martes, 16 de julio de 2019

CHOLOS LIBERTADORES



Escribe: Milcíades Ruiz

Ahora que todos los valores están concentrados en la celebración de Fiestas Patrias, rescato para el reconocimiento histórico, el aporte de los peruanos ancestrales en la lucha por la independencia del Perú, creyendo que serían liberados de la opresión que sufrían. Tomo para tal efecto, un documento fidedigno del Virrey Joaquín De la Pezuela, ante la inminente llegada de tropas revolucionarias que ya habían liberado el virreinato de Buenos Aires y la Capitanía General de Chile. 

El calificativo de “cholo” proviene del mestizaje provocado por las tropas españolas que conquistaron el Tahuantinsuyo, al procrear descendencia con las mujeres nativas. Desde entonces, se ha usado esta expresión como desmerecimiento denigrante de la raza europea, motivando el desprecio y discriminación consuetudinaria que aún persiste. Pero esto, también generó resentimiento de los afectados contra los colonialistas y sus descendientes republicanos. 

En el escenario histórico de 1818, se había dispuesto la organización de milicias, para reforzar la defensa del virreinato frente a los ataques independentistas, pero los criollos no estaban dispuestos a enrolarse, trasladando el asunto a los vasallos más indefensos, levándolos contra su voluntad. A continuación, el texto extraído de una misiva del mencionado Virrey al Ministro de Guerra, el 5 de noviembre de 1818 y que figura en el acervo documentario de Mariano Felipe Paz Soldán para su libro: “Historia del Perú independiente”.

(…) "Los Indios, en especial aquellos que se han levantado contra la causa y derechos del Rey, manifiestan bastante repugnancia para sujetarse a la contribución, sustituida al tributo y ha sido preciso la fuerza armada para restablecerla en muchos: son naturalmente inclinados a toda clase de maldades; la religión católica, en mi concepto, no la conocen; su aversión a la autoridad del Rey y la adhesión a sus Incas, son indelebles y tan arraigadas como en los primeros años de su conquista; por eso es que están siempre dispuestos a oír y seguir las sugestiones de los perversos, que los inducen a la rebelión y que tan ferozmente odian a los Españoles que se oponen a sus ideas.
Los cholos (que son una casta mixta) son algo menos malos que los indios puros y no se llevan generalmente entre sí, aunque se reúnen con frecuencia contra los españoles, esperanzados unos y otros, en que, si logran destruir a éstos, conseguirán hacer lo mismo con sus precarios compañeros. De cholos se componen la mayor parte de los regimientos de milicia, que siendo muchos, de alguna instrucción y disciplina, son otras tantas reuniones formales y permanentemente prontas a obrar siempre que sus jefes los induzcan a un levantamiento.
De este principio se han originado en muchas partes las explosiones de la insurrección, casi simultáneas, a las mayores distancias y el riesgo será mayor en adelante, porque todos, ya en nuestros ejércitos o ya entre los rebeldes, han recibido una enseñanza militar más completa, que puede ser fatalísima al Estado. Me parece pues conveniente reducir el número de estos cuerpos de milicias y se hace preciso para conservar la paz restituida a los pueblos, mantener guarniciones de más o menos fuerzas en las capitales de Provincias, porque llegarían tarde desde ésta a cualquier punto en que hubiese movimiento, por la gran· de extensión de este Virreinato y la inevitable· morosidad con que en estos países puede realizarse cualquiera expedición, a pesar de la mayor actividad y eficacia, por la escasez de trasportes, para emprender y continuar las marchas.
Todo lo que digo, está ajustado a exactísima verdad, menos en la idea de confianza que aparento tener en los habitantes y en las tropas que están a mis órdenes. No puede haberla en la generalidad de los primeros, porque los buenos son apáticos, la opinión de los Cholos e Indios, especialmente, no es favorable al Rey y la de la multitud de esclavos, sin excepción, está abiertamente decidida por los rebeldes, de cuya mano esperan la libertad.
Tampoco puedo contar con las tropas del país que tengo reunidas, no tanto por muy recientes reclutas, como porque temo su deserción antes de este caso, a vista de la escandalosa, continua e inestinguible que se esperimenta en todos los cuerpos de esta capital y de los que guarnecen la costa, la que es tan monstruosa, que a la vuelta de poquísimos días causa en ellos bajas enormes, que es preciso estar perpetuamente reponiendo, con indecibles dificultades, fatigas y costos; por lo que he llegado a presumir que pueden haber seductores ocultos que las promuevan." (Catálogo bibliográfico núm. 17. pag. 52).

De este texto histórico podemos deducir el concepto que los colonialistas tenían sobre los cholos, nativos y esclavos de la época. Esta apreciación ha perdurado por muchos años posteriores en que se nos ha educado con esta ideología. Pero esta apreciación virreinal, nos enaltece como personas que no renuncian a su heredad nativa y mantienen su fidelidad a la patria originaria.

Cholo era José C. Mariátegui y chola fue la ayacuchana María Parado de Bellido que, con su esposo e hijos, pagaron con sus vidas su adhesión a la causa revolucionaria contra la dominación extranjera. De esta heroína no se hablará en este aniversario precisamente por haber sido chola. La ingratitud de los beneficiarios es tan grande que no la encontrarán entre los próceres. Pero, ello no impide que lo hagamos nosotros.


María, hija natural (no reconocida oficialmente) del español Fernando Parado y de la nativa Jacinta Jayo, casó con Mariano Bellido. En 1820, los libertadores contaban con el apoyo de las guerrillas en las que siempre había cholos, una de las cuales se organizó en Cangallo. Mariano Bellido y sus hijos hacían de correos llevando información militar al ejército de la Expedición Libertadora, sobre los movimientos de tropas realistas bajo el mando del sanguinario oficial José Carratalá.

Uno de sus hijos fue capturado y fusilado por las tropas acantonadas en Cangallo. En momentos en que se preparaba una masacre al pueblo de Quilcamachay, pudo María avisar a la guerrilla que comandaba Cayetano Quiroz y la evacuación evitó la masacre. Avisaba a través de cartas que se las hacía otra persona ya que ella no sabía escribir.

Lamentablemente los sacerdotes leales al virrey aprovecharon la confesión de un mensajero para delatarlo y entregarlo al enemigo, lo que permitió la captura de María. Llevada ante Carratalá, se negó a entregar información y menos delatar a sus contactos pese a las torturas, motivo por el cual se ordenó su fusilamiento. 

El 1° de mayo de 1822 fue llevada a la fuerza a la plaza principal de Huamanga, colmada de espectadores, acusándola de traición. Luego fue llevada al pelotón de fusilamiento que acabó con su vida. Así como ella, hay muchos mártires cholos, pero ahora que la mujer adquiere mayor relevancia, se le debería reivindicar al conmemorarse la independencia del virreinato. ¿No les parece?                                                                          
Julio 2019


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