lunes, 22 de julio de 2019

ARGENTINA. A 43 AÑOS DE LA CAÍDA DE LA DIRECCIÓN DEL PRT-ERP/ HOMENAJE A ROBI/ ACTO EN PLAZA CONGRESO (FOTOS)/ LEVANTANDO LAS BANDERAS



Resumen Latinoamericano/ 19 de julio 2019

A 43 años, de la caída de los compañeros: Mario Roberto Santucho, Secretario General del PRT y Comandante en Jefe del ERP, tenía 40 años, su cuerpo aún permanece desaparecido. Benito Jorge Urteaga, Mariano, miembro del Comité Ejecutivo del Partido, tenía 31 años, su cuerpo aún permanece desaparecido. Domingo Menna, Nicolás el Gringo, miembro del Comité Ejecutivo del Partido, tenía 29 años, su cuerpo aún permanece desaparecido. Liliana Marta Delfino, miembro del Comité Ejecutivo y del Comité Central del Partido, tenía 32 años, su cuerpo aún permanece desaparecido, estaba embarazada. Ana María Lanzillotto, militante del PRT – ERP, tenía 29 años, su cuerpo aún permanece desaparecido, estaba embrazada de ocho meses. Fernando Mario Gertel, Barba, militante del PRT – ERP, tenía 30 años, su cuerpo aún permanece desaparecido.

«Ya se acerca la tarde, hace frío, el sol atravesó las nubes en una suave insinuación de fuego, la Panamericana ahí nomás, Villa Martelli está lejos y un changuito santiagueño en medio de los cañaverales susurra La Pobrecita una zamba de Atahualpa con otra letra: “…pueblo tucumano que va al combate, Negro Santucho su comandante..” (Luis Horacio Santucho)
Hasta la Victoria Siempre!!!



 Homenaje a Robi

¿Cuál habrá sido su último pensamiento aquel lunes casi atardecido del 19 de Julio de 1976 en el cuarto piso de la calle Venezuela 3149 de Villa Martelli?.

Seguramente nunca lo sabremos. El Comandante Guevara cuando sintió la muerte aproximarse a su cuerpo, dijo en su famosa obra Pasajes de la Guerra Revolucionaria: “….Quedé tendido, disparé un tiro hacia el monte siguiendo el mismo oscuro impulso del herido. Inmediatamente me puse a pensar en la mejor manera de morir en ese minuto que parecía todo perdido. Recordé un viejo cuento de Jack London, donde el protagonista apoyado en un tronco de árbol, se dispone a acabar con dignidad su vida, al saberse condenado a muerte por congelación, en las zonas heladas de Alaska…”. El cuento es “El silencio blanco” y el personaje que se dispone a morir se llama Mason quién comienza a revivir imágenes de su niñez y un fugaz repaso de su vida.
 
Así imagino los últimos instantes del Comandante Santucho, quizás rondaba por sus recuerdos aquél pago de Gramilla, el pueblo de sus abuelos, las hazañas infantiles y los carnavales, antigua posta de jinetes guerrilleros rumbo al Alto Perú, donde el General San Martín ordeno matar todos los chanchos para la hambrienta tropa y desde ahí el famoso refrán “A cada chancho le llega su San Martín”. En ese escenario la hechicera del pueblo anticipaba los aconteceres con esta sentencia: “Será como un Rey, algo grande, que llegará lejos, pero no llegará y todos sufrirán porque el barro y la sangre, amasados en el azar de Dios partirá su negra cabecita”.
 
