domingo, 20 de noviembre de 2016

“HARVEY CONTRA MARX SOBRE LAS CRISIS DEL CAPITALISMO, PRIMERA PARTE: MALINTERPRETANDO A MARX”: ANDREW KLIMAN



31/10/2016
 
El siguiente texto es una crítica de Andrew Kliman, profesor emérito de Economía, a un borrador preparado por David Harvey para un congreso en Turquía y que según tengo entendido era la base para un capítulo que posteriormente este autor ha contribuido al libro The Great Financial Meltdown: Systemic, Conjuntural or Policy Created?, editado por Turan Subasat.

Si Harvey es conocido entre la izquierda (tanto activista como académica) por su empeño en divulgar y dar a conocer El Capital de Marx gracias a su curso online sobre el mismo, Kliman se ha centrado más en, refutar interpretaciones erróneas de Marx que se han hecho, no sólo desde el ámbito neoclásico de la economía, sino también desde posiciones keynesianas, sraffianas e incluso dentro de la propia economía marxiana. Así, Kliman es defensor, junto a Alan Freeman y otros autores, de una interpretación concreta de la teoría del valor de Marx, la TSSI (por Temporal Single System Interpretation, o Interpretación de Sistema Único y Temporal), que aplicada a la obra del alemán, serviría según ellos para que la supuestas incoherencias internas de la misma se evaporasen. Así, las críticas de Piero Sraffa, Ladislaus Bortkiewicz, o Nobuo Okishio, simplemente carecerían de fundamento al dirigirse contra una malinterpretación de lo que Marx decía.

En concreto, el teorema que desarrolló Okishio en 1961 tuvo amplia divulgación al considerarse que refutaba la Ley del Descenso Tendencial de la Tasa de Ganancia (TDTTG), un concepto clave en la economía marxiana, ya que defendía que la tasa general de ganancia en una economía en su conjunto aumentaría si se introducía una nueva técnica de producción según la que, a precios establecidos en el momento en el que se introduce el cambio, el coste unitario de output de una industria acaba siendo inferior al del coste unitario anterior al cambio. La falta de esa “tendencia” que la TDTTG predecía a que los capitalistas viesen su ganancia disminuir por la competición y la introducción de mejoras tecnológicas (con el aumento de la composición orgánica del capital), arrojaba una seria duda sobre como mínimo ese aspecto de la economía marxiana. Kliman, en Reclaiming Marx´s “Capital”: A Refutation of the Myth of Inconsistency, explica minuciosamente la interpretación de la escuela TSSI de la obra de Marx y cómo bajo esta perspectiva, las teorías del de Tréveris serían inmunes a esa crítica.

Pues bien, es precisamente la TDTTG la que provocó hace un tiempo este debate entre Harvey y Kliman, al defender Harvey en el borrador para el congreso en Turquía que la TDTTG era un concepto innecesario para los análisis económicos marxistas de la Gran Recesión (e incluso de la economía capitalista en su conjunto), sosteniendo incluso que Marx mismo habría dudado sobre esa idea que en otro momento sostuvo. Kliman abrió fuego con esta primera crítica que publicamos, ya que se halla, junto con otros economistas marxistas como Michael Roberts, firmemente posicionado en el sector que defiende la importancia de la TDTTG para explicar la dinámica a largo plazo de la economía capitalista. En las próximas semanas publicaremos la respuesta de Harvey y la contrerréplica de Kliman.

Guillem Murcia

Harvey contra Marx sobre las crisis del capitalismo, primera parte: malinterpretando a Marx

Por Andrew Kliman

La ley del descenso tendencial en la tasa de ganancia es indispensable para explicar la Gran Recesión y para entender cómo prevenir crisis económicas importantes en el futuro

David Harvey, un conocido geógrafo marxista ha publicado recientemente el borrador de un artículo (Harvey 2014) que critica enérgicamente la “ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia” (LDTTG) de Carlos Marx, su lugar dentro de la teoría de las crisis económicas capitalistas de Marx y su relevancia para con la Gran Recesión y las prolongadas consecuencias de la recesión. La ley dice que la tasa de ganancia tiende a descender debido al progreso tecnológico que ahorra en mano de obra y que tiene lugar en el capitalismo. Al reducir los costes de producción, la innovación tecnológica tiende a evitar que los precios de los productos aumenten, y esto hace que los beneficios de las compañías tengan más difícil el incrementarse tan rápidamente como la cantidad de capital que invirtieron para producir sus productos.

