domingo, 29 de noviembre de 2020

¿AMOR O ENAJENACIÓN POR EL FÚTBOL?

 


Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez

 sábado, 28 de noviembre de 2020

 

Hay muchos líderes de la izquierda radical que me decepcionan profundamente. Aceptan que se hable de amor por el fútbol. Decía Nietzsche que todas las palabras son metáforas. Yo lo corrijo y digo: todas las palabras pueden tener un uso metafórico. Cuando alguien habla de “aquellos que amamos el fútbol”, está falseando el profundo sentido ético que tiene la palabra “amor”. Diferente sería si modulamos esa expresión y se dijera: “aquellos a los que nos gusta el fútbol y nos place enajenarnos con él”. Yo soy uno de ellos. Yo veo bastante fútbol. Y lo hago para descansar la mente y reducir el estrés. En resumidas cuentas: el fútbol es un medio para no pensar en la esencia del mundo. No obstante,  nunca pierdo de vista la forma económico-social del fútbol, esto es, su forma de capital. Y esa forma me resulta insoportable.  Además que bajo el punto de vista de la justicia distributiva  es insostenible.

Continuamente leemos a muchos economistas marxistas hablar de la ley del valor, pero nunca hablan de qué representa la ley del valor o cómo se manifiesta la ley del valor en el mundo futbolístico. Nunca explican cómo y por qué los futbolistas se vuelven tan ricos. Y no solo los futbolistas, sino todos los deportistas de élite. En el capítulo 4. La globalización y el cambio social del libro titulado Sociología, Anthony Giddens y Philip W. Sutton  afirman lo siguiente: “La creciente escala y proyección del Mundial de Fútbol ilustra de un modo sencillo la creciente interconexión e interdependencia de la población mundial, un proceso multifacético que los sociólogos describen como globalización”. Y añaden: “La globalización del deporte  supone la participación de atletas de todas partes del mundo, audiencia televisiva cada vez más globales, anunciantes procedentes de muchos países y creación de una demanda de consumo de productos deportivos y sus derivados, como ropa deportiva, libros y videos relacionados y muchos otros productos”. También dicen estos dos sociólogos que el tenis, el golf, el fútbol, el rugby y el baloncesto han dejado de ser simples fenómenos culturales para convertirse en negocio”. De ahí que no entienda el comportamiento ideológico de muchísimos marxistas y líderes de la izquierda radical que cuestionando sin cesar el carácter capitalista y depravador de la globalización, no hablan nunca del fútbol, que como muy bien dicen estos dos sociólogos, por una parte, es el ejemplo más sencillo para ilustrar el carácter capitalista de la globalización, y por otra parte, de ser un simple fenómeno cultural se ha convertido en un gigantesco negocio capitalista, donde las grandes masas sociales del globo son enajenadas y cruelmente explotadas, creando falsos líderes, ídolos cubiertos de oro, y convirtiendo al fútbol en uno de los grandes opiáceos de la conciencia social moderna.

La Covid 19 ha puesto de manifiesto muchas contradicciones profundas del actual sistema social. Los gobiernos de todo el mundo ante la necesidad del confinamiento han puesto en circulación un concepto ideológicamente fundamental: los trabajos esenciales. ¿Y cuáles son los trabajos esenciales? El sistema sanitario, la industria farmacéutica, la investigación científica vinculada con la salud y el sector de la alimentación. La esencia es un concepto filosófico que se opone a la apariencia. Las tres determinaciones de la apariencia según la filosofía de Hegel son las siguientes: una, la apariencia es la manifestación de la esencia, dos,  la apariencia es la esencia en otra determinación, y tres, la apariencia representa lo inesencial frente a la esencia. Esta tercera determinación de la apariencia es la que ha estado presente en la pandemia que asola el mundo: la apariencia representa lo inesencial frente a la esencia. Justamente el fútbol es una parte de esa apariencia que no solo representa lo inesencial frente a la esencia del mundo, sino que además la oculta y la enajena. Durante la pandemia por medio de Instagram muchos deportistas mostraban sus vidas en sus lujosas mansiones, en sus yates y en sus jets privados. Cristiano y Georgina no dejaron de aprovechar la ocasión para mostrar con ostentación sus vestimentas y complementos de lujos: entre ellos relojes o joyas por valor de medio millón de euros. Representan un mundo absolutamente oprobioso y capitalista. Y en alianzas con los medios de comunicación, las industrias dedicadas a las prendas y calzados deportivos, y las agencias de publicidad, se dedican a la explotación y a la enajenación de las grandes masas sociales. De ahí que no entienda cómo, alentado desde todos los sectores que conforman la opinión pública, se haya convertido a Maradona en un fenómeno mundial, donde se ha exagerado hasta de la forma más ridícula posible su talla sociológica, política e ideológica. Me gustaría saber cuántos científicos que han contribuido de manera esencial a la transformación del mundo han muerto en los últimos cinco años y si las grandes masas sociales conocen aunque solo sea uno de esos nombres. Vivimos por causa del fútbol en un mundo absolutamente alienado, sin el más mínimo control consciente de las relaciones económicas que se establecen entre los seres humanos, narcotizados por las apariencias y de espaldas a las esencias. Así que el amor al fútbol del que hacen gala un sinfín de líderes sociales solo significa la enajenación y ocultación de la esencia del mundo.

Fuente: https://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2020/11/amor-o-enajenacion-por-el-futbol.html

 

ENGELS, PENSADOR DE LA GUERRA, PENSADOR DE LA REVOLUCIÓN

Gilbert Achcar

25 noviembre 2020

 

[Este estudio se redactó para el coloquio organizado por Georges Labica en la Universidad de Nanterre en 1995, con motivo del centenario de la muerte de Friedrich Engels. Se publicó por primera vez en la obra resultante del coloquio, Friedrich Engels, savant et révolutionnaire, dirigida por Georges Labica y Mireille Delbraccio y aparecida en 1997 por Presses Universitaires de France.]

“Parece que los grandes libros sobre la acción se los debemos a los hombres de acción que la fortuna ha privado de la suprema realización y que consiguen una sutil dosificación de compromiso y distanciamiento, todavía capaces de reconocer las ataduras y servidumbres del soldado o del político, capaces también de mirar desde fuera, no con indiferencia, sino con serenidad, la ironía de la suerte y del juego imprevisible de fuerzas que ninguna voluntad domina.”

Estas líneas de Raymond Aron en la gran obra que consagró a Clausewitz y su posteridad/1, y en la que se inspira el título de esta contribución, podrían haberse escrito, palabra por palabra, a propósito de Friedrich Engels.

El general

Hombre de acción en el terreno militar, el alter ego de Karl Marx lo fue en su juventud, breve pero resueltamente. Preparado en una instrucción de un año de duración (1841-1842) en la artillería prusiana en Berlín, donde aprovechaba los tiempos de inactividad del recluta para seguir los cursos de filosofía de Schelling y frecuentar a los críticos Jóvenes Hegelianos, el Bombardier (cabo) Engels se implicó en los combates de la revolución alemana de 1848-1849: primero en mayo de 1849, en su ciudad natal de Elberfeld, de donde no tardó en ser expulsado por temor a que el rojo que era pudiera influir en el Comité de Salud Pública local; después en junio-julio, en las filas del ejército insurreccional de Bade y del Palatinado, con cuyos restos acabó refugiándose en territorio suizo, huyendo de la ofensiva prusiana.

Engels se enroló sin hacerse ilusiones en cuanto a la suerte de los insurgentes y sin respeto alguno por la dirección de lo que él consideraba, en el fondo, una caricatura de revolución. No obstante, se mostró valiente en el combate, sobre todo para evitar toda acusación de cobardía contra los comunistas, de los que junto con Karl Marx ya era un abanderado. “El partido del proletariado estaba bastante bien representado en el ejército de Bade-Palatinado, especialmente en los cuerpos francos, como el nuestro, en la legión de los emigrados, etc. Puede desafiar tranquilamente a los demás partidos a hacer el mínimo reproche a cualquiera de sus miembros. Los comunistas más decididos eran también los soldados más valientes”/2.

Con su incursión en la lucha armada, Engels pretendía igualmente enriquecer su conocimiento de los asuntos militares, no en vano ya había sido promovido a especialista en este terreno en el reparto de tareas por parte del equipo de redacción de la Neue Rheinische Zeitung. En esta gaceta había comentado, como crítico militar revolucionario, los principales episodios armados de la primavera de los pueblos de 1848-1849. De los artículos que dedicó a Hungría, Wilhelm Liebknecht dijo más tarde que “la gente los atribuía a algún militar de alto rango del ejército húngaro”/3, del mismo modo que, diez años después, los opúsculos publicados por Engels en Berlín, sin nombrar al autor, El Po y el Rin (1859) y Saboya, Niza y el Rin (1860), se atribuirán a algún general prusiano que quería mantenerse en el anonimato/4.

El interés de Engels por las cuestiones militares no fue un capricho lúdico. Si se sumergió tan profundamente en el estudio de todo lo que en su época guardaba relación con este tema, fue porque le animaba la misma motivación que indujo a Marx a digerir todo lo que tenía que ver con la economía política: la voluntad de servir a su clase adoptiva, el proletariado; Marx, forjando las armas de la Crítica/5, Engels dedicándose a la crítica de las armas.

Desde que le instalaron en Manchester a finales de 1850, Engels siguió un programa sistemático de lectura que lo convirtió en un erudito, tanto en materia de estrategia como de historia militar. Paralelamente a esta preparación intelectual se preocupó de mantener sin tregua su capacidad física para volver, cuando hubiera sonado la hora, a la intervención sobre el terreno. Todavía a la edad de 64 años, un año y medio después de la muerte de Marx, contestó a uno de sus corresponsales, inquieto por sus problemas de salud, ofreciendo un balance de su aptitud para montar a caballo y participar en la guerra/6. “Si se hubiera producido una revolución mientras estaba vivo, habríamos tenido en Engels a nuestro Carnot, pensador militar, organizador de nuestros ejércitos y de nuestras vitorias”, había afirmado Liebknecht/7, tras la muerte de quien se dirigía a los dirigentes del socialismo alemán “como representante, por decirlo así, del estado mayor general del partido”/8.

La fortuna privó a Engels de esta suprema realización. Jamás tuvo ocasión de poner en práctica los planes militares que había concebido, desde el que, todavía novato, urdió para los insurgentes de 1849, hasta el que, convertido en experto militar reconocido, por lo visto elaboró, 22 años más tarde, para el gobierno francés republicano con miras a la defensa de París frente al ejército prusiano. Contrastó su erudición militar, potenciada por su gran inteligencia y sus destellos de genialidad, con el análisis de todas las guerras de un medio siglo que conoció muchas. Y a falta de una demostración práctica en el campo de batalla, sus comentarios sobre la guerra franco-alemana de 1870-1871 para la Pall Mall Gazette de Londres, con una agudeza que suscitó la admiración del público y de los expertos, le valieron a Engels los galones de general, título que le otorgó afectuosamente la familia de Marx. Durante el último cuarto de siglo de su existencia siguió siendo el general para su círculo íntimo.

El teórico militar

La notoriedad de Engels como pensador de la guerra se consolidó a partir de mediados del siglo XX, sobre todo entre quienes se interesan por el arte de la guerra y su historia. Sin embargo, la razón de esta fama no siempre es la mejor que quepa desear, en la medida en que a menudo se ha querido ver una filiación entre el pensamiento de Engels y las doctrinas militares soviéticas, al amparo de las profesiones de fe con que se adornaban estas últimas. Todavía hoy no hay obra seria sobre las etapas del pensamiento estratégico que pueda pasar por alto al compañero de Marx: del clásico de Edward Mead Earle/9, donde se dedica un capítulo a Marx y Engels (sobre todo a este último), firmado por Sigmund Neumann/10, a la reciente antología voluminosa de Gérard Chaliand/11, pasando por la obra del coronel profesor israelí Jehuda Wallach/12. Este último distingue, en Engels, entre lo que constituye, a su juicio, una doctrina de la guerra revolucionaria y los escritos militares de corte más clásico. De estos últimos, doblemente experto, establece el siguiente balance sucinto:

“Los escritos militares importantes de Engels, que hasta ahora no se han estudiado a fondo, tratan (…) de todos los ámbitos de la ciencia de la guerra. Escribió sobre las cuestiones de la organización y del armamento, sobre la evolución del arte de la guerra en la época de la revolución industrial, sobre los aspectos militares de la política internacional, sobre la estrategia y la táctica, así como sobre el mando y la calidad de los generales. Formuló asimismo pronósticos proféticos sobre la guerra del futuro (que se verificaron, en efecto, en la Primera Guerra mundial). Sobre numerosas cuestiones fue más perspicaz que los militares profesionales. (…) En sus escritos anónimos sobre la situación militar en Europa del oeste y del sudoeste, Engels elaboró un plan que, 45 años después, fue bautizado con el nombre de Schlieffen. Demostró por qué este plan alemán estaría condenado al fracaso en una guerra contra Francia. Profetizó con la máxima precisión la duración de la próxima guerra mundial, la magnitud de las pérdidas y las condiciones en las que concluirá”/13.

Que Engels haya sido uno de los grandes pensadores de la guerra en el siglo XIX está fuera de discusión para quienquiera que conozca esta parte importante de la masa voluminosa de sus escritos. Constituye, sin ninguna duda, una referencia ineludible para la historia militar de su época. Que sea una referencia estratégica para la nuestra es mucho menos seguro, si por ello se entiende una doctrina de la guerra en general, siquiera incluso de la guerra revolucionaria en particular. Tras la estela de Clausewitz, a quien apreciaba, y menos todavía que este último, no trató de elaborar una teoría sistemática de la guerra, sino que se limitó a comentar las guerras y situaciones reales, en las condiciones concretas de su desarrollo, a riesgo de corregir de paso sus propias concepciones/14.

Definir una doctrina engelsiana de la guerra revolucionaria que fuera original con respecto a las enseñanzas de 1793 y de las guerras napoleónicas, y que hubiera tenido su continuación en Lenin, Trotsky, Mao Tse-Tung y/o el estado mayor soviético, corresponde siempre a una labor de sistematización a posteriori, combinando consideraciones militares con reflexiones generales sobre la revolución. Esta clase de elaboración se asemeja muy poco a la manera en que Engels concibió su actividad de pensador militar y a la aversión que desarrolló, a lo largo de los años, contra toda forma de dogmatismo. ¿Cómo podría haberse visto tentado por cualquier sistematización en materia de doctrina militar cuando subrayaba siempre la aceleración vertiginosa del progreso de las técnicas bélicas, que produce armas que a veces “envejecen antes de ser lanzadas”/15?

El interés principal del pensamiento sobre la guerra en Engels consiste en indagar más allá de las recetas propiamente militares, aunque fueran las de la guerra revolucionaria. Se sitúa más bien en su tratamiento de problemas cruciales para el movimiento obrero, que son su actitud frente a las guerras no revolucionarias, la articulación entre guerra y revolución y la posibilidad de una estrategia de la revolución que no dependa de la guerra. En nuestra época, en que la guerra directa entre potencias industriales es tan “improbable”, por retomar la expresión de Raymond Aron, como indeseable en grado sumo, este es el punto en que Engels, como pensador de la guerra y estratega de la revolución socialista, conserva toda su actualidad. En este sentido, como se trata de demostrar aquí brevemente, su pensamiento sobre la guerra y la revolución anticipó cuestiones de nuestro siglo y conservará tal vez por mucho tiempo todavía su actualidad.

