domingo, 30 de septiembre de 2018

OCCIDENTE MINTIÓ, MIENTE Y SEGUIRÁ MINTIENDO: CRÍMENES DEL CAPITALISMO




En Siria o en el Sudeste Asiático


Investig’action
29-09-2018

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo


Estoy sentado en el espléndido edificio de la Biblioteca Nacional de Singapur, en una habitación semioscura, con un microfilm insertado en un aparato de alta tecnología. Estoy visionando, filmando y fotografiando viejos periódicos malasios de octubre de 1965.

Estos artículos fueron publicados justo después del terrible golpe militar que se produjo en Indonesia en 1965, que derrocó al presidente progresista Sukarno y liquidó el tercer mayor partido comunista del planeta, el PKI (Partai Komunis Indonesia). Entre 1 y 3 millones de personas perdieron la vida en una de las más terribles masacres del siglo XX. Indonesia pasó de ser un país socialista (y a punto de ser comunista) a hundirse en el agujero turbo-capitalista y de locura religiosa y de extrema derecha en que se encuentra todavía en el presente.

Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Holanda y otras naciones occidentales promovieron el golpe de Estado y colocaron a las facciones traidoras pro-occidentales del ejército y a los líderes religiosos en la vanguardia del genocidio.

Toda la información está, por supuesto, al alcance de cualquiera que le interese, en los archivos desclasificados de la CIA y del Departamento de Estado de EE.UU. Se puede acceder a ella, analizarla y reproducirla. Yo dirigí un documental sobre estos sucesos, al igual que otros directores.

Pero no forman parte de la memoria de la humanidad. En el sudeste asiático, solo un puñado de intelectuales conocen estos hechos.

En Malasia, Singapur o Tailandia, el fascismo que gobernó Indonesia a partir de 1965 es un tema tabú. Simplemente no se habla de ello. Aquí, como en otros estados clientelares de Occidente, los intelectuales “progresistas” son pagados para elucubrar sobre su orientación sexual, sobre temas de género y de “libertades” personales, pero claramente no para preocuparse por los temas esenciales que han configurado tan negativamente esta parte del mundo: el imperialismo occidental, el neocolonialismo, las formas salvajes y grotescas del capitalismo, el saqueo de los recursos locales y del medio ambiente, así como la desinformación y la ignorancia forzosa que acompañan a la amnesia de masas.

En Indonesia, en concreto, el Partido Comunista está prohibido y el gran público lo considera el culpable y no la víctima.

Occidente, mientras tanto, se parte de risa a espaldas de sus adoctrinadas víctimas. Y sigue riendo todo el camino hasta llegar al banco. Las mentiras, obviamente, producen buenos dividendos.

Ninguna otra parte del mundo ha sufrido tanto el imperialismo occidental posterior a la Segunda Guerra Mundial como el sudeste asiático, quizás con dos excepciones: África y Oriente Próximo.

En la llamada Indochina, Occidente asesinó a cerca de 10 millones de personas, mediante campañas de bombardeos indiscriminados y otras formas de terrorismo, en Vietnam, Laos y Camboya. El mencionado golpe de Estado en Indonesia arrebató al menos un millón de vidas humanas. El 30 por ciento de la población de Timor Oriental fue exterminado durante la ocupación de Indonesia, que contaba con el apoyo total de Occidente. El régimen tailandés, completamente subordinado a Occidente, mató indiscriminadamente a los izquierdistas del norte del país y de la capital. Toda la región ha sufrido las consecuencias de los implantes religiosos extremistas, con el favor de Occidente y de sus aliados del Golfo.

Sin embargo, en esta parte del mundo se admira a Occidente, casi con un fervor religioso.

Las agencias de prensa y los “centros culturales” estadounidenses, británicos y franceses difunden desinformación a través de los medios de comunicación locales propiedad de élites serviles. La “educación” local ha sido adaptada con devoción a los conceptos didácticos occidentales. En lugares como Malasia e Indonesia, pero también en Tailandia, el mayor triunfo es conseguir un grado universitario en uno de los países que colonizaron esta parte del mundo.

Los países víctimas, en lugar de buscar compensaciones en los tribunales, admiran y copian a Occidente, al tiempo que piden financiación a sus pasados y presentes opresores, incluso la suplican.

El sudeste asiático es ahora obediente, sumiso, flemático, ha sido despojado de antiguas ideologías revolucionarias de izquierda. Aquí, el adoctrinamiento y la propaganda occidental han logrado una incuestionable victoria.

***

Ese mismo día, conecté el televisor de la habitación de mi hotel y estuve viendo la cobertura que los medios occidentales ofrecían de la situación en Idlib, el último bastión de los terroristas apoyados por Occidente en territorio sirio.

Rusia había convocado una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para advertir que los terroristas podrían lanzar un ataque químico para luego culpar, con el apoyo de Occidente, a las fuerzas del presidente Bashar al-Assad.

La OTAN ha desplegado buques de guerra en la región. No cabe duda de que ha sido una buena puesta en escena de los actores europeos y estadounidenses: “Te golpeamos, matamos a tu gente y después, en castigo, te bombardeamos”.

Luego, los gánsteres imperialistas señalan con dedos acusativos a las víctimas (Siria, en este caso) y a aquellos que intentan protegerlas (Rusia, Irán, Hezbolá, China). Tal y como ocurría en la guardería o en la escuela primaria, ¿recuerda? Un niño pegaba a otro desde atrás y luego gritaba, señalando a un tercero con el dedo: “¡Ha sido él, ha sido él!”. Milagrosamente, hasta ahora, Occidente siempre se ha salido con la suya con esta estrategia, a costa, claro está, de millones de víctimas en todos los continentes.

Así ha sido durante siglos y así sigue siendo. Así es como seguirá siendo hasta que se ponga fin al terror y al gansterismo.

***

Durante años y durante décadas, nos han dicho que el mundo está ahora más interconectado, que nada verdaderamente importante podía suceder, sin ser inmediatamente detectado y reportado por las lentes vigilantes de los medios de comunicación y la “sociedad civil”.
Sin embargo, miles de cosas suceden continuamente de las que nadie se da cuenta.

