martes, 14 de noviembre de 2017

LA VENGANZA INCALIFICABLE DE ACUSAR AL FISCAL DE LA NACIÓN



Estimados amigos:
Se adjunta este escrito para vuestro conocimiento y necesaria discusión; sin embargo, que quede claro que los movimientos autoritarios son descalificados para intervenir en las repúblicas que luchan como el Perú por el Estado de  derecho y la democracia política liberal y la soñada democracia social.
El Perú pasa momentos de crisis económica y política sea por la forma como se dirige la economía extractivista y de guión neoliberal, y con una política de doble discurso que es aprovechada por los movimientos del verticalismo y los autoritarismos que no quieren institucionalidad y autoridades nacidas de la ley y que ganan legitimidad, caso del Fiscal de la Nación doctor Pablo Sánchez.
Los autócratas por muchas décadas gobernaron el país, y sus ecos aún se escuchan, ellos dominaban con la fuerza de las armas y el dinero de la corrupción, para ello controlaban el poder judicial y los fiscales que se comportaban obedeciendo al poder del ejecutivo y al legislativo de turno.
Lamentablemente no estamos acostumbrados al peso y contra pesos de los poderes del Estado, por eso se tiene que licenciar a los autoritarios que quieren seguir con las políticas conservadoras de la discriminación étnica, la prepotencia de la autoridad, despreciando la dignidad de la persona humana.
Los autoritarios no quieren diálogo social, ni intercultural, ni formar ciudadanía solamente pueblos, para continuar con las formas patriarcales y el clientelaje para los momentos de regalar bienes a los pobres y recibir como contraparte su voto, aun cuando no crean en las elecciones, ni en la democracia.
Atentamente,
Fernando Arce Meza