La actitud frente a las guerras

Marx y Engels vivieron un periodo de profunda mutación del mundo, el de la gestación de la sociedad industrial moderna y de su extensión a la Europa continental y a sus tierras de inmigración masiva, la época, por tanto, de la profunda dualización del planeta, que sigue marcando, por desgracia, el tiempo en que vivimos. Según el análisis de su posteridad intelectual y en sus propios términos, fueron coetáneos de la maduración del sistema mundial imperialista, sin conocer verdaderamente el momento en que se completó. Engels, según este mismo análisis, murió en plena fase crítica de esta mutación histórica.

Los dos teóricos de la revolución proletaria vivieron así en una era que, en su mayor parte, fue todavía la de la culminación de la transformación burguesa de Europa, una época en que el continente se desprendía aún de su largo pasado agrario y feudal. Las guerras que conocieron fueron ante todo la expresión de esta primera mutación. Es cierto que las mismas y otras fueron también, en parte o en su totalidad, guerras de conquista, prefigurando la apoteosis de la guerra de rapiña que iba a ser la Primera Guerra mundial. La guerra de la Alemania de Bismarck contra la Francia de Luis-Napoleón en 1870 fue el último gran testigo de la ambivalencia de aquel periodo de transición histórica. Combinó, en el lado alemán, una guerra de defensa y consolidación de la unidad alemana –tarea eminentemente progresiva a los ojos de Marx y Engels, por mucho que se llevara a cabo, muy a su pesar, bajo la égida de la monarquía prusiana– y una guerra de conquista que se traducirá en la anexión de Alsacia y gran parte de Lorena.

Marx y Engels modularon por tanto sus actitudes ante las guerras reales de su época en función de un análisis de su significado histórico objetivo, llegando incluso a distinguir en el mismo protagonista, en la misma guerra que acaba de evocarse, entre una fase emancipadora, que merecía un apoyo pasivo, por no decir activo, y una fase opresora, en la que había que solidarizarse con el bando contrario, por mucho que la política que presidía la guerra no hubiera cambiado para nada en el camino.

En efecto, y esta es una característica importante de su problemática común, nuestros dos pensadores no se atuvieron a la célebre fórmula de Clausewitz, que Lenin popularizaría más que nadie. No es por desconocerla que no se apasionaron por ella tanto como este último. Para ellos, lo importante no era de qué política era la continuación una guerra concreta, sino ante todo y sobre todo de qué movimiento histórico subyacente era portadora. Para los fundadores del materialismo histórico, teóricos de la falsa conciencia ideológica, no se podía juzgar una guerra a la luz de la subjetividad política de quienes la libraban. Su juicio, desde lo alto de su tribunal de escrutadores de las metamorfosis de la estructura socioeconómica, se basaba en el efecto objetivo de la guerra sobre la liberación de las fuerzas productivas de las trabas sociales o políticas que limitan su desarrollo/16.

Con el crecimiento cada vez más rápido e impresionante del movimiento obrero, sobre todo en Alemania, la traducción prioritaria del criterio de valoración pasó a ser, a juicio de Marx y Engels, el efecto de la guerra en este movimiento, portador de la suprema emancipación. Desde este punto de vista muy preciso, la anexión de Alsacia-Lorena por Alemania constituyó un cambio importante en su apreciación común de la relación entre guerra y revolución en el corazón de Europa (y no de las guerras periféricas sin consecuencias inmediatas para el peligro de deflagración central). Dicha anexión, en efecto, era un hecho susceptible de abrir una brecha entre los dos batallones de choque del proletariado europeo, alimentando el chovinismo de uno y otro lado. Encerraba en su seno una nueva guerra, a la que se vería arrastrado el resto de Europa y que sería tanto más terrible y nefasta cuanto que en ella se degollarían entre sí los proletarios de todos los países.

Este era el sentido de aquel Mane, Tecel, Fares que resultó ser la advertencia contenida en los Manifiestos del Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores sobre la guerra franco-alemana, redactados por Marx en julio y septiembre de 1870, y sin duda concebidos junto con Engels:

“Si la clase obrera alemana permite que la guerra actual pierda su carácter estrictamente defensivo y degenere en una guerra contra el pueblo francés, el triunfo o la derrota serán igualmente desastrosos/17. (…) Tras un breve respiro, [Alemania] deberá prepararse de nuevo para otra guerra defensiva, no una de esas guerras localizadas de nuevo estilo, sino una guerra de razas, una guerra contra las razas latina y eslava coaligadas”/18.

Por lo demás, en la medida en que la guerra entre potencias europeas no alcanzó un nivel tecnológico que otorgara a la “escalada a los extremos” y a la “destrucción del enemigo” un sentido mucho más literal y total que lo que Clausewitz jamás hubiera podido imaginar, podía contemplarse más o menos serenamente como una modalidad de violencia partera de progreso social, según los términos del Capital de Marx retomados por Engels en su Anti-Dühring. Con la loca carrera de armamentos que desencadenó la situación producida por la guerra de 1870 y el formidable incremento cuantitativo y cualitativo de los medios de destrucción acumulados por la potencias europeas, toda explosión generalizada en el corazón del sistema mundial pasaba cada vez más a convertirse en portadora de catástrofes, más que parturienta de revoluciones. Dicho de otro modo, incluso si tal guerra desembocara, en un plazo más o menos largo, en una transformación revolucionaria, habrá sido el peor medio para conseguirlo, al precio de una hecatombe y de una gigantesca destrucción de las fuerzas productivas.

El profeta de la guerra mundial

“Engels no fue en modo alguno el único pensador político de la época alarmado por esta evolución, pero yo sostendría que ningún otro en su tiempo previó como él la totalidad de lo que llamamos la guerra total.” Esta constatación es de un pacifista, poco sospechoso de simpatizar a priori con el marxismo/19. Y no es exagerado decir, al igual que el coronel Wallach antes citado, que Engels profetizó el perfil de la Primera Guerra mundial. Cómo calificar, en efecto, si no de proféticas, estas líneas de Engels escritas a finales de 1887:

“No puede haber otra guerra, para Prusia-Alemania, que una guerra mundial, es decir, una guerra mundial de una amplitud y una violencia jamás imaginadas hasta ahora. De ocho a diez millones de soldados se degollarán entre ellos y al hacerlo devastarán toda Europa como jamás lo ha hecho un enjambre de langostas. Las devastaciones de la guerra de los Treinta Años, concentradas en tres o cuatro años, y esparcidas por todo el continente; hambre, epidemias, embrutecimiento generalizado de los ejércitos y de las masas populares debido a la miseria aguda; caos irremediable de nuestro mecanismo artificial en el comercio, la industria y el crédito, llevando a la bancarrota general; hundimiento de los viejos Estados y de su saber hacer estatal tradicional, de modo que las coronas rodarán por decenas sobre el pavimento, y no se hallará a nadie que las recoja; imposibilidad absoluta de prever cómo acabará todo esto y quién saldrá vencedor en este combate; un único resultado está absolutamente claro: el agotamiento general y la creación de las condiciones de la victoria final de la clase obrera. – Esta es la perspectiva cuando el sistema de la puja mutua en el armamento bélico llevada al colmo dé inevitablemente sus frutos”/20.

No falta nada, ni siquiera el establecimiento de las condiciones de la revolución proletaria, que estallará en Rusia, Alemania y Hungría, y será derrotada en estos dos últimos países. Engels preveía que estas condiciones se darían en el bando de los vencidos a raíz de la derrota de sus ejércitos. No por eso deseó, sin embargo, que estallara la guerra, no solo porque no comulgaba con la política del cuanto peor, mejor. Era sobre todo porque el mero hecho del comienzo de la guerra sería, a su juicio, la prueba irrefutable del fracaso de los partidos socialistas, y por tanto un mal augurio para su porvenir.

Su deber era oponerse resueltamente a la guerra, hasta el punto de que sus gobiernos la temieran. Si estos decidieran de todos modos embarcarse en ella, sería porque tendrían garantías de realizar la unión sagrada en torno a ellos. Asoma ahí un pesimismo inquieto en las cartas de Engels a sus camaradas, que contrasta netamente con el optimismo revolucionario escatológico que muestra todavía en los textos públicos. En caso de guerra mundial no estará asegurada más que la barbarie, no la victoria del socialismo, explicó en 1886.

“En suma, habrá un caos con un único resultado seguro: una masacre colectiva de una amplitud sin precedentes, el agotamiento de toda Europa en un grado jamás alcanzado anteriormente y, finalmente, el hundimiento completo del antiguo sistema. Un éxito inmediato para nosotros solo podría derivarse de una revolución en Francia (…). Una conmoción en Alemania a raíz de una derrota solo sería útil si llevara a la paz con Francia. Lo mejor sería una revolución rusa, que de todos modos solo cabe esperar después de varias graves derrotas del ejército ruso. Una cosa es cierta: la guerra comportaría de entrada una regresión de nuestro movimiento en toda Europa, lo paralizaría completamente en varios países, atizaría el chovinismo y la xenofobia y nos ofrecería nada más que una certeza, entre las numerosas incertidumbres, la de tener que empezar todo de nuevo después de la guerra, si bien sobre una base mucho más favorable incluso que hoy en día”/21.

El pronóstico de Engels con respecto a las consecuencias de la guerra era aún más claramente pesimista, y por tanto más justamente profético, en 1889:

“En cuanto a la guerra, para mí es la eventualidad más terrible. De lo contrario me mofaría no poco de las veleidades de la señora Francia. Pero una guerra en que habrá de 10 a 15 millones de combatientes, una devastación inaudita tan solo para alimentarlos, una supresión forzada y universal de nuestro movimiento, el recrudecimiento de los chovinismos en todos los países y al final un debilitamiento diez veces peor que después de 1815, un periodo de reacción basada en la inanición de todos los pueblos exangües –todo esto frente a las escasas posibilidades de que de esta guerra encarnizada se derive una revolución–, esto me horroriza. Sobre todo para nuestro movimiento en Alemania, que sería derrotado, aplastado, extinguido por la fuerza, mientras que la paz nos ofrece la victoria casi cierta”/22.

Son estos los criterios y pronósticos que determinaron el posicionamiento del viejo Engels hasta el fin de sus días. Ni algún sesgo patriótico alemán ni su notoria antipatía por las “pequeñas hordas primitivas” de los Balcanes, incluso desprovista de su tonalidad hegeliana original, sino el efecto descontado de toda guerra real o potencial para el futuro del movimiento obrero europeo, ante todo con la preocupación casi obsesiva de evitar la catástrofe que veía despuntar en el horizonte. Esto es lo que explica la inversión de la ecuación guerra-revolución en Engels, a partir de 1871, como demostró muy bien Martin Berger: “Así, Engels, quien había preconizado anteriormente la guerra como catalizadora de la revolución, glorificaba ahora la revolución como medio para evitar la guerra”/23.

Prevenir la guerra mundial

Prevenir la guerra mundial, preparar la revolución: esta fue, en cierto modo, la consigna de Friedrich Engels.

“Debemos contribuir a la liberación del proletariado de Europa occidental y debemos subordinar todo lo demás a este objetivo. Y puede que los eslavos de los Balcanes, etc., sean también dignos de interés, pero a partir del momento en que su ansia de liberación entre en conflicto con el interés del proletariado, ¡que se vayan al diablo! Los alsacianos también están oprimidos (…). Pero si en vísperas de una revolución que se acerca visiblemente provocaran una guerra entre Francia y Alemania, si quisieran de nuevo exasperar a estos dos pueblos, aplazando así la revolución, yo les diría: ¡alto ahí! Vosotros también podéis aguardar tanto como el proletariado europeo. Si este se libera, también vosotros seréis libres, pero mientras tanto no toleraremos que pongáis trabas al proletariado en lucha. Lo mismo para los eslavos. La victoria del proletariado los liberará efectiva y necesariamente, y no en apariencia y temporalmente, como lo haría el zar. (…) Encender a causa de unos cuantos hercegovinos una guerra mundial que costará miles de veces más vidas que habitantes hay en toda Hercegovina, no es así como entiendo la política del proletariado”/24.

Este era asimismo el sentido del famoso texto de Engels de 1891 sobre El socialismo en Alemania. Inquieto ante la perspectiva de una guerra franco-rusa contra Alemania, que parecía harto plausible en el momento en que escribía su artículo, el padre espiritual de los socialistas alemanes puso en guardia a sus camaradas franceses contra cualquier apoyo a una empresa revanchista de su gobierno en alianza con el zar. Matizando, denunció la anexión de Alsacia-Lorena y declaró que prefería la república burguesa francesa al imperio alemán, pero explicó al mismo tiempo que en caso de alianza con Rusia, la guerra contra Alemania no podía tener sino un contenido reaccionario. El socialismo alemán pagaría seguramente los platos rotos, en caso de victoria rusa, aplastado por el enemigo de fuera o por el enemigo de dentro/25.

En la hipótesis concreta de tal victoria, es decir, de una invasión franco-rusa de Alemania, Engels justificaba por tanto un defensismo socialista alemán, pero un defensismo de carácter muy particular, un defensismo revolucionario, pues el modelo invocado es el mismo que inspiró a los comuneros de París en 1871: el modelo de 1793. Dicho esto, continuó, “ningún socialista, de cualquier país, puede desear el triunfo bélico, sea del actual gobierno alemán, sea de la república burguesa francesa; aún menos el del zar (…). Por eso los socialistas reclaman en todas partes que se mantenga la paz”. La socialdemocracia alemana, en 1914, quiso ver en este artículo una legitimación de su defensismo patriótico. Para ello tuvo que desnaturalizar profundamente y restar importancia al enfoque global de Engels en que se enmarcaba/26. Por cierto que este lo había escrito con cierta reticencia, como atestigua su correspondencia, con la mera finalidad de armar a los socialistas franceses frente a la tentación del revanchismo: es a ellos a quien se dirigía (¡en francés!), no lo olvidemos/27.

Preparar la revolución, prevenir la guerra mundial: si esta era la consigna, evidentemente no bastaba con plantearla mediante reflexiones sobre situaciones hipotéticas en las que la primera nacería de la segunda, encima con escasa probabilidad (“poco probable”). Había que actuar urgentemente a favor de una y en contra de la otra, y por tanto buscar temas en torno a los cuales fuera posible traducir la consigna en acción. En ambos casos, el gran táctico militar y político que era Engels buscaba pasarelas practicables en pos del objetivo estratégico.

Para la lucha contra la guerra mundial y por la paz, rechazó como ilusorios los brillantes proyectos de huelga general e insubordinación en caso de guerra, propuestos por Domela Nieuwenhuis (igual de brillantes que la resolución del Congreso de Basilea de la IIª Internacional, en 1912, que amenazó con transformar la guerra en revolución y de la que ya conocemos la suerte que le reservó la historia). Los socialistas no podían adoptar esas frases pomposas cuando estaban borrando de su programa objetivos bastante menos radicales por miedo a ofrecer un flanco a la represión. Tampoco podían tener alguna eficacia real frente a una maquinaria de guerra.