Estaba malherido, trataba de conservar la calma y comenzaron a pasar por su pensamiento los hermosos rostros de sus padres Francisco y Manuela, su familia y sus nueve hermanos, entre ellos, el escritor Francisco René, y su bella alma hegeliana, el Capitán Asdrúbal, nuestro tío Chicho, muerto en una emboscada cerca del río Los Sosa en Tucumán, Manuela nuestra tía Neni, abogada de presos políticos y Carlos ahogado en la tortura en el centro clandestino de detención “Automotores Orletti”, Maria del Valle, nuestra prima “Coti” con sus dedos que examinaban cosquillas de niños, desaparecida en los días previos al último intento de copamiento de la unidad militar “Domingo Viejobueno” en Monte Chingolo y Mercedes, la prima Merci, hija del mayor de sus hermanos Amilcar, desaparecida en Córdoba cuando intentaba identificar a un delator y por supuesto su tibio cervatillo Ana Maria Villarreal “Sayo” junto a sus niñas.
Se escuchan gritos lejanos de embestidas calchaquíes y aparece fulgurante ese 9 de Julio de 1961, cuando la asamblea de campesinos y estudiantes dio origen al Frente Revolucionario Indoamericano y Popular, conocido como FRIP, también el obrero rural tucumano Antonio del Carmen “Negrito” Fernández y Domingo Menna encendiendo el camino de la Compañía de Monte Ramón Rosa Gimenez, el abnegado compañero montonero Mariano Pujadas, el rosarino Luis Pujals, unos de las primeras bajas del partido, aquél 25 de Mayo de 1965, la fecha imborrable de la fundación del PRT-ERP, el intelectual marxista Silvio Frondizi y el abogado Rodolfo Ortega Peña ambos con su corazón de perros entregado al pueblo, la irreductible mirada del Capitán Pablo Molina, el grito pelado de guerra de los Decididos de Córdoba encabezados por Cesar “Chechi” Argañaraz y el Comandante Pedro Ledesma, la radiante luna tucumana Clarisa Lea Place mirando cada vez más cerca de su corazón, el escritor Haroldo Conti y su cazador americano Mascaró, Alicia Eguren y Jhon Willian Cooke, marcas registradas del peronismo de la resistencia, la histórica jornada del 24 de Noviembre de 1974, cuando 12.000 personas reunidas en Roque Sáenz Peña (Provincia de Chaco) en el Vº Congreso del FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo), vibraban al compás del discurso de Agustín Tosco. En su vuelo enamorado como la chacarera de Peteco, vuelven nuevamente las imágenes del Cordobazo, el Tucumanazo, el Rosariazo, el Devotazo, y tantas jornadas teñidas de pasión revolucionaria en los tiempos del vencer o morir por la Argentina. A su alrededor había estallado todo y un gemido lo atraviesa, consideraba la posibilidad de compartir con su compañera Liliana el nombre del traidor, el Capitán Benito Urteaga estaba como siempre a su lado. Parecía un personaje borgeano, convencido que la muerte es una fantasía sobre el tiempo y se dijo a sí mismo: mi carne puede tener miedo, yo no.

La noticia de su asesinato fue una sacudida crujiente, un viento de tristezas guardadas en la soledad de los salitrales chicoteaba el dolor. El viejo Rosendo Gutierrez, encendido por relatos de fogatas nos dijo que un viento de parecidos dolores estremeció la región cuando se anunció la muerte del heroico guerrillero Martín Miguel de Guemes.
Su legado para la historia es lejos de ser ambiguo, “línea recta en el laberinto argentino”, dijo Don Osvaldo Bayer, coraje, entrega, solidaridad, palabra y acto al unísono, guerrero marxista de fina estirpe, nos regaló su último gesto de unidad, había postergado su viaje hacia el exilio para concretar una reunión con la organización peronista Montoneros y sus últimas palabras revelan una asombrosa lectura de la realidad, “…Pero los profundos cambios que registra la realidad nacional no provienen de una evolución lineal e incruenta. Como todo proceso revolucionario se viene desarrollando en espiral, con avances y retrocesos, en tendencia siempre ascendente, y a costa de sensibles pérdidas. Como dijo Mao Tse Tung “luchar, fracasar, volver a luchar, volver a fracasar, volver a luchar hasta la victoria”, es una ley de la lucha revolucionaria. En la guerra de nuestra primera independencia los ejércitos patriotas intentaron avanzar dos veces por Bolivia hacia Perú, hasta descubrir el triunfal camino de Chile, Bolívar a su vez fue, cuatro veces vencido en Venezuela y cuatro veces se exilió, hasta encontrar en su quinto intento el camino de la victoria definitiva. Así ocurre y ocurrirá en nuestra guerra revolucionaria……Y en este momento de reflujo de masas, mientras se despliegan sin cesar su aguerrida resistencia guerrillera, las fuerzas revolucionarias podrán analizar serenamente las experiencias, “hacer un alto en el camino”, reagrupar, reorganizar y consolidar el potencial revolucionario para estar en condiciones de aportar vigorosa y organizadamente para la máxima extensión y potencia del próximo auge obrero-popular…” (Editorial del Combatiente Nº 225 del Miércoles 21 de Julio de 1976 “Diez años de lucha y experiencia”).

Ya se acerca la tarde, hace frío, el sol atravesó las nubes en una suave insinuación de fuego, la Panamericana ahí nomás, Villa Martelli está lejos y un changuito santiagueño en medio de los cañaverales susurra La Pobrecita una zamba de Atahualpa con otra letra: “…pueblo tucumano que va al combate Negro Santucho su comandante..”




MARIO ROBERTO SANTUCHO

(Santiago del Estero, Argentina, 12 de agosto de 1936 – Buenos Aires, Argentina, 19 de julio de 1976).