Solo en los dos últimos decenios, ha habido país enteros a los que Norteamérica y Europa han señalado, han intentado matar de hambre mediante embargos y sanciones para, finalmente, atacarlos y hacerlos pedazos: Afganistán, Iraq y Libia entre otros. Gobiernos de distintas naciones han sido derribados, bien desde el exterior, o bien a través de sus propias élites y medios de comunicación serviles. Sirvan de ejemplo Brasil, Honduras y Paraguay. Innumerables compañías occidentales y sus secuaces locales están realizando un saqueo desenfrenado a los recursos naturales de lugares como Borneo o la República Democrática del Congo, destruyendo por completo selvas enteras y aniquilando cientos de especies (como el emblemático orangután).

¿Estamos realmente interconectados, como planeta? ¿Qué tanto sabemos las personas unas de otras, o de lo que sufren nuestros hermanos y hermanas en los distintos continentes?

He trabajado en unos 160 países y puedo afirmar sin la menor duda: “Casi nada”. O, peor aún, “¡Menos que nada!”.

El imperio occidental y sus mentiras han conseguido fragmentar el mundo hasta extremos anteriormente desconocidos. Todo se hace “abiertamente”, a plena vista del mundo, incapaz por otra parte de observar e identificar las amenazas más urgentes para su propia supervivencia. Los medios de comunicación de masas sirven como vehículos para el adoctrinamiento, al igual que las instituciones culturales y “educativas” de Occidente, o aquellas instituciones locales moldeadas por los conceptos occidentales. Entre estas últimas estarían instrumentos tan diversos como las universidades, los manipuladores del tráfico de Internet, los censores y los individuos que se autocensuran, las redes sociales, las agencias de publicidad y los “artistas” de la cultura pop.

***

La barbarie y las mentiras colonialistas y neocolonialistas occidentales se guían por un claro patrón:

“”El presidente de Indonesia, Sukarno, y su mayor aliado, el Partido Comunista de Indonesia (PKI) se proponían construir un país progresista y autosuficiente. Por tanto, era preciso parales los pies, derribar al gobierno, masacrar a los miembros del partido, prohibir el PKI y privatizar el país entero, venderlo a los intereses extranjeros. La abrumadora mayoría de los indonesios tiene el cerebro tan lavado por la propaganda local y occidental, que siguen culpando a los comunistas por el golpe de Estado, a pesar de lo que dicen los archivos de la CIA”.

El presidente Mossaddeq de Irán perseguía también un proyecto progresista, y terminó del mismo modo que Sukarno. Y todo el mundo quedó fascinado por el carnicero puesto en el trono por Occidente: el Sha y su fastuosa esposa.

En Chile, en 1973, se reprodujo el mismo patrón letal, en una nueva muestra del amor por la libertad y la democracia que tiene Occidente.

Patrice Lumumba, en el Congo, nacionalizó los recursos naturales e intentó alimentar y educar a su gran nación. ¿El resultado? Derribado, asesinado. El precio: unos ocho millones de personas masacradas en los últimos veinte años, quién sabe si muchas más (mi película Rwanda Gambit trata de ello). Nadie lo sabe, o todo el mundo pretende que no lo sabe.

¡Siria! El mayor crimen de este país, al menos a ojos de Occidente, fue intentar proporcionar a sus ciudadanos una buena calidad de vida, a la vez que promovía el panarabismo. Los resultados todos los conocemos (¿de verdad los conocemos?): cientos de miles asesinados por extremistas asesinos apadrinados por Occidente, millones de refugiados y de desplazados internos. Y Occidente, naturalmente, culpa al presidente sirio y está dispuesto a “castigarlo” si gana la guerra.

Claro que es irracional. ¿Pero puede el fascismo a escala global ser racional?

Las mentiras difundidas por Occidente se están acumulando. Se superponen unas con otras, a menudo se contradicen. Pero el público del mundo ya no está entrenado para buscar la verdad. Subconscientemente siente que le han mentido, pero la verdad es tan horripilante que la gran mayoría de las personas prefieren simplemente sacarse selfis, analizar y exhibir su orientación sexual, ponerse auriculares y escuchar música pop vacía, en lugar de luchar por la supervivencia de la humanidad.

He escrito libros enteros sobre ello, incluyendo el volumen de casi mil páginas “Exposing Lies Of The Empire” (Mostrando las mentiras del Imperio). Este artículo no es más que una cadena de pensamientos que me han venido a la cabeza mientras estaba sentado junto al proyector en una habitación en penumbra de la Biblioteca Nacional de Singapur.

Una pregunta retórica no dejaba de atormentarme: “¿Es posible que todo esto esté pasando?” “¿Puede Occidente esquivar el castigo por todos los crímenes que ha cometido durante siglos en todo el mundo?”

La respuesta es evidente: “Por supuesto que sí, mientras no se le detenga”. Por tanto, A luta continua!

Andre Vltchek es filósofo, novelista, cineasta y periodista de investigación nacido en Rusia y residente en Estados Unidos. Ha cubierto guerras y conflictos en docenas de países y es autor de múltiples libros, entre ellos un diálogo con Noam Chomsky en el que analiza el poder y la propaganda occidental, Terrorismo occidental (Txalaparta, 2014).



GABRIELA GOLDER Y EL FANTASMA DEL COMUNISMO


“¿QUÉ ES UNA REVOLUCIÓN?”


         Según la artista y curadora argentina Gabriela Golder, el “Manifiesto comunista” de Marx y Engels es “el abecé para entender el mundo”. Hablamos con Golder sobre su polémica vídeo instalación “Conversation Piece” y sobre el papel que las ideas de Marx tienen en la vida de la artista y en el mundo actual.
De Silvina Friera
         “¿Qué es una revolución?” La pregunta sale de la boca de una chica de 8 años, que está leyendo junto a su abuela y a su hermana el Manifiesto comunista de Carlos Marx y Federico Engels en Conversation Piece (2012), una videoinstalación de la artista argentina Gabriela Golder. “Revolución viene de revuelto, de revolver. Cuando uno revuelve, se da vuelta todo. Una revolución significa que cambia la sociedad porque no me gusta que unos tengan mucho y otros poco, y hago una cosa totalmente diferente”, responde la abuela, interpretada por Beatriz Rajland, la madre de Golder.