La posibilidad de que este proceso sea una de las causas subyacentes de la Gran Recesión es una cuestión de gran importancia política. Se juzga si las políticas que intentan hacer que el capitalismo funcione mejor –reemplazar el neoliberalismo con capitalismo estatista, la regulación financiera, reducir la desigualdad, políticas que favorecen la producción antes que las finanzas, etc.- pueden tener éxito en prevenir crisis económicas graves en el futuro. La teoría de las crisis basada en la LDTDG sugiere que tales políticas no pueden tener éxito en última instancia, porque dejan intacta la búsqueda de maximizar beneficios y el vínculo entre progreso tecnológico y rentabilidad decreciente, que son la quintaesencia de todas las formas de capitalismo.

La principal crítica de Harvey sobre la LDTTG y la teoría de las crisis basada en la misma es que son mono-causales: ignoran otras causas de las crisis así como los factores que contrarrestan, y sus principales defensores la presentan normalmente de forma en que “excluyen la consideración de otras posibilidades”. Sostendré que esto es un muñeco de paja.

El verdadero problema no es que nadie haya defendido una teoría mono-causal, sino que Harvey defiende lo que podríamos llamar una teoría apousa-causal, una en la que la LDTTG no juega ningún papel en absoluto (apousa en griego significa “ausente”). Es el único que está intentando evitar que algo se considere. A la luz de su énfasis en el “torbellino de fuerzas en conflicto” del capitalismo y sus “múltiples contradicciones y tendencias de crisis”, uno podría esperar que nos pidiese que considerásemos todas las causas potenciales de la crisis, y no excluyéramos nada. Sin embargo, Harvey no está simplemente sugiriendo que otras potenciales causas de la crisis se consideren junto a la LDTTG. Parece que está decidido a que ésta y la teoría de las crisis basada en la misma se lancen a la papelera de la Historia. Gran parte de su artículo está dedicado a cuestionar si la LDTTG es una auténtica ley, si Marx realmente la defendió hacia el final, si hay buenos indicios [evidence] de que la tasa de ganancia descendiera, y de si descendió por las razones por las que la ley dice que tiende a descender. Responderé a todo esto también.

También trataré otros dos aspectos del artículo de Harvey:
  • Harvey afirma que el crecimiento de la fuerza de trabajo a nivel global desde los años 80 sugiere que la LDTTG no ha actuado. Mostraré cómo esta afirmación se basa en una mala comprensión básica de la ley.
  • Harvey afirma que Marx defendía que “si los salarios son demasiado bajos[,] entonces la falta de demanda efectiva supondrá un problema”. Mostraré cómo esto contradice su propia interpretación reciente del texto de Marx (Harvey 2012), y defenderé que la primera vez lo entendió correctamente.
Quiero aclarar que su actitud ante la LDTTG no es ni sorprendente ni única. Aunque escribe que la teoría de las crisis basada en la ley de Marx “mantiene una posición icónica en el imaginario marxista”, en realidad ningún otro concepto ha sido tan rechazado. En la academia así como en el reino político, otros marxistas e izquierdistas han denunciado de forma regular el supuesto dogmatismo de la teoría y de quienes la apoyan, y han intentado excluir la teoría de considerarse. Por ejemplo, en su History of Marxian Economics, los profesores M.C. Howard y J.E. King (1992, p.xiii) escribieron que la LDTTG “ha hecho mucho daño a las credenciales intelectuales de la economía política marxiana”, mientras que la organización de Kshama Sawant, Comittee for a Workers’ International, recientemente suspendió de militancia a dos “dogmáticos”. Es particularmente rechazable que los esfuerzos para excluir una explicación potencial de consideración se presenten como oposición al dogmatismo y que esta distorsión se acepte tan a menudo.