Revolucionario argentino, fue fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y Comandante de la mayor guerrilla marxista de América Latina, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

Murió combatiendo contra un grupo de tareas clandestino del Ejército Argentino en Villa Martelli, provincia de Buenos Aires.

Hijo del procurador judicial Francisco Rosario Santucho y de la maestra Manuela del Carmen Juárez, nació en la ciudad de Santiago del Estero el 12 de agosto de 1936. Don Francisco tuvo diez hijos, siete de los cuales nacieron de sus primeras nupcias con Isabel Juárez y los tres restantes -el mayor de los cuales era Mario Roberto- del segundo matrimonio con una hermana de la fallecida primera esposa.

Desde muy joven, prácticamente en la adolescencia, comenzó a interesarse por las ideas políticas como consecuencia del permanente debate en el seno de su familia en un momento trascendente de la vida nacional: la década de los 50. El conflicto ideológico que se generalizaba en al ámbito social ante la evidente caducidad de una forma de producción y de vida -la fase premonopólica del capitalismo- conducía al cuestionamiento de valores burgueses, generando contradicciones y la búsqueda de nuevas formas de convivencia.

Los cuestionamientos no sólo se referían a lo económico y político, sino que se extendían a lo ideológico. Los cambios que se producían en el mundo al concluir la guerra contra el fascismo, exponían ante los pueblos nuevas y promisorias experiencias al desmoronarse la barrera de ocultamiento y desinformación erigida por el imperialismo. El enfrentamiento bélico permitió conocer la realidad de la construcción, del socialismo en la URSS, desenmascarando las patrañas que difundían los confabulados en la defensa del ya agotado orden burgués. En un hogar profundamente católico con sólidas raíces nacionales, nivel económico y prácticas de vida de las capas más populares de la pequeña burguesía del interior, los nuevos vientos encontraron inmediata receptividad, disipando confusiones, unificando puntos de vista aparentemente opuestos y aportando procesos sintetizadores que, repitiéndose en muchos otros casos similares, definen una tendencia digna de un análisis más detenido.
Sus primeras inquietudes de participación se canalizaron a través de su acercamiento al Centro de Estudios e Investigaciones Socio-Económicos de la Provincia de Santiago del Estero y a la revista Dimensión, donde desempeñaba un papel prominente su hermano Francisco René quien, años después como dirigente del PRT, fuera secuestrado y desaparecido en la ciudad de Tucumán durante el gobierno de Isabel Perón (abril de 1975). Ya comenzaba a interesarse por el marxismo, aunque todavía desde una posición crítica que fue matizando en las relaciones con militantes de izquierda e intelectuales que participaron en las actividades culturales que se desarrollaron en esos círculos. En esas circunstancias conoció, entre otros, a Bernardo Canal Feijoo, Rodolfo Khun, Héctor Agosti, Miguel Angel Asturias, Hernández Arregui y al intelectual polaco anticomunista Witold Gombrowicz, quienes contribuyeron a fortalecer su aspiración de profundizar el conocimiento de la problemática social y política.

Ya estudiante de Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de Tucumán, interviene activamente en las luchas universitarias participando en la fundación del MIECE (Movimiento Independiente de Ciencias Económicas) que surge como alternativa entre el Movimiento Reformista -constituido fundamentalmente por corrientes radicales, comunistas y socialistas- y el Humanismo que expresaba a sectores católicos y a la derecha conservadora. Su bandera de lucha estaba en el cuestionamiento a las vacilaciones y el abandono de las reivindicaciones del estudiantado del Movimiento Reformista que dirigía el Centro de Estudiantes, absorbido por una estéril polémica principista con el Humanismo. Priorizó la lucha por las reivindicaciones principales del conjunto, interesado fundamentalmente en encontrar condiciones para avanzar en sus estudios y el apoyo a la Revolución Cubana, aún no definida como socialista. El MIECE triunfó en las elecciones de 1959 ganando el Centro de Estudiantes y consagrando a Santucho como delegado estudiantil al Consejo Tripartito. La experiencia se extendió a otras facultades con distintas denominaciones, alcanzando en varias de ellas importantes éxitos y generando el nacimiento de una tendencia distinta a las tradicionales del estudiantado. Comenzaban ya a definirse muchos de los atributos que caracterizaron su personalidad en las luchas posteriores. Su pasión por el estudio, muchas veces obstaculizado por las exigencias de una intensa militancia, trataba de ser satisfecha con organización y constancia, robándole horas al sueño y hasta utilizando métodos de lectura veloz, no siempre acordes con una necesaria profundización. Una confianza ilimitada en las masas lo dotaba de optimismo y una dinámica contagiosa, lo que le permitió enfrentar ambiciosos objetivos, generando energías y despertando fuerzas, muchas veces ignoradas, en los que acompañaban sus esfuerzos.