Engels formuló por tanto su propia propuesta, deseoso de ajustarse a la exigencia de realismo y al mismo tiempo también al objetivo revolucionario. La solución que halló se expone en los artículos que escribió en 1893 para Vorwärts y que agrupó acto seguido en un folleto titulado ¿Es posible el desarme de Europa? El experto militar socialista proponía “la reducción gradual de la duración del servicio militar mediante un tratado internacional”/28, con el propósito declarado de transformar con el tiempo los ejércitos permanentes en “milicia basada en el armamento universal del pueblo”. Explicaba su planteamiento de este modo:

“Trato de demostrar que esta transformación es posible ahora mismo, incluso para los gobiernos actuales y en la presente situación política. (…) De momento solo propongo medidas que puedan ser adoptadas por todo gobierno actual sin poner en peligro la seguridad nacional. Simplemente intento dejar claro que, desde el punto de vista puramente militar, no hay absolutamente nada que impida la abolición gradual de los ejércitos permanentes; y que, si de todos modos se mantienen esos ejércitos, es por razones políticas y no militares, es decir, que los ejércitos están destinados a la protección no tanto frente al enemigo exterior como frente al enemigo interior”/29.

Así, partiendo de lo que habría sido objetivamente posible, de tomarse en serio las intenciones puramente defensivas de que hacían gala los gobiernos, Engels demostraba, con toda la riqueza y la garantía de su ciencia militar, que su propuesta era plenamente compatible con las exigencias de la defensa nacional (su alegato estaba dirigido al Reichstag). Consciente de que el desarme unilateral no tenía ninguna posibilidad de ser adoptado en la Europa de su tiempo, Engels, siempre deseoso de no abandonar el realismo, proponía iniciar una dinámica de desarme mediante un tratado internacional, destacando el interés de Alemania, como ventaja moral o psicológica, por emprender la vía de una puja pacifista, añadiendo así otra dimensión a la actualidad de su pensamiento sobre la guerra.

Si los gobiernos atendían a su propuesta, habría frenado la carrera de armamentos o puesto en marcha un proceso de desarme a escala europea, conjurando de este modo el peligro de guerra. En cambio, si la rechazaban –la hipótesis más probable, por supuesto–, habría tenido de todos modos el mérito de denunciar la función real de las armas y de contribuir así a la educación de las masas contra el militarismo y el chovinismo. A condición, desde luego, de que los partidos socialistas hicieran valer la propuesta en su agitación, cosa que no ocurrió/30.

Engels preconizaba desde hacía tiempo el servicio militar universal (solo para los hombres, dentro de los límites sexistas de la época) y la evolución asintótica/31 hacia la abolición del ejército permanente y su sustitución por un sistema de milicia popular. Su principal preocupación consistía en preparar la revolución y prevenir la contrarrevolución, como explicó en 1865 en su primera intervención en nombre del partido obrero en el debate prusiano sobre el ejército: “Cuantos más obreros haya que sepan manejar las armas, tanto mejor. El servicio militar universal es el complemento necesario y natural del sufragio universal; capacita a los electores para imponer sus decisiones, con las armas en la mano, frente a todo intento de golpe de Estado”/32. Ahora se añadía el deber de prevenir la gran guerra, de manera que las dos preocupaciones de Engels convergían en un mismo terreno, el del ejército, pieza maestra de la estrategia revolucionaria desarrollada por Engels.

La estrategia revolucionaria y el ejército

Tras la derrota sanguinaria de los obreros parisinos a manos de Cavaignac, en junio de 1848, Engels comprendió perfectamente que se había vuelto una página en la historia de las revoluciones. Como escribió en 1852, “se había demostrado que la invencibilidad de una insurrección popular en una gran ciudad era una ilusión (…). El ejército volvía a ser el poder decisivo del Estado…”/33. Esta misma lección de la historia la reiteró todavía al final de su vida, en la famosa Introducción de 1895/34 a la reedición de la obra de Marx sobre Las luchas de clases en Francia, que, mutilada cuando aún estaba vivo, fue tantas veces desnaturalizada durante el siglo transcurrido tras su muerte.

Por tanto, Engels ya adquirió en 1848 la convicción, reforzada con el paso de los años, de que la suerte de la revolución social vendrá determinada por su capacidad de neutralizar al ejército burgués. Hasta 1871 podía prever con optimismo, en particular con respecto a Alemania, un proceso inspirado en 1793, en el que el ejército se habría visto debilitado, por no decir derrotado, en el transcurso de un enfrentamiento exterior, de suerte que los revolucionarios habrían podido ponerse a la cabeza de “la patria en peligro”. Por las razones ya explicadas, la guerra franco-prusiana y el aplastamiento sangriento de la Comuna de París en 1871 llevaron a Engels a cuestionar el modelo guerra-revolución, con consecuencias dramáticas e imprevisibles, y a preferir de lejos la estrategia de división del ejército burgués desde dentro.

“El militarismo domina y devora a Europa. Pero este militarismo también lleva en su seno el germen de su propia ruina. La competencia entre los distintos Estados les obliga, por un lado, a gastar cada año más dinero para el ejército, la flota, los cañones, etc., y por tanto a acelerar cada vez más el colapso financiero y, por otro lado, a plantearse cada vez más seriamente el servicio militar obligatorio y, a fin de cuentas, a familiarizar al pueblo en general con el manejo de las armas, y por tanto a capacitarle para imponer en un momento dado su voluntad frente al poder del mando militar. Y ese momento llegará cuando la masa del pueblo –obreros de la ciudad y el campo y campesinos– tenga una voluntad. Entonces, el ejército dinástico se convierte en ejército popular; la máquina deja de funcionar, el militarismo muere víctima de la dialéctica de su propio desarrollo. (…) Y esto significa el estallido desde dentro del militarismo y con él, de todos los ejércitos/35.

A partir de entonces, quebrar el ejército burgués no solo era una tarea insoslayable de la revolución proletaria, como había demostrado la Comuna a los ojos de Marx y Engels. Era también, según la concepción estratégica elaborada por Engels, la condición sine qua non del triunfo de la revolución, sin la cual esta abortaría en un baño de sangre. Era finalmente una tarea realizable con medios políticos, en la medida en que ante el proletariado se abrían de par en par las puertas de la acción política y de la organización legal, mientras que la ósmosis entre los ejércitos y las poblaciones aumentaba notablemente con la generalización de la conscripción. Esto otorgaba a la influencia de los socialistas en el ejército una importancia crucial y decisiva. Y cuanto más crecen los ejércitos, tanto más resultaba imperativo que este precepto revolucionario, recalcado sin cesar por Engels hasta el final de sus días y retomado después por Lenin y la Internacional Comunista, fuera asimilado/36.

Si no se tiene presente esta idea fuerza del pensamiento estratégico revolucionario de Engels, no se puede sino malinterpretar el sentido de los textos públicos que escribió en los últimos años de su vida, cuando no tenía más remedio que expresarse dentro de ciertos límites y a menudo por alusión. Esto se debía, por un lado, a que entonces temía que los espectaculares avances del movimiento obrero alemán fueran aniquilados por un golpe de Estado reaccionario o una nueva ley contra los socialistas/37, precisamente porque estos últimos todavía no estaban todavía preparados para el enfrentamiento al no contar aún con una influencia suficiente en el ejército. Por otro lado, dado que debía tener en cuenta, para que esos mismos socialistas le publicaran, su miedo a la represión y su culto a la legalidad, que estigmatizó tan severamente cuando le mutilaron su Introducción de 1895 a pesar de todas sus precauciones semánticas/38.

Por cierto, si Engels, apasionado de la historia militar (como de la historia a secas), solía citar la célebre frase de los franceses en Fontenoy (1745): “Señores ingleses, ¡disparen ustedes primero!”, aplicándola a los señores burgueses, es porque consideraba que el tiempo y la legalidad jugaban a favor de los socialistas y sabía perfectamente, por tanto, que pronto o tarde la burguesía reaccionaría violando sus propias leyes. “No cabe duda, serán los primeros en disparar”/39. Entonces los socialistas cosecharán lo que habrán sembrado, es decir, la revolución. “Cuántas veces no nos han conminado los burgueses a renunciar para siempre al empleo de medios revolucionarios, a mantenernos dentro de la legalidad (…). Por desgracia para ellos, no es nuestra intención complacer a los señores burgueses. Lo que no impide que de momento no es a nosotros a quien mata la legalidad. Trabaja tan bien para nosotros que estaríamos locos si nos saliéramos de ella mientras dure/40.

De momento, el proletariado debe librar una guerra de posiciones, podría haber dicho Engels, cuya formulación de 1895 parece remitir directamente a la metáfora militar que retomará más tarde, después de otros, Antonio Gramsci/41. Hace falta, escribió, que el proletariado “progrese lentamente de posición en posición en un combate duro, obstinado”. Esto es posible porque “las instituciones de Estado en que se organiza la dominación de la burguesía todavía ofrecen nuevas posibilidades de utilización que permiten a la clase obrera combatir a esas mismas instituciones de Estado”/42.

“El tiempo de los golpes de mano, de olas revoluciones ejecutadas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, pertenece al pasado. Cuando se trata de una transformación completa de la organización de la sociedad, es preciso que en la tarea cooperen las propias masas, que estas hayan comprendido de qué se trata, el motivo de su intervención (con su cuerpo y con su vida). […] Pero para que las masas comprendan qué hay que hacer, es necesaria una labor prolongada y perseverante […]. En todas partes se ha imitado el ejemplo alemán de utilización del derecho de voto, de la conquista de todos los puestos a los que podemos acceder, en todas partes el inicio del ataque sin preparación pasa a un segundo plano. Mantener sin cesar este crecimiento hasta que por sí mismo sea más fuerte que el sistema gubernamental en el poder, no utilizar en los combates de vanguardia esas tropas de choque que se refuerzan día a día, sino conservarlas intactas hasta el momento decisivo, esta es nuestra tarea principal”.

Porque en caso de “sangría” como la de 1871 en París, “las tropas de choque tal vez no estén disponibles en el momento crítico, el combate decisivo se retrasaría, se alargaría y vendría acompañado de mayores sacrificios/43. Así, la guerra de posiciones no era para Engels otra cosa que una larga y paciente preparación de la mejor relación de fuerzas, con vistas al “momento crítico” en que la guerra de movimiento volverá a un primer plano de cara al “combate decisivo”.

El arte de la insurrección

“¿Quiere decir esto que en el futuro el combate callejero ya no desempeñará papel alguno? En absoluto. Quiere decir simplemente que desde 1848 las condiciones se han vuelto mucho menos favorables para los combatientes civiles y mucho más favorables para las tropas. Un combate callejero, por tanto, solo podrá ser victorioso en el futuro si esta inferioridad se ve compensada por otros factores. De modo que se producirá más raramente al comienzo de una gran revolución que en el transcurso del desarrollo de esta, ya que hará falta emprenderlo con el grueso de las fuerzas”/44.

Por otros factores susceptibles de compensar la inferioridad de los civiles en los combates callejeros, Engels entendía, sin lugar a dudas, la influencia de los socialistas en el seno del ejército, gracias a su labor política previa. Cuando en 1891 describió, en francés, con una gran libertad de expresión, el avance espectacular de los resultados electorales de sus camaradas alemanes, precisó acto seguido que “los votos de los electores están lejos de constituir la fuerza principal del socialismo alemán”; esta, explicó, está constituida por los soldados, por el hecho de que “el ejército alemán está cada vez más contagiado de socialismo”/45.

¿Significa esto que Engels proponía ganar tiempo hasta que los socialistas se hubieran hecho con el ejército? ¿Presenta su estrategia revolucionaria, en este punto, una importante laguna? Esto es lo que parece creer Martin Berger, quien a pesar de situar bien el lugar del ejército en la estrategia de Engels, la llama “Teoría del ejército evanescente” (Theory of the Vanishing Army) y la califica de “doctrina esencialmente pasiva”/46. Según la interpretación de Berger, la doctrina de Engels consistía en esperar a que, en un proceso natural, hubiera “el número necesario de socialistas” en el ejército para que este “desapareciera” por sí solo/47. La lucha por la conquista del ejército preconizada por Lenin parece, según Berger, “ajena a la visión de Engels”.

Es más bien esta interpretación la que es ajena a la visión de Engels. Lenin en 1906, en el artículo citado por Berger, Las enseñanzas de la insurrección de Moscú, no hizo más que subrayar la idea, a fin de cuentas clásica, según la cual el uso de la fuerza por parte de los insurgentes y su determinación pueden lograr que las tropas indecisas se pasen a su bando/48. Engels no dijo nada distinto a este respecto, en su Introducción de 1895:

“No nos hagamos ilusiones al respecto: una verdadera victoria de la insurrección sobre las tropas en el combate callejero, una victoria como en la batalla entre dos ejércitos, es una cosa de las más raras. Por cierto que también es raro que los insurgentes se lo hayan planteado. Para ellos no se trataba más que de ablandar a las tropas influyendo en ellas moralmente (…). Si lo lograban, la tropa se niega a movilizarse o ruedan las cabezas de los jefes, la insurrección ha triunfado. Si no lo consiguen, entonces –incluso con tropas inferiores en número– lleva las de ganar la superioridad del equipamiento y de la instrucción, de la dirección única, del empleo sistemático de las fuerzas armadas y de la disciplina. Lo más que puede esperar la insurrección en una acción verdaderamente táctica, es la construcción correcta y la defensa de una barricada aislada. (…) La resistencia pasiva es, por consiguiente, la forma de lucha predominante; la ofensiva, juntando las fuerzas, realizará –cuando se brinde la ocasión, pero de manera puramente excepcional– avances y ataques por el flanco, pero en general se limitará a la ocupación de las posiciones abandonadas por las tropas que se baten en retirada. (…)

Incluso en la época clásica de combates callejeros, la barricada tenía por tanto un efecto más moral que material. Era un medio para quebrar la firmeza de los soldados. Si resistía hasta que esta última flaqueara, la victoria era cosa hecha; de lo contrario, habíamos perdido. Este es el aspecto principal que igualmente hay que tener en mente en el futuro cuando se examine la posibilidad de eventuales combates callejeros”/49.

Sin embargo, en el futuro, cuando las fuerzas de la revolución hayan conseguido ganarse previamente la simpatía de gran parte de los soldados, pudiendo compensar así su inferioridad militar, y cuando tengan que emprender un combate callejero, al comienzo de la revolución o en el transcurso de la misma, “preferirán sin duda el ataque abierto que no la táctica pasiva de la barricada”/50. El viejo Engels enlazaba así con las célebres líneas que, 43 años antes y captando ya perfectamente los aspectos militares del cambio de época revolucionaria, había escrito sobre el arte de la insurrección, esas mismas líneas en que se apoyaba Lenin y que tanto solía citar. ¿Qué mejor demostración de la notable continuidad de un pensamiento estratégico dedicado plenamente a la revolución, como fue la vida misma de los dos compadres barbudos cuyo fantasma no deja de recorrer el mundo?

“En primer lugar, no juguéis nunca con la insurrección si no estáis absolutamente decididos a afrontar todas las consecuencias de vuestro juego. La insurrección es un cálculo con magnitudes muy indeterminadas, cuyo valor puede variar todos los días; las fuerzas del adversario tienen todas las ventajas de la organización, de la disciplina y del hábito de la autoridad; si no podéis oponerles fuerzas muy superiores, estáis derrotados, habéis perdido. En segundo lugar, una vez iniciado el acto insurreccional, hay que actuar con la máxima determinación y de manera ofensiva. La defensiva es la muerte de todo levantamiento armado; está perdido antes de haberse medido con sus enemigos. Atacad a vuestros adversarios por sorpresa, mientras sus fuerzas estén dispersas, preparad nuevos éxitos, por pequeños que sean, pero cotidianos; mantened la moral alta que os ha dado el primer levantamiento victorioso; poned así de vuestro lado a los elementos vacilantes que siempre siguen la impulsión más fuerte y tratan siempre de ponerse del lado más seguro; forzad a vuestros enemigos a batirse en retirada antes de que hayan podido reunir a sus fuerzas contra vosotros, diciendo junto con Danton, el mayor maestro de política revolucionaria conocido hasta hoy: Audacia, audacia y más audacia”/51.

