Escribe:
Milcíades Ruiz
El próximo 3 de octubre se estará a un año del
cincuentenario de la histórica sublevación del Gral. Juan Velasco Alvarado que
derrocó al gobierno de Belaunde y puso en marcha un proceso de cambios estructurales
en el Perú, empezando por la reforma agraria. Es de esperar que los sectores
sociales beneficiados por su gobierno y muchos personajes que se encumbraron
con ese proceso hagan un programa celebratorio reivindicando su valía
histórica.
Para el materialismo dialéctico, toda acción genera
reacción y por la ley de relatividad la trascendencia de estas, es proporcional
a su fuerza y efectos. Viene al caso, la trascendencia que pudo tener en el
ánimo del Gral. Velasco, la gesta del Che en Bolivia y su muerte heroica. No
cabe duda de que este acontecimiento histórico tuvo gran repercusión mundial y
su impacto en la sensibilidad humana aún lo sentimos a pesar de haber
transcurrido ya medio siglo.
Los militares que lucharon contra el Che han
quedado conmocionados por la experiencia que les tocó vivir. Gracias a las
investigaciones in situ y, entrevistas a los oficiales con mando de tropa,
realizadas tiempo después por Froilán Gonzáles García (1), podemos conocer por
propia confesión voluntaria de militares en retiro, sobre el impacto de la
generosidad del Che con la tropa rendida. No solamente reconocen la validez de
la lucha en defensa de los pobres sino que repudian los métodos de la
superioridad por mandato de la CIA pues dichos oficiales sufrieron castigos e
intentos de asesinato por el solo hecho de decir la verdad.
Es que los militares eran enviados a combatir a los
rebeldes, solo por órdenes superiores y contra su voluntad. Al no poderse
negar, muchos murieron por defender intereses que no eran suyos. Esta sin
razón, es lo que afectó la consciencia de algunos oficiales peruanos que
combatieron a las guerrillas en 1965. Al menos los guerrilleros morían por sus
ideales de una noble causa, pero no los soldados del ejército que lo hacían por
mandato político de un gobierno putrefacto.
Decía el general Velasco, que no se explicaba cómo
los jóvenes guerrilleros se atrevían a desafiar la fuerza militar del gobierno
con armamento precario. Buscó las razones de esa inmolación y encontró que
tenían razón pues los partidos políticos estaba comprados por los poderosos del
dinero, y no promulgaban la reforma agraria que todo el mundo reclamaba. La
corruptela política entregaba nuestro petróleo y minerales a las empresas
extranjeras. Como Jefe del Comando Conjunto pudo ver toda la asquerosidad de
las altas esferas del gobierno.
En estas circunstancias, afectado por este drama
nacional, lo impactó también la muerte heroica del Che en cuyo diario de
campaña se revelaba la participación de peruanos y la organización de un nuevo
foco guerrillero en Puno como parte del plan estratégico. Quizá por ello,
Velasco consideró necesario evitar más muertes de peruanos contra peruanos y se
propuso cambiar la situación. No solamente asumió como suyas las banderas
guerrilleras de reforma agraria y nacionalización de nuestros recursos
naturales sino también la misión de hacer una revolución cambiando las
estructuras de dominación.
Una de sus primeras medidas fue dar amnistía a los
guerrilleros presos y perseguidos. La reforma agraria que puso en marcha era
más radical que la nuestra porque no hacía excepciones ni con los medianos
hacendados ni con los chicos. No cumplir con la legislación laboral era causal
de afectación y claro, hasta los pequeños propietarios tenían faltas por no dar
seguro social, ni vacaciones ni beneficios sociales. Esta reforma dejó sin piso
a nuestra organización guerrillera pues estaba beneficiando a lo que era
nuestra base social para la lucha armada.
Es más, nos invitó a participar en el proceso. No
fue nada fácil aun teniendo el gobierno a nuestro favor, algunos propietarios
nos esperaban con armas de fuego cuando llegábamos con el juez de tierras.
Teníamos que trabajar con los sindicatos y comités sindicales reuniéndonos
clandestinamente para logar que un fundo sea afectado por reforma agraria.
Muchos hacendados tenían parentela militar. Había que movilizarse con la
solidaridad campesina de otras haciendas adjudicadas a los trabajadores, la
concurrencia masiva de campesinos de comunidades y cooperativas y así y todo,
abusivamente me metieron preso.
Pero valió la pena hacer realidad lo que
anhelábamos en materia agraria. Desde la llegada de los españoles los dueños
originarios fueron despojados de sus tierras y generación tras generación
servían al hombre blanco sometidos a un sistema feudal. La república
independiente llevaba siglo y medio de libertad pero los nativos seguían en
condición de vasallos del señor feudal. Por eso, cuando los liberábamos
entregándoles la tierra, los campesinos lloraban en grupo como nunca lo habían
hecho antes.
Desde entonces, hemos ahorrado a los peruanos y
peruanas ancestrales miles y miles de sufrimientos. Eliminado el gamonal, se
acabaron las violaciones a las hijas y esposas de los vasallos, los castigos
corporales a los nativos, prisiones, asesinatos impunes, contribuciones
onerosas, trabajo sin pago, obligaciones de servicio en la casa hacienda,
arrebatos de ganado, tierras y otras pertenencias. La lista es larga.