Los datos de la fuerza de trabajo

Harvey cita estadísticas que sugieren que la ocupación se ha incrementado notoriamente –la fuerza de trabajo global se incrementó en 1.100 millones de trabajadores entre 1980 y 2005- y trata de utilizar esto como prueba contra la idea de que la tasa de ganancia global ha descendido. Dedica más de mil palabras al tema, llegando a la conclusión de que aquellos que atribuyen los problemas actuales del capitalismo contemporáneo a la tendencia de la tasa de ganancia a descender están, en base a estos datos de participación en el trabajo, gravemente equivocados. Las condiciones apuntan a un incremento enorme en la producción y extracción del plusvalor y no a una reducción.

Los datos ciertamente sugieren que la masa –la cantidad absoluta- de plusvalor o ganancias ha aumentado. Pero el problema aquí es lo que le ocurrió a la tasa de ganancia, la cantidad de plusvalor o ganancias como porcentaje del volumen de capital invertido. Un incremento en el numerador de una razón (tasa) no es una prueba de que la razón haya aumentado. Si el incremento porcentual en el denominador de la tasa de ganancia, el capital invertido, fuera mayor que el incremento porcentual en el numerador, entonces la tasa de ganancia caería. Dado que Harvey no muestra, y ni siquiera sugiere, que el denominador no llegara a incrementarse por un porcentaje mayor, la estadística que cita simplemente no es prueba de que la tasa de ganancia aumentara.

Sin embargo, Harvey defiende que el incremento en el empleo es, por sí mismo –independientemente de ningún aumento en el capital invertido- prueba crucial de que la LDTTG de Marx no ha estado actuando desde principios de los años 80. “Si la teoría general de la tendencia de las tasas de ganancia a descender es correcta, entonces la extensión de los cambios tecnológicos de ahorro de mano de obra… deberían traducirse en una tendencia decreciente del número de trabajadores asalariados empleados por el capital. Esto es algo que el mismo Marx reconoció”.

Esto es simplemente incorrecto. El pasaje que cita Harvey en apoyo de esa afirmación es que Marx “reconoció” que la LDTTG implica un declive en el empleo en realidad dice que el cambio técnico en ahorro del trabajo (“el desarrollo de la productividad”) “reduce la cantidad total de trabajo aplicada para un capital dado” (Marx 1991ª, pp.355-56; énfasis añadido). “Aplicada para un capital dado” significa “aplicada para un capital de un tamaño dado”. Si, por ejemplo, el capital invertido es originalmente de un millón de dólares y se emplea a 10 trabajadores, mientras que posteriormente el capital invertido es de cuatro millones de dólares y se emplean 20 trabajadores, el número de trabajadores empleados “por un capital dado” –por ej. por millones de dólares de capital- ha descendido desde 10 trabajadores a 5. Esto no significa lo que Harvey interpreta, básicamente, que el volumen absoluto del empleo ha descendido. El volumen absoluto de empleo se ha doblado, de 10 trabajadores a 20.

Además, en un tratamiento más extenso al principio de su presentación de la LDTTG, Marx negó explícitamente lo que Harvey dice que “reconoció”:

La ley de la caída progresiva de la tasa de ganancia… de ninguna forma evita que la masa absoluta de trabajo puesta en movimiento y explotada por el capital social crezca, y con ello, la masa absoluta de plusvalor de la que se apropia…

La caída en la tasa de ganancia no surge del declive absoluto en el componente variable del capital total, sino simplemente de un declive relativo, de su descenso en compración con el componente constante.

…La magnitud absoluta de ganancia, su masa total, debería por tanto haber crecido en un 50%, a pesar del enorme declive en la tasa general de ganancia. El número de trabajadores empleados por el capital, esto es, la masa absoluta de trabajo que pone en movimiento y por tanto la masa absoluta de plustrabajo que absorbe, la masa de plusvalor que produce, y la masa absoluta de ganancias que produce, pueden por lo tanto crecer, y hacerlo progresivamente, a pesar de la caída progresiva en la tasa de ganancia. Esto no sólo puede sino que debe ocurrir –descartando fluctuaciones temporales- en base a la producción capitalista (Marx 1991ª, pags. 322-24, énfasis en el original).