Traducción: viento sur

Notas

1/ Penser la guerre, Clausewitz, Gallimard, París, 1976. La cita figura en el tomo I, L’âge européen, pp. 32-33. [Edición en castellano: Pensar la guerra, Clausewitz, Ministerio de Defensa, Madrid 1993]

2/ Engels, Die deutsche Reichsverfassungskampagne, 1850, en MEW (Marx Engels Werke), t. 7, p. 185.

3/ “Friedrich Engels” (1897), en Souvenirs sur Marx et Engels, Editorial Progreso, Moscú, 1982, p. 151.

4/ Para favorecer la causa revolucionaria común, Engels, fervientemente apoyado por Marx, había intentado influir en los militares austriacos y prusianos, rechazando el principio de las fronteras naturales con un enfoque militar-político y desde el punto de vista del interés nacional alemán. Demostró que Alemania no tenía ninguna necesidad de invadir territorio italiano para defenderse, tratando de establecer la convergencia de intereses entre los movimientos de unificación de ambas naciones. Demostró asimismo la naturaleza ofensiva reaccionaria de los propósitos expansionistas de Napoleón III y formuló consideraciones militares sobre una eventual guerra franco-alemana que se vieron confirmadas dos veces en el transcurso del siglo XX.

5/ El subtítulo del Capital es: Crítica de la economía política.

6/ Carta a Becker del 15 de octubre de 1884 (MEW, t. 36, p. 218).

7/ Op. cit., p. 152.

8/ Carta a Bebel del 12 de diciembre de 1884 (MEW, t. 36, p. 253).

9/ Makers of Modern Strategy, Princeton University Press, 1943. Traducción francesa: Les Maîtres de la stratégie, Flammarion, París, 1987.

10/ “Engels et Marx: concepts militaires des socialistes révolutionnaires”, en Les Maîtres…, op. cit., t. 1, pp. 179-198.

11/ Anthologie mondiale de la stratégie, Robert Laffont, París, 1990. Esta obra comete, de todos modos, la proeza de acumular tres errores en doce líneas de presentación de Engels (p. 937): empieza por calificarlo de “judío alemán” (Engels ya supo de este epíteto estando en vida, cf. Über den Antisemitismus, 1890, MEW, t. 22, p. 51), lo sitúa “en Londres hasta 1870” y lo convierte en animador de la Primera Internacional “tras la muerte de Marx”.

12/ Kriegstheorien: Ihre Entwicklung im 19. und 20. Jahrhundert, Bernard & Graefe, Francfort, 1972. El mismo autor ya había consagrado una obra entera al pensamiento militar de Engels: Die Kriegslehre von Friedrich Engels, Europäische Verlagsanstalt, Fráncfort, 1968.

13/ Kriegstheorien, op. cit., pp. 253-254. Este balance aparece pormenorizado en la obra anterior del autor. En Kriegstheorien se interesa exclusivamente por el “concepto de guerra revolucionaria” en Engels.

14/ Este era el precepto del autor de Vom Kriege: “No hay que dejar crecer demasiado las hojas y las flores teóricas de las artes prácticas, sino acercarlas a la experiencia, que es su terreno natural” (Carl von Clausewitz, De la guerra).

15/ Engels, Anti-Dühring.

16/ De lo que antecede no se desprende que el análisis realizado por Lenin a partir de 1914 no se ajustara a los criterios marxianos. Al contrario, el mismo se basaba fundamentalmente en una apreciación del lugar y el significado históricos de la fase imperialista en la evolución del modo de producción capitalista. Para fundamentar su posición “derrotista revolucionaria”, el dirigente bolchevique no se fijó tanto en la diplomacia de los beligerantes (el sentido primigenio de la fórmula de Clausewitz, como reconoce Raymond Aron rebatiendo a Ludendorff [Penser la guerre, op. cit., t. II, p. 59]), como en la estructura y la dinámica de sus economías. Calificó la guerra de 1914 de fenómeno sobredeterminado, inexorable, independientemente de la intención primaria de sus protagonistas.

17/ Primer manifiesto.

18/ Segundo manifiesto.

19/ W. B. Gallie, Philosophers of Peace and War, Cambridge University Press, Cambridge, 1978, p. 92. Sin embargo, el autor no oculta su simpatía por la persona de Engels, de quien considera que, gracias en especial a sus últimos escritos sobre la guerra, “un día será rehabilitado [sic] por los futuros historiadores del marxismo” (p. 81).

20/ Einleitung [zu Borkheims „Zur Erinnerung für die deutschen Mordspatrioten“], MEW, t. 21, pp. 350-351. “Friedrich Engels dijo un día: ‘La sociedad burguesa se halla ante un dilema: o pasa al socialismo o recae en la barbarie.’ […] Hasta ahora hemos leído estas palabras sin reflexionar sobre ellas y las hemos repetido sin presentir su terrible gravedad. Miremos alrededor en este mismo momento [1915] y comprenderemos qué significa una recaída de la sociedad burguesa en la barbarie. […] Es exactamente lo que predijo Friedrich Engels una generación antes de la nuestra, hace cuarenta años.” Rosa Luxemburg, La crisis de la socialdemocracia.

21/ Carta a Bebel del 13 de septiembre de 1886 (MEW, t. 36, pp. 525-526). Es el propio Engels quien resalta nada más y certeza. Algunos años antes, en 1882, había manifestado su pesimismo con respecto a la actitud de los socialistas alemanes en caso de guerra de un modo todavía más categórico: “Nuestro partido en Alemania se vería inundado durante un tiempo y paralizado por la marea ascendente del chovinismo, y lo mismo ocurriría en Francia” (carta a Bebel del 22 de diciembre de 1882, MEW, t. 35, p. 416).

22/ Carta a Paul Lafargue del 25 de marzo de 1889 (Engels, Paul et Laura Lafargue, Correspondance, t. 2, Éditions sociales, París, 1956, p. 226).

23/ Engels, Armies and Revolution, Archon Books, Hamden (Connecticut), 1977, p. 129. La obra de Martin Berger constituye probablemente la mejor reseña de las ideas de Engels sobre la relación entre guerra y revolución. A este respecto, sin embargo, su principal defecto es no haber captado suficientemente, o de no subrayar, la coherencia teórica del enfoque de Engels y de la evolución de su actitud en función de los cambios objectivos de la situación mundial. Así, decir que Engels deseaba en la década de 1850, en aras a la revolución, una guerra “terrible”, incluso un “holocausto” (p. 99), es utilizar términos anacrónicos que no permiten comprender bien la aversión del compañero de Marx en el transcurso de los últimos 24 años de su existencia.

24/ Carta a Bernstein del 22 de febrero de 1882 (MEW, t. 35, pp. 279-280, traducción francesa publicada en Haupt, Löwy, Weill, Les Marxistes et la question nationale, Maspero, París, 1974, p. 102). En el registro profético, Engels continúa en la misma carta: “Los serbios están divididos en tres religiones […]. Pero para ellos, la religión cuenta más que la nacionalidad y cada confesión quiere dominar. Así, una Gran Serbia no comportará más que guerra civil mientras no haya allí un progreso cultural que haga posible al menos la tolerancia.”

25/ Engels pensaba manifiestamente en la Comuna de París, aplastada por las tropas de Versalles, bajo la mirada del ocupante alemán.

26/ Los internacionalistas revolucionarios de 1914 denunciaron la adulteración socialpatriótica del artículo de Engels: Rosa Luxemburg, en su célebre folleto de 1915, firmado Junius (La Crisis…, op. cit., pp. 188-189) y Grigori Zinoviev, en 1916, en su folleto La IIª Internacional y el problema de la guerra, restablecieron el sentido del artículo del compañero de Marx tal como se ha expuesto más arriba, subrayando asimismo que la mutación imperialista que culminó tras la muerte de Engels falseaba toda extrapolación de su análisis de 1891 sobre la guerra mundial desencadenada casi un cuarto de siglo después.

27/ Le habría gustado que fueran los propios franceses quienes se encargaran de explicar por qué había que combatir la eventualidad de una guerra de su gobierno contra Alemania, en alianza con Rusia (carta a Bebel del 29 de septiembre de 1991, MEW, t. 38, p. 161). Cuando publicó su artículo en alemán, algunos meses más tarde, Engels procuró quitarle hierro, explicando largo y tendido que, debido a los reveses del imperio zarista, la amenaza rusa que pesaba sobre Alemania ya no era actual, cosa que destruía la única justificación del defensismo revolucionario  que le había parecido necesario en tal caso. En octubre de 1892 explicó al socialista francés Charles Bonnier que se sobreentendía que en caso de una nueva guerra de conquista del kaiser contra Francia habría que invertir los papeles de los socialistas de los dos países (ibid., p. 498). Y en junio de 1893, Engels reprochó a Paul Lafargue que se presentara como patriota: “Esta palabra tiene un sentido tan estrecho –o bien tan indeterminado, según– que yo no me atrevería jamás a calificarme así. Me he dirigido a los no alemanes como alemán, del mismo modo que me dirijo a los alemanes como simple internacional” (Engels, Paul et Laura Lafargue, Correspondance, t. 3, Éditions sociales, Paris, 1959, p. 292).

28/ Engels proponía una duración máxima de dos años, añadiendo que “dentro de algunos años podría ser posible optar por una duración mucho más corta”. Preconizaba un servicio limitado a la formación militar esencial y racional, sin el ceremonial superfluo y otras “necedades”, como el paso de la oca, del que solía mofarse.

29/ Kann Europa abrüsten?, MEW, t. 22, p. 371.

30/ Jean Jaurès fue el único, entre los tenores del socialismo europeo, que defendió el punto de vista de Engels sobre la transformación de los ejércitos como medio para prevenir la guerra. Su pacifismo radical le valió el odio a muerte de los nacionalistas franceses.

31/ Carta a Marx del 16 de enero de 1868 (MEW, t. 32, p. 21).

32/ Die preußische Militärfrage und die deutsche Arbeiterpartei, MEW, t. 16, p. 66.

33/ Revolución y contrarrevolución en Alemania.

34/ Ibid., pp. 194-212.

35/ Anti-Dühring, op. cit., p. 203 (texto resaltado por el propio Engels).

36/ “El deber de propagar las ideas comunistas implica la necesidad absoluta de llevar a cabo una propaganda y agitación sistemáticas y perseverantes entre las tropas”, estipulaba la 4ª de las 21 condiciones de admisión de los Partidos en la Internacional Comunista (Tesis, manifiestos y resoluciones adoptados por los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista (1919-1923).

37/ “[Mi introducción] ha sufrido un poco por el deseo excesivo, a mi juicio, que sienten nuestros amigos de Berlín de no decir nada que pueda ser utilizado como pretexto para que el Reichstag apruebe el Umsturzvorlage [el proyecto de ley contra las actividades subversivas]. Dadas las circunstancias, he tenido que ceder.” Carta a Laura Lafargue del 28 de marzo de 1895 (Engels, Lafargue, Correspondance, t. 3, op. cit., pp. 400-401).

38/ “No puedo creer que tengáis la intención de dedicaros en cuerpo y alma a la legalidad absoluta, la legalidad independientemente de las condiciones, la legalidad incluso ante las leyes que violan sus propios autores, en suma, la política que consiste en mostrar la mejilla izquierda cuando te han golpeado en la mejilla derecha.” Carta a Fischer del 8 de marzo de 1895 (MEW, t. 39, p. 424).

39/ Le Socialisme en Allemagne, op. cit., p. 133.

40/ Ibid. Una de las frases tachadas de la Introducción de 1895, para gran enfado de Engels, decía dirigiéndose al gobierno alemán: “Si por tanto ustedes rompen la Constitución imperial, la socialdemocracia será libre, libre para hacer lo que quiera con respecto a ustedes. Pero lo que hará a continuación, eso se cuidará muy mucho de no decírselo ahora” (op. cit., p. 211; resalto aquí, y en adelante, los pasajes de la Introducción censurados por los editores socialistas de Engels).

41/ Para un análisis crítico de las reflexiones de Gramsci en sus Cuadernos de la cárcel, y una visión global penetrante de los debates estratégicos marxistas posteriores a Engels, véase el estudio magistral de Perry Anderson, Las antinomias de Antonio Gramsci. Sin embargo, ni Gramsci, ni Anderson se remontan hasta Engels, pese a que se sitúa en el origen de esta problemática.

42/  Engels, Introducción, op. cit. El enfoque del parlamentarismo que refleja este texto se halla en las antípodas del “cretinismo parlamentario” que Marx y él siempre fustigaron. Se asemeja más bien al que expondrá Lenin en El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo que no al de los socialdemócratas europeos, incluso antes de 1914. Además, cuando Engels describe más adelante, con satisfacción, los progresos realizados por los socialistas en el Parlamento en los demás países europeos, se apresura a añadir: “Es evidente que nuestros camaradas extranjeros no renuncian para ello, de ningún modo, a su derecho a la revolución. El derecho a la revolución es, después de todo, el único ‘derecho histórico’ real, el único sobre el que descansan los Estados modernos sin excepción…” (op. cit.).

Lejos de revisar las opciones revolucionarias de su juventud, Engels se mantuvo fiel a lo que había escrito en su primera declaración de principios, en 1847: “¿Es posible la supresión de la propiedad privada por la vía pacífica? Sería deseable que así fuera, y los comunistas, sin duda, serían los últimos en quejarse. […] Pero también ven que el desarrollo del proletariado choca en casi todos los países civilizados con una represión brutal, y que de este modo los adversarios de los comunistas trabajan a su vez con todas sus fuerzas a favor de la revolución.” Principios del comunismo, en Marx Engels, Obras escogidas, op. cit.

43/ Ibid. La edición de Moscú traduce Gewalthaufen por “grupo de choque”, expresión sustituida aquí por “tropas de choque”, corrección que se justifica porque la primera fórmula tiene una connotación de comando, cuando para Engels se trata de una masa considerable de partidarios del socialismo en Alemania, “tropas de choque decisivas del ejército proletario internacional” (Ibid.; MEW, t. 22, pp. 524-525).

Engels relativizó notablemente, poco después, este texto, calificado abusivamente por cierta posteridad de “testamento político” suyo: “Liebknecht acaba de jugármela. Ha tomado de mi introducción […]todo lo que puede servirle para sostener su táctica apacible y antiviolenta a cualquier precio que le complace predicar desde hace algún tiempo, sobre todo en este momento en que se preparan leyes represivas en Berlín. Sin embargo, esta táctica yo solo la preconizo para la Alemania de hoy y con muchas reservas. En Francia, Bélgica, Italia y Austria será imposible seguir esta táctica en su conjunto y en Alemania puede que resulte inaplicable el día de mañana.” Carta a Paul Lafargue del 3 de abril de 1895 (Engels, Lafargue, Correspondance, t. 3, op. cit., pp. 404, texto resaltado por Engels).

Según Liebknecht, fue Eduard Bernstein quien utilizó este documento desnaturalizado para fundamentar sus planteamientos “revisionistas”, contribuyendo así a forjar el mito de un cambio de postura de Engels al final de su vida. Desde entonces, numerosos autores, de Karl Kautsky a Lucio Colletti, creyeron necesario contradecir a Engels dando crédito a esta mutación. De todos modos, a partir de la publicación del texto integral de la Introducción de 1895 por obra de Riazanov, en 1930, muchos se aplicaron a restituir su sentido original, apoyándose en la correspondencia de Engels.

