Desde hace algunos años prestigiosos economistas de distintos países nos hablan de la crisis TERMINAL del capitalismo. Ramón García nos lo recuerda en un enjundioso ensayo.
El capitalismo es una máquina de producción, incapaz de detenerse porque vive del cambio, su dinámica interna es revolucionaria, no cesa de trastornar todas las relaciones sociales, incluidas las que él mismo crea. Esta máquina de producción crea riqueza, prosperidad y bienestar, por donde se instale o eche raíces. La ambición de riquezas, la insania por el monopolio, mueve la maquinaria de la superabundancia, descartando toda posibilidad de control racional de la oferta y la demanda. Egoísmo, más y más egoísmo; ambición, más y más ambición; codicia, más y más codicia; esa es la fórmula del éxito y de la ruina del capital. La esencia de la crisis del capitalismo es la sobreproducción o la sobre acumulación. Hoy tenemos demasiados bienes a la busca de demasiados pocos compradores; demasiado dinero a la busca de pocas inversiones lucrativas; demasiados obreros a la busca de pocos puestos de trabajo; demasiados bancos a la busca de pocos ahorristas y depositantes empobrecidos, etc., etc.
La concentración de la riqueza crece sin límite para unos pocos “elegidos” mientras la pobreza se extiende como un flagelo de la humanidad. La nueva lista de la revista Forbes de las personas más ricas del mundo, deja al descubierto el auge de los poseedores de fortunas de más de US$ 1.000 millones. La lista es encabezada por el hombre más rico del mundo que sigue siendo el mexicano, Carlos Slim, con una fortuna de US$ 74.000 millones. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, forma parte de la selecta lista de 1210 caballeros que poseen fortunas superiores a US$ 1,000 millones, y, en conjunto, suman US$ 4,500 billones. Esta BONANZA de los ricos es producto del modelo económico predominante en el planeta que hoy tiene una población de aproximadamente 7,000 millones de habitantes.
La crisis terminal del capitalismo es una profunda crisis estructural (sobreproducción) que impone “soluciones” (burbujas financieras, inmobiliarias, etc.) que terminan siendo detonantes del desmoronamiento del capitalismo global. Ramón García Rodríguez pone al desnudo un proceso, cuya tendencia principal, a través de la plétora de riquezas, hunde al imperio capitalista. ¡Extraña manera de derrumbarse!
Tacna, 25 marzo 2011
EBM
FINANCIARIZACIÓN
(Esbozo Inicial)
El sistema dominante actual (transnacional y marginal) ha pasado por sucesivas etapas, a través de ciclos periódicos de crisis-estancamiento-recuperación-auge. En 1929 sufrió una crisis muy grave y que llevó a la II-GM. De esa guerra EUA pasó de país deudor a país acreedor. Después de ciclos menores fue perdiendo su capacidad productiva, y ahora es el país más endeudado del mundo. En el 2008 sufrió la presente crisis general de la que no puede recuperarse. ¿Por qué?
Cuando aún predominaba el capital industrial, Marx, en La Génesis del Capital, 1867, señaló
La deuda pública ha venido a dar impulso a
las sociedades anónimas, al tráfico de
efectos negociables de todo género, al agio;
en una palabra, a la lotería de la bolsa
y a la bancocracia
Esta bancocracia, gobierno de la banca, se hizo realidad a fines del 800 con el surgimiento del capital financiero (predominio del capital bancario en su fusión con el capital industrial), proceso analizado por Lenin y Rosa Luxemburgo.
Lenin señaló sus rasgos económicos principales: surgimiento de los monopolios, dominio de la oligarquía financiera, predominio de la exportación de capitales, surgimiento de agrupaciones monopolistas internacionales, reparto territorial del mundo. Surgió así el "capitalismo parasitario y rentista" (El Imperialismo, 1916)
Rosa Luxemburgo estudió La Acumulación del Capital (1912-1916), tema que había dejado inconcluso Marx. Advirtió que "la teoría económica de Marx es inseparable de la idea del capital global" Sacó a la luz el agotamiento interno del sistema ("la acumulación es imposible en un medio exclusivamente capitalista") por lo que se veía obligado a la lucha contra la economía natural, introducción de la economía de mercado, lucha contra la economía campesina, los empréstitos internacionales como instrumento de dominio, los aranceles protectores, el militarismo como campo de acumulación del capital.