A comienzos de 1961 y con la aspiración de llegar a Cuba, viaja en compañía de su esposa Ana María Villarreal a través de varios países de América Latina; esa experiencia resulta determinante para su futuro. En Perú conoce al líder aprista Raúl Haya de la Torre, cuyas ideas influenciaban en el naciente Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP). Sale decepcionado de la entrevista. El propagandizado antiimperialismo de Haya de la Torre, en esas circunstancias enmarcado en la “guerra fría” de la potencia imperialista contra el campo socialista, se ha transformado en un mero desarrollismo vergonzante que lo desenmascara ante sus visitantes.

Llega a los EE.UU., participa en debates y da conferencias en algunas universidades, conociendo desde adentro el bastión del capitalismo, palpando las falencias del progresismo de su intelectualidad y las increíbles limitaciones que manifestaban las individualidades más contestatarias al sistema. Hace escala en México donde palpa el descarnado rostro de la inicua explotación a la inmensa mayoría del pueblo, en una democracia capitalista con estabilidad política, presentada por la burguesía como modelo a imitar al resto del continente. Desembarca en Cuba en un instante decisivo de su Revolución: cuando se proclama el avance hacia el socialismo. El contacto con esa realidad, las conversaciones con los líderes fundamentales y el contraste que advierte con todos las que conociera hasta ese momento -incluso la de la Argentina peronista- definen sus aspiraciones revolucionarias y su adaptación de la ideología marxista-leninista. Regresa convencido y con su característica decisión impulsa los pasos para su plena integración a la lucha por la revolución argentina. En su ausencia, el 9 de julio de 1961, se había fundado formalmente el FRIP, como materialización de la concepción americanista antiimperialista, con reivindicaciones indigenistas que profesaban algunos de los componentes, fundamentalmente su hermano Francisco René. La opción que enfrentaba en esas circunstancias estaba en incorporarse a alguna de las organizaciones que invocaban el marxismo o trabajar para construir una nueva organización con objetivos definidamente revolucionarios. Se decide por la más arriesgada: la única que consideraba factible en ese momento, a pesar de las enormes dificultades que presentaba.
Visualiza al FRIP como el embrión por desarrollar hacia el objetivo del partido revolucionario. Fue necesario un intenso debate ideológico interno para superar las profundas diferencias existentes entre su proyecto y las convicciones y metas de muchos de sus compañeros. El poder de convicción del ya conocido «Roby», su ya mentada tenacidad y una práctica conjunta con sectores marxistas en Santiago del Estero (PC y PS) en apoyo a la Revolución Cubana, permitieron importantes avances políticos en los principales componentes de la organización, no sin que se produjeran dolorosas deserciones. Particular importancia reviste, en ese paso, la evolución de Francisco René quien, desde su visión filosófica idealista en un complejo proceso de profundo análisis y debate, concluye enrolado en la concepción materialista dialéctica, donde su producción no fue lo rica que era de esperar al ser víctima, justamente en esa etapa, de la represión de la derecha fascista. Se lanza intensamente a la actividad de construcción política de la organización. Por ese entonces, el FRIP se extendió a Tucumán, volcándose Santucho al trabajo entre los obreros azucareros, participando activamente en las luchas que libraban en defensa de la fuente de trabajo y del nivel salarial, amenazados por el proceso de concentración que impulsaban los grandes ingenios monopólicos de Salta y Jujuy.

En la misma época, escribe un análisis marxista, estudiando la estructura económica y de las clases sociales del norte del país, el peso de la industria azucarera en su economía y el importante rol de los trabajadores del ingenio y del surco por su concentración y experiencias de luchas; en él se planteaba la necesidad de la alianza del proletariado azucarero con el campesinado pobre y medio y la importancia de neutralizar a otros sectores medios y pequeño burgueses para aislar a la gran burguesía azucarera. Dicha investigación fue conocida como «Cuatro Tesis sobre el Norte Argentino».