44/ Ibid., p. 208.

45/ El socialismo…, op. cit., pp. 132-133 (texto resaltado por mí). “Y si ganamos las circunscripciones rurales de las seis provincias orientales de Prusia, donde predominan el latifundismo y los grandes cultivos, el ejército alemán será nuestro”, escribió Engels a Paul Lafargue ese mismo año (Engels, Lafargue, Correspondance, t. 3, op. cit., p. 89, texto resaltado por Engels).

Como explica Ernst Wangermann en su breve, pero excelente, introducción a la primera edición inglesa de Engels de El papel de la violencia en la historia, el autor “preconizaba políticas encaminadas a socavar el espíritu de sumisión absoluta de la tropa en los regimientos prusianos, que todavía se reclutaban en gran medida entre las masas oprimidas de trabajadores rurales” (The Role of Force in History, Lawrence & Wishart, Londres, 1968, p. 23). Falta espacio aquí para explicar la manera en que el programa agrario defendido por Engels, y rechazado por los socialistas alemanes, se articulaba con su estrategia revolucionaria. También se podría mostrar cómo el enfoque programático de Engels, tanto en el ámbito agrario como en lo tocante al ejército, prefiguraba el de las “reivindicaciones transitorias” que adoptó la Internacional Comunista en tiempos de Lenin.

A la luz de todas las críticas, dispersas pero acerbas, formuladas por Engels a los socialistas alemanes, en particular, no sería exagerado afirmar que el compañero de Marx fue el primer marxista que presintió la futura evolución de la socialdemocracia (le seguirá Rosa Luxemburg, mientras que tuvo que producirse la traición de 1914 para que Lenin se percatara).

46/ Engels, Armies…, op. cit., p. 169.

47/ Berger lo tiene difícil para conciliar su interpretación con el testimonio del socialista británico Ernest Belfort Bax sobre Engels: “Aunque sabía calibrar debidamente, en todas las circunstancias, las exigencias prácticas del momento, este viejo compañero de Marx, que le había sobrevivido, estuvo convencido hasta el final de que la revolución social solo podía comenzar con una insurrección armada, sobre todo en Alemania. Le escuché decir más de una vez que si los dirigentes del partido podían contar con un soldado de cada tres, es decir, con un tercio del ejército alemán, deberían pasar de inmediato a la acción revolucionaria.” (“Rencontres avec Engels”, en Souvenirs sur Marx et Engels, op. cit., pp. 332-333).

48/ En Obras completas, Editorial Progreso, Moscú, 1966, t. 11. “Nos hemos dedicado y seguiremos dedicándonos con más tenacidad a ‘trabajar’ ideológicamente el ajército. Pero no seríamos más que patéticos pedantes si olvidáramos que en el momento de la insurrección también hay que emplear la fuerza para ganarse al ejército”.

49/ Op. cit., pp. 205-206.

50/ Ibid., p. 208.

51/ Revolución y contrarrevolución…, op. cit., p. 392 (texto resaltado por mí, salvo la cita de Danton, reproducida por Engels en francés).

Fuente: https://vientosur.info/engels-pensador-de-la-guerra-pensador-de-la-revolucion/


INDIA, COVID-19, EE UU Y CHINA

 


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Research Unit for Political Economy

27 noviembre 2020 |

 

El 5 de mayo de 2020, en pleno confinamiento debido a la covid-19 en India, comenzaron a aumentar las tensiones entre tropas indias y chinas en varios lugares a lo largo de la línea de control real, la frontera de hecho entre India y China. Finalmente, en la noche del 15 de junio, los dos bandos entraron en combate en las laderas del valle del Galwan. Murieron veinte militares indios, al igual que un número desconocido de homólogos chinos. Fue el choque más grave entre los dos ejércitos desde la guerra de 1962.

La escaramuza se produjo en una región de importancia estratégica. En el lado chino del valle del Galwan se halla Aksai Chin, por donde pasa una carretera crucial que comunica el Tíbet con la provincia de Xinjiang. En el lado indio, hacia el oeste, se encuentra la región de Ladakh. Al oeste de Ladakh está Gilgit-Baltistan, la zona administrada por Pakistán por la que pasa el Corredor Económico China-Pakistán, un conjunto de proyectos de infraestructura que se extiende en el sur hasta el puerto pakistaní de Gwadar. Los conductos tendidos a lo largo de este corredor ofrecerían a China un acceso más seguro al petróleo y gas natural del Golfo, esquivando las patrullas navales estadounidenses en el Sudeste Asiático.

Medidas recientes adoptadas por India –como la decisión de agosto de 2019 de segregar Ladakh y someter el territorio a la administración central, así como la acumulación de infraestructuras militares indias cerca de la línea de control real– pueden ser vistas desde China como una amenaza. Poniéndose del lado de India, el secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, declaró que los choques los “inició el ELP [Ejército de Liberación Popular]” y no son “más que los últimos ejemplos del comportamiento inaceptable del PCC [Partido Comunista Chino]… EE UU nunca ha respaldado la seguridad de India tanto como ahora. India también es una socia importante y un pilar fundamental de la política exterior del presidente [Donald] Trump” 1/.

En India, el duelo fronterizo desató un tumulto. Políticos y personalidades diversas llamaron al boicot a todos los productos chinos; organismos públicos rescindieron contratos con empresas chinas y, el 29 de junio de 2020, el Ministerio indio de Electrónica y Tecnología de la Información prohibió 59 aplicaciones chinas, algunas de las cuales, como TikTok, contaban con un gran número de usuarios en India. Pompeo aplaudió el veto de India, afirmando que estas aplicaciones “pueden servir de apéndices del Estado de vigilancia del PCC” 2/. Aunque de momento han cesado las hostilidades en la línea de control real, han tenido una repercusión más duradera en el clima político interior de India y en su posicionamiento en política exterior.

A primera vista, parece como si una pelea física en el Himalaya hubiera tenido un efecto de bola de nieve para convertirse en una batalla comercial y estratégica. Para examinar la cuestión más a fondo conviene que situemos los acontecimientos en su contexto global.

Los aprovechamientos de la crisis de la covid-19

Desde que apareció la covid-19, EE UU optó bastante abiertamente por aprovechar la crisis a escala global como arma contra la que considera su rival, China. El 30 de enero de 2020, apenas unos días después de la confirmación de la transmisión del virus entre humanos, el secretario de Comercio de EE UU declaró que la enfermedad, “muy desafortunada”, podía llevar a las empresas a replantearse su presencia en China. No fue un comentario improvisado. El Departamento de Comercio envió seguidamente un correo que decía: “También es importante tener en cuenta las ramificaciones del mantenimiento de relaciones comerciales con un país que tiene un largo historial de ocultamiento de riesgos reales para su propia población y el resto del mundo”.

El 9 de abril, Japón anunció que incentivará a sus empresas que quieran trasladar su centro de producción fuera de China 3/. La Unión Europea está elaborando un informe que afirma que “China ha seguido impulsando una campaña mundial de desinformación para rechazar la culpa por el brote de la pandemia y mejorar su imagen internacional” 4/. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha cuestionado la gestión por parte de China del brote del virus 5/. La presidenta de la Comisión Europea ha solicitado una investigación sobre los orígenes del virus 6/. Y, por supuesto, el presidente de EE UU ha presionado a los servicios de inteligencia estadounidenses para que encuentren la fuente del virus, amenazando, como es típico de él, con reclamar a China 10 millones de dólares por cada muerte relacionada con la covid-19 en EE UU 7/.

Todo esto apenas tiene que ver con el virus, excepto su aprovechamiento como oportunidad. El proceso ya estaba en marcha desde mucho antes de la covid-19. El intento de diversificar las cadenas de fabricación mundiales fuera de China ha estado discutiéndose en los dos últimos años, particularmente con ocasión del conflicto comercial entre EE UU y China.

Un tipo de globalización diferente

En el periodo que media entre 1990 y 2008, la globalización de la producción se desarrolló a una velocidad vertiginosa, y se calcula que actualmente el 70% del comercio mundial implica cadenas de valor globales. Sin embargo, un informe especial de The Economist de julio de 2019 (mucho antes de la covid-19) reveló “un lento desmantelamiento” de estas cadenas. “Un sondeo realizado en abril [de 2019] entre 600 empresas multinacionales de toda Asia por Baker McKenzie, un bufete de abogados de EE UU, mostró que cerca de la mitad de ellas se plantean cambios importantes en sus cadenas de suministro, y más de una décima parte una revisión completa. En muchos sectores, esto supondrá un replanteamiento del papel que desempeña China como fuente de abastecimiento” 8/.

El McKinsey Global Institute ha observado que las cadenas de valor globales, 16 de un total de 17 grandes sectores industriales que ha estudiado, se han acortado, desplazando a menudo la producción a lugares más próximos a los mercados de consumo a los que se destinan sus productos. Esto no implica necesariamente el fin de la globalización, sino un cambio de pauta: por ejemplo, el traslado de la producción a otros países de bajos salarios. “La guerra comercial [entre EE UU y China] también ha provocado un replanteamiento por parte de Apple, que por lo visto ha pedido a sus principales proveedores que calculen cuánto costaría desplazar del 15 al 30% de su base de suministro fuera de China, al Sudeste Asiático o India” 9/.

Sin embargo, a las multinacionales no les resulta fácil abandonar China, ya que la mitad de la capacidad mundial de fabricación de componentes electrónicos se encuentra allí y el país ofrece ventajas de infraestructura, cualificación, escala y agilidad, ventajas que no se igualan con facilidad. Sin embargo, y esto es significativo, el informe de The Economist concluye que “el nacionalismo económico de Trump y sus ataques a China cuentan con la aquiescencia de la élite empresarial estadounidense… Habrá una aceleración del lento desmantelamiento que ya está en marcha de las complejas cadenas de suministro que asociaban a China con EE UU” 10/.

Objetivo: Huawei

En 2019 se impusieron más restricciones comerciales a China que a cualquier otro país. Tras el estallido de la pandemia, una serie de países restringieron las inversiones chinas en su territorio, como si fuera en represalia por el virus 11/. Un objetivo particular de las restricciones y prohibiciones ha sido el gigante chino de telecomunicaciones Huawei.

Se considera ampliamente que Huawei, la empresa capitalista privada más grande de China, tiene la mejor y más barata tecnología 5G, que en una situación normal se instalaría en el mundo entero. Precisamente por esta razón, EE UU ha intensificado la presión sobre Huawei. En diciembre de 2018, Canadá detuvo a Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei, de quien EE UU ha solicitado la extradición. En mayo de 2020, EE UU exigió a los fabricantes de semiconductores extranjeros que exportan productos para Huawei que soliciten permiso a EE UU si en la fabricación se emplean equipos o programas estadounidenses.

A resultas de ello, el Reino Unido anuló finalmente su decisión de implicar a Huawei en la instalación de sus redes de 5G, provocando un retraso de dos años y un coste adicional de 2.000 millones de libras. Las empresas de telecomunicaciones británicas tienen de plazo hasta 2027 para reemplazar los componentes de Huawei existentes en sus redes. Los demás miembros de los Cinco Ojos (la alianza que vigila las comunicaciones mundiales y que incluye a EE UU, el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) han vetado de hecho a Huawei. Francia también ha impuesto un veto de hecho a Huawei, lo que dará lugar a la eliminación gradual de los componentes de la empresa china a más tardar hasta 2028 12/. Alemania está reduciendo sus compras a Huawei, pero todavía no la ha vetado.

La justificación inicial de estas medidas se remitió a supuestas preocupaciones de seguridad: la posibilidad de que China utilice los equipos 5G de Huawei para espiar a las potencias occidentales. Sin embargo, las sanciones estadounidenses han doblegado a varios países y las preocupaciones comerciales reales son imposibles de separar de motivos estratégicos. El deseo de capturar o retener mercados y fuentes de materias primas, y de negarlas a los rivales, es un principio básico de toda estrategia imperialista.

El primer ministro británico, Boris Johnson, ha propuesto ahora a EE UU formar un club de democracias llamado D-10, compuesto por el G-7 (EE UU, Reino Unido, Alemania, Francia, Japón, Italia, Canadá, con la Unión Europea como observadora) más Australia, Corea del Sur e India. La inclusión de los tres últimos indica que la alianza está dirigida contra China. El Times de Londres informa que la primera actividad de este grupo consistiría en arrebatar mercados a su rival:

“Una opción sería que el club canalizara inversiones en empresas tecnológicas con base en sus Estados miembros. Nokia y Ericsson son los únicos proveedores europeos de infraestructuras de 5G y los expertos dicen que no pueden suministrar equipos de 5G tan rápidamente ni tan baratos como Huawei” 13/.

The Economist predice que “el veto a Huawei podría causar la bifurcación de los mercados mundiales en dos campos 5G incompatibles… En esta situación, la sueca Ericsson, la finlandesa Nokia y la surcoreana Samsung suministrarían una red más cara, formada por equipos producidos fuera de China” 14/.

Retener la supremacía mundial

Para EE UU también cuenta el objetivo más amplio de retener la supremacía mundial, en la que se basa la supremacía del dólar como moneda internacional. Como señala Kenneth Rogoff, execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional, “el predominio militar [estadounidense]… ha sido uno de los ejes que sostienen el dólar” 15/. “La OTAN apunta contra China”, reza un reciente titular de The Economist, que informa que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aspira a una colaboración más estrecha con Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur a fin de hacer frente al ascenso de China 16/. Un informe detallado de la misma publicación explica que esta reorientación abordará el problema de “¿Cómo puede mantenerse unida la alianza transatlántica cuando EE UU mira menos a Europa y se involucra más en Asia?” 17/.

Según un estudio reciente, EE UU ha llevado a la OTAN a centrarse en China. El pasado mes de agosto, el secretario general de la OTAN declaró que China se acerca a Europa en el Ártico, África, la inversión en infraestructuras cruciales, el ciberespacio e inversiones en potencial militar moderno. La declaración de Londres de la OTAN, emitida al término de la reunión de sus líderes en diciembre de 2019, fue la primera declaración de esta organización que menciona a China: “Reconocemos que la creciente influencia y la política internacional de China ofrecen tanto oportunidades como desafíos que debemos abordar juntos como Alianza”. La OTAN está realizando un estudio, o “ejercicio de análisis”, relacionado con China que, según fuentes aliadas, examina seis cuestiones principales: ciberseguridad; despliegues militares y estrategia militar china; Afganistán; relaciones Rusia-China; inversiones chinas en infraestructuras cruciales e industrias estratégicas europeas, y el impacto de China en el orden mundial basado en reglas 18/.

En marzo de 2019, la Comisión Europea calificó a China de “competidora económica” y “rival sistémica” 19/.

EE UU y sus aliados presionan sobre una serie de frentes al mismo tiempo, tanto económicos como políticos. El último ejemplo es que EE UU, el Reino Unido, Australia y Canadá han expresado su inquietud ante la imposición por parte de China de una ley de seguridad nacional en Hong Kong (entre los personajes que expresaron su preocupación por la democracia en Hong Kong figura, sin ningún sentido de la ironía, el último gobernador colonial del territorio).

India se posiciona contra China

En este contexto, India ha tomado una serie de medidas en relación con China. Como ya se ha mencionado, Boris Johnson quiere que India forme parte del grupo de diez democracias alineadas, a todos los efectos prácticos, en contra de China. Dichas medidas –como el control de las inversiones chinas, el intento de sacar inversiones fuera de China y la promoción de proyectos/sectores con protección específica antiChina– muestran cómo las decisiones económicas y políticas de India se adaptan progresivamente a su posicionamiento geopolítico.