Gabriela Golder en Casa Mariátegui




         Gabriela Golder (Buenos Aires, 1971) dice que su mamá, que está por cumplir 80 años, es profesora en Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA). “El ochenta por ciento de las preguntas son espontáneas: las chicas preguntan todo. Mi mamá, con mucha paciencia, les responde. Entonces está la deconstrucción del Manifiesto y eso de preguntar cosas obvias como ¿qué es un opresor?, ¿qué es un oprimido? o ¿qué es una revolución? Quizá en la deconstrucción de cada palabra –opresor, oprimido, lucha de clases– los conceptos se desarman y se vuelven a formar de otro modo. El video termina cuando se cierra el libro y baja la luz. La idea es que esto no es una escena, es así la vida: cierro un libro para volverlo a abrir. La deconstrucción de los textos me resulta más fácil pensarla cuando trabajo con niños; es como si el adulto ya tuviera todo digerido”, dice la artista.

¿Señora Golder, qué resonancias tiene el Manifiesto comunista a 200 años del nacimiento de Carlos Marx?

En el Manifiesto está explicado todo: el capital, el trabajador, la explotación, la pobreza; la resonancia es inmensa. Yo trabajo mucho en fábricas recuperadas, entonces estoy atravesada por la idea de las cooperativas y la posibilidad de la no explotación, que el capital no se separe del trabajador y que el trabajador tenga lo que produce. El Manifiesto es el abecé para entender el mundo.

¿Sigue siendo un fantasma el comunismo?

         El comunismo siempre va a ser un fantasma, si se piensa que pretende una revolución. En tanto revolución, en tanto revertir las formas dadas, es un fantasma. Me parece que la palabra comunismo dejó de ser un peligro. Ahora las ideologías tratan de presentarse como no ideológicas, como si no hubiera ideología; no hay pensamiento dentro del mundo de las ideas, como si pensar estuviera desacreditado. Pensar el comunismo es una posibilidad de comprensión de un mundo que a muy poca gente le importa. El neoliberalismo arrasa con el mundo de las ideas.

         Sí. Conversation Piece es una provocación. Así como recibí buenos comentarios, también hubo muchos desubicados: por qué adoctrino a las chicas, qué necesidad hay de que lean el Manifiesto, como si estuviera haciendo una tarea de adoctrinamiento. “¿Por qué no vas a mostrarlo a Cuba?”, me dijeron. Aunque el arte tiene muy pocas posibilidades de cambiar las cosas, hay gente que toma una propuesta artística como si pudiera cambiar el mundo. Molesta la niñez y el comunismo. Hay algo ahí… Si fueran adultos, sería otra cosa. Yo hago obras que no se acomodan fácilmente ni en los tiempos ni en los espacios de arte. No me importa entretener ni divertir. No asumo el concepto de aburrimiento. Cuando tengo la posibilidad de decir, cuando tengo que enunciar algo, trato de quebrar algunas cuestiones.
 
¿Cuándo leyó por primera vez el Manifiesto comunista?

         En el colegio secundario. En mi casa había muchas discusiones sobre el bloque socialista. Recuerdo la época de los brigadistas en Nicaragua, cosas que se hablaban en mi casa y que para mí eran comunes. Mi madre sigue militando en el Partido Comunista y viajó varias veces a la Unión Soviética. Ella está más cerca de los movimientos sociales ahora. A mí papá, que ya murió, le dolió la caída del comunismo. Mi mamá no se desencantó porque para ella el comunismo trasciende las experiencias concretas.

         ¿Por qué trabaja con niños en situación de lectura?

         Los niños me ayudan a deconstruir. Los niños pueden deconstruir el mundo a través de una lectura que no es una lectura continua, que tiene fallas, intersticios, y eso ayuda a generar espacios de preguntas. Los chicos, con sus tiempos, generan preguntas. Los niños le sacan densidad a las palabras y con sus voces, con sus dificultades en la lectura, las llenan de preguntas. Los niños logran que todo sea más simple de comprender. Pero no tiene que ver con la inocencia. Son modos de asir las palabras.

SOBRE GABRIELA GOLDER

         Gabriela Golder es una artista y curadora argentina. La mayor parte de su producción artística la ha realizado en el área del vídeo experimental e instalaciones audiovisuales. Sus obras han recibido, entre otros premios, el “Sigwart Blum” de la Asociación de Críticos de Arte de Argentina, el Media Art Award del Zentrum für Kunst und Medientechnologie, Alemania, el primer premio en el Salón Nacional de Artes Visuales y el primer premio en Videobrasil 2003.



CRISIS ECONÓMICA Y DESÓRDENES MUNDIALES



30/09/2018 | Michel Husson

Diez años después de la quiebra de Lehmann Brothers, se multiplican las contribuciones en torno a dos cuestiones: ¿Cómo ocurrió? y ¿Se puede reproducir? Pero casi todas están centradas en los movimientos financieros, pasados o por venir. El punto de vista adoptado aquí es algo diferente, porque intenta identificar las raíces económicas de los desórdenes mundiales. Su hilo director es el siguiente: el agotamiento del dinamismo del capitalismo y la crisis abierta hace diez años conducen a una mundialización cada vez más caótica, portadora de nuevas crisis, económicas y sociales.

El capitalismo asfixiado

El dinamismo del capitalismo se basa en última instancia en su capacidad para obtener mejoras de productividad o. dicho de otra manera, en hacer crecer el volumen de mercancías producidas en una hora de trabajo. Tras las recesiones generalizadas de 1974-75 y 1980-82, las mejoras de productividad se han desacelerado tendencialmente. Hemos pasado de lo que algunos califican como la Edad de Oro (para destacar el carácter excepcional de este período) al capitalismo neo-liberal, amenazado hoy día por un estancamiento secular. Durante este período, el capitalismo logró la proeza de restablecer la rentabilidad a pesar de la desaceleración de las mejoras de productividad, como lo muestra el gráfico 1 1/.