Los analistas de la nuevas generaciones señalan que el fujimorismo es una corriente política de fibra neo liberal y conservadora, y que, nadie puede negar su fuerza electoral última; asimismo, estos mismos analistas llegan a la conclusión que el fujimorismo resulta ser uno, es falso que aparezca un neo fujimorismo, y menos de que nadie se atreva ha reformularlo.
Este mismísimo fujimorismo sigue optando por la verticalidad, a través de su cúpula, igual que en la década de los 90 cuya jefatura estuvo en aquella vez en manos de Alberto Kenya, tácitamente era el caudillo nomás, porque no tenía  condiciones para ser líder. Preso por sus actos negativos a la vida de los ciudadanos peruanos y por ser jefe del gobierno más corrupto del siglo XX, el movimiento pasó a manos de su hija Keiko Sofía.
Sin embargo, se observa que ésta dama no podía, ni puede llegar siquiera a ser la caudillo, por eso ha recurrido a formar una cúpula de allegados, sin sumar a los miembros de la primera generación fujimorista.
Este formar de la cúpula partidaria demuestra que Keiko no puede dirigir sola el movimiento, está necesitada de colaboradores, incluidos los Galarreta, Alcorta, reclutados al final y que aparecen como invitados, estos a pesar de no ser de la cepa fujimorista son los preferidos porque refuerzan la mencionada cúpula y le dan las seguridades del caso, en vista de sus evidentes limitaciones de Keiko Sofía no sólo en conocimientos para su desempeño de jefa del movimiento, sino también la auxilian reforzando sus condiciones personales.
Estas preferencias aparecen muy duras al reemplazar a los fujimoristas del pasado y que todavía están presentes como son los antiguos congresistas por ejemplo la señora Cuculiza, el médico Aguinaga y la abogada Martha Chávez;  con ello Keiko piensa que se hace fuerte su grupo de poder internamente al enfrentar al grupo de su padre y amigos más cercanos; sin embargo estas postergaciones no representan renovación al movimiento, a fin de que se demuestre una faz maquillada de democrática, no es así, el fujimorismo de Keiko sigue operando como un movimiento autoritario, que sin renunciar al populismo, desea eliminar la competencia de la otra cúpula.
Estas acciones se dan en el marco de que el movimiento es vertical bajo el comando de la jefa, aun cuando su corte la tenga cercada, eso no importa mientras ella se sienta segura, para continuar siendo la reina del baile.   
En su irrenunciable línea autoritaria, el fujimorismo se nutre financieramente a través de sus padrinos y mecenas, algunos de dudosa reputación como los Ramirez, a lo que se suman las abiertas cuotas mensuales de los más de 70 parlamentarios, lo cual permite mantener con solidez los gastos del movimiento.
A esto último se une la adhesión que recibe de las bases semiilustradas de conservadurismo -para no caer en el despectivo alfabetismo funcional propio del pueblo peruano de que en algún momento aprendieron a leer-, todo esto revela la calidad no sólo de sus masas las cuales se convierten en una fuerte cantidad de votos para las elecciones; sino que sus figuras dirigenciales se prestan a que la obra siga y esté lleno de lo que represente un duro frente autoritario.     
Con esas señales autoritarias se piensa que el movimiento aparece poderoso; sin embargo, no es nuevo porque más bien se asemeja a otros movimientos tradicionales donde la dirección de éstos tiene el signo del amiguismo, de tal suerte que como los otros movimientos políticos peruanos han gobernado el país, caso del aprismo con los mandobles y los amigos de los clanes del mandón imperecedero de García Pérez que dicen representar al partido de las cinco puntas de la estrella. 
Estos movimientos existen mientras los partidos políticos democráticos no se nutran de elites y líderes, de cuadros capacitados y sus militantes que dentro de las organizaciones se desplacen horizontalmente, lejos de los verticalismos disciplinados bajo una línea de mando de la cúpula como ha ocurrido con los momentos que tuvieron los caudillos sea Haya, Fujimori, García, y otros. Ahora sin remedio a las correcciones le toca a Keiko Sofía asumir el frente vertical.  
Un análisis más amplio y a la vez detallado llevaría a encontrar diferencias entre el fujimorismo populista combativo electoral y el aprismo debilitado sin la presencia de bases que lo acerquen a los movimientos sin caudal electoral; sin embargo, las diferencias por encontrarse en estos momentos no son por ahora motivo de apreciaciones, cabe más bien las semejanzas; lo que interesa es hacer ver que por un buen tiempo el aprismo anda unido con el fujimorismo, por sus propias formas de expresión autoritarias, también ambos carecen de un selecto cuadro de dirigentes en preparación política y comprensión de cuestiones económicas y sociológicas modernas, necesarias e imprescindibles para el  ejercicio del buen gobierno y de la militancia partidaria.
Razones que explican cuando al frente de ellos están los grupos de académicos y políticos de centro derecha y centro izquierda dotados por lo menos en un mayor nivel de preparación en los saberes mencionados. Esta última ventaja en conocimientos conduce a los apristas y a los fujimoristas a la desperada reacción de llamar caviares a todos los que muestran mayores y mejores conocimientos, y que ellos no llegan a alcanzar; de allí sus reacciones temerarias sin enfoques conceptuales, y llenas de acusaciones desmedidas y contradictorias llamando a todos rojos, respuestas propias de los movimientos inspirados en verticalismos sectarios.