Críticas a China por la covid-19

India secundó los esfuerzos conjuntos de EE UU, la UE y Australia para criticar a China por la covid-19. Esto comenzó con la petición del ministro de Asuntos Exteriores australiano de una investigación internacional transparente sobre los orígenes de la pandemia, incluida la gestión por parte de China del brote inicial en Wuhan. El secretario de Salud y Servicios Humanos de EE UU, Alex Azar, sin nombrar a China, declaró: “En un intento aparente de ocultar este brote, por lo menos un Estado miembro se burló de sus obligaciones de transparencia, con un coste tremendo para el mundo entero” 20/. India apoyó la resolución redactada por EE UU en la Asamblea Mundial de la Salud –el órgano decisorio de la Organización Mundial de la Salud (OMS)–, en la que se reclama una investigación sobre la respuesta de la organización a la pandemia del coronavirus, así como la identificación de la “fuente zoonótica” del coronavirus. Presionada, China aceptó la petición.

Ante esto, ¿quién podría oponerse a esta investigación, que tiene el propósito aparente de mejorar la respuesta a la expansión de la enfermedad? Sin embargo, cuando EE UU y sus aliados presionan a favor de esta clase de ejercicios de gran alcance y con final abierto, sus motivos no tienen nada que ver con el asunto en cuestión y sí mucho con objetivos militares estratégicos en el país investigado. Estos fueron los objetivos de la búsqueda interminable de armas de destrucción masiva en Irak, así como de la investigación del programa nuclear de Irán.

Control de la inversión china en India

En abril de 2020, India anunció que toda inversión directa extranjera de un país con el que comparte frontera terrestre requerirá la aprobación del gobierno. Puesto que Nepal, Bangladesh, Pakistán, Bután y Myanmar no han invertido hasta ahora en India, la medida se dirige únicamente contra China. Hasta entonces, la aprobación de inversiones extranjeras directas había sido automática salvo en determinados sectores estratégicos. El gobierno aclaró que este cambio estaba destinado a impedir las “absorciones/adquisiciones oportunistas de empresas indias con motivo de la actual pandemia de covid-19” 21/.

El diario digital Swarajya, que suele reflejar el punto de vista del Rashtriya Swayamsevak Sangh [supremacismo hindú], explicó que “ahora que la desaceleración mundial empuja a la baja los precios de las acciones de las empresas, China se plantea salir de compras en este periodo de rebajas inducidas artificialmente… A India le interesa aprender de sus homólogos europeos, que han tardado en percatarse de la magnitud económica, social y política de la inversión china en la región” 22/.

Puesto que este veto solo se aplica efectivamente a China, está claro que las absorciones/adquisiciones oportunistas de empresas indias por parte de inversores de otros países, como EE UU, Japón o la UE, cuentan con la aprobación del gobierno. De hecho estamos asistiendo a una pandemia de tales absorciones oportunistas de empresas indias por inversores extranjeros (no chinos) al amparo de la crisis de deuda empresarial de India.

Atraer a inversores globales para que se vayan de China

Al tiempo que tilda la inversión china en India de “absorción oportunista”, el gobierno indio se ha dedicado decididamente a animar a inversores globales a salir de China. El 28 de abril de 2020, el primer ministro ordenó a los ministros principales de los Estados de la Unión que se prepararan para esta tarea, y el 1 de mayo mantuvo una reunión con altos cargos ministeriales “para animarles a captar parte de la cadena de suministro que se espera que abandone China, ahora que las empresas multinacionales tratan de diversificar su base de producción a raíz de la covid-19” 23/.

De acuerdo con el ministro de Transportes, Nitin Gadkari, la posición global debilitada de China es una “bendición implícita” para India de cara a atraer más inversiones. Bloomberg informa que India está preparando un conjunto de terrenos de dos veces la extensión de Luxemburgo para ofrecerlos a empresas que deseen sacar la producción de China, y se ha puesto en contacto con un millar de multinacionales estadounidenses 24/. Una ponencia elaborada para el Ministerio de Comercio e Industria se entusiasma antes de tiempo: “Se calcula que esta diversificación
y traslado de empresas japonesas fuera de China creará una oportunidad económica de 730.000 millones de dólares para territorios en desarrollo como la ASEAN e India. La crisis en curso de la covid-19 presenta una oportunidad de oro para India y Japón con vistas a impulsar su relación ya fructífera” 25/ (aprovechar “oportunidades de oro”, por lo visto, es diferente de ser “oportunista”).

Para los inversores extranjeros que proyectan invertir en producción industrial, la disponibilidad de terrenos baratos o gratuitos, infraestructuras modernas y una mano de obra sana y formada –modalidades de ayuda pública al capital privado– son criterios importantes. En China se cumplen desde hace tiempo. El gobierno indio puede facilitar terrenos baratos o gratuitos (arrancándoselos de las manos a los campesinos), pero dado el pésimo estado de la infraestructura en India y la lamentable condición física y el grado de cualificación de su fuerza de trabajo, los esfuerzos incansables de los gobernantes indios por atraer una avalancha de inversiones extranjeras pueden no dar el resultado esperado (aunque en los últimos meses ha habido importantes inversiones extranjeras, se han limitado a la adquisición de activos ya existentes, sin comportar la creación de nuevas empresas).

Sin embargo, no solo India persigue este objetivo con ahínco, sino también las principales potencias imperialistas. David Arase, profesor residente de política internacional en el Centro Universitario de Nanjing de Estudios Chinos y Estadounidenses de la Universidad Johns Hopkins, explica: “Evidentemente, hay recorrido para una cooperación entre EE UU y Japón si los dirigentes deciden coordinar sus esfuerzos por ajustar sus cadenas de suministro a sus programas políticos en la región indo-pacífica. Por ejemplo, tanto EE UU como Japón ven en India a una socia indo-pacífica estratégica y económica crucial que podría beneficiarse de una mejor conectividad económica con el Occidente avanzado” 26/.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, declaró que el gobierno de Trump “trata de encajar las cadenas de suministro a que tienen acceso ambos países [India y EE UU]”. Según un portavoz del Departamento de Estado, han “estado trabajando durante los últimos años [para reducir el peso de sus cadenas de suministro en China], pero ahora están acelerando esta iniciativa” 27/. EE UU está impulsando la creación de una alianza de “socios de confianza”, llamada Red de Prosperidad Económica, declaró un portavoz [del Departamento de Estado]. Dijo que incluiría a empresas y grupos de la sociedad civil que operan de acuerdo con el mismo conjunto de normas en todo lo que alcanza desde el negocio electrónico, la energía y la infraestructura hasta la investigación científica, el comercio y la educación.

El gobierno de EE UU colabora con Australia, India, Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Vietnam para “empujar hacia delante la economía mundial”, dijo Pompeo el 29 de abril. Estas negociaciones incluyen “la manera de reestructurar… las cadenas de suministro para evitar que algo así vuelva a ocurrir jamás”, remarcó Pompeo 28/. La Red de Prosperidad Económica recuerda la Esfera de Coprosperidad del Gran Este Asiático, el término que empleó Japón para designar los países que ocupó entre 1931 y 1945.

Barreras comerciales frente a los productos chinos

Bajo la bandera de Atmanirbhar Bharat (India autosuficiente), el gobierno tiene previsto imponer ahora mayores barreras comerciales, como la exigencia de licencias de importación o controles de calidad más estrictos para un centenar de productos, y aranceles adicionales a unos 160 a 200 productos 29/. Aunque supuestamente la medida no apunta contra ningún país, el gobierno ha seleccionado mercancías como “relojes de pulsera, relojes de pared, ampollas, varillas y tubos de vidrio, cremas para el cabello, champús, polvo facial, preparados cosméticos para ojos y labios, tinta de impresión, pinturas y barnices y algunos productos de tabaco” tras un proceso de recopilación de información sobre las importaciones procedentes de China 30/.

Podrían añadirse muchos ejemplos más a la lista de bienes de consumo indios y otros sectores de baja tecnología que han sido incapaces de hacer frente a la competencia china. Estas industrias intensivas en mano de obra necesitaban desde hace tiempo protección frente a importaciones baratas, chinas o no. Algunas de ellas casi han desaparecido
y ahora hará falta más que una protección arancelaria para revitalizarlas. La nueva postura del gobierno puede granjearse el apoyo de pequeñas y medianas empresas en India, que se han llevado la peor parte de esta competencia. De hecho, el gobierno de Narendra Modi siempre ha sido proclive a tales cálculos políticos.

No obstante, las pequeñas y medianas empresas indias se enfrentan a un lúgubre futuro debido al colapso de la demanda interna. En ausencia de un plan sistemático de refuerzo de la industria y la infraestructura nacionales, fomentando la capacitación de la economía (tecnología adecuada, mano de obra cualificada, redes mercadotécnicas, desarrollo
y uso de recursos), y asociado ante todo a un aumento muy disperso de la demanda interior, estas medidas no comportarán una mejora generalizada de la situación actual de las pequeñas y medianas empresas. Dichas barreras comerciales solo pueden dar lugar a la reducción efectiva del poder adquisitivo de la población india al encarecer una serie de productos de consumo manufacturados.

Aparte de esto, el grueso de las importaciones procedentes de China no abarca bienes de consumo de baja tecnología, sino productos de tecnología media o alta, cuya entrada el gobierno indio no se propone bloquear inmediatamente por falta de alternativas.

La nueva postura política en la práctica: el caso del proyecto de energía solar de Adani

Sin embargo, el posicionamiento político antichino podría ofrecer oportunidades rentables a grupos empresariales indios favorecidos y multinacionales occidentales y japonesas. En los últimos años, estas últimas han tenido que hacer frente en India a una ardua competencia por parte de empresas chinas en sectores de alta tecnología como equipos de telecomunicaciones, maquinaria eléctrica y trenes de alta velocidad. Los precios de las empresas chinas son mucho más bajos y se dice que su calidad es similar y, en algunos casos (como en el de los equipos de telecomunicaciones 5G), incluso superior.

Sirva de ejemplo el sector industrial de la energía solar, en el que China ocupa una posición dominante, ya que produce el 80% de las placas solares de todo el mundo y el 72% de los módulos. Aprovecha enormes economías de escala, y sus precios se reducen sustancialmente todos los años. El sector local de producción de material fotovoltaico en India no ha logrado competir con China, no solo en precio, sino también en calidad, y depende casi totalmente de las placas solares chinas. Tampoco está solo. Mientras que se comenta que los precios más elevados de los productos de EE UU se ven compensados en parte por su mayor calidad, la empresa líder alemana simplemente dejó de seguir produciendo en 2013 31/.

El gobierno indio planea ahora facilitar protección aduanera a las empresas industriales relacionadas con la energía solar ubicadas en India, estableciendo aranceles adicionales sobre los módulos y las placas solares, un suministro garantizado de electricidad subsidiada y ayudas económicas (créditos baratos y “financiación puente de viabilidad”, eufemismo con que se designan subsidios a las empresas). “Puede que los paneles solares hechos en India no sean los más competitivos. Sin embargo, lo que puede favorecer a India es el cambio estratégico de las prioridades de empresas y países tras la pandemia de covid-19: los costes comparativos han dejado de ser el único criterio a la hora de decidir sobre el suministro de instalaciones” 32/.

Es improbable, no obstante, que esto signifique autosuficiencia en el sentido de que las empresas indias desarrollen su capacidad tecnológica para fabricar módulos, placas y otros equipos a bajo precio y de buena calidad. Más bien suena a invitar a empresas extranjeras no chinas a invertir aquí, protegiéndolas frente a las importaciones chinas y otorgándoles subsidios: “El avance de India podría estar encabezado por empresas públicas como Bharat Heavy Electricals, que el mes pasado invitó a inversores internacionales a promover sus instalaciones y capacidades –16 fábricas, una cantidad sustancial de terrenos y 34.000 trabajadoras y trabajadores– para crear una base en India” 33/.

El 9 de junio de 2020, la Empresa de Energía Solar de India otorgó al grupo Adani (uno de los grupos empresariales más vinculados al régimen actual) el contrato de energía solar más cuantioso del mundo: la construcción de una planta fotovoltaica y una fábrica de paneles solares domésticos con una inversión de 450.000 millones de rupias. La cotización de las acciones de Adani se ha duplicado desde comienzos de año.

Desde el punto de vista financiero es imposible que el grupo Adani, por mucho que cuente con el respaldo oficial, pueda poner en práctica este tipo de proyectos por su propia cuenta. Clasificado en 2012 entre los diez principales grupos más sobreendeudados de India, desde entonces su deuda se ha duplicado, sumando 1,28 billones de rupias en 2019. En los últimos dos años, el grupo ha preferido pedir préstamos en el extranjero, con lo que su deuda exterior representa el 30% de su deuda total. Los bonos en moneda extranjera, en particular, se duplicaron del 14% al 25% entre marzo de 2016 y marzo de 2019 34/. Cualquier devaluación drástica de la rupia supondrá un problema para el grupo, que se muestra encantado de la vida, aparentemente seguro de que sus apuestas serán las ganadoras.

El crecimiento del grupo tiene mucho que ver con favores y contratos gubernamentales, particularmente con el gobierno de Gujarat hasta 2014, y desde entonces con el gobierno central. “Las empresas cotizadas del grupo vieron cómo su valor aumentaba alrededor del 85% poco después de la toma de posesión de Modi, frente a un incremento de apenas un 15% del Sensex [el índice bursátil de las 30 compañías mejor situadas en la bolsa de Mumbai] durante el mismo periodo. En el primer año del mandato de Modi en el centro, el valor de mercado de la empresa había aumentado más de 500.000 millones de rupias” 35/. El grupo Adani entró en el sector de la energía solar en 2013 con un proyecto de 40 megawatios en Gujarat y desde entonces ha apostado fuerte por ella. Por tanto, que ganara la última licitación en este terreno no es una sorpresa: “SECI goza del pleno apoyo de su propietario al 100%, el gobierno de India”, dijo el portavoz de Adani Green Energy 36/.

Al igual que en los demás proyectos gubernamentales de autosuficiencia, esta política ofrecerá oportunidades de negocio a multinacionales (no chinas), asegurando al mismo tiempo que prosperen los grupos empresariales favoritos. Alardeando de que su grupo es la única corporación india que mantiene una serie de empresas conjuntas al 50% con multinacionales como Total y Wilmar, Adani ha revelado que está conversando con potenciales socios estratégicos capitalistas para la fabricación de equipos solares 37/. El planteamiento está directamente relacionado con la idea de cerrar el paso a China: Adani afirma que con sus proyectos solares “el 90% de importaciones de equipos chinos se reducirá al 50% y finalmente desaparecerá. En tres a cinco años será insignificante” 38/.

En febrero de 2020, Adani traspasó varios gigawatios de activos solares operativos a una nueva empresa, en la que la francesa Total ha adquirido el 50% de las acciones al precio de 510 millones de dólares, en una demostración más del asalto de los gigantes mundiales del petróleo y del gas al mercado de la energía renovable 39/. El gobierno indio ha fijado un objetivo improbable de 100 gigawatios (100.000 megawatios) de energía solar para 2022, pero la capacidad instalada a finales de 2019 no alcanzaba más que 36 gigawatios. Habrá que meter mucho dinero en el sector en los próximos años. Adani declaró que Total estaba “muy interesada” en ampliar su asociación con Adani Green Energy, al igual que otros inversores extranjeros. El portavoz de la empresa declaró que Adani Green Energy “siempre busca maneras de seguir reduciendo sus costes de capital y colaborar con otras grandes empresas energéticas
e inversores tradicionales con el fin de facilitar el rápido crecimiento continuado de la empresa” 40/.