Gráfico 1. Crecimiento de la productividad del trabajo



Esto sólo ha sido posible gracias al frenazo casi universal de los salarios, cuya parte en el conjunto de la renta desciende tendencialmente. Y este resultado se ha debido también a un conjunto de mecanismos que actúan unos sobre otros (mundialización, financiarización, innovaciones tecnológicas, endeudamiento), cuyas contribuciones relativas sería inútil descomponer. Las desigualdades son parte integrante de este modelo coherente, aunque su coherencia no podía ser duradera2/. Las contradicciones de este modelo condujeron a la crisis de 2007-2008. La mundialización es desde luego uno de los elementos esenciales de este modelo, pero la crisis ha tenido el efecto de modificar sus características.

El gran cambio del mundo

La década anterior a la crisis se caracterizó por el ascenso de los llamados países emergentes, y en particular China. Esta emergencia se alcanzó gracias a una nueva organización de la producción, cuyos diferentes segmentos se reparten en varios países, desde la concepción a la producción y distribución al consumidor final. Estas cadenas de valor mundiales se instauraron bajo la égida de las empresas multinacionales, tejiendo una verdadera red que aprisiona la economía mundial. Hoy día, un smartphone es concebido, producido y comercializado por trabajadores de los cuatro rincones del mundo.

Esta nueva forma de mundialización sirvió de escapatoria a la crisis de comienzos de los años 1980, abriendo una reserva de mano de obra de bajos salarios, acrecentada aún más tras el hundimiento del socialismo real. Pero condujo a un verdadero cambio de la economía mundial, como lo muestra el reparto de la producción manufacturera mundial (dejando aparte la producción de energía): entre 2000 et 2018 ha aumentado un 62%, pero la casi totalidad de este progreso se realiza en los llamados países emergentes, donde se ha más que doblado (+152 %), mientras que ha progresado débilmente en los países avanzados (+16 %). Los países emergentes realizan hoy día el 42 % de la producción manufacturera mundial, frente al 27 % en 2000 (gráfico 2) 3/. En algunos países, como China y Corea del Sur, esta industrialización cada vez está menos acantonada en industrias de ensamblaje (textil o electrónica) y se registra un ascenso de sectores de productos de alta tecnología, incluso de bienes de producción.

Gráfico 2. Producción industrial mundial : volúmenes


(En miles de millones de dólares de 2010)

La oposición entre países avanzados y emergentes es sin embargo un enfoque engañoso. A comienzos de siglo, Rosa Luxemburg podía definir el imperialismo como "la expresión política del proceso de la acumulación capitalista que se manifiesta con la competencia entre capitalismos nacionales" 4/. Nicolas Bujarin describía un "proceso de nacionalización del capital, es decir la creación de cuerpos económicos homogéneos, encerrados en las fronteras nacionales y refractarios los unos respecto a los otros" 5/. Cada país imperialista partía entonces a la conquista del mundo, de ahí la primera guerra mundial, calificada de inter-imperialista.

Pero hoy día el mapa de los Estados y el de los capitales ya no coinciden. Hay que abandonar por tanto la representación de una confrontación asimétrica entre países imperialistas y países dependientes, y sustituirla por un concepto de economía mundial estructurada según una lógica de desarrollo desigual y combinado llevado a cabo por las empresas transnacionales.

Estados y capitales

Desde el momento en que el mapa de los Estados y el de los capitales son cada vez más dispares, hay que pensar de otra manera las relaciones que los mantienen. Desde luego, no han desaparecido los lazos privilegiados entre tal multinacional y su Estado, y éste intentará defender los intereses de sus industrias nacionales. El distanciamiento viene más bien del hecho de que las grandes empresas tienen como horizonte el mercado mundial y que una de las fuentes de su rentabilidad reside en la posibilidad de organizar la producción a escala mundial minimizando costes y localizando sus beneficios en los paraísos fiscales. No tienen ninguna obligación que les fuerce a recurrir al empleo doméstico, y sus salidas están en gran parte desconectadas de la coyuntura nacional de su puerto de enganche. Esto quiere decir que el débil crecimiento del mercado interior de un país es soportable para las empresas de ese país, siempre que disponen de salidas alternativas en el mercado mundial. La tarea de los Estados, y esto es particularmente cierto en Europa, ya no es defender a sus campeones nacionales, sino hacer todo lo posible para atraer las inversiones extranjeras a su territorio.

Esta organización de la producción mundial ha sido hecha posible y construida por decisiones políticas orientadas a derribar todos los obstáculos a una libre circulación de los capitales a través del mundo. Ha sido puesta en marcha por instituciones y tratados internacionales, y muchas veces impuesta a los países dependientes en forma de planes de ajuste estructural.
La mundialización conduce por tanto a un entrelazamiento de relaciones de poder, organizadas en lo que podría llamarse una doble regulación contradictoria. Por un lado, los Estados pretenden defender su rango en la escala de potencias nacionales, garantizando al mismo tiempo las condiciones de funcionamiento del capitalismo mundializado. Por otro lado, esos mismos Estados deben conciliar los intereses divergentes de los capitales orientados hacia el mercado mundial con los del tejido de empresas que producen para el mercado interior, y gestionar la conflictividad social interior.

Las relaciones de poder económico están estructuradas hoy día en dos ejes: un eje vertical clásico que opone a los Estados nacionales, y un eje horizontal que corresponde a la competencia entre capitales. Las instituciones internacionales funcionan como una especie de sindicato de Estados capitalistas pero no existe hoy ni ultra-imperialismo, ni gobierno mundial. El capitalismo contemporáneo escapa por el contrario a cualquier verdadera regulación y funciona de manera caótica, dividida entre una concurrencia exacerbada y la necesidad de reproducir un marco de funcionamiento común. Las prerrogativas del Estado-nación no han sido suprimidas, al contrario de lo que dicen algunas tesis unilaterales. Tratándose de la economía mundial, hay una que subsiste: el control de las materias primas.

El dominio de las materias primas

La lucha permanente por el acceso a las materias primas no ha cesado, y engendra desequilibrios y conflictos. Se piensa evidentemente en la energía: el petróleo, el uranio, etc. Habría que añadir las tierras expoliadas 6/ en beneficio de la agricultura productivista, la hidroelectricidad y la explotación minera. El acceso al agua engendra también muchos conflictos regionales.