Sería difícil expresar una idea más clara y enfáticamente. Un aumento en el empleo simplemente no es prueba contra la LDTTG.

La “aparente duda y ambigüedad” de Marx

En un esfuerzo para justificar su “escepticismo desde hace tiempo sobre la relevancia general de la ley”, Harvey escribe, “sabemos que el lenguaje de Marx fue vacilando más y más entre llamar a su hallazgo ley, una ley de una tendencia y, en ocasiones, sólo una tendencia”. Pero lo que Harvey malinterpreta como duda entre “tendencia” y “ley” es en realidad una distinción inescapable entre lo que ocurre en el mundo y lo que explica por qué ocurre. Marx llamó la atención sobre que la tasa de ganancia tiene una tendencia a descender, y avanzó una ley que explica por qué tendía a descender. ¿Dónde está la duda? [1]

Tampoco dudó Marx entre llamar a la LDTTG una “ley” o llamarla una “ley de una tendencia”; consideraba todas las leyes económicas como leyes de tendencias. En el capítulo 10 del volumen 3 del Capital, por ejemplo, escribió: “Asumimos una tasa general de plusvalor de este tipo como una tendencia, como todas las leyes económicas…” (Marx 1991a, p.275). La idea es bastante sencilla: uno no puede identificar una ley que explique cada fluctuación en una variable económica como la tasa de ganancia, porque estas fluctuaciones están gobernadas íntegramente por leyes. Están afectadas por todo tipo de contingencias e impedimentos. Uno sólo puede identificar leyes de tendencias que las variables muestran entre y a pesar de las contingencias e impedimentos.

Pero Harvey tiene más razones para su creencia de que Marx era ambiguo sobre la LDTTG. Por ejemplo, “Marx no hizo mención alguna a la tendencia de la tasa de ganancia a descender en sus escritos políticos como La Guerra Civil en Francia”. La Guerra Civil en Francia tampoco menciona fenómenos como el plustrabajo y el plusvalor. ¿Pensaría Harvey que esta ausencia es prueba legítima de que Marx tenía dudas acerca de la existencia del plustrabajo o el plusvalor? ¿Lo consideraría una justificación para su “escepticismo desde hace tiempo sobre (i)rrelevancia general”?

Como otra prueba de las supuestas dudas de Marx sobre la LDTTG, Harvey señala también que sus análisis de las crisis de 1848 y 1857 las presenta como “crisis comerciales y financieras” y se refiere al descenso de la tasa de ganancia sólo de pasada. Michael Krätke, un académico que estudia a Marx, ha defendido una idea parecida. Esto puede parecer una prueba importante a aquellos acostumbrados a la ahora-prevalente terminología marxista, en la cual las recesiones y depresiones se llaman crisis, pero el uso de términos ha cambiado bastante desde la época de Marx. Cuando se refería a las crisis económicas, quería decir las crisis comerciales y financieras. Distinguía estas crisis de los descensos económicos que desencadenan, caracterizando las fases sucesivas del ciclo de negocios como “periodos de actividad moderada, prosperidad, sobre-producción, crisis y estancamiento”, y “periodos de actividad media, producción bajo alta presión, crisis y estancamiento (Marx 1990, págs. 580, 785).

Además, Marx no consideró la tendencia de la tasa de ganancia a descender como una causa inmediata de las crisis comerciales y financieras. Defendía que el declive en la tasa de ganancia lleva a las crisis de forma indirecta y tras un cierto lapso. Promueve la sobre-producción (por ejemplo, deprimiendo la demanda de inversión productiva). También promueve la especulación financiera y el fraude: “Si la tasa de ganancia desciende… tenemos fraude y una promoción general del fraude, a través de intentos desesperados en la forma de nuevos métodos de producción, nuevas inversiones de capital y nuevas aventuras, a fin de asegurar algún tipo de ganancia extra”. Es sólo cuando las deudas finalmente no pueden pagarse que una crisis –esto es, una crisis financiera- surge y la crisis lleva a estancamiento: “La cadena de obligaciones de pago en fechas específicas se rompe en cientos de lugares, y se intensifica aún más por un acompañamiento de la ruptura del sistema de crédito, que se había desarrollado junto al capital. Todo esto lleva a crisis violentas y agudas, devaluaciones forzosas repentinas, un estancamiento actual y una disrupción del proceso de reproducción, y por tanto un declive real en la reproducción” (Marx 1991ª, págs. 349-50, 367, 363).

