lunes, 4 de enero de 2010

LA CUESTION ELECTORAL



En todo proceso, las causas externas son condicionantes y las causas internas son determinantes para un resultado determinado. Para un proceso electoral, los arcaicos vicios de la política (compra de votos, clientelismo, clonación de cédulas, utilización de cédulas de difuntos, eliminación de cédulas en el listado electoral, etc.) son evidentes causas externas respecto al pueblo trabajador que, por supuesto, hay que denunciar y combatir. Pero, aparte, ¿cuáles causas interna determinan el resultado electoral? Esto se puede evaluar en los siguientes aspectos básicos.
1. ESTRATEGIA ELECTORAL. Así como en la guerra hay acción guerrillera y guerrillerista, en la política hay acción electoral y electoralista. En 1884, Engels resumió la experiencia electoral del pueblo trabajador en un famoso silogismo: a) premisa mayor: “El sufragio universal es el índice de la madurez de la clase obrera”; b) premisa menor: “No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual, pero esto es suficiente”; c) conclusión: “El día que el termómetro del sufragio universal marque para los trabajadores el punto de ebullición ellos sabrán, lo mismo que los capitalistas, que deben hacer”. Es evidente que quien ignora o abandona esta estrategia cae en el electorerismo, y jamás hallará el porqué del resultado electoral adverso.
2. ELECTORAL. Desde que se restablecieron las elecciones municipales se abrió un amplio campo de acción cívica. De hecho, las elecciones municipales son la base de las elecciones generales. El municipio democrático algún día volverá a ser la célula económica del Estado, pero la elección municipal es ya ahora el “talón de Aquiles” del sistema dominante. No es casual por eso, que sea desvirtuada y hasta la quieran suprimir de nuevo. Sus resultados son para el pueblo trabajador una pre-visión de lo que puede ocurrir después. Por eso, trabajar con cifras en la cabeza, municipio por municipio: electores, mesas, electores/mesa, concejales (ediles), partida/edil, año, es la base para cualquier planeación estratégica que se respete.
3. PLANEACIÓN ELECTORAL. Una organización (cívica, frentista, partidaria) que participe en la actividad electoral debe tener sus propios centros de crítica y preparación. Partir de la realidad (pocas ideas a muchos) en talleres, y de la experiencia general (muchas ideas a pocos) en seminarios, es el estilo de estudio para llegar a todos los niveles del pueblo trabajador. Y la organización de núcleos en cada sector de población económicamente activa (agricultura – industria – servicios) da la pauta de la planeación. Un activista por cada mil trabajadores, ¿cuántos son por municipio? Parecen pocos, pero así como “con una palanca se puede mover el mundo”, con una organización convicta y confesa, con voluntad, disciplina y entusiasmo se puede mover el país entero desde sus cimientos.
4. ESTILO ELECTOPAL.-De hecho hay tres estilos en el panorama electoral: a) operación avispa, que se desarrolla en torno a la maquinaria oficial y la promesa electoral; b) operación marmota, que despierta de su letargo seis meses antes de las elecciones y recién elabora su plataforma electoral; c) Operaci6n Hormiga, que comienza a trabajar de nuevo apenas pasa un proceso electoral, y enarbola siempre su Programa de Cambio Social. Según sea la siembra, así será la cosecha; según sea el estilo, así será el resultado.
5. TRABAJO ELECTORAL. Así como en la lucha armada los bandos son inconfundibles, en la lucha electoral también lo son o deben serlo. La oposición protestataria (para reformar el sistema) es diferente de la oposición contestataria (para cambiar el sistema). Y la experiencia enseña que esta última tiene su propia Norma Laboral: 1º No integrarse al sistema; 2° Actuar con proyección de ruptura; 3° Generar Poder Popular. Este trabajo comienza en el municipio (localidad), y activa las 24 horas del día y los 12 meses del año. ¡Sólo así el Termómetro del Sufragio podrá marcar el Punto de Ebullición!
Ramón García Rodríguez
11/03/1998

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