La mundializaciónn tiene como efecto desestabilizar la agricultura campesina, ya sea inundando el país con importaciones de productos alimenticios, o por el acaparamiento de las tierras. Al mismo tiempo, el motivo de muchas inversiones internacionales es deslocalizar las producciones más contaminantes a países con legislaciones poco exigentes. Todos estos mecanismos vienen además agravados por el cambio climático, de tal manera que se puede avanzar la idea de que las transferencias en sentido amplio (residuos, contaminaciones, recalentamiento, sequías, lluvias torrenciales, productos agrícolas subvencionados, simientes bajo patente, abonos y pesticidas) son "las causas de los exilios forzados" 7/.

Este cuadro comporta sin embargo el riesgo de un determinismo un tanto simplista que llevaría a olvidar la articulación con otros factores sociales y políticos. Sostener, por ejemplo, que la guerra civil en Siria ha sido fomentada bajo mano para preservar los intereses de los grandes grupos petroleros, sería evidentemente muy reductor. Pero esta determinación –a la que se añaden las ventas de armas– existe, como lo muestra un inquietante análisis de dos economistas 8/. Muestran que los períodos en que la tasa de ganancia de los cuatro mayores grupos petroleros (BP, Chevron, ExxonMobil, Shell) desciende por debajo de la media de las grandes empresas, son seguidas por un conflicto, desde la guerra de los Seis Días hasta la tercera guerra del Golfo en 2014. Aunque los autores conceden que su "historia de Oriente Medio es en gran parte una fábula" y que "los dramas de la región (…) tienen su propia lógica específica", su artículo recuerda la necesidad de combinar correctamente la voluntad de dominación de los recursos y otras determinaciones.

El agotamiento de la mundialización

La primera década de este siglo ha estado dominada por un eje China/Estados Unidos (se ha hablado de Chinamérica) funcionando con una lógica de complementariedad. Estados Unidos vivía a crédito con un déficit exterior financiado por el reciclaje de los excedentes, sobre todo de China. Las inversiones en China en forma de joint ventures contribuían al dinamismo de la economía china. Otros países se han integrado en esta división internacional del trabajo: los famosos emergentes o incluso los PECO [países de Europa central y oriental: 11 países, aunque muy heterogéneos] con respecto a Alemania. Y se ha desarrollado el eje económico transatlántico entre Europa y Estados Unidos. Esta mundialización era eficaz desde el punto de vista del capital y toda la ideología dominante se dedicó a vanagloriar sus ventajas, a convencer de la necesaria adaptación a la concurrencia global, o a blandir la amenaza de las deslocalizaciones.

Ahora parece como si la última década, inaugurada por la crisis de 2008, hubiese hecho aparecer poco a poco los límites de esta organización. Aunque no se puede hablar de fin de la mundialización, hay que destacar los signos manifiestos de un agotamiento que parece duradero. El desarrollo de las cadenas de valor mundiales venía motivado, no sólo por la búsqueda de bajos costes salariales, sino también por el potencial de los países emergentes en términos de mejoras de productividad. Su ralentización en el centro podía ser compensado por su dinamismo en la periferia. Ahora bien, uno de los fenómenos más llamativos de la última década es que el progreso de la productividad en el Sur se ha desacelerado claramente. En los países emerges, "el crecimiento anual medio de la productividad global de los factores se ha dividido por más de tres, pasando de +3,5 % (2000-2007) a un poco más de 1,0 % (2011-2016)" 9/. Éste es sin duda el factor que contribuye a explicar la desaceleración espectacular del comercio mundial. Hasta entonces, progresaba dos veces más rápido que la producción nacional; hoy aumenta al mismo ritmo.

Una de las razones es que China se desengancha de las cadenas de valor: "las importaciones de inputs destinados a ser reexportados representan ya menos del 20% de las exportaciones totales de mercancías, frente al 40 % durante los años 90. Varios factores explican esta retirada: alza de salarios, reorientación hacia actividades de mayor contenido tecnológico, voluntad de un mejor reparto de los frutos del crecimiento, apreciación del tipo de cambio" 10/.

Dejando aparte a China, podría incluso hablarse del fin de la emergencia. Los otros países BRICS (Brasil, Rusia, India, Sudáfrica) no han conseguido superar duraderamente, como lo han hecho China y Corea del Sur, une especialización inicial basada en el abastecimiento de materias primas. Pierre Salama habla de "reprimarización" 11/ en el caso de Brasil y otros economistas mencionan una desindustrialización precoz 12/. Además, los países emergentes están sometidos a movimientos erráticos de capitales que inducen una inestabilidad crónica de sus balances exteriores y de su moneda. Los recientes casos de Turquía y de Argentina son un ejemplo llamativo, pero podrían citarse también los países del sur de Europa, abandonados por las entradas de capitales.

Dislocación social

La crisis ha servido de revelador de otro fenómeno –que las políticas de austeridad han contribuído a exacerbar–: la dislocación social engendrada por la mundialización. Ésta no ha sido ni «feliz» ni «inclusiva». Muchos estudios, incluso procedentes de instituciones internacionales como el FMI y la OCDE, han señalado sus efectos corrosivos, siendo el más destacado la polarización de los empleos.

En todos los países avanzados se observa el mismo fenómeno: el empleo aumenta por los dos extremos. En una punta de la escala progresan los empleos muy cualificados, en la otra los empleos precarios; entre ambos, la clase media se estanca y sus perspectivas de ascenso social se desvanecen. Al mismo tiempo, se ahondan las desigualdades de rentas. La mundialización no es la única responsable, y es muy difícil, si no imposible, extraerla de un modelo de conjunto en el que la financiarización y la puesta en pie de nuevas tecnologías también tienen su parte, así como la relación de fuerzas entre capital y trabajo.

Es la ocasión para recordar que muchos países no son ni avanzados ni emergentes, y que una parte importante de la población mundial vive en segmentos de países que son mantenidos apartados de la dinámica de la mundialización capitalista. Las líneas de fractura atraviesan así las formaciones sociales y contribuyen a la desestructuración de las sociedades.