Una vez entendemos que Marx se refería a las rupturas de las relaciones comerciales y financieras cuando usaba el término “crisis”, y que reconocía la existencia de muchos vínculos intermedios entre la caída de la tasa de ganancia y el desencadenamiento de la crisis, no es sorprendente ni particularmente significativo que a veces hablara de las crisis abstrayéndose de la tendencia de la tasa de ganancia a descender. Únicamente estaba siendo riguroso y dialéctico, tratando una cosa cada vez, y no creando una mezcolanza caótica al intentar tratarlo todo a la vez.

Harvey también señala que “Marx nunca volvió a la teoría del descenso en la tasa de ganancia” después de 1868 y que “parece un poco extraño que Marx eligiese ignorar en los últimos doce años de su investigación lo que antes había denominado en los Grundrisse como la “ley más importante de la economía política”. Sin embargo, el inferir que Marx “ignoró” la LDTTG de estos indicios no resulta lógico. Cuando ya he resuelto una cuestión teórica o empírica y he quedado satisfecho, no sigo insistiendo en ella obsesivamente, sino que continúo avanzando. Eso no significa que ignore la respuesta a la que había llegado; la considero asumida. Los indicios sugieren que Marx trabajaba de una forma similar. ¿De qué forma trabaja Harvey?

Así que la verdadera pregunta es si, antes de seguir adelante, Marx se hallaba satisfecho con su explicación de por qué la tasa de ganancia tiende a descender. Las pruebas dejan poco espacio para la duda. En una respuesta a Michael Heinrich (que hace poco presentó argumentos similares a los de Harvey), mis coautores y yo presentamos “una considerable cantidad de pruebas en la correspondencia de Marx –desde1865 a 1877- de que estaba satisfecho con sus resultados teóricos y de que consideraba El Capital, no sólo el primer volumen que publicó, sino también los volúmenes que aún quedaban por publicar, como un trabajo finalizado en un sentido teórico” (Kliman, Freeman, Potts, Gusev y Cooney 2013). Heinrich no ha respondido a estas pruebas, y Harvey no las comenta.

Respecto a la opinión de Marx de que la LDTTG era la ley más importante de la economía política, no se trataba de un comentario esporádico hecho al principio y luego “ignorado”. Lo afirmó no únicamente en los Grundrisse de 1857-58, sino también en sus manuscritos económicos de 1861-1863: “Esta ley, y es la ley más importante de la economía política, es que la tasa de ganancia tiene una tendencia a descender con el progreso de la producción capitalista” (Marx 1991b, p.104; énfasis en el original). Más tarde, cuando escribía el volumen 3 de El Capital, Marx fue más allá de la aseveración de que la LDTTG era la ley más importante. Defendió que era tan importante que toda la economía política desde Adam Smith había girado alrededor de la búsqueda de esta ley: “dada la gran importancia que esta ley tiene para la producción capitalista, uno podría perfectamente decir que forma el misterio alrededor del cual gira la solución a la economía política al completo desde Adam Smith” (Marx 1991ª, p.319).

La teoría monocausal mítica

La comprensión incorrecta de Harvey del texto de Marx es también lo que se halla tras su acusación de que la LDTTG y la teoría de las crisis capitalistas basada en la misma son monocausales. Defiende que la ley de Marx se deriva de un “modelo muy simplificado”, que descansa sobre una serie de presupuestos “estrictos”. Esto es, la ley es únicamente válida si todos los presupuestos se cumplen en el mundo real. Pero en virtud de estos presupuestos, la ley excluye todas las causas potenciales de una caída en la rentabilidad que no sea el cambio técnico que ahorre trabajo, y excluye todos los factores que pueden evitar que la tasa de ganancia descienda al contrarrestar los efectos del cambio técnico. Así, la ley es monocausal, como lo es cualquier teoría de las crisis que la emplee sin combinarse eclécticamente con factores exógenos.