La permanente dedicación al estudio de los clásicos fue complementada con una riquísima práctica social, en la que fue forjándose definitivamente su personalidad, afirmándose sus convicciones y el temple revolucionario que lo erigieron en el símbolo que hoy es. Al mismo tiempo, su profundo internacionalismo caracterizó toda su militancia. Ya vimos con qué inquietudes conoció la Cuba revolucionaria; también fue un incansable estudioso y propagandizador de los procesos de Vietnam y todo el sudeste asiático, además de la «Revolución de los Claveles» en Portugal, que «Roby» miraba con particular esperanza. De la misma manera, fue uno de los principales impulsores de la unidad de los revolucionarios del Cono Sur de nuestro continente, cristalizada en la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR) que agrupó al MIR de Chile, el MLN Tupamaros del Uruguay, al ELN de Bolivia y a nuestro Partido. Integra plenamente su militancia y sus luchas con su vida familiar y de relación. No concebía la práctica política aislada y su confianza, seguridad y poder de convicción influenciaron a todos los que lo conocían. Su compañera Ana María fue erigiéndose en una importante dirigente, lo que la convirtió en víctima de la represión. Fue herida de bala en un reparto de alimentos en un barrio obrero y luego detenida dos veces. En la primera, fue liberada en la fuga del Buen Pastor en Córdoba y en la segunda oportunidad, luego de la fuga de Rawson, fue asesinada junto con otros 15 revolucionarios en la base naval de Trelew, el 12 de agosto de 1972. Del matrimonio nacieron tres hijas: Ana, Marcela y Gabriela, las que compartieron casi todas las vicisitudes de la vida de sus padres.

Fortalecido el FRIP, Santucho se preocupa por establecer relaciones y acercamientos con otras organizaciones marxistas, en la búsqueda de un diálogo que permitiera acercar posiciones y tácticas diferentes. Son conocidos los permanentes esfuerzos que impulsó para generar un debate fecundo con el Partido Comunista Argentino al cual, pese a las vitales diferencias que mantenía, calificaba como el aliado estratégico en vista a la formación del partido del proletariado. Los primeros intentos comenzaron antes del nacimiento del PRT, en Santiago del Estero, pero se frustraron por la negativa de los dirigentes comunistas locales a mantener relaciones con trotskistas. Con posterioridad -y sobre todo a partir del desprendimiento de los grupos que seguían a Nahuel Moreno- se produjeron avances, aunque con polémicas poco constructivas por su antagonización. En el camino del acercamiento a otras corrientes marxistas, participando en las luchas de los trabajadores tucumanos, comienzan a establecerse vínculos con militantes de Palabra Obrera, organización de tendencia trotskista que desarrollaba el «entrismo» en el peronismo obrero tucumano. Esas vinculaciones a niveles de base fueron facilitando el acercamiento de ambas organizaciones en la región, donde incluso se participa conjuntamente en una experiencia electoral que permite incorporar a dirigentes obreros a la legislatura de la provincia en 1964. En ese proceso y a pesar de las profundas diferencias que advierte Santucho entre las posiciones de ambas organizaciones, impulsa la unificación en la Fundación del PRT (25 de mayo de 1965) alentado por las grandes coincidencias que encuentra en la vinculación con la base de Palabra Obrera.

En la lucha interna que inmediatamente se desata en el PRT, Santucho desempeña un rol prominente en el enfrentamiento con las fundamentales posiciones del trotskismo. Su papel en el III, IV y V Congreso son vitales en las decisiones que se adoptan, rechazando la política del «entrismo», definiendo el tipo de partido como marxista-leninista e impulsando, en la práctica, la lucha en apoyo a la resistencia de los trabajadores azucareros ante la violencia de la dictadura militar de Onganía. Durante ese período, Santucho es detenido en dos oportunidades. Primeramente en Tucumán, donde es trasladado permanentemente a diversas comisarías del interior para prevenir intentos de fuga o de liberación por parte de sus compañeros. Finalmente, es alojado en la Penitenciaría de la ciudad de Tucumán, junto con todos los presos pertenecientes al PRT. Mediante un ardid para lo cual, con la ingestión de un medicamento, se provoca los síntomas de un ataque de hepatitis, logra su traslado al Hospital Provincial; allí logra fugarse aprovechando un descuido de la guardia en un cambio de turno. Viaja inmediatamente a Buenos Aires para participar en el Vº Congreso que estaba en preparación.