Las clamorosas evidencias hacen las diferencias entre los movimientos, saliendo a la luz los comportamientos muy pobres en relación al progreso de la república,  mostrando su falta de rigor y racionalidad como para dirigir en este caso el Legislativo que controlan los fujimoristas y sus aliados los apristas; pues, a pesar de contar con una mayoría y un populismo afuera del parlamento, el fujimorismo no tiene consistencia en su operatividad opositora y no saben aprovechar que al frente tienen un ejecutivo débil y con carencias políticas que muestra no ser un gobierno respetado ni respetable.
Igualmente, el fujimorismo no aprovecha que hasta el momento no hay una organización política en capacidad de enfrentarse al fujimorismo, en forma organizada aun cuando siempre esta presente una fuerte y multitudinaria corriente antifujimorista, y que en cualquier momento sale a las calles, lo cual demuestra el rechazo a los movimientos autoritarios y en favor de la democracia y el Estado de derecho.
El hecho de las investigaciones sobre la corrupción en manos de las fiscalías tal como corresponde en una república donde existe equilibrio de poderes, se vienen las reacciones como para acusar constitucionalmente de omisión al fiscal de la nación; esta conducta es disparatada, por falta de sustento jurídico y político, se reemplaza con la prepotencia que se observa cuando tanto la dama del fujimorismo, como el caballero García -el mandoble del aprismo-, cuando ambos se ven acorralados ante las denuncias de los dueños del poder empresarial corrupto brasilero.
Las reacciones son contrarias a no valorar la institucionalidad, pues sin ella serían imposibles los términos de las investigaciones judiciales, y para preparar acusaciones coherentes y con sustento. Al fujimorismo de los años 90 y de hoy poco le importa conocer a quienes ostentan la legalidad, no hacen caso a la legitimidad de los altos dignatarios del ministerio público y del poder judicial; no están acostumbrados al desempeño discreto y serio de los fiscales y jueces.  
Se les hace imposible a estos movimientos políticos que la situación de los asuntos de la justicia no los puedan manejar y/o manipular; los apristas han perdido la influencia y hasta la conducción que tenían de los poderes judiciales como para obtener sentencias favorables, lo mismo ocurre con el fujimorismo no alcanzan a tener miembros que decidan en favor de ellos, caso del acusado por lavado de activos y que fuera su secretario general del fujimorismo, pues habiendo tenido el caso una fiscal deficiente, el Fiscal de la Nación Pablo Sánchez ha hecho aconsejable que el caso sea reabierto.
Esto trae la venganza trapera contra el doctor Pablo Sánchez Velarde, se observa que la denuncia de Daniel Salaverry que haya hecho al mencionado fiscal, sin tener argumentos que expresen claramente cuáles son los incumplidos  constitucionales. Ello revela que en un primer momento un grupo estuvo en contra de tamaño desliz, pues los abogados como Michel Torres y Ursula Letona no han intervenido, el primero ha sido presidente de la comisión de constitución y la segunda es la actual presidenta de dicha comisión.
Es pertinente precisar que este es un asunto no sólo especializado en el derecho constitucional, sino la audiencia por el caso crece y hay expectativas en el sustento de la acusación, mayor razón que sea un jurista del movimiento que asuma tamaña responsabilidad. El parlamentario Daniel Salaverry no solo es ave de paso en el fujimorismo porque más se siente aprista por razones de herencia familiar; sino no resulta un jurista como para sustentar su acusación, está descalificado para esta situación tan complicada, por decir lo menos.  
Los peruanos que creemos en Estado de Derecho, no de un estado de derecha casi siempre autocráticos, estamos obligados a protestar, pero recurriendo a argumentos que señalen los disparates en que caen el grupo autoritario de la política conservadora el fujimorismo y el aprismo de Alan García. Estos movimientos y sus cúpulas, y porque no decirlo sus adherentes no creen en la democracia, las leyes y las autoridades legitimas.
Juegan y usan la aventura de la hipocresía, al impávidamente manifestar que la democracia es el régimen de gobierno, no es así, porque en sus movimientos y sus organizaciones se dan los verticalismos, porque nadie interviene para dilucidar algún asunto partidario, cualquier discrepancia por muy débil que sea trae correlativamente postergación, ostracismo y la separación.
La democracia es una doctrina y una metodología con la cual no se negocia, ni se anida los autócratas y personas de dudosas calidades, ni menos sus dirigencias puedan ser o han sido intelectualmente responsables de sangre de peruanos inocentes tanto en distintas situaciones en los partidos en los tiempos pasados, como de otros cuando los quechuas hablantes pobres de nuestra sierra fueron ajusticiados por los terrorismos (negro y el blanco). La calificación del ciudadano es la mejor carta de presentación en una república y para militar en grupos de la sociedad civil destinados a formar elites y lanzar líderes. 


Fernando Anibal Arce Meza

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