¿Por qué es imposible esta acumulación propia? Por la misma actividad del ser humano, por el trabajo. El hombre siempre tiende a producir más de lo que requiere para su sostenimiento diario. La experiencia lo lleva a producir más en tiempos favorables, para resistir los tiempos desfavorables. Y a producir más para competir con otros productores.
Para producir más, en el actual sistema se intensificó la jornada laboral, que los trabajadores enfrentan con sus luchas reivindicativas. Esto lleva a la invención y desarrollo de máquinas y sistema de máquinas; a convertir todo, inclusive la agricultura, en un proceso industrial. Y surge la contradicción hombre-máquina.
Con la máquina no sólo se produce más riqueza sino también más miseria. La máquina desplaza al trabajador. Por eso surgió la lucha contra la máquina (ludditas) y por el "derecho al trabajo". Fue Marx quien analizó el trasfondo de esta reivindicación: "En el primer proyecto de Constitución, redactado antes de las jornadas de Junio, figuraba todavía el 'droit au travails', el derecho al trabajo, esta primera fórmula, torpemente enunciada, en que se resumen las reivindicaciones revolucionarias del proletariado. (…) El derecho al trabajo es, en el sentido burgués, un contrasentido, un mezquino deseo piadoso, pero detrás del derecho al trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder sobre el capital, la apropiación de los medios de producción, su sumisión a la clase obrera asociada, y, por consiguiente, la abolición tanto del trabajo asalariado como del capital y de sus relaciones mutuas" (1850) En su prólogo de 1895, Engels señala que en esa obra "se proclama por vez primera la fórmula en que unánimemente los partidos obreros de todos los países del mundo condensan su demanda de una transformación económica: la apropiación de los medios de producción por la sociedad". Y que "Aquí se formula, pues -por primera vez-, la tesis por la que el socialismo obrero moderno se distingue tajantemente de todos los distintos matices del socialismo feudal, burgués, pequeñoburgués, etc., al igual que de la confusa comunidad de bienes del comunismo utópico y del comunismo obrero espontáneo".
Éste es un aspecto de la cuestión. El otro aspecto lo analiza Paul Lafargue en su Derecho a la Pereza (1880) Luego de analizar cómo había sido desfigurado el concepto Derecho al Trabajo por moralistas de la burguesía, en el Apéndice demanda: "¿Queréis ver escarnecido, vilipendiado, vuestro dogma del trabajo, del que tan orgullosos os mostráis?". Luego de un repaso de textos de Herodoto, Platón, Jenofonte, recuerda que Aristóteles preveía que "si cada útil pudiera ejecutar sin colaboración, o bien por sí mismo, su función propia, y ello del mismo modo que las obras maestras de Dédalo se movían por sí mismas o que los tridentes de Vulcano emprendían espontáneamente su trabajo sagrado, si por ejemplo las lanzaderas de los tejedores tejieran solas, el encargado del taller no necesitaría ya más ayudas ni el amo más esclavos". Y concluye que "El sueño de Aristóteles es nuestra realidad. Nuestras máquinas, alentadas por el fuego, dotadas de miembros de acero, infatigables, fecundas e inagotables, desempeñan dócilmente, por sí mismas, su trabajo sagrado. Pero no obstante ello, el genio de los grandes pensadores capitalistas permanece dominado por el prejuicio del asalariado, por la peor de las esclavitudes: todavía no comprenden que la máquina es la redentora de la humanidad, el dios que rescatará al hombre de los sordidae artes (oficios) y del trabajo asalariado, en una palabra el dios que le dará ocio y libertad".
Ahora esto es más evidente que nunca. La mecanización, automatización, robotización, incrementa la producción a niveles inimaginables incluso sólo décadas atrás. Por un lado, hay crisis de sobreproducción, y los inventarios no hallan comprador. ¿Por qué? Porque esta sobreproducción tiene como contraparte el desempleo creciente. Los trabajadores cada vez menos pueden adquirir los bienes de uso y consumo. Por otro lado, la máquina (por ser trabajo acumulado) no produce plusvalía. Así el capitalista tiene que centralizar la producción desplazando a otros capitalistas de su país, de otros países, del mundo entero. ¡Globalización! La riqueza se concentra en pocas manos, la pobreza se expande a manos llenas. ¿Cómo enfrenta el sistema esta realidad? Con la financiarización.