Posteriormente, en agosto de 1971, es nuevamente detenido en la ciudad de Córdoba cuando se aprestaba a viajar junto con otros militantes para apoyar la fuga de sus compañeros de la Penitenciaría de Villa Urquiza de Tucumán, donde estuvo alojado. Inmediatamente trasladado a la prisión de Villa Devoto en Buenos Aires, es mantenido bajo un riguroso control. Poco tiempo después, es detenida en Tucumán su compañera Ana María y quedan sus tres hijas bajo la atención de sus abuelos. En la cárcel, Santucho impulsa el estudio y la formación política de los varios centenares de militantes de la organización, al mismo tiempo que se esfuerza por mejorar las relaciones políticas con los prisioneros de otras organizaciones populares, especialmente PC, Montoneros, FAR y FAP. Se destacan sus esfuerzos para unificar posiciones -a veces notablemente enfrentadas- entre las diversas tendencias políticas, sobre todo entre el PC y las organizaciones peronistas que desarrollaban la lucha armada. Asimismo, establece sólidos vínculos con destacados militantes políticos y sindicales como Raimundo Ongaro, Armando Jaime, Pujadas y, sobre todo, Agustín Tosco, con quien mantuvo una fecunda vinculación hasta el final de su vida. Trasladado a Rawson, penal de máxima seguridad, prepara minuciosamente el plan de la fuga que se efectiviza el 15 de agosto de 1972. En su elaboración prevé al máximo los diversos detalles de la operación, viéndose precisado a insistir y argumentar reiteradamente pese a las dificultades naturales de su prisión, ante la indecisión y la falta de confianza de los que ocupan transitoriamente la Dirección del Partido. La operación en el penal se consumó a la perfección. Se logró el pleno control interno. Pero la falta de fe y las debilidades de los que comandaban las fuerzas de apoyo exterior generaron un serio problema: el grupo de vanguardia, al intentar dominar la última guardia externa, terminó en un breve intercambio de disparos que ocasionó, en la jefatura de operaciones externa, la decisión de retirarse con los vehículos para el traslado de los liberados, ante la visión de que habría fracasado el intento interno. Consecuencia de tan nefasto error fue la tardía llegada del segundo contingente de liberados al aeropuerto de Trelew (donde estaba copado y retenido el avión regular de Austral), su obligada rendición y el ulterior asesinato por fuerzas de la Marina de 16 de los 19 revolucionarios allí encerrados, el 22 de Agosto de 1972. Los seis dirigentes principales de las organizaciones participantes -ERP y FAR, en la planificación e implementación; y Montoneros solamente en la fuga de sus presos- en el avión secuestrado lograron llegar a Chile donde obtuvieron asilo del gobierno la Unidad Popular de Allende para ser trasladados, posteriormente, a La Habana. Dichos dirigentes fueron nuestros compañeros Santucho, Domingo Mena y Gorriarán Merlo, además de Marcos Osatinsky y Roberto Quieto de las FAR y Fernando Vaca Narvaja de Montoneros. Casi inmediatamente, en noviembre de 1971, retornó al país y se puso al frente de la organización que pasaba por una situación crítica como consecuencia de la notable reducción cuantitativa de sus integrantes (gran cantidad de militantes estaban en prisión) y por la debilidad política de la Dirección transitoria. A partir de entonces se impulsa un proceso de incesante desarrollo y crecimiento de la organización.

La instalación del gobierno constitucional de Cámpora inicia una compleja coyuntura en la política del país, en la que la agudeza que adquiere el enfrentamiento social y el acelerado desarrollo del PRT y del ERP imponen un ritmo absorbente a la actividad. La vida de Santucho se liga cada vez más indisolublemente a la lucha partidaria y resulta casi imposible remarcar hechos personales separados de la política del PRT, de sus análisis y de sus propuestas. Participa en todas y cada una de las decisiones fundamentales, correspondiéndole la principal cuota en los errores y en la trascendente presencia que manifiesta en la decisiva fase de la vida nacional que transcurre entre 1973 a 1976. Constituye pareja con Liliana Delfino, integrante del Comité Central de la organización y responsable de Propaganda Nacional, que lo acompaña hasta su muerte, circunstancia en la cual es secuestrada y desaparecida por las fuerzas militares que asaltaron su vivienda de Villa Martelli. De esa unión nació Mario Antonio.

El PRT caracteriza correctamente las posibilidades del gobierno de Perón desde el punto de vista de los intereses de clase que representaba y del objetivo de contener la lucha de masas, para lo cual se vería precisado a seguir el rumbo antipopular. La justeza de ese análisis y la activa presencia del Partido y del Ejército en la lucha de clases concitan la confianza de las capas más politizadas -que comienzan a participar en su lucha- y el respeto del conjunto de las masas. Al mismo tiempo, desarrolla esfuerzos para el acercamiento con otras organizaciones populares, en procura de acuerdos unitarios que permitan coordinar actividades conjuntas. En ese sentido, sus pasos resultan poco fructíferos, no solamente por las diferencias de propuestas políticas, sino por los profundos desacuerdos en el análisis de la situación.

Pero ya resulta irreversible la inercia del proceso, no solamente por las dificultades, sino también por la dinámica de cada una de las organizaciones, que limitaba las posibilidades de una modificación táctica. Sin embargo, Santucho persistió en sus objetivos de unificación con las fuerzas afines, aún reduciendo la amplitud de las alianzas. Hasta sus últimos momentos, bregó incansablemente por concretar un acuerdo con Montoneros, Organización Comunista Poder Obrero (OCPO) y Partido Comunista Marxista Leninista (La Plata), con el proyecto de la Organización para la Liberación de Argentina (OLA).