Y con todo, Harvey reconoce que los presupuestos estrictos no se encuentran en el texto de Marx: “Aunque Marx declara sus presupuestos en el Volumen 1 [de El Capital], no lo hace en el caso de la teoría del descenso de la tasa de ganancia [en el Volumen 3]”. ¿Cómo sabe entonces que Marx impuso esos presupuestos estrictos?

En un caso, al menos, se puede demostrar que se equivoca. De acuerdo con Harvey, la ley de Marx asume que todas las mercancías (“con la excepción de la fuerza de trabajo”) se compran y venden a sus valores reales, más que a los precios que difieren de estos valores [2]. Esto no es así. La ley es el tema de la tercera parte del tercer volumen. En la segunda parte, Marx ya había derivado el resultado de que, por grandes que sean las diferencias entre los valores y los precios de las mercancías a los que se venden, el precio total del output de la economía en su totalidad es igual a (y por tanto limitado por) el valor total de este output. En consecuencia, cuando el precio que una empresa o una industria recibe por su producto supera el valor del producto, esta ganancia llega puramente a expensas de una pérdida que sufren otros capitalistas. Los precios de sus productos son menores a sus valores. Y de esto se sigue, primero, que la ganancia total es igual a (y limitada por) el plusvalor total que se ha creado, y segundo, que las diferencias entre los precios y los valores dejan sin afectar la tasa de ganancia a nivel macroeconómico a la que se refiere la LDTTG [3].

Estos resultados, y no el presupuesto de que todo se vende a su valor, son la base sobre la que Marx (1991b, p. 104; énfasis en el original) derivó su ley del descenso tendencial en la tasa de ganancia:

Hemos visto que [la tasa de ganancia] es diferente en el capital individual [que] la ratio de plusvalor respecto a la cantidad total de capital adelantado. Pero también se mostró que considerando el […] capital total de la clase capitalista, la tasa promedio de ganancia no es otra cosa que el plusvalor total relacionado con y calculado sobre este capital total […]. Aquí, por tanto, estamos sobre terreno firme donde, sin entrar en la competición de los muchos capitales, podemos derivar la ley general directamente de la naturaleza general del capital tal y como se ha desarrollado hasta ahora. Esta ley, y es la más importante de la economía política, es que la tasa de ganancia tiene una tendencia a descender con el progreso de la producción capitalista.

En general, Harvey convierte la ley de Marx en un modelo que depende de una serie de presupuestos restrictivos al construir la ley de la forma más estrecha posible. No considera la totalidad de la parte 3 del tercer volumen, sino sólo el material que trata lo que Marx llamó “la ley como tal” (das Gesetz als solches), como una presentación de la ley. Esto hace que la ley parezca monocausal y desconectada de otros fenómenos e instituciones que Marx trata más tarde en la parte 3. No parece ser una ley que funcione entre varios factores contrarrestantes y a través de la intermediación del sistema financiero (como he comentado anteriormente), sino una abstracción de otro mundo que sólo puede denominarse ley bajo condiciones imaginarias que excluyen e ignoran mucho de lo que importa en el mundo real.

Harvey dice que la “exclusión” de Marx de tantas cosas “restringe altamente la aplicabilidad [de la ley]”. Aunque sabe que Marx introdujo otros fenómenos e instituciones en el análisis, su aislamiento de “la ley como tal” le impide reconocer esto como prueba del carácter multicausal de la LDTTG. La introducción de fenómenos e instituciones adicionales en el análisis no parece ya ser un enriquecimiento dialéctico de la ley que la describe en las formas concretas en que se manifiesta, sino una admisión táctica de que las condiciones que se necesita que estén presentes para que la ley funciona en realidad no lo están. La ley no parece “permanecer […] intacta”. Marx parece que esté dedicado a una explicación separada de la anterior, una que trata de “qué ocurre cuando los presupuestos tomados al derivar la ley se retiran”. Parece que esté cuestionando el estatus de ley, exhibiendo una “vacilación y ambigüedad”. Y parece que estemos necesitados de un marco de teoría de la crisis muy diferente, un espacio desestructurado poblado por una serie de factores y fenómenos explicativos potenciales que no tienen conexiones intrínsecas los unos con los otros, factores y fenómenos demasiado distintos unos de otros para que se “agrupen […] en una teoría unitaria”.