Naturalmente, si el gobierno se estaba haciendo
reformas estructurales no había razón alguna para enarbolar la lucha armada,
desapareciendo automáticamente toda violencia y enfrentamiento guerrillero.
Pero rememoremos aquellos días iniciales de ese gobierno en las palabras de
Velasco y comunicados oficiales:
(…) “Poderosas fuerzas
económicas, nacionales y extranjeras, en complicidad con peruanos indignos,
detentan el poder político y económico, inspiradas en lucrarse
desenfrenadamente, frustrando el anhelo popular en orden a la realización de
las básicas reformas estructurales, para continuar manteniendo el injusto orden
social y económico existente que permite que el usufructo de las riquezas
nacionales esté al alcance de sólo los privilegiados, en tanto que las mayorías
sufren las consecuencias de su marginación, lesiva a la dignidad de la persona
humana” .
(…) “La ambición incontrolada
dentro del ejercicio de las actividades inherentes a los poderes ejecutivos y
legislativo, en el desempeño de los cargos públicos de la administración, así
como en otros campos de la actividad nacional, han generado actos de
inmoralidad que el pueblo ha repudiado, lesionando la fe y la confianza
ciudadana, y que es imperativo devolver a fin de que sea superado el
sentimiento de frustración de nuestro pueblo, el falso concepto que de la acción
gubernativa se ha formado ante la pasividad de los llamados a superar
situaciones y a cambiar, en el orden internacional, la imagen que se tiene del
Perú de la hora presente”.
(…) “.. dirigentes y malos
políticos, en lugar de dedicar sus esfuerzos a la solución de los problemas
nacionales desde el Ejecutivo y Legislativo, despreciando la voluntad popular,
sólo orientaron su acción a la defensa de los intereses de los poderosos, con
prescindencia de las aspiraciones del pueblo. Primó su ambición personal
presente y futura sobre el bienestar de la colectividad. Lo evidencian: la
indefinición, la componenda, la inmoralidad, el entreguismo, la claudicación,
la improvisación, la ausencia de sensibilidad social, caracteres constitutivos
de un mal gobierno, que en tales condiciones no debía seguir detentando el
poder”.
(…) La culminación de los
desaciertos ha tenido lugar en el uso incontrolado y doloso de
inconstitucionales facultades extraordinarias concedidas al Ejecutivo, así como
en la seudo solución, entreguista, dada al problema de La Brea y Pariñas, que
evidencian que la descomposición moral en el país ha llegado a extremos tan
graves que sus consecuencias son imprevisibles para el Perú. Es por eso que la
Fuerza Armada, cumpliendo su misión constitucional, defiende una de sus fuentes
naturales de riqueza, que al ser peruana debe ser para los peruanos”.
(…) “El objetivo es promover a
superiores niveles de vida, compatibles con la dignidad de la persona humana, a
los sectores menos favorecidos de la población, realizado la transformación de
las estructuras económicas, sociales y culturales del país”,
(…) "La Reforma Agraria como
instrumento transformador formará parte de la política nacional de desarrollo y
estará íntimamente relacionada con las acciones planificadas del Estado en
otros campos esenciales para la promoción de las poblaciones rurales del país,
tales como la organización de una Escuela Rural efectiva, la asistencia técnica
generalizada, los mecanismos de crédito, las investigaciones agropecuarias, el
desarrollo de recursos naturales, la política de urbanización, el desarrollo
industrial, la expansión del sistema nacional de salud y los mecanismos
estatales de comercialización, entre otros”.
(…) “Nosotros no asumimos el
poder político para hacer de él botín y negociado, ni instrumento perpetuador
de la injusticia. Todo lo contrario. Nosotros asumimos el poder político para
hacer de él herramienta fecunda de la transformación de nuestra patria. No nos
movió otro propósito. Quisimos darle al Perú un gobierno capaz de emprender con
resolución y con coraje la tarea salvadora de su auténtico desarrollo
nacional”.
(…) “Hoy el Perú tiene un
Gobierno decidido a conquistar el desarrollo del país, mediante la cancelación
definitiva de viejas estructuras económicas y sociales que no pueden ya tener
validez en nuestra época. Las reformas profundas por las que tantos
compatriotas han luchado, están ya en marcha”.
Queda mucho por decir sobre el Plan Inca y los
logros de ese proceso frustrado por la traición y el entreguismo. Muchos logros
han quedado enterrados por venganza de los afectados. Nunca he sido velasquista
porque tengo clara mi doctrina pero eso no quita reconocer las bondades del
gobierno de Velasco. Nadie se atreve a sacar la cara por él pero lo dicho quizá
sirva de estímulo para abrir el debate a la luz de las actuales circunstancias.
Hay todo un año para debatir hasta el cincuentenario y estoy seguro que será de
mucha utilidad para todos.
Septiembre 2017
Otra
información en https://republicaequitativa.wordpress.com/