jueves, 15 de julio de 2010

POR QUÉ TRES EXPERIENCIAS PROGRAMÁTICAS





El pueblo peruano tiene a la vista tres experiencias programáticas básicas, que le sirven de guía para la acción, dos del exterior y una propia. Teniéndolas siempre presentes, podremos orientarnos mejor en la situación actual.

Del histórico Manifiesto del Partido Comunista, 1848, parten todas las demás experiencias. En él Marx y Engels, luego del corto Preámbulo y del conciso Capítulo I: Burgueses y Proletarios, en el concreto Capítulo II: Proletarios y Comunistas, en su parte final plantean “la adopción de medidas que desde el punto de vista económico parecerán insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se sobrepasarán a sí mismas y serán indispensables como medio para transformar radicalmente todo el modo de producción” Entre esas 10 medidas no estaba aún la “nacionalización”, que levantaba la burguesía por entonces.

En verdad, aparte del punto de vista económico faltaba precisar el punto de vista político. Y sólo la experiencia de la Comuna de París, 1871, posibilitó señalar que “la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines” (Prólogo de 1872) Así, siete puntos básicos del Programa Máximo son: Nacionalización, Expropiación, Propiedad, Centralización, Organización, Cultura, Planeación. Así, es en el Manifiesto donde se plantea por primera vez trabajar “según un plan general”

Cuando en nuevas circunstancias surgieron nuevos partidos, en Alemania dos de ellos propusieron unificarse y elaboraron el Programa de Gotha. Sometido a crítica, Engels señaló que “En general, importa menos el programa oficial que sus actos. Pero un nuevo programa es siempre, a pesar de todo, una bandera que se levanta públicamente y por la cual los de afuera juzgan al Partido” (18.03.875) Y Marx señaló que “Cada paso de movimiento real vale más que una docena de programas. (...)Pero cuando se redacta un programa de principios (en vez de aplazarlo hasta el momento en que una más prolongada actuación conjunta lo haya preparado), se colocan ante el mundo los jalones por los que se mide el nivel del movimiento del Partido” (05.05.875)

Como la situación había cambiado, se requería no de un Programa Máximo sino de un Programa Mínimo. Por eso Marx señala que “Por tanto, si no era posible -y las circunstancias del momento no lo consentían- ir más allá del programa de Eisenach, habría que haberse limitado, simplemente, a concertar un acuerdo para la acción contra el enemigo común”; y agrega que si a los lassalleanos “desde el primer momento se les hubiera hecho saber que no se admitía ningún chalaneo con los principios, habrían tenido que contentarse con un programa de acción o con un plan de organización para la actuación conjunta” Así se planteó por primera vez la diferencia entre Programa Máximo y Programa Mínimo, la razón de ambos y la relación entre ambos. (Eisenachanos y lassalleanos eran los dos grupos a unirse) Ésta es la primera gran experiencia que debemos asimilar.

Cuando surgió Lenin, logró la unificación de grupos que activaban en Rusia. Pero de inmediato el Partido del proletariado ruso, constituido tras tenaces esfuerzos contra el “espíritu de secta” de los grupos, se escindió. En Dos Tácticas... señala que los militantes “debemos insistir en la necesidad de un gobierno provisional revolucionario. Es más, debemos indicar el programa de acción de dicho gobierno, programa que corresponda a las condiciones objetivas del momento histórico por el que estamos atravesando y a las tareas de la democracia proletaria. Dicho programa es todo el programa mínimo de nuestro Partido, el programa de las transformaciones políticas y económicas inmediatas, completamente realizables, por una parte, a base de las relaciones económico-sociales actuales, y necesarias, por otra, para dar el paso siguiente, para realizar el socialismo” (p.9) Luego señala que “al fijar como tarea del gobierno provisional revolucionario la aplicación del programa mínimo, la resolución elimina con ello las absurdas ideas semianarquistas sobre la realización inmediata del programa máximo, sobre la conquista del Poder para llevar a cabo la revolución socialista. El grado de desarrollo económico de Rusia (condición objetiva) y el grado de conciencia y de organización de las grandes masas del proletariado (condición subjetiva, indisolublemente ligada a la objetiva) hacen imposible la liberación completa inmediata de la clase obrera”, y que “Si en un momento determinado tales o cuales obreros nos preguntan por qué no hemos de realizar nuestro programa máximo, les contestaremos indicándoles cuán ajenas son aún al socialismo las masas del pueblo, impregnadas de un estado de espíritu democrático, cuán poco desarrolladas se hallan aún las contradicciones de clase, cuán inorganizados están aún los proletarios. ¡Organizad a centenares de miles de obreros en toda Rusia, difundid entre millones la simpatía hacia vuestro programa! Probad a hacer esto, no limitándoos a frases anarquistas sonoras, pero huecas, y veréis inmediatamente que llevar a cabo esta organización, que la difusión de esta educación socialista depende de la realización más completa posible de las transformaciones democráticas” (p.11, 1905)

