miércoles, 17 de febrero de 2016

CHINA Y EL DESARROLLO DE LA INDUSTRIA 4.0





Nuevos anuncios de la debilidad de las bolsas de valores chinas preocupan al mundo financiero. El consorcio Alibaba, que tiene la acción líder, disminuye su cotización de 120 a 65 en los últimos 10 meses. Las previsiones de crecimiento también bajan sensiblemente, en lo que viene a ser una caída en un tobogán inexorable de sus espectaculares tasas –arriba del 10%- durante 20 años, hasta las modestas estimaciones de 6.4% en este año, 6.1% el próximo y 5,8% en el 2018.

Estas cifras importan porque es nuestro primer destino de exportación y un influyente inversor, cuyo portafolio incluye, por ejemplo, al complejo de Las Bambas y seis de los principales proyectos mineros en el Perú.

Para los especialistas económicos, este giro se inscribe en la segunda “gran transformación” iniciada por la administración del Estado Chino. Entienden que la estructura y la calidad de la economía del imperio del milieu mejorarán dando un salto de cantidad hacia uno de calidad, renovando así las ideas medulares de la interpretación maoísta del desarrollo.

En efecto, el empleo no ha sufrido, los servicios aumentan y las ciudades resisten el embate de la masiva migración de trabajadores provenientes del medio rural. La productividad de sectores estratégicos, como la energía, ha ganado un significativo índice relativo al consumo y el PBI menores costos, mayor diversidad y sofisticación industrial, lo que viene a ser una nueva normal, «new normal», de la destellante economía China.

Demanda interna

Bajo el impulso de su principal fuerza política en el Estado, la moderna China avanza en sus procesos masivos de urbanización, industrialización, informatización y de modernización rural de nuevo tipo. En esta tarea, deben atender la gigantesca demanda intermedia y de consumo final de la población, que se avecina a los 1,450 millones de habitantes.

En China se desarrolla una apuesta meditada a las nuevas tecnologías, la transición energética, el despliegue de la innovación, la ciencia y el diseño de la ingeniería como fuentes de creatividad y les conceden un nuevo rol a los consumidores de mercados internos, incluyendo un impresionante despliegue de construcción de vías de transporte.

Todo ello implica sin duda la revaloración de las reglas que rigen el funcionamiento del país, el “socialismo de mercado” y el gobierno del partido centralizador. ¿Pero por qué una menor velocidad de desarrollo?

Japón, Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Hong Kong montaron industrias industrializantes que cimentaron sus espectaculares resultados de 30 o más años consecutivos de crecimiento acelerado. En todos, ocurrió que el ritmo decayó al llegar a los 11,000 dólares por habitante (PPA). Luego bajaron a velocidades intermedias y moderadas.

¿Cuáles habían sido los motores del crecimiento de los treinta gloriosos años? Acero, materiales de construcción, vidrio, petroquímica, carbón, química pesada, automóvil y trenes, que son indispensables para la edificación de la infraestructura y la expansión del increíble sector inmobiliario y de vivienda residencial de un pueblo continente.

Esos sectores industriales, sin embargo, han chocado con límites de demanda. Menos mano de obra, que ahora gana igual o más, viene del medio rural para trabajar en las ciudades. Otras ramas fabriles y la PEA Activa, globalmente considerada, comienzan a declinar demográficamente en un contexto en que las nuevas tecnologías insertan renovadas potencialidades de crecimiento por calidad.

Para superar el reto de la “curva de Lewis”, la estrategia de montar nuevos motores de crecimiento contempla, como primer punto, siempre atender la demanda final en los sectores clásicos pero descubriendo y aplicando los aportes de la innovación en el ahorro de costos y crecimiento de la construcción y la infraestructura vial, enlazando todos los nudos de la red de mercados internos.

Como segundo punto, se desarrolla una intensa política de elevación de la productividad de factores y de modernización de la industria básica, secundaria y los servicios masivos. La novedad viene por la aceleración de la industria 4.0 que privilegia las redes, internet, la inteligencia artificial, la Big Data, las nanotecnologías, las ciencias de los materiales, la bioquímica y la industria ambientalista.

En la circulación de mercancías, el e-commerce, las redes logísticas se rigen bajo el principio del juston time, entre otros drives provenientes de los laboratorios de investigación, fundamental y aplicada. Schumpeter vive. La “destrucción creadora” de pasar del teléfono fijo al celular, el auto por la bicicleta, el tren eléctrico- como en Lima- por el triciclo, es una tarea encargada al sector individual.

La transición

En la economía de transición, lo nuevo concilia con lo viejo. Se trata de una transición orientada por el gobierno que no se entromete en los mercados privados sino regula, articula, atiende a los que se van quedando atrás, usando la capacitación y nuevo uso de las capacidades.

Lo que viene será la reestructuración industrial que permita incorporar los controles digitales y modernizar la industria obsoleta renovada por la industria 4.0.

Los abastecedores y proveedores peruanos de minerales, metales raros, uvas frescas, espárragos, entre otros; que de una u otra forma son dependientes de la inversión china, tienen que considerar que nuestra nueva normal será, si se quiere acompañar la gran transición, exportar algún valor agregado hecho por los talleres peruanos a los laboratorios 4.0 de esa gran nación.

Infodiario Nº 742
http://www.alainet.org/es/articulo/175337
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