En ese esfuerzo fue sorprendido por el ataque militar a su vivienda, donde se encontraba junto con Liliana Delfino, Domingo Mena, su compañera Ana María Lancillotto de Mena y Benito Urteaga. Fiel a sus convicciones y manteniendo la conducta de toda su vida, no obstante la inferioridad numérica y de armamento, junto con Urteaga enfrentó el ataque militar. Domingo Mena, Liliana Delfino y Ana Maria Lancillotto fueron secuestrados. Era el día 19 de julio de 1976. Desde entonces todos ellos permanecen desaparecidos.

Acto homenaje a la dirección del PRT -ERP

A 43 años de los asesinatos de Mario Roberto Santucho, Benito Urtega, Domingo Mena, Liliana Delfino y Ana Maria Lancillotto y de todos los caídos continúa la reivindicación de la lucha por el Socialismo






Levantando las banderas del Roby

Por Venceremos Partido de Trabajadores



Este 19 de julio recordamos a Mario Roberto Santucho, Secretario General del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), secuestrado y desaparecido junto a Domingo Menna, Liliana Delfino, Ana María Lanzilotto y Benito Urteaga. La dictadura genocida quiso eliminar sus rastros tratando de que nadie recupere su lucha, ni se atreva a soñar con la revolución y el socialismo en nuestro país. Pero su ejemplo sigue siendo inspiración para nuevas generaciones de militantes revolucionarios. Hoy, la justicia de clase vuelve a mostrar su complicidad con quienes pretendieron eliminarlos para siempre. Hoy, la prensa burguesa sigue escupiendo mentiras. Para nosotros y nosotras Santucho sigue siendo el revolucionario que sintetizó todo un horizonte de emancipación colectiva que involucró a miles de hombres y mujeres.

Como parte de una larga historia, hace algunas semanas, fines de mayo, la justicia rechazó el pedido de resarcimiento a la familia de Santucho. Las hijas reclamaban una indemnización por el secuestro, tortura y desaparición de su padre y la jueza que actuó en el caso reconoció sólo los daños por la no entrega de su cuerpo. Más allá del resarcimiento económico, que seguramente para la familia significaría alguna reparación, lo que queda en evidencia es el sistemático ensañamiento hacia Santucho. Un artículo despreciable del diario La Nación del día 29 de mayo, expresaba lo injusto que sería el reconocimiento de los crímenes de lesa humanidad hacia MRS, comparando las acciones del terrorismo de Estado con la lucha obrera y popular de la cual las organizaciones político militares eran parte. Reactivando el discurso de los dos demonios (para apuntar a uno, el obrero y popular), La Nación condena en igualdad de parámetros la lucha por terminar con la explotación del sistema capitalista con la reacción genocida de las fuerzas armadas instrumento de la burguesía local y el imperialismo. Nada podemos esperar de la prensa que sigue defendiendo las injusticias de un sistema terrible que condena a la miseria a miles de personas.

Una biografía individual y colectiva

Los líderes revolucionarios se forjan caminando al paso de la historia. A cada generación le toca su propio desafío temporal. A la generación de los hombres y mujeres del PRT les tocó batallar en un contexto histórico signado por grandes movilizaciones de masas y el auge de la lucha revolucionaria en el continente, que veía en la lucha armada una vía para la toma del poder. Con el ejemplo de la Cuba revolucionaria de Fidel y el Che, con los procesos de descolonización del tercer mundo, de Vietnam y de Argelia, y con numerosas vanguardias armadas distribuidas a lo largo y ancho de Nuestra América, la figura de Mario Roberto Santucho se vuelve una pieza fundamental. La tarea histórica de construir un partido revolucionario es colectiva, y no se realiza aislada del proceso que vive el movimiento de masas. Pero junto a esto, existen las figuras personales que cumplen papeles relevantes, que por su claridad y firmeza son distinguibles, y así, pasan a la historia. Es así como Santucho vivió las luchas contra el cierre de los ingenios en Tucumán, la revolución cubana en ascenso, la lucha contra el racismo blanco en Estados Unidos, y sobre todo, el Cordobazo, los procesos de organización clasista del SITRAC SITRAM, los incipientes procesos de organización armada frente a la dictadura de Onganía. Con las movilizaciones populares en ascenso, las condiciones y la decisión de avanzar en la lucha revolucionaria, en la que la lucha armada tenía un lugar destacado.