Años de lucha después, señala que “Ahora nace un nuevo 'economismo', que razona con dos escarceos análogos. (...)'A la izquierda': estamos en contra del programa mínimo (es decir, en contra de la lucha por las reformas y por la democracia), pues esto 'contradice' la revolución socialista” Y líneas después señala que “¡El autor quiere suprimir furtivamente (sin pensar él mismo y sin ofrecer nada acabado, sin tomarse el trabajo de elaborar su propio programa) el programa mínimo del Partido Socialdemócrata! ¡No es de extrañar que lleve un año atascado en el mismo sitio” Y concluye: “El error del kautskismo radica en que las justas reivindicaciones democráticas las orienta hacia atrás, hacia el capitalismo pacífico, en vez de orientarlas hacia adelante, hacia la revolución social” (Acerca de la naciente tendencia del 'economismo imperialista', VIII-916, pp. 3, 7, 8)

Así, el Programa Máximo es el Programa General, para realizar el Socialismo, mientras que el Programa Mínimo es el Programa de Acción, para transformaciones políticas y económicas inmediatas. Uno es el Programa Prospectivo, otro es el Programa Reivindicativo. Ignorando uno, el otro no funciona.

Entre sus reivindicaciones políticas el Programa Mínimo del Partido bolchevique contenía el derrocamiento de la autocracia, proclamación de la república, confiscación de las tierras de los terratenientes, implantación de la jornada de ocho horas; es decir, la instauración de un nuevo Poder, lo que logró la revolución de febrero de 1917.

Pero la diferenciación entre ambos programas, su razón y relación no es fácil de lograr ni en la teoría ni en la práctica. En su comentario al folleto Un paso adelante..., de Lenin, Rosa Luxemburgo señala: “El movimiento mundial del proletariado hacia su emancipación total es un proceso cuya particularidad consiste en lo siguiente: por primera vez desde que existe la sociedad civil, las masas populares hacen valer su voluntad conscientemente y frente a todas las clases dominantes, mientras que la realización de esta voluntad sólo es posible más allá de los límites del actual sistema social. Pero las masas no pueden adquirir y fortificar dentro de sí esta voluntad sino en la lucha cotidiana contra el orden constituido, o sea en los límites de este orden. Por una parte las masas populares, por la otra un fin situado más allá del orden social existente; por un lado la lucha cotidiana, y por el otro la revolución: tales son los términos de la contradicción dialéctica en la que se mueve el movimiento socialista. De aquí resulta la necesidad de desplazarse hábilmente entre dos escollos: uno es la pérdida de su carácter de masa, el otro la renuncia al objetivo final; la recaída al estado de secta y la transformación en un movimiento reformista burgués” (1906; la página-comentario circuló por listas de Internet en julio 2007)

Ésta es la contradicción dialéctica que todo partido proletario debe resolver. Si levanta sólo el Programa Máximo, deviene secta divorciada de las masas. Si levanta sólo el Programa Mínimo, deviene movimiento reformista que renuncia al objetivo final. Ésta es la segunda gran experiencia que debemos asimilar.

Cuando JCM regresó al país, 18.03.23, declaró ser “partidario antes que nada del frente único proletario”, organización de masas. Pero al mismo tiempo trabajó por una facción “orgánica y doctrinariamente homogénea”, organización de clase. Primero desarrolló y expuso su teoría de la formación nacional. Sobre esta base planteó después, en su Indigenismo y Socialismo (11.03.27) que: “La reivindicación que sostenemos es la del trabajo”, punto medular del Programa Mínimo; y en sus Principios de Política Agraria Nacional (01.07.27) planteó que “El punto de partida formal y doctrinal de una política agraria socialista no puede ser otro que una ley de nacionalización de la tierra”, punto medular del Programa Máximo. En el Acta de Constitución del PSP (07.10.28) señala que “La organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda, y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional”, punto medular de la organización del proletariado peruano. Y en la misma histórica Reunión de Barranco, plantea los Principios Programáticos del Partido Socialista, donde desarrolla y une los puntos programáticos iniciales. Así, el PSP se presentaba como un partido de masas (Programa Mínimo), pero dirigido inicialmente por la “célula de los 7” como un partido de clase (Programa Máximo)

Fallecido prematuramente JCM (16.04.30), Ravines desechó el partido de masas y su Programa Mínimo, siguiendo el bastón de mando de Codovilla y su Buró Sudamericano de la III-IC , que hasta negó que Lenin hubiera levantado un Programa Mínimo; y Martínez desechó el partido de clase y su Programa Máximo, siguiendo el bastón de mando de Prado y la oligarquía nativa. Se desechó la contradicción dialéctica que todo partido proletario debe resolver. Y ésta es la tercera gran experiencia que debemos asimilar.

Esta contradicción dialéctica pone ahora en primer plano el tema de desintegración o integración del partido proletario, el tema de disolución o dilución. Los partidos proletarios, llámense como se llamen, que no pueden levantar el Programa Máximo, se ven en la necesidad de levantar o apoyar un Programa Mínimo desligado del anterior, y pierden su razón de ser así tengan un historial heroico. Pero si parten de la diferencia entre ambos, y su razón y relación, pueden abrir un nuevo rumbo yendo, no a la disolución, desintegración, sino a la dilución, integración. La clave está en que el Programa Mínimo, como Programa de Acción esté íntimamente relacionado, no en palabras sino en contenido, al Programa Máximo. Y que la organización del proletariado, cualquiera sea su nombre, pueda participar en la lucha de masas y en la lucha política, comenzando por el municipio “hasta que el termómetro del sufragio universal marque el punto de ebullición”

Es nuestra tarea actual.

Ragarro

15.07.10

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