difícil vivir sin resentimiento. Una cosa es hablar en defensa de los pobres, otra hablar como si la clase trabajadora o “la gente” fuera toda pobre. De todos modos, el problema de establecer un salario máximo debería ser reflexionado de manera más profunda y pidiendo el concurso de personas más preparadas y más sesudas. La actitud de Ada Colau y Pablo Iglesias es parecida al del empresario que quiere decidir de forma unilateral y en función de la razón económica abstracta cuánto deben ganar los trabajadores. 

Yo he propuesto en varios artículos y desde hace muchos años que se debería establecer un máximo tope no al salario sino al ingreso personal. Puesto que no hay solo rentas de trabajo sino rentas de capital. Creo que a Ada Colau y a Pablo Iglesias les falta pensar con conceptos. Y en este asunto no hay mejor opción que recurrir a Marx y en especial a su teoría del valor. El principio socialista inspirado en la teoría de Marx reza que cada cual debe ganar según su trabajo. Pero no todos los trabajos son iguales, los hay de mayor calidad y responsabilidad que otros. Las diferencias salariales no deben establecerse por imposición y de forma arbitraria, como pretenden Ada Colau y Pablo Iglesias, sino atendiendo a razones históricas y morales. Así lo manifiesta Marx en la sección de El Capital titulada Compra y venta de la fuerza de trabajo: “En contraste con las otras mercancías, la determinación del valor de la fuerza de trabajo contiene, pues, un elemento histórico y moral”. Y si la determinación del valor de la fuerza de trabajo contiene un elemento histórico y moral, también debe contenerlo las diferencias salariales. Lo primero que salta a la vista, por injusto y unilateral, es que la normativa respecto a las  diferencias salariales no debe establecerse en exclusividad en referencia a los políticos. Y en segundo lugar y atendiendo a la historia las diferencias máximas a mi juicio pueden rondar los 50.000 euros mensuales o más. De hecho hay una buena parte de periodistas que se alinean o simpatizan con Podemos que ganan más de 20.000 euros mensuales. Creo que lo adecuado sería abrir un debate sobre los ingresos, y entre todos y de acuerdo con la historia y la moral establecer el nivel de las diferencias de ingresos, el tope máximo de ingreso y el tope máximo de patrimonio. 

La segunda cuestión importante en la teoría del valor es que son los trabajadores quienes crean el valor. Y trabajadores son  todos los que realizan una función de trabajo, incluidos los directivos, gerentes y empresarios. Siempre hay que diferenciar lo que gana una persona en concepto de trabajo de lo que gana en concepto de propietario. Durante una parte de la jornada laboral los trabajadores producen el trabajo necesario, esto es, el salario, y durante la otra crean el plustrabajo o el plusvalor. Dentro del plusvalor se contienen las siguientes partidas: beneficio o dividendo, interés, renta del suelo  e impuestos. (La renta del suelo es una parte del alquiler). Hay que tener en cuenta que bajo el concepto de salario se esconde en muchas ocasiones plusvalor. Esto sucede con los altos salarios de los ejecutivos o con los altos ingresos de los futbolistas. El problema siempre está en quién se queda con el plusvalor generado por toda la sociedad y en qué proporción. Cuanto más grande sea el plusvalor, mejor. Pero hay que saber qué destino se le da. Puede servir para reducir la jornada laboral, para aumentar los sueldos y para mejorar las prestaciones sociales, esto es, para fortalecer el sector público de la economía.

¿Por qué la política sobre los sueldos de Ada Colau y Pablo Iglesias es socialismo reaccionario? Porque apunta contra el trabajo y no contra el capital. Porque dichos líderes políticos no luchan para que los bajos salarios suban, sino para que los salarios altos bajen. Esa política debe satisfacer a muchísimos capitalistas. Si Ada Colau gana 2.200 euros siendo alcaldesa de una de las grandes ciudades europeas, ¿por qué ha de ganar un director de administración 3.000 o 5.000  euros al mes? Los capitalistas argumentarán que tras el recorte salarial de Ada Colau, lo mejor para la economía será bajar los sueldos de todos los trabajadores cualificados hasta los 2.200 euros. Y si no fuera así, si Ada Colau argumentara que su política solo tiene validez y sentido para los empleados públicos y no para los empleados de las empresas privadas, confirmaría aún más que su política de sueldos es la del socialismo reaccionario. Se estaría de acuerdo con la concepción de que la economía privada pertenece a un mundo y la economía pública a otro, se fortalecería la idea de los neoliberales de preservar a la economía privada frente a la economía pública. Esto es, en la esfera de la economía privada se puede ganar lo que se quiera, mientras que en la esfera de la economía pública los salarios deben ser bajos o moderados. Pertenece a la esencia de la ideología neoliberal generar un abismo entre la economía pública y la economía privada, como si pertenecieran a dos mundos distintos con códigos éticos distintos. Un marxista, ayudado por la teoría del valor,  sabe que una gran parte del valor generado por la economía privada es  social, aunque apropiado de forma privada. Sabe también que el capital social de la mayoría de las empresas es plusvalor capitalizado. Y también sabe que las empresas utilizan los ahorros sociales en forma de préstamos para acometer sus aventuras empresariales. Así que no existe un abismo entre la economía privada y la economía pública, sino mediación e interdependencia.  Lo social es el concepto que abarca, que une, lo privado con lo público. La concepción de lo público y de lo privado como dos mundos distintos con códigos éticos distintos es metafísica y es un ideograma del neoliberalismo y del socialismo reaccionario.