No es por tanto sorprendente constatar la reciente multiplicación de estudios sobre las desigualdades de rentas. Branko Milanovic, uno de los especialistas mundiales en esta temática 13/, resume así una conclusión ya compartida: "Las desigualdades de rentas crecen en el interior de los países, pero se reducen a nivel mundial con el ascenso de China" 14/. Y esta profundización de las desigualdades en el interior de los países "influye sobre la estabilidad política de los Estados-nación".

Ante este cuestionamiento, las instituciones internacionales entonan su mea culpa sobre el tema: habría hecho falta redistribuir mejor las ventajas de la mundialización para hacerla más inclusiva. Pero este piadoso deseo es contradictorio con uno de los resortes de la mundialización, como es una concurrencia fiscal exacerbada. El tipo medio de impuestos sobre los beneficios en los países avanzados ha pasado del 44%, a comienzos de los años 1990, al 33% en 2017, e incluso al 27%, teniendo en cuenta las medidas adoptadas por Donald Trump 15/. Y el movimiento es mundial: el tipo medio ha descendido también un tercio durante ese mismo período 16/.

La contradicción es patente: la atractividad implica un descenso constante de los recursos fiscales que no pueden por tanto ser dedicados a una redistribución que corrija los efectos de la mundialización para hacerla inclusiva. Esta desfiscalización generalizada de los beneficios es la puerta abierta a la evasión fiscal, que reduce aún más los recursos de los Estados: el 40 % de los beneficios de las multinacionales fueron localizados en los paraísos fiscales en 2015 17/. El Estado social está minado desde el interior y no es sorprendente que la adaptación a la economía mundializada vaya pareja a su «adelgazamiento». Las funciones del Estado no son neutralizadas por la mundialización, son reorientadas: el Estado social se convierte en un Estado antisocial cuya prioridad es la atractividad y la competitividad de su economía.

La creciente desconfianza ante la Unión Europea puede ser interpretada también como el efecto de retorno de la crisis de la mundialización, en tanto se considera cada vez más a las instituciones europeas guiadas por un proyecto de adaptación a la lógica de la economía mundializada.

El efecto Trump

La capacidad disruptiva de Donald Trump parece no tener límites pero sus medidas proteccionistas no tienen en cuenta la manera como funciona la economía de Estados Unidos, ni el entrelazamiento actual de los capitales. Sobre el primer punto, uno de los elementos esenciales de Chinamérica era permitir a Estados Unidos el descenso de la tasa de ahorro de las economías domésticas (y por tanto el crecimiento del consumo), con la contrapartida de un importante déficit comercial financiado por los capitales procedentes del resto del mundo, en particular de China. Además, Donald Trump lleva a cabo, con reducciones de impuestos, una política expansionista que profundiza el déficit. Un cáustico comentarista ha escrito: "si existiese un plan secreto para hacer estallar el déficit comercial, se parecería mucho a la actual política americana" 18/.

Lo que tampoco comprende la administración bajo la égida de Trump es que el comercio mundial afecta principalmente a bienes y servicios intermedios, cuya parte es "casi dos veces más importante que la de los bienes y servicios destinados a la demanda final" 19/, como recordaba recientemente el director general del Banco de compensaciones internacionales. En su caso se trataba evidentemente de defender el libre cambio, peso la constatación corresponde a la realidad.

En el caso de Estados Unidos, una buena parte de sus importaciones corresponden a inversiones estadounidenses en países como China o México. Según el FMI, Estados Unidos detentaba en 2015 el 44% del stock de inversiones directas realizadas en México, y la parte de exportaciones chinas hacia los Estados Unidos proveniente de empresas con participación extranjera era un 60% en 2014 20/.

No es por tanto de extrañar que el mundo de los negocios estadounidense esté dividido y que muchos sectores teman el encarecimiento de sus importaciones de bienes intermedios o las medidas de represalia: "la inquietud suscitada por el impacto del proteccionismo del Sr. Trump no deja de aumentar en el conjunto de la economía americana, donde muchas empresas se sirven de las cadenas de valor mundiales para conservar precios bajos y beneficios elevados, y temen que este época pueda llegar pronto a su fin " 21/. Así, un grupo de empresas ha presentado un recurso ante el tribunal de comercio internacional de New York para cuestionar la sobretasa del 25 % sobre las importaciones de acero 22/. Las empresas punteras de la informática también han criticado los límites a la inmigración, que podría reducir la captación de cerebros en su favor.

La política mercantilista de Donald Trump es incoherente. El déficit comercial de Estados Unidos corresponde contablemente al hecho de que el ahorro nacional no es suficiente para financiar la inversión interior, al que viene a añadirse el impacto del déficit presupuestario, agudizado por las reducciones de impuestos. En estas condiciones, el déficit no se va a reducir a pesar de las tasas sobre las importaciones, a menos que se reduzca el consumo de las economías domésticas, y por tanto el crecimiento de Estados Unidos 23/. En la práctica, deberán seguir afluyendo las entradas de capitales del resto del mundo para financiar el déficit comercial. Pero esto supone que el papel del dólar como moneda de reserva no se vea cuestionado. Ahora bien, esta condición estaría amenazada si quienes financian a los Estados Unidos se vieran disuadidos para poseer dólares, bien porque baje su tipo de cambio, o a causa de las medidas agresivas tomadas en su contra.

Las medidas de Trump afectan también a Europa y por tanto al eje transatlántico, por ejemplo cuando renuncia al proyecto de tratado –el Tafta (Asociación transatlántica de comercio e inversión)– uno de cuyos objetivos era precisamente intensificar las relaciones entre Estados Unidos y Europa, con el fin de deja a un lado a China 24/.

El nuevo despliegue chino

Si Donald Trump ha decidido de forma manifiesta acabar con el eje Estados Unidos/China, China por su parte está también emprendiendo una nueva vía, basada en tres principios. El primero es recentrar su economía hacia el mercado interior, lo que está haciendo muy progresivamente. Segundo eje: el gobierno chino avanza el objetivo de una mejora de su producción, con el ambicioso programa Made in China 2025. Por último, China desarrolla el proyecto titulado «El cinturón y la ruta»: se trata de un programa gigantesco de infraestructuras de cerca un billón de dólares, que afecta a más de 60 países. El «cinturón» une –por tierra– China con Europa occidental vía Asia central y Rusia; la «ruta» es marítima y permitirá unir Africa y Europa por el mar de China y el océano Índico 25/.