La nueva postura política en la práctica: el caso del 5G de Reliance

Recientes acontecimientos en el sector de telecomunicaciones de India también reflejan cómo la política económica de los gobernantes de este país está supeditada cada vez más a su posicionamiento geopolítico. Revelan asimismo una vinculación más estrecha de los intereses de las principales grandes empresas indias con el capital extranjero.

Reliance Industries Ltd, encabezada por el hombre más rico de Asia, Mukesh Ambani, es la empresa más grande de India. En tres años desde el comienzo de sus operaciones, su filial de telecomunicaciones Reliance Jio, armada de efectivo y relajaciones legislativas favorables, ha conseguido una cartera de 400 millones de clientes y se ha convertido en la compañía de telecomunicaciones dominante en India. Cuando Donald Trump visitó India en febrero de 2020, Ambani declaró en una mesa redonda de empresarios que la red de 5G de Jio no tendría ni un solo componente chino. Pompeo tuiteó más tarde su alabanza de empresas de telecomunicaciones limpias como Jio, que se negaban a relacionarse con “instrumentos del Estado de vigilancia del PCC, como Huawei”.

Entre abril y julio, Jio recibió un tsunami de inversiones extranjeras (principalmente estadounidenses). Gigantes tecnológicos de EE UU como Facebook, Qualcomm, Intel y Google, así como seis fondos estadounidenses y tres fondos soberanos del Golfo, han invertido más de 20.000 millones de dólares en la adquisición de un 33% de las acciones; Facebook y Google tienen representantes en el consejo de administración. Se comenta que Microsoft se plantea unirse a la fiesta con una inversión de 2.000 millones de dólares. Se trata, por tanto, de una alianza sin precedentes.

Sin embargo, observadores bien informados se sintieron consternados cuando Ambani declaró en la junta general de accionistas, en julio, que Jio estaba creando su propia red 5G, con “tecnologías y soluciones creadas al 100% en el país”. Reliance no ha participado en el desarrollo tecnológico de su larga serie de empresas. Su sistema 4G lo instaló en su totalidad Samsung. Que se sepa, Reliance no tiene ninguna patente en tecnología 5G, que es un negocio muy intensivo en capital y de larga maduración, dominado por tres empresas en el mundo: Huawei, Ericsson y Nokia.

Una posibilidad es que “se junten parches basados en soluciones informáticas y equipos de fuente abierta para obtener prestaciones de red similares al 5G, al menos en mercados o territorios limitados” 41/. Esta clase de aplicaciones de plataforma abierta, en que las operadoras de telecomunicaciones optan por comprar equipos y programas de diversos proveedores, están muy lejos de su plena madurez. Sin embargo, en su deseo de bloquear a las empresas chinas, el gobierno de EE UU ha tomado la iniciativa de asumir el liderazgo de las agrupaciones que promueven tales estructuras abiertas.

Cualquiera que sea el alcance exacto del sistema 5G de Jio, supone una exclusión explícita de empresas chinas y por tanto lazos más estrechos con empresas de EE UU y los países aliados. El logro principal de Reliance en telecomunicaciones ha sido la captura del mercado gracias a su poder financiero y su influencia política. Ahora está vendiendo acciones de esta entidad cautiva a inversores extranjeros, en línea con la tendencia mercantil que viene siguiendo desde hace tiempo el gran capital indio. Estas empresas extranjeras, que se enfrentaban a algunas barreras legales en India, entrarán ahora de la mano de una compañía con formidables conexiones con los gobernantes.

Curiosamente, todo esto se viste con la retórica del nacionalismo y la autosuficiencia. En enero de 2019, Ambani había reclamado el fin de la colonización de datos: “Los datos son el nuevo petróleo… Los datos de India deben estar controlados y obrar en poder de personas indias, y no de compañías, especialmente multinacionales”. A finales de aquel año, el gobierno indio promulgó una ley que, entre otras cosas, permite controlar la transferencia de datos personales fuera del país. También ha prohibido aplicaciones chinas con el argumento de que roban datos.

La ironía es que los modelos de negocio de Alphabet (matriz de Google) y Facebook dependen precisamente de la recopilación de datos de usuarios y usuarias. Como ya señalaron John Bellamy Foster y Robert McChesney, “el medio principal de generación de riqueza en Internet y a través de plataformas privadas como las aplicaciones es la vigilancia de la población” 42/. Es más, grandes empresas estadounidenses que operan en Internet, como Google, Facebook, Microsoft y Yahoo, permiten que agencias estatales accedan directamente a datos de sus usuarios, formando así lo que se ha llamado un “complejo de vigilancia gobierno-empresa” 43/. A su vez, “el gobierno de EE UU actúa prácticamente como un ejército privado al servicio de los gigantes de Internet en su aspiración a colmar sus ambiciones globales” 44/.

Facebook y Google han estado durante mucho tiempo recopilando los datos de clientes indios. Su entrada como importantes inversores en la compañía de telecomunicaciones dominante de India, con administradores en el consejo, marca de hecho un nuevo paso adelante en lo que Ambani denominó “colonización de datos” de India. Esta violación de la soberanía de India, sin embargo, se ha pasado por alto.

La nueva triple alianza puede tener un fuerte impacto en una serie de sectores de la economía, como el comercio minorista, la educación en línea, la atención sanitaria y la banca. Reliance ya está presente en algunos de ellos. Y eso no es todo. Las implicaciones políticas han pasado inadvertidas. Tanto Google como Facebook tienen un gran potencial de manipulación masiva. Facebook comercializa activamente sus servicios de persuasión política y se ha asociado con el actual partido gobernante de India en periodo electoral. A su vez, Google ha manipulado sus algoritmos de búsqueda con el fin de vetar determinadas páginas web por su punto de vista político 45/.

Las implicaciones de las recientes inversiones en el sector de telecomunicaciones de India, por tanto, no son meramente financieras. En particular, Ambani no solo es el propietario de la compañía de telecomunicaciones dominante, sino también de Network 18, el conglomerado de medios de comunicación más grande del país, que retransmite noticias
y programas de entretenimiento en quince lenguas indias. La entrada de Facebook y Google en Jio representa así una ominosa consolidación de fuerzas estratégicas, económicas, políticas e incluso culturales.

Algunas reservas

La iniciativa geopolítica en contra de China, dirigida por EE UU y basada en India, avanza y se entrelaza con determinados intereses económicos. No implica que las multinacionales vayan a abandonar China de la noche a la mañana, ni que India pueda bloquear sus importaciones procedentes de China, ni que India reciba todas las inversiones que se van de China (tampoco significa que, aunque India recibiera una avalancha de inversión extranjera directa, ello constituiría un paso positivo, pero esta cuestión deberá abordarse separadamente).

Para las multinacionales occidentales, la infraestructura china, con la agrupación de empresas, la escala de producción, los subsidios, la fuerza de trabajo cualificada, la agilidad a la hora de introducir cambios en la producción y el suministro dentro del tiempo previsto, resultan en muchos casos demasiado ventajosas como para prescindir de inmediato de ellas. Pese a que el coste de la mano de obra china ha aumentado, sigue siendo una fracción del de EE UU o incluso México. Empresas de EE UU y otros países desarrollados han invertido grandes sumas de dinero en China. Todo esto implica que el abandono de China lleve su tiempo y pueda variar de un sector a otro.

No obstante, ofrecer a India la perspectiva de grandes inversiones sacadas de China ayuda a acercar a India a la política exterior estadounidense, tanto si finalmente se materializan muchas inversiones como si no.

Para India tampoco parece práctico interrumpir de inmediato el comercio con China. China fue la principal socia comercial de India de 2013 a 2018. Pese a que desde entonces esta posición la ocupa EE UU, China sigue siendo una socia comercial muy importante. A diferencia de EE UU, que importa de India más de lo que exporta, China mantiene un amplio superávit comercial con India. Para citar a Biswajit Dhar y K. S. Chalapati Rao, “el comercio entre India y China consiste, resumidamente, en que India suministra materias primas y productos intermedios a China, mientras que importa bienes de equipo y semifabricados cruciales para su sector farmacéutico, la fabricación de bicicletas y motocicletas y la producción de fibra sintética, entre otros bienes” 46/.

El grado de dependencia con respecto a China en varios sectores es alarmante, como en el de los principios activos farmacéuticos. La celebrada industria farmacéutica india se limita a elaborar preparados rentables con principios activos importados. Así, la interrupción de las importaciones chinas pondría en peligro la salud pública, así como las exportaciones indias. Las inversiones capitalistas chinas en India se concentran en el prestigioso sector tecnológico, en empresas como Ola, Paytm, Zomato, Flipkart y Byju’s. Al parecer, dos tercios de los unicornios –empresas emergentes valoradas en mil millones de dólares o más– tienen capital chino 47/. Por consiguiente, parece que a India le resultará mucho más complicado romper con China que a esta última desentenderse de India. No obstante, India está tomando medidas que sin duda le harán entrar en colisión con China.

India contra China: el latiguillo Indopacífico

Esto puede verse con toda claridad en el plano estratégico. En los últimos años, India se ha integrado inequívocamente en la coalición de potencias que apuntan contra China. El latiguillo de la diplomacia india en los últimos años es Indopacífico, que significa que India considera que sus intereses estratégicos se extienden por lo menos hasta el mar del Sur de China. En noviembre de 2019, el primer ministro indio informó a su homólogo japonés de que “la relación de India con Japón es un componente crucial de su visión de la paz, la prosperidad y la estabilidad en la región indopacífica”. Durante la visita de los ministros de Defensa y Asuntos Exteriores a Washington en enero de 2020, ambas partes “han reafirmado su compromiso de apoyar una región indopacífica libre, abierta e inclusiva”. El 4 de junio de 2020, el primer ministro indio celebró una cumbre virtual con el primer ministro de Australia y publicó una “visión compartida de la cooperación marítima en la región indopacífica”.

Es falso que los intereses de seguridad de India se extiendan hasta el océano Pacífico. Lo que ocurre más bien es que los gobernantes indios sueñan con alcanzar la condición de gran potencia cuya influencia se extienda mucho más allá de las fronteras del país y mucho más allá de su base material, es decir, militar y económica. La escala de estas ambiciones queda reflejada en los escritos del muy publicitado comentarista estratégico y exmiembro del Consejo Asesor de Seguridad Nacional, C. Raja Mohan, que considera que India es la heredera del Raj Británico:

“El Raj fue el principal proveedor de seguridad en la región que se extiende desde Adén hasta Malacca y desde el sur de África hasta el mar del Sur de China. Si la Royal Navy estableció su dominio total sobre las aguas del océano Índico y sus accesos, el ejército indio era el brazo armado del Raj que aseguraba la estabilidad en el vasto litoral…”.

La oposición de la India independiente a la intervención de otras potencias en su periferia, la asistencia de seguridad a países vecinos más pequeños y la reclamación de un perímetro de seguridad que va desde Adén hasta Malacca tienen sus raíces en la definición de los imperativos de defensa del territorio indio bajo el Raj… Al igual que el Raj, India emerge como una de las potencias militares importantes en Asia y el océano Índico y parece que en Delhi existe la voluntad política renovada de concebirse como proveedor de seguridad regional 48/.

Por supuesto que no es India, sino EE UU, el heredero del Raj como potencia hegemónica de la región. Sin embargo, a EE UU le conviene que los gobernantes indios alimenten esas nociones, pues necesita a India como socia menor. El uso actual del término Indopacífico en las conversaciones sobre asuntos diplomáticos y estratégicos se originó de hecho en el Departamento de Estado de EE UU. La entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, lo utilizó por primera vez en 2010 en referencia a la cooperación naval más estrecha con India: “Ampliamos nuestra colaboración con la armada india en el Pacífico, pues somos conscientes de la importancia de la cuenca indopacífica”. Mientras que las relaciones de EE UU con Australia se englobaban con anterioridad dentro de un marco Asia-Pacífico, Clinton amplió el concepto con referencias indopacíficas: “También ampliamos nuestra alianza con Australia de una asociación pacífica a una asociación indopacífica” 49/.

Japón acuñó la expresión Indopacífico libre y abierto en 2016, y Trump aprobó el marco en 2017 50/. En 2018, un portavoz del Departamento de Estado de EE UU expuso los motivos que justifican el uso del término Indopacífico:

“No es por nada que empleamos este término. Antes, la gente usaba el término Asia-Pacífico…, pero hemos adoptado esta expresión… Redunda en nuestro interés, el interés de EE UU, así como en los intereses de la región, que India asuma un protagonismo cada vez mayor en la región… Es un país que puede enmarcar y consolidar el orden libre y abierto en la región indopacífica, y nuestra voluntad es que India desempeñe este papel” 51/.

En mayo de 2018, el secretario de Defensa de EE UU anunció que el Comando del Pacífico pasaba a denominarse Comando del Indopacífico, “en reconocimiento de la mayor conectividad de los océanos Índico y Pacífico”.

Por qué EE UU promueve las ambiciones de gran potencia de India 52/

Poco después de que Clinton introdujera el concepto Indopacífico, fue retomado por altos cargos y jefes militares, como los exalmirantes Arun Prakash y Sureesh Mehta, y por el influyente exsecretario de Asuntos Exteriores Shyam Saran (posteriormente, enviado especial para tratar asuntos de energía nuclear civil con EE UU y presidente del Consejo Asesor de Seguridad Nacional). Al cabo de pocos años, su uso se generalizó, siendo adoptado asimismo por el primer ministro, el ministro de Asuntos Exteriores y el secretario de Política Exterior.

Los motivos de EE UU para promover el concepto Indopacífico, en contraste con los de India, son claros y están fundamentados en la realidad. Un informe encargado por el departamento de Defensa de EE UU de octubre de 2002, titulado The Indo-U.S. Military Relationship: Expectations and Perceptions, señaló que “los mandos militares estadounidenses son sinceros con sus planes de solicitar finalmente acceso a bases e insfraestructuras militares indias. El espacio estratégico que ocupa India en el centro de Asia, a caballo de las SLOC [sigla en inglés de vías de comunicación marítimas] de intenso tráfico que comunica Oriente Medio con el este de Asia, hace que India sea particularmente atractiva para el ejército de EE UU” 53/.

Un estudio de 2005 de la Academia Militar de EE UU, basado en conversaciones mantenidas por su autor con representantes de diferentes servicios militares del Comando del Pacífico, afirma taxativamente:

“Necesitamos el apoyo tangible de India porque nuestros intereses y objetivos estratégicos son globales, mientras que el ejército y otros medios a nuestra disposición para alcanzarlos no mantienen el paso… La posición de fuerza estadounidense sigue siendo peligrosamente endeble en el arco –de muchos miles de kilómetros de longitud– entre Diego García en el océano Índico y Okinawa y Guam en el Pacífico” 54/.

La población india, no obstante, no es consciente de que su país puede convertirse en el eje de una alianza militar más amplia, patrocinada por EE UU para Asia: “Durante 2003, por no decir desde entonces, funcionarios estadounidenses e indios hablaron de una posible OTAN asiática, si bien el contenido de estas conversaciones y el papel de India en ellas no se han hecho públicos” 55/.

