SIGLO XXI - QUINTO LUSTRO - "Un nuevo orden emerge de la desintegración del capitalismo que irá reemplazando la célula económica (familia) por una nueva matriz reproductiva (comunas) que cumplirá funciones defensivas, judiciales, productivas y administrativas."
miércoles, 13 de abril de 2011
REDESCUBRIENDO EL ENTERO PARTIDARIO III
ELECCIONES Y LA ORGANIZACIÓN DEL PROLETARIADO EN CLASE
Hace unos días preguntábamos para que escuchen sordos, ciegos, mudos y los otros: ¿por qué el pueblo PERUANO es manipulado y engañado? La respuesta es muy conocida y la recuerda Ramón García Rodríguez: porque el Socialismo Peruano aún no tiene organización propia a ningún nivel… Sin embargo, algunos todavía desean seguir como antes, mirando y opinando, sobre el devenir de la lucha de clases, desde su privilegiado balcón de espectadores haciendo mucho y no haciendo nada.
El subjetivismo ha calado hondo entre los personajes del socialismo peruano. La escuela individualista dirige su atención, casi exclusivamente a la actividad teórica, al desarrollo de las ideas. Hace unas semanas Eduardo Vargas daba al traste las antojadizas especulaciones de Domingo Suárez. En sus Hitos del Centenario del Socialismo Peruano, Suárez advierte (en tono de amenaza) a todo aquél que no este de acuerdo con su mirada de la historia política peruana: “Cada uno de estos hechos forma parte del Socialismo Peruano. Negar, menospreciar, despreciar, silenciar los hechos del proletariado, correspondería sólo al enemigo de clase. Cada acontecimiento del proletariado es un hecho singular distinto, nada semejante a los demás hechos del proletariado. Y cada hecho es un hito del proceso de construcción del Socialismo Peruano.”
Veamos lo dicho y hecho por partes y cucharadas.
Primero, ¿A qué hechos se refiere Domingo? Eduardo Vargas, observa que nuestro amigo Suárez reduce la historia del Socialismo Peruano, a las historias de las logias clandestinas con sus iniciados y sus “obras”. Vargas subraya para que no quepa duda: lo que se entiende es que “estudiaron a JCM”, “publicaron” y “celebraron”. ¿Y las masas? Pregunta y se responde Vargas: Bien gracias. Dicen, los entendidos, que los aprendices mostramos claramente las falencias de los maestros. ¡Que culpa tiene la mata de tener prendido un tomate! Pues sí. El subjetivismo transforma el desarrollo mental en causa fundamental del movimiento histórico. Ya no es la lucha de clases, que deriva de las condiciones materiales, el motor del desarrollo en la teoría y la práctica. Las ideas devienen, de ese modo, en fuerza motriz de la dialéctica histórica. No es ocioso, por eso, recordar una acotación de Lenin a Hegel, “La dialéctica no está en el entendimiento del hombre sino en la realidad objetiva.”[1] Realidad que se desenvuelve al margen de la conciencia del observador por más privilegiado que sea. Y ese es precisamente el punto, realidad objetiva: lucha de clases, lucha de tendencias, lucha de ideas. El hombre vive la vida (como práctica) y aprende de ella (de un modo subjetivo) perfeccionándose en medio de contradicciones y a través de contradicciones. Práctica, más y más práctica. Sólo a través de la práctica el hombre se supera a sí mismo. Marx en la primera de sus once Tesis sobre Feuerbach, desbarata el subjetivismo que “no concibe la actividad humana como una actividad objetiva”. Por tanto, concluye Marx, “Feuerbach no comprende la importancia de la actuación «revolucionaria», «práctico-crítica»”. Hoy, el curso ineluctable de los hechos en la economía y la política empujan hacia el CAMBIO. Una voluntad de cambio anima a nuestro pueblo. Entonces, no es exótica la idea que la elección presidencial abre las puertas al debate central del Socialismo Peruano: cómo forjar el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana, ese es el eje en los esfuerzos que Ramón García promueve incansablemente.