Branko Milanovic ve en ello un verdadero proyecto de desarrollo que rompe con las reglas del consenso de Washington, según el cual: "basta con privatizar, desreglamentar y liberalizar los precios, los intercambios exteriores, etc., para que los empresarios privados aprovechen la ocasión, y el desarrollo llegará por sí mismo" 26/. Podemos no compartir esta apreciación positiva, que subestima el enorme riesgo financiero infligido a los países afectados, como Pakistan o Sri Lanka, amenazados por el sobreendeudamiento. Para China es también sin duda la ocasión para aumentar su influencia sobre los países asociados,en una lógica que lleva a algunos a hablar de un nuevo imperialismo chino" 27/.

Pero no es menos cierto que esta nueva ruta de la seda y el programa Made in China 2025 significan un redespliegue sustancial de la economía china y una nueva estructuración de la economía mundial. La OCDE es muy consciente de ello y está preocupada insistiendo "en los límites de lo que China puede hacer por sí sola" y sugiriendo que "serán necesarias importantes contribuciones de los países de la OCDE", lo que supone un "«papel creciente de los mercados" y el reforzamiento de los "derechos de propiedad y de la competencia" 28/.

Populismo: la verdadera herencia de la crisis financiera

El orden mundial anterior a la crisis está hoy cuestionada por el avance –y el acceso al poder– de fuerzas de extrema derecha defensoras de una crítica de la mundialización, que se ha reforzado con la crisis. Un editorialista del Financial Timesa ha escrito que "el populismo es la verdadera herencia de la crisis financiera mundial" 29.

Desde luego, hay que evitar todo mecanicismo. Por ejemplo, los países europeos más afectados por la austeridad (Grecia, España, Portugal) quedan poco afectados por el ascenso de la extrema derecha, mientras que ésta se encuentra en el poder en Italia, Austria, Hungría o Polonia. La afluencia de refugiados durante los últimos años ha jugado evidentemente un papel, pero este factor ha tenido también un impacto diferenciado según países. La fórmula algebraica general combina los efectos del neoliberalismo y la xenofobia, pero en proporciones variables.

Se puede citar en este sentido un estudio fascinante sobre los determinantes del voto a favor del Brexit 30/. El autor parte del descenso en los gastos sociales entre 2010 y 2015. Como media es el 23,4 %, pero varía mucho de un distrito a otro (de 46,3 % a 6,2 %), lo que permite diseñar un mapa de la austeridad que puede compararse con los votos a UKIP (Partido para la independencia del Reino Unido) que coincide además con los votos a favor del Brexit en 2016. La relación entre ambos es muy estrecha y el autor se arriesga a afirmar que en ausencia de medidas de austeridad el Brexit habría sido minoritario. Las cosas son sin embargo más complicadas, en la medida en que los descensos de gastos sociales han sido más señalados en los distritos más afectados por los efectos del modelo neoliberal: desindustrialización, paro y polarización de empleos. Las determinaciones son por tanto complejas, y aunque el autor no hace jugar ningún papel a la inmigración, la xenofobia no estuvo ausente entre los argumentos de campaña a favor del Brexit.

Un reciente estudio 31/ utiliza datos económicos y electorales que cruza con los resultados de la European Social Survey, una encuesta sobre opiniones de los ciudadanos. Establece que "las regiones que conocen un aumento mayor del paro son más susceptibles a rechazar a los inmigrantes de base económica". La crisis "ha modificado la opinión de los europeos sobre el impacto de los inmigrantes en la economía, un efecto especialmente fuerte para las personas más afectadas por las consecuencias negativas de la mundialización y las mejoras tecnológicas". Los autores introducen así una diferencia entre los "motores económicos y culturales del populismo": sus resultados muestran que el rechazo a los inmigrantes tiene un fundamento económico más que cultural. No hay correlación entre el paro y la percepción del papel de los inmigrados en la vida cultural del país. Es como si los partidos de extrema derecha transformaran la base económica del rechazo a los inmigrados en un rechazo cultural» o dicho de otra forma una xenofobia afirmada.

Wolfgang Streeck habla de una nueva oposición entre las interpretaciones "de izquierda" y "de derecha" de la inmigración, que sería "ortogonal" al conflicto clásico izquierda-derecha entre trabajo y capital 32/. Por último, Patrick Artus "comprende el malestar social" de los asalariados de los países de la OCDE y lo explica por tres factores a que están confrontados: "desindustrialización y bipolarización del mercado de trabajo; menor capacidad de los Estados para financiar los gastos de protección social; descenso de la parte de los salarios, con la competencia salarial y la elevada exigencia de rentabilidad del capital" 33/.
Los malos tiempos

El cuadro de la economía mundial tras diez años de crisis es sombrío: la Unión Europea está dividida, entre Brexit y ascenso de la extrema derecha; la zona euro se fracciona; muchos de los llamados países emergentes están sometidos a movimientos erráticos de capitales; las deudas, y sobre todo las deudas privadas, no han dejado de acumularse; la parte de las riquezas creadas revertida a quienes las crean disminuye casi en todas partes, y las desigualdades se agudizan; el Estado social está minado por la concurrencia fiscal, etc. En vez de reabsorberse, los efectos de esta crisis se han agravado. La razón de fondo es que no existe modelo que pueda sustituir al que entró en crisis hace diez años, que sea aceptable para la oligarquía mundial. Todos los principios de organización de la economía mundial se desmoronan poco a poco, en particular bajo los violentos golpes de Donald Trump. Sólo China dispone de un programa coherente de reestructuración de una parte de la economía mundial en su beneficio.

En estas condiciones, muchos comentaristas anuncian ya una nueva crisis (tal vez también para precaverse de su ceguera diez años antes) sin que nadie pueda decir cuál será el elemento desencadenante. Pero la inquietud dominante proviene del hecho de que ya no existen municiones disponibles. Gordon Brown, el primer ministro británico en el momento de la crisis, ha expresado muy bien este temor: "Cuando se produzca la próxima crisis, descubriremos que no tenemos ni margen de maniobra fiscal o monetaria, ni voluntad de usarla". Y apunta lo que sin duda es más inquietante, "nos faltará la necesaria cooperación internacional" 34/.