Integración de India en el orden estratégico de EE UU

El proceso de integración de India en el plan estratégico de EE UU ya estaba en marcha durante el mandato del gobierno de la Alianza Progresista Unida (2004-2014), pero se ha acelerado mucho bajo el gobierno de Modi. En 2016, India firmó el memorándum de Acuerdo para el Intercambio Logístico con EE UU, que permite a cada país utilizar instalaciones militares especificadas del otro país para determinados fines (en junio de 2020 se cerró un acuerdo similar durante la cumbre virtual entre Modi y el primer ministro australiano.) India ha firmado otros acuerdos con EE UU para una comunicación encriptada segura entre las fuerzas armadas respectivas y la transferencia de tecnología, y adquiere cada vez más equipos militares en EE UU. Las ventas de armas estadounidenses a India se han multiplicado por más de cinco entre 2013 y 2017, en comparación con los cinco años anteriores 56/.

La integración de los dos ejércitos está bastante avanzada; ambas partes han llevado a cabo el mayor número de maniobras militares conjuntas de EE UU con un país que no es miembro de la OTAN. En noviembre de 2019, India y EE UU realizaron su primer ejercicio militar con participación de las tres ramas (ejercicio conjunto en tierra, mar y aire) en el estado litoral de Andhra Pradesh. Buques de EE UU e India hacen conjuntamente el seguimiento de submarinos chinos en la región Asia-Pacífico. Según un analista, “EE UU otorga ahora a India casi el mismo trato que a los países miembros de la OTAN” 57/.

India también tiene la tarea de estrechar lazos con una serie de países de la región, entre ellos Indonesia, Vietnam, Myanmar, Singapur y Filipinas. Actualmente ya apenas se intenta disimular el hecho de que estos esfuerzos están dirigidos contra China. Australia tal vez participe en los ejercicios anuales de Malabar en 2020, junto con EE UU, Japón e India 58/. La armada india navegó recientemente con buques estadounidenses, japoneses y filipinos por las disputadas aguas del mar del Sur de China 59/. India e Indonesia han acordado desarrollar y gestionar el puerto de Sabang, situado cerca del estratégico estrecho de Malacca, por donde pasa el tráfico naval hacia China 60/.

En el plano político, India, EE UU, Japón y Australia son los cuatro Estados miembros del Diálogo de Seguridad Cuatrilateral, llamado Quad [por Quadrilateral en inglés, n.d.t.]. Cuando se inició este proceso en 2007, China se quejó de que era una incipiente alianza antichina e India aparcó el proyecto. No obstante, desde 2017 el Quad ha vuelto a cobrar vida, y en septiembre de 2019 los ministros de Asuntos Exteriores de los cuatro países miembros se reunieron en Nueva York, marcando una escalada significativa. En enero de 2020, India mantuvo una reunión 2+2 con EE UU, es decir, los ministros indios de Asuntos Exteriores y Defensa se reunieron con sus homólogos estadounidenses, un formato que EE UU reserva para sus estrechos aliados 61/.

En contra de los intereses de India

Sin embargo, nada de esto tiene sentido desde el punto de vista de la propia seguridad de India. Al contrario, involucra a India en aventuras ajenas y amenaza con arrastrarla a guerras que sirven a los intereses de EE UU, no indios. Si India defendiera su verdadero interés nacional, desenmascararía las intenciones de EE UU al calificarla de gran potencia y se desvincularía de inmediato de estas alianzas belicosas. Esta visión lúcida del interés nacional indio pondría en tela de juicio la totalidad de la empresa indopacífica de EE UU. Solo si India se considera una gran potencia, un “contrapeso de China en la región”, aspirará a promover una amplia alianza antichina. Por eso EE UU tiene que promover esta aspiración de los gobernantes indios. Como señala el estudio de la Academia Militar de EE UU,

“para que este sistema funcione es crucial que India se convenza de su destino manifiesto y que actúe en consecuencia con decisión. Requerirá sobre todo que Nueva Delhi piense geoestratégicamente y abandone su timidez a la hora de defender los intereses nacionales vitales del país y su inclinación instintiva a apaciguar a amigos y enemigos por igual. La rectificación implica que el gobierno indio defina expresamente sus intereses y objetivos estratégicos y como mínimo proceda sin demora a dotarse de una fuerza nuclear con una potencia termonuclear probada y demostrada y un alcance de ICBM [misil balístico intercontinental]. Todo lo que no sea esto no persuadirá a los posibles aliados asiáticos de que India puede ser un contrapeso efectivo frente a China en la región, ni hará que en Washington se sienta respeto por India” 62/.

De conformidad con este propósito, EE UU califica ahora a India de potencia mundial destacada. La Estrategia Nacional de Seguridad de EE UU de 2017 declara: “Saludamos la emergencia de India como potencia mundial destacada y socia estratégica y de defensa más fuerte”.

Alcanzar el objetivo de “una India más cercana a Occidente”

Visto desde este ángulo, la creciente hostilidad entre India y China desde la aparición de la covid-19, que culminó con los choques entre ambos ejércitos en la línea de control real, responde a las necesidades de la estrategia general de EE UU para la región. Con notable candor, el New York Times ensalza con entusiasmo los recientes choques fronterizos como paso final del viaje de India hacia una alianza antichina con Occidente:

“Durante años, EE UU y sus aliados han tratado de convencer a India de que se asocie más estrechamente con ellos en el plano militar y económico a la hora de hacer frente a las ambiciones chinas, presentando esta opción como una oportunidad para la democracia más grande del mundo de contrarrestar la autocracia más grande. Esta semana, la idea de esta confrontación se ha vuelto más real con el choque entre soldados indios y chinos…”

Ahora que China se enfrenta a nuevas investigaciones y críticas con respecto a la pandemia del coronavirus, altos cargos indios parecen haberse envalentonado, adoptando medidas que hacen que los diplomáticos occidentales piensen que comienza a hacerse realidad su objetivo de un acercamiento de India a Occidente. Algunos creen que los roces con China empujarán a India todavía más en esta dirección. Un diplomático occidental considera que la crisis del coronavirus ha animado a India a establecer relaciones más sólidas que le permitan afrontar mejor sus problemas con China, y que la diplomacia con India estaba funcionando mejor que nunca antes. “Todos se muestran más dispuestos, en privado, a hablar de qué hacer con China en un mundo poscovid”, ha dicho el diplomático. Gokhale, exsecretario de Estado indio de Asuntos Exteriores, ha declarado que los países ya no pueden pasar por alto las transgresiones de Beijing y deben escoger entre EE UU y China. “En el periodo poscovid –ha escrito–, gozar de lo mejor de ambos mundos puede que ya no sea posible” 63/.

Lo cierto es que la covid-19 se ha convertido en un gancho útil del que colgar planes que no tienen nada que ver con la salud de la gente.

Research Unit for Political Economy (Unidad de Investigación sobre Economía Política), con sede en Mumbai, India, publica la revista Aspects of India’s Economy y una serie de estudios en inglés, hindi y otras lenguas indias. Este artículo es un extracto de Crisis and Predation: India, Covid-19, and Global Finance, un libro electrónico de Monthly Review Press de próxima aparición.

India, COVID-19, the United States, and China

Traducción: viento sur

Notas

1/ “Pompeo: China’s Behaviour Was Unacceptable in Its Border Clash with India”, DD News, 23/07/2020.

2/ Sriram Lakshman, “S. Secretary of State Pompeo Welcomes India’s Chinese App Ban”, Hindu, 02/07/2020.

3/ Mercy Kuo, entrevista con David Arase, “Japan Prods Firms to Leave China, Affecting Tieswith Beijing and Washington”, Diplomat, 08/05/2020.

4/ “As China Pushes Back on Virus, EuropeWakes to ‘Wolf Warrior’ Diplomacy”, Reuters, 14/05/2020.

5/ “Coronavirus: Macron Questions China’s Handling of Outbreak”, BBC, 17/04/2020.

6/ Silvia Amaro, “EU Chief Backs Investigation into Coronavirus Origin and Says China Should Be Involved”, CNBC, 01/05/2020.

7/ Steven Erlanger, “Global Backlash Builds Against China Over Coronavirus”, New York Times, 03/05/2020.

8/ “SpecialReport: Global SupplyChains”, The Economist, 13/07/2019, 4.

9/ “Special Report: Global Supply Chains”, 5.

10/ “Special Report: Global Supply Chains”, 11.

11/ Nikita Kwatra, “Why Falling for Anti-China Mood Could Hurt Trade”, Mint, 04/06/2020.

12/ Natasha Lomas, “UK U-Turnson Huawei and 5G, Giving Operators Until 2027 to Rip Out Existing Kit”, Tech Crunch, 14/07/2020.

13/ Lucy Fisher, “Downing Street Plans New 5G Club of Democracies”, Times, 29/05/2020.

14/ “Special Report: Global Supply Chains”, 11.

15/ Kenneth Rogoff, “America Will Need $1,000 Billion Bail-Out”, Financial Times, 17/09/2008.

16/ “NATO Sets Its Sights on China”, The Economist, 09/06/2020.

17/ “How NATO Is Shaping Up at 70”, The Economist, 19/03/2019.

18/ Andrés Ortega Klein, “The U.S.-China Race and the Fate of Transatlantic Relations, Part II: Bridging Differing Geopolitical Views”, Center for Strategic and International Studies, 23/04/2020.

19/ EU-China. A Strategic Outlook (Bruselas: Comisión Europea, 2019).

20/ Shubhajit Roy, “WHO Nod for Coronavirus Probe, China Backs Down”, Indian Express, 19/05/2020.

21/ Sunanda Sen, “New FDI Norms in Time of COVID-Good Economics or Geopolitics?”, Wire, 02/05/2020.

22/ Tushar Gupta, “Restricting Chinese FDI into India: How China Uses Financial Crisis to Further Its Expansionist Agenda”, Swarajya, 18/06/2020.

23/ “COVID-19: PM Modi Signals Push to Attract Firms That Exit China to India”, Times of India, 01/05/2020.

24/ Nikhil Inamdar, “Coronavirus: Can India Replace China as World’s Factory?”, BBC, 18/05/2020.

25/ “Invest in India: Govt Pitches for Japanese Companies as They Move out of China”, IANS, 14/05/2020.

26/ Kuo, entrevista con Arase, “Japan Prods Firms to Leave China, Affecting Tieswith Beijing and Washington”.

27/ “Trump Administration Pushing to Rip Global Supply Chains from China: Officials”, Reuters, 04/05/2020.

28/ “Trump Administration Pushing to Rip Global Supply Chains from China: Officials”, Reuters, 04/05/2020.

29/ “India Plans Higher Trade Barriers, Raised Import Duties on 300 Foreign Products: Report”, Reuters, 18/06/2020.

30/ “Amid Border Tension, PMO Seeks Product-Wise Details from India Inc to Curb China Imports”, News 18, 21/06/2020.

31/ Christoph K. Klunker, “Let China Pay for India’s Solar Push”, Mint, 09/08/2018.

32/ Vandana Gombar, “Taking on China in Solar Manufacturing”, Business Standard, 09/06/2020.

33/ Gombar, “Taking on China in Solar Manufacturing”

34/ Aman Kapadiay Forum Bhatt, “Adani Group’s Growing Debt Pile Is Changing Colour”, Bloomberg Quint, 05/11/2019.

35/ Nileena MS, “The Massive Indebtedness of the Adani Group and Its Convenient Relations with Government Enterprises”, Caravan, 15/03/2018.

36/ John Parnell, “India’s Adani Wins World’s Largest Solar Tender”, Green Tech Media, 10/06/2020.

37/ “Solar Equipment Imports from China Will Fall to Zero in 3–5 Years, Says Gautam Adani”, ET Now Digital, 10/06/2020.

38/ “Solar Equipment Imports from China Will Fall to Zero in 3–5 Years, Says Gautam Adani”.

39/ John Parnell, “Total and Shell Give Green Lights to Big Power Investments in India and Australia”, Green Tech Media, 06/02/2020.

40/ Parnell, “Total and Shell Give Green Lights to Big Power Investments in India and Australia”.

41/ Sridhar, “Reliance’s 5G Claim: Reality Check”, Frontline, 14/08/2020.

42/ John Bellamy Foster y Robert W. McChesney, “Surveillance Capitalism: Monopoly-Finance Capital, the Military-Industrial Complex, and the Digital Age”, Monthly Review 66, 3 (julio-agosto de 2014).

43/ Foster y McChesney, “Surveillance Capitalism”. La expresión fue acuñada por Beatrice Edwards, del Proyecto de rendición de cuentas del gobierno.

44/ Foster y McChesney, “Surveillance Capitalism”.

45/ Kirsten Grind, Sam Schechner, Robert McMillan y John West, “How Google Interferes with Its Search Algorithms and Changes Your Results”, Wall Street Journal, 15/11/2019; Andre Damon, “Wall Street Journal Investigation Confirms Google Operates Censorship Blacklist”, World Socialist Web Site.

46/ Biswajit Dhar y K. S. Chalapati Rao, “India’s Economic Dependence on China”, India Forum, 07/08/2020.

47/ Zia Haq, “From Infrastructure to Hi-Tech: Mapping China’s Large Trade Footprint in India”, Hindustan Times, 19/06/2020.

48/ Raja Mohan, “India as a Security Provider: Reconsidering the Raj Legacy” (documento de trabajo, Instituto de Estudios Sudasiáticos, Universidad Nacional de Singapur, marzo de 2012).

49/ David Scott, “The Indo-Pacific in U.S. Strategy: Responding to PowerShifts”, Rising Powers Quarterly 3, nº 2 (2018).

50/ Scott, “The Indo-Pacific in U.S. Strategy”.

51/ Alex Wong, “The Indo-Pacific Strategy” discurso, Oficina de Asuntos de Asia Oriental y Pacífico, Departamento de Estado, abril de 2018, citado en Scott, “The Indo-Pacific in U.S. Strategy”.

52/ Lo que sigue está basado en nuestro estudio anterior, Global Power, Client State: India’s Place in the U.S. Strategic Order, 2005. El pasaje relevante se halla en “Why the US Promotes India’s Great-Power Ambitions”, Research Unit for Political Economy 41 (2005).

53/ Juli A. MacDonald, Indo-U.S. Military Relationship: Expectations and Perceptions (Falls Church, VA: Information Assurance Analysis Center, 2002), 91.

54/ Stephen J. Blank, Natural Allies? Regional Security in Asia and Prospects for Indo-American Strategic Cooperation (Carlisle, PA: Strategic Studies Institute, U.S. Army War College, 2005), 13.

55/ Blank, Natural Allies? 1.

56/ John Cherian, “U.S. and India: Strengthening Ties”, Frontline, 17/01/2020.

57/ Cherian, “U.S. and India”.

58/ Sandeep Unnithan, “Modi-Morrison Summit: How Beijing’s Belligerence Makes the ‘Quad’ More Attractive for New Delhi”, Daily O, 15/06/2020.

59/ Ankit Panda, “U.S. Navy Ship Replenishes Indian Navy Ship in South China Sea”, Diplomat, 06/11/2019.

60/ SaurabhTodi, “India Gets Serious About the Indo-Pacific”, Diplomat, 18/12/2019.

61/ Todi, “India Gets Serious About the Indo-Pacific”.

62/ Blank, Natural Allies?, 79.

63/ Maria Abi-Habib, “Will India Side with the West Against China? A Test Is at Hand”, New York Times, 19/06/2020.

Fuente: https://vientosur.info/india-covid-19-ee-uu-y-china/