En su relación interna, ahora el ámbito financiero domina el sistema productivo. Ante la baja rentabilidad del sistema productivo (menos plusvalía relativa por mayor automatización), el sistema financiero impone primero la inflación de shok (como en el primer gobierno del actual presidente), y luego la inflación permanente a cuenta-gotas. Y es que la inflación es el impuesto indirecto que sufren los trabajadores en general. Luego impone altas tasas de interés para toda intermediación financiera (por el solo hecho de tener una tarjeta débito ya se es sujeto de este alto interés).
Ningún gobierno puede enfrentar esta realidad actual pues el Consenso de Washington ha impuesto la autonomía de la Banca Central; autonomía aparente, interna, porque en verdad la banca nacional está controlada por el binomio de oro BM-FMI
Como cunde el desempleo, hay bajo crecimiento productivo; por eso los capitales van más al mercado financiero (donde domina directamente la banca transnacional) y menos al ámbito productivo (donde tiene que enfrentar reclamos salariales, por lo menos). Las finanzas predominan sobre la producción. Es sistema abiertamente parasitario, rentista.
Como el sistema requiere capital sin ataduras, impone la privatización de bienes públicos y a precios de remate. Si antes se publicitaba la "nacionalización" ahora se publicita la "privatización" para obtener "mejor servicio". Empresas públicas, Hospitales públicos, Centros Educativos públicos (escuelas, institutos, universidades), todo cae en manos de la privatización, de la financiarización.
Pero no sólo esto. Caen en "la lotería de la bolsa" los recursos ahorrados: fondos pensionales, compañías de seguros, fondos de inversión. Ya el trabajador no recibe pensión. Aunque cotiza más, su fondo pensional es su "inversión" de la cual sólo cobra al final los intereses. Es decir, el salario diferido ha desaparecido, y como el contrato laboral es temporal, no recibe por días festivos, horas extras, jornada nocturna, vacaciones anuales. Sólo le queda el salario nominal y no por jornada de ocho horas sino de diez y doce horas, si es que está empleado. Y como ha aumentado el índice de vida, sube la edad pensional.
Las políticas económicas y monetarias, con el espejismo de la "mayor rentabilidad" han conducido a las "burbujas", como la inmobiliaria, gran negocio de mercado cautivo. La cuota financiera inmobiliaria resulta varias veces mayor que pagar un arriendo, y sube la hipoteca hasta el "desalojo", y a donde vaya el perdedor lo persigue el juicio hipotecario.
Así, el sistema ha pasado del liberalismo inicial (libertad-igualdad-fraternidad) con producción-productividad expresada en dinero, al neoliberalismo (producción paralizada), que se expresa en interés sobre interés (burbuja financiera), pues el dinero no produce dinero, no se incrementa el dinero sino a través de la producción.
Pero ahora toda actividad económica se hace a través de la intermediación financiera, que está en manos transnacionales.
Ha llegado el tiempo de que la máquina sea la redentora de la humanidad. Para eso, la máquina tiene que ser propiedad social. Con ello se logra "el ocio y la libertad". El ocio como descanso creativo. La libertad como conciencia de la necesidad.
La relación trabajo-descanso se regulará con la jornada laboral en dos partes, una para la sobrevivencia diaria, otra como fondo acumulable para un "año sabático". Cada cierto tiempo hay un año libre (reunido con el fondo acumulable) para recalificación, cambio de profesión, viajes educativos, otros.
En la antigüedad, Plinio el Viejo (S.I 23-79) señaló el ocaso del sistema esclavista por sus insolubles contradicciones internas. Y declaró que
Latifundia
Italiam perdiere.
Ahora más y más analistas concluyen que la financiarización es la sentencia de muerte del sistema, por sus insolubles contradicciones internas. Y declaran que
La financiarización
pierde al Imperio
Por supuesto, como sus beneficiarios lo consideran eterno, ningún sistema desaparece automáticamente. Su ocaso sólo expresa el determinismo económico. Pero depende del volitismo político para que desaparezca más tarde o más temprano.
Estamos viviendo este ocaso en nuestra propia realidad. El proceso electoral presidencial es claro ejemplo de ello. Por eso, a partir de abril la tarea central será
¡PREPARAR LA ORGANIZACIÓN PROPIA DEL SOCIALISMO PERUANO!
25 marzo 2011
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