No hace falta leer el texto de esta manera. Y como no es necesario, no debería hacerse; la lectura poco caritativa no es una buena práctica interpretativa.

No hace falta un debate metodológico sofisticado para entender el error de la acusación de monocausalidad. El problema es simple. Si apelo a la ley universal de la gravedad a fin de explicar por qué las manzanas tienen una tendencia a caerse de los árboles, sin mencionar otros factores que pueden hacer que caigan, como el viento, o a factores contrarrestantes, como la resistencia del aire, no estoy presuponiendo que todas estas cosas no existan. Y mucho menos estoy construyendo un modelo monocausal que las excluye y que está por lo tanto gravemente restringido en su aplicabilidad. No estoy haciéndolo incluso si explico que la ley de la gravedad se sigue de la segunda ley del movimiento de Newton y me abstengo de introducir otros factores en la ecuación donde muestro como lo hace. Y si después hablo de la resistencia del aire y del viento, no estoy mostrando mi ambigüedad, vacilando, o admitiendo que la ley universal de la gravedad funcione sólo en un vacío, y que no lo haga en el mundo real [4].

Harvey tiene razón al decir que la ley de Marx no es la “verdad absoluta” de la dinámica del capitalismo. En otras palabras, no es su única causa. No explica cada pequeño movimiento en la trayectoria de la tasa de ganancia. Pero es que ése no es el propósito de la ley. Su propósito es “simplemente” mostrar que la teoría del valor de Marx, junto a su teoría de la acumulación de capital, pueden explicar el hecho de que la tasa de ganancia tienda a descender.

La mayor parte del tiempo, Harvey es bastante vago sobre quienes son exactamente los objetivos de sus críticas. Por ejemplo, defiende que la teoría de las crisis basada en la LDTTG está “típicamente presentada” por sus defensores actuales “de tal forma que excluye la consideración de otras posibilidades” y que “a muchos economistas marxistas les gusta defender” que hay una “única teoría causal de las crisis”. El hecho de que se abstenga de dar nombres hace muy difícil contestar a sus acusaciones. En cierto punto, sin embargo, defiende no sólo que “algunos defensores” de la ley “sugieren […] que la financialización no tuvo nada que ver con el crash de 2007-08”, sino también que “Andrew Kliman ha sido uno de los más estridentes en su defensa de que la crisis no ha tenido nada que ver con la financialización”. Sin embargo, no defiendo eso estridentemente. No lo hago ni siquiera mostrando el debido respeto a mis superiores. Defiendo lo opuesto: “Por supuesto, una crisis financiera desencadenó la recesión, y fenómenos específicos al sector financiero (apalancamiento excesivo, hipotecas de riesgo, etcétera) estuvieron entre sus causas importantes” (Kliman 2012, p. 6).

Esta frase que he citado está extraída del primer capítulo de mi libro en las causas subyacentes de la Gran Recesión [5]. Parte del capítulo siguiente “se centra en dos vínculos intermedios –baja rentabilidad y el sistema de crédito- que conectan la caída de la tasa de ganancia […] con la última crisis y desplome [slump] económicos” (Kliman 2012, pp. 16-17). Y el capítulo 3, dedicado a la crisis financiera de 2007-08, trata de lo siguiente: la política de excesivo dinero-fácil de la Reserva Federal tras el pinchazo de la burbuja de las punto com en los años 90; titularización de prestamos hipotecarios; hipotecas subprime; líneas de crédito de patrimonio neto de los hogares [home-equity]; ratios de préstamo a valor en alza para prestamos hipotecarios; ratios de apalancamiento de los prestamistas en alza y requisitos reducidos de capital; el aumento en la deuda de los hogares durante los años 90 y 00; la psicología que incrementó las burbujas de las punto com y de los precios de la propiedad inmbiliaria; los desastrosamente incorrectos modelos de predicción de las agencias de rating; y el flujo de ahorros desde el extranjero que se abrió paso hacia los Estados Unidos. Si éste es el mejor ejemplo de Harvey de la negación de que la financialización fuese la causa de la crisis financiera de 2007-08 [6], o de un enfoque monocausal, no me gustaría ver sus otros ejemplos.