Los instrumentos de coordinación han perdido su sustancia o han sido abandonados por la potencia todavía dominante. Ya no hay piloto de la mundialización. El desafío climático implicaría sin embargo, por naturaleza, una cooperación internacional, por no hablar de la bifurcación hacia otro modelo de desarrollo. Pero los desórdenes en la economía mundial, las políticas hostiles a la inversión pública, y sin duda la lógica inherente al capitalismo, hacen que esta perpectiva parezca trágicamente fuera del alcance hoy día

20/09/2018


Notas
1/ Michel Husson, « Le ralentissement de la productivité mondiale », note hussonet n°126, 17/09/2018.
2/ Michel Husson, « Dix ans de crise … et puis Macron », A l’encontre, 25/08/2017.
3/ Fuente : CPB World Trade Monitor. ver Michel Husson, « Les nouvelles coordonnées de la mondialisation », note hussonetn°125, 16/09/2018.
4/ Rosa Luxembourg, La acumulación del capital, 1913.
5/ Nicolas Boukharine, L’économie mondiale et l’impérialisme, 1917 (extractos) ; Imperialism and World Economy.
6/ Michel Husson, « L’accaparement des terres, entre Monopoly et colonisation », L’Humanité-Dimanche, 9/08/2018
7/ Nicolas Sersiron, « Les transferts négatifs sont les causes des exils forcés », CADTM, 22/08/2018.
8/ Shimshon Bichler y Jonathan Nitzan, « Energy Conflicts and Differential Profits: An Update », Octubre 2014.
9/ Amandine Aubry et al., « Le ralentissement de la productivité dans les pays émergents est-il un phénomène durable ? », Trésor-Eco n° 225, julio 2018.
10/ Christine Rifflart y Alice Schwenninger, « La Chine se normalise et son commerce devient ordinaire », OFCE, 12/07/2018.
11/ ] Pierre Salama, Les économies émergentes latino-américaines, Armand Colin, 2012.
12/ Fiona Tregenna, « Deindustrialization and premature deindustrialization », en E. Reinert et al. (eds.) Elgar Handbook of Alternative Theories of Economic Development, 2016.
13/ Branko Milanovic, Global Inequality. A New Approach for the Age of Globalization, 2016.
14/ Branko Milanovic, « Changes in the global income distribution and their political consequences », Oslo, Agosto 2018.
15/ Patrick Artus, « Pourquoi la concurrence fiscale se fait-elle par la taxation des profits des entreprises et pas par les autres impôts » 28/08/2018.
16/ « Les taux d’impôt sur les sociétés dans le monde », La Lettre Vernimmen, n° 159 mayo 2018.
17/ Thomas Torslov, Ludvig Wier, Gabriel Zucman, « The Missing Profits of Nations », vox.eu, 23/07/2018.
18/ Phil Levy, « President Trump’s ‘Secret Plan’ To Grow The Trade Deficit », Forbes, 13/08/2018.
19/ Agustín Carstens « Global market structures and the high price of protectionism » Bank for International Settlements, 25/08/2018.
20/ Mary E. Lovely, Yang Liang, « Trump Tariffs Primarily Hit Multinational Supply Chains, Harm US Technology Competitiveness », Peterson Institute for International Economics, Mayo 2018.
21/ James Politi, « US tariffs see small businesses plead for mercy as trade war bites » Financial Times, 24/08/2018.
22/ Elsa Conesa, « Acier : des industriels américains attaquent les surtaxes de Trump »,Les Échos, 27/06/2018.
23/ Michel Husson, « Les limites (comptables) de Donald Trump », note hussonet n°123, 28/08/2018.
24/ Michel Husson, « Pourquoi il faut bloquer le Transatlantic Free Trade Area (TAFTA) », A l’encontre, 26/11/2014.
25/ Faseeh Mangi,« China’s Vast Intercontinental Building Plan Is Gaining Momentum », Bloomberg, 9/04/2018.
26/ Branko Milanovic,« The west is mired in ‘soft’ development. China is trying the ‘hard’ stuff » , The Guardian, 17/05/2017. En un tweet, Milanovic añade este comentario cáustico: “pienso que China ofrece algo concreto (carreteras, vías férreas, puentes) mientras que la Unión Europea ofrece interminables conferencias dedicadas al tema de moda donde los consultores de la UE se embolsan el de dinero de la UE.»
27/ Alice Jetin-Duceux, « Les stratégies de la Chine à l’étranger », CADTM, Junio 2018. Robin Lee et al.,« China’s Overseas Expansion: An Introduction to its One Belt, One Road and BRICS Strategies », Febrero 2018.
28/ OCDE, Business and Finance Outlook, 2018.
29/ Philip Stephens, « Populism is the true legacy of the global financial crisis », Financial Times, 30/08/2018 ; « Le populisme est le véritable héritage de la crise financière mondiale », traducción de Gilles Raveaud, 6/09/2018.
30/ Thiemo Fetzer, « Did Austerity Cause Brexit? », University of Warwick, Junio 2018. Muchos estudios intentan establecer un vínculo entre austeridad y avance de la extrema derecha. Uno de ellos está dedicado al ascenso del nazismo en Alemania (Gregori Galofré-Vilà et al., 2017). Otros tratan de la Alemania contemporánea (Christian Dippel et al., 2015), los Estados Unidos (David Autor et al., 2017) o Suecia (Carl Melin et Ann-Therése Enarsson, 2018).
31/ Yann Algan, Sergei Guriev, Elias Papaioannou, Evgenia Passari, « The European Trust Crisis and the Rise of Populism », BPEA Conference Drafts, 7-8/09/2017.
32/ Wolfgang Streeck, « Between Charity and Justice: Remarks on the Social Construction of Immigration Policy in Rich Democracies », Culture, Practice & Europeanization, 2018, Vol. 3, Nº 2.
33/ Patrick Artus, « Les évolutions inexorables des économies créent le malaise social », Flash CDC, 24/08/2018.
34/ ] Gordon Brown, « We are sleepwalking into another financial crisis » BBC, 13/09/2018.