Segundo, Domingo Suárez hace uso del concepto proletariado como una abstracción sin piel ni sangre. Reduce el concepto a los estudios, publicaciones y celebraciones de intelectuales, la más de las veces, no orgánicos de la clase obrera. Continúa anclado al desarrollo del sistema de sectas socialistas que podrían justificarse en la infancia de la clase obrera. Engels en su exordio, a Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 de Marx, ejerce su derecho a la autocrítica: “¿No era ésta precisamente la situación en que una revolución tenía que triunfar, dirigida, es verdad, por una minoría; pero esta vez no en interés de la minoría, sino en el más genuino interés de la mayoría?(...)¿No se daban pues todas las perspectivas para que la revolución de la minoría se trocase en la revolución de la mayoría? / La historia nos ha dado un mentís, a nosotros y a cuantos pensaban de un modo parecido.” Con Marx aparece la síntesis a la oposición entre las sociedades conspirativas francesas y las tradeuniones inglesas: La “ORGANIZACIÓN DEL PROLETARIADO EN CLASE Y, POR TANTO, EN PARTIDO POLÍTICO” (Manifiesto Comunista). De la experiencia de Marx y Engels hay que asimilar el espíritu, estilo y método de lucha. A ellos jamás se les ocurrió, por ejemplo, calificar y menospreciar el atraso de los grupos conspirativos de 1848. Todo lo contrario, acompañaron hombro a hombro a las atrasadas masas en las luchas que éstos emprendían, orientándolos, para evitar en lo posible que la burguesía los estafe o use como carne de cañón. Engels recuerda en 1887: “Cuando nosotros volvimos a Alemania en la primavera de 1848, nos unimos al Partido Democrático porque éste era el único medio posible de llegar a la clase obrera; fuimos el ala más avanzada de ese partido, pero al fin y al cabo un ala.” Nuestros asépticos, puros e inmaculados, socialistas de efemérides hubieran levantado el grito al cielo por el OPORTUNISMO de Marx y Engels en 1848. En la misma carta, Engels agrega más abajo: “Si de 1864 a 1873 hubiéramos insistido en trabajar sólo con quienes adoptaban ampliamente nuestra plataforma, ¿dónde estaríamos hoy?” La carta concluye con una recomendación: “Creo que toda nuestra experiencia ha mostrado que es posible trabajar junto con el movimiento general de la clase obrera en cada una de sus etapas SIN CEDER U OCULTAR NUESTRA PROPIA POSICIÓN E INCLUSO NUESTRA ORGANIZACIÓN, y temo que si los alemanes norteamericanos eligen una línea distinta cometerán un grave error.”[2] Un mes antes, en diciembre de 1886, les recomendaba: “Lo que debieran hacer los alemanes es elevarse hasta su propia teoría –si la comprenden, como lo hicimos en 1845 y 1848–, entrar en todo movimiento obrero real, ACEPTAR SUS PUNTOS DE PARTIDA PRÁCTICOS Y CONDUCIRLOS GRADUALMENTE AL NIVEL TEÓRICO, señalando cómo todo error cometido, todo revés sufrido, es consecuencia necesaria de las concepciones teóricas erróneas del programa original; debieran, en las palabras del Manifiesto Comunista, representar el movimiento del futuro en el movimiento del presente.”[3] Haremos oídos sordos a estas recomendaciones de Friedrich Engels.
Finalmente, superadas las mil palabras tenemos que dejar nuestras disquisiciones para otra oportunidad, les dejamos a modo de simples preguntas un par de inquietudes ¿Dónde quedará la manida fórmula del voto viciado, hoy rebautizado como digno? ¿De que ha servido votar en blanco o viciado, década tras década?
Tacna, 13 abril 2011
Edgar Bolaños Marín
[1] Lenin, Cuadernos Filosóficos, Pág. 189
[2] Carta de Engels a Florence Kelley Wischnewetski, 27 de enero 1887
[3] Carta de Engels a Florence Kelley Wischnewetski, 28 diciembre 1886
Creo que esto pasa principalmente en Sudamérica en donde los aparatos políticos son vulnerables en su organización. Esto es un proceso grande y es probable que exista otro tiempo más largo para romper definitivamente los modelos capitalistas y recurrir a modelos más inclusivos socialmente.
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