Nació en una familia numerosa en Santiago del Estero. Le tocó presenciar en el norte argentino lo más crudo de la pobreza y la explotación del capitalismo argentino. En su adolescencia estudió para contador en la Universidad de Tucumán y formó parte del movimiento estudiantil siendo parte de la conducción del Centro de Estudiantes. Ya como profesional se vinculó con los gremios azucareros de la FOTIA entablando relación con lo que consideró parte de la vanguardia obrera de ese momento.

Sus primeros pasos en política estuvieron vinculados con el Indoamericanismo. Junto a su hermano iniciaron una primera experiencia política en el Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP), cuyo órgano de difusión era la revista Dimensión publicada en español y quechua. Al poco tiempo, entrarán en vínculo con otra organización conducida por Nahuel Moreno, Palabra Obrera que luego de un período de intercambio político y trabajo en frente único, darán nacimiento en 1965 al Partido Revolucionario de los Trabajadores.

En su cuarto congreso, en 1968, el PRT se dividió entre la fracción dirigida por Moreno, PRT – La Verdad, y la dirigida por Santucho, PRT – El Combatiente. Poco tiempo después, en su quinto congreso se dará la creación del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), dando inicio a las acciones armadas. La persecución policial y la represión llevará a varios de sus dirigentes, entre ellos a Mario Roberto a la prisión. Será en el sur argentino, donde se gestará uno de los episodios más épicos y trágicos de la época que lo tendrán como protagonista. La fuga del penal de Rawson en agosto de 1972 se preparó con la unidad de esfuerzos entre las principales organizaciones político militares (PRT-ERP, FAR y Montoneros). Esta acción representó uno de los actos de confrontación más importante contra la dictadura de Lanusse. Sin embargo, errores operativos tendrán como resultado la masacre a sangre fría de 16 militantes por parte de los milicos en la Base Almirante Zar de Trelew. Entre los fallecidos se encontraba su esposa, Ana María Villarreal. Santucho logró escapar a Chile y luego a Cuba desde donde volvería a la Argentina para reincorporarse a la lucha.

Frente al llamado a elecciones impulsado por el general Agustín Lanusse, a través del Gran Acuerdo Nacional (GAN), Santucho propondrá el aprovechamiento de la recuperación de la legalidad para impulsar una ampliación de su política. El PRT avanzará en su desarrollo sindical a través del Movimiento Sindical de Base, el impulso de una prensa de masas como fue el diario El Mundo, y una propuesta política como fue el Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS) que propuso la candidatura de Agustín Tosco para la presidencia, finalmente declinada por este. Lo que puede apreciarse con estos elementos es la adecuación de las tácticas de acumulación política y la visión integral de un proyecto revolucionario, que más allá de sus aciertos y errores buscó utilizar todas las formas de lucha para lograr la patria socialista. La combinación de la lucha social, la lucha política junto con el desarrollo de la fuerza militar se conjugarán en una estrategia integral del PRT. La consagración de esa estrategia se puede leer en el documento “Poder burgués y Poder revolucionario” que demostrará la capacidad teórica de Santucho.

La contrainsurgencia argenta

La democracia descompuesta por las organizaciones parapoliciales impulsadas desde el propio seno del Estado como la triple A, el reflujo del movimiento popular y los golpes sufridos en diferentes acciones llevarán a un debilitamiento de la estructura del PRT-ERP. Con la dictadura genocida ya en el poder desde marzo de 1976, Santucho y la dirección del partido buscarán una alianza con las otras organizaciones armadas en la conformación de la OLA. Esta búsqueda lo encontrará en el departamento de Villa Martelli donde será sorprendido por una patota militar que lo herirá de muerte. Llevado a la guarnición de Campo de Mayo su cuerpo permanece desaparecido hasta hoy.

La imagen demonizada de Mario Roberto Santucho por la prensa burguesa se basa en su odio de clase hacia uno de los hombres que puso en discusión la  cuestión del poder en nuestro país y una salida revolucionaria. Ese desprecio tiene razones políticas e ideológicas. A Santucho se lo puede ubicar junto a figuras de la talla de Miguel Enríquez, Carlos Fonseca y del Che Guevara. Su capacidad política y su decisión de vencer lo destacan como un enemigo acérrimo de las clases dominantes.

No es casualidad entonces que su cuerpo haya sido desaparecido. El propio Videla reconoció hace muchos años que fue decisión suya no devolver los restos del líder guerrillero para evitar cualquier culto a su figura. Nuevamente, la lógica de la desaparición se fundamenta en la peligrosa motivación y ejemplo que ejercen los combatientes caídos para las nuevas camadas militantes.

A contrapelo, con la mirada clara hacia la revolución y los pies bien plantados en nuestra historia, Santucho sigue siendo bandera y horizonte para todas y todos los que seguimos peleando por la liberación nacional y social.

Santucho vive, la lucha sigue.

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