Andrew Kliman es el autor de The Failure of Capitalist Production: Underlying Causes of the Great Recession (Pluto Press, 2011) y Reclaiming Marx´s “Capita”l: A Refutation of the Myth of Inconsistency (Lexington Books, 2007). Profesor emérito de Economía en Pace University (Nueva York), trabaja políticamente con la Marxist-Humanist Initiative.

Referencias
Harvey, David. 2012. “History versus Theory: A Commentary on Marx’s Method in Capital”, Historical Materialism 20:2, 3-38.
Howard, M.C. y J.E. King, 1992. A History of Marxian Economics: Volume II, 1929-1990. Princeton, NJ: Princeton Univ. Press.
Kliman, Andrew. 2007. Reclaiming Marx’s “Capital”: A Refutation of the Myth of Inconsistency. Lanham, MD: Lexington Books.
Kliman, Andrew. 2012. The Failure of Capitalist Production: Underlying Causes of the Great Recession. Londres: Pluto Books.
Kliman, Andrew; Freeman, Alan; Potts, Nick; Gusev, Alexey y Cooney, Brendan. 2013. “The Unmaking of Marx’s Capital: Heinrich’s Attempt to Eliminate Marx’s Crisis Theory”.
Kliman, Andrew y Williams, Shannon D. 2014. “Why “Financialisation” Hasn’t Depressed US Productive Investment”, Cambridge Journal of Economics. Versión impresa próximamente disponible.
Marx, Karl. 1990. Capital: A Critique of Political Economy, Vol. I. Londres: Penguin.
Marx, Karl. 1991a. Capital: A Critique of Political Economy, Vol. III. Londres: Penguin.
Marx, Karl. 1991b. Karl Marx, Frederick Engels: Collected Works, Vol. 33. Nueva York: International Publishers.

Notas:
[1] Ver Kliman, Freeman, Potts, Gusev y Cooney (2013) para un debate sobre la función de la ley y el significado de la “ley” en este contexto.
[2] Rebate la idea de que en el tercer volumen de El Capital mantenga el presupuesto, explicado en los volúmenes primero y segundo de que “todas las mercancías se intercambian a su valor (con la excepción de la fuerza de trabajo)”. Sin embargo, este presupuesto en cuestión no excluye la fuerza de trabajo. Al asumir que la fuerza de trabajo también se compra a su valor íntegro, Marx fue capaz de explicar cómo la ganancia aumenta en la producción, no en el mercado, y hacerlo sin abandonar la idea de que el intercambio de mercancías es “en realidad, el mismísimo Edén de los derechos innatos del hombre… el reino exclusivo de la Libertad, Igualdad, Propiedad y Bentham” (Marx 1990, p. 280).
[3] Soy consciente de la acusación de que la derivación de Marx de estos resultados se ha probado como internamente incoherente, pero esto es únicamente un mito pernicioso. Ver el capítulo 8 de Kliman (2007).
[4] Creo que esta analogía del procedimiento de Marx se mantiene estrictamente, punto por punto. La ley de la gravedad es análoga a la LDTTG; la segunda ley de la movimiento es análoga a la ley de la determinación del valor por el tiempo de valor (“la ley del valor”).
[5] Harvey cita mi libro en otra parte de su artículo, pero no aporta ninguna otra prueba o cita que apoye su versión de lo que yo defiendo.
[6] Shannon Williams y yo (Kliman y Williams (2014)) hemos demostrado que la financialización no fue la causa de la caída de la tasa de acumulación de capital en las empresas de Estados Unidos durante las décadas anteriores a la Gran Recesión. Esto, por supuesto es un tema totalmente distinto.
Introducción y traducción a cargo de Guillem Murcia para Rotekeil

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