Hay otro aspecto muy criticable en las políticas salariales de Ada Colau y Pablo Iglesias. Resulta que las personas que representan el interés general, los políticos, deben en material salarial estar por debajo de las personas que solo se preocupan de su interés particular. Si Ada Colau hubiera anunciado que el Ayuntamiento de Barcelona tomaría medidas impositivas contra los desorbitados sueldos de los futbolistas y contra toda clase de ingresos del Futbol Club Barcelona, entonces uno se alegraría porque estaría apuntando contra el capital. Si hubiera dicho que haría público los ingresos desorbitados que ganan los capitalistas en Barcelona y mostraría la injusticia que eso representa, entonces uno se alegraría porque apuntaría contra el capital. Si hubiera dicho que tomaría medidas contra todos los ingresos provenientes de la compra de deuda pública de países en situación de riesgo como Grecia, donde los intereses son desorbitados, entonces uno se hubiera alegrado porque estaría apuntando contra el capital. Pero no ha sido así: nada más llegar al poder ha tomado medidas contra el trabajo, aunque sea contra el trabajo de alcalde. Ella debería cobrar lo mismo que Trías. Y a nivel personal, sin hacer publicidad de ello y si quiere, que  reparta el excedente sobre 2.200 euros entre los pobres o entre sus seres queridos.


II

Respondo a algunas ideas de Sergio Aranda, miembro del foro Filosofía y Pensamiento.

Sergio: Me parece a mí que al final de cuentas, y a pesar de todos los análisis racionales, el mercado es quien determina el valor de la cosas.

Francisco: Afirma Marx que el valor se realiza en el mercado. El mercado no niega la ley del valor sino que es una parte necesaria para la manifestación de la ley del valor. Si una mercancía no se vende, entonces su valor no se realiza. Y en el movimiento de las cosas es necesario tanto el ser como su realización.  Algunos creen que en la concepción económica de Marx el mercado es negado. Pero es un grave error. El precio es la forma objetiva de existencia del valor, pero casi nunca el precio refleja con exactitud el valor. De ahí que Marx hable del valor como una tendencia que gravita sobre los precios. En la economía es normal la diferencia cuantitativa entre valor y precio. Y esto es reconocido por Marx.

Sergio: El caso es que como el mercado no es nada racional, entonces los mecanismos con que opera el mercado tampoco son racionales.  

Francisco: Los economistas burgueses luchan entre sí acerca de si el mercado es racional o no. Los liberales consideran que lo es y no necesita, por consiguiente, de la intervención del Estado. Los socialdemócratas, por el contrario, consideran que el mercado sí es irracional y necesita de la intervención del Estado.  Lo cierto es que en la realidad todos los mercados están intervenidos. En los mercados del dinero y de los grandes productos básicos predominan las empresas gigantes. No existe en esos mercados el mercado libre sino el oligopolio. Así que los mercados no solo están intervenidos por el Estado sino también por las grandes empresas.  Yo no veo el problema en la racionalidad o irracionalidad del mercado, sino en su carácter capitalista o socialista. Mientras la riqueza tenga que ser producida en vista del valor, y esto ocurre en el capitalismo como en el socialismo, el mercado seguirá siendo necesario. El carácter socialista de un mercado estaría en que ese mercado evitaría que se generaran grandes y súbitos enriquecimientos. De todos modos forma parte de la vida, y por consiguiente del mercado, tanto la racionalidad como la irracionalidad.

Sergio: La mayor parte de los productos y servicios que se producen y transan no tienen nada que ver con la satisfacción de necesidades de supervivencia, así que las personas presionan por obtener lo que quieren, no lo que en rigor es estrictamente indispensable, de hecho no creo  que nadie pueda determinar en estos tiempos qué es lo exactamente indispensable. Luego, lo que las personas quieren, desean, es lo que mueve los mercados y la lógica de producción, de los costos, y la plusvalía. Todo termina por depender de algo tan subjetivo como lo que la gente quiere. 

Francisco: Lo que es estrictamente indispensable o el mínimo de necesidades que hay que satisfacer es un producto histórico. Depende de la nación en cuestión y de la historia de esa nación. Hoy día, por ejemplo, dentro de  las necesidades básicas que hay que satisfacer estarían la de tener un móvil y un ordenador. El índice de pobreza se establece de manera objetiva y depende del país en cuestión, de su renta per cápita y de otros parámetros más. 

Es agradable saber que vivimos en sociedades que están muy por encima de las necesidades de supervivencia. Hay necesidades básicas y necesidades superiores.  Es bueno que las sociedades sean ricas. El problema no está en que se supere el mínimo de supervivencia, sino en que unas clases sociales viven con mucha riqueza y otras con muy poca. También es cierto que hay necesidades superfluas y derroche.  Y todo esto, las necesidades básicas, las superiores y las superfluas forman parte de la economía. En la economía hay personas y son su factor clave. Y las personas tienen necesidades, deseos y voluntad. No afecta en nada a la objetividad del valor que la gente decida libremente lo que quiere. Ahora bien, todo no depende de lo que uno quiere. La voluntad reside en algo muy material: en el dinero y en la riqueza que posees. Lo que tú quieras adquirir depende del precio que tú puedas pagar. Y hay cosas que aunque las quieras no puedes comprarlas porque no tienes el dinero necesario. Así que todo no termina dependiendo del querer. Más bien es lo contrario: el querer depende del dinero que tengas.



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