Por Guillermo Yucra
Panorama histórico de la evolución de la amazonia peruana
Nuestra amazonía durante las etapas de la historia inkaica y colonial peruanas, ha permanecido prácticamente impenetrable a las políticas expansionistas de sus respectivos regímenes sociales de producción, debido en lo fundamental a la tenaz lucha y resistencia de los pueblos amazónicos, y también al carácter agreste, de difícil acceso e inhóspito como lo fue y lo sigue siendo esta inmensa región de la floresta amazónica.
Hoy en día sabemos que el Tahuantinsuyo se asemejó más a una confederación de nacionalidades andinas sometidas al control de una cultura hegemónica: la Inka; la cual logró asimilar para su proyecto integrador a diversas poblaciones ubicadas entre la franja costera y la ceja de selva amazónica. Aún con el crecimiento del Estado despótico incaico, no se llegó a consolidar en este territorio atravesado por la Cordillera de los Andes, una unidad sin sublevaciones como las que protagonizaron los huancas en la región de la sierra central. (1) Ni que hablar de las poblaciones amazónicas, las que fueron una barrera infranqueable para la dominación Inka. Tal como en el caso de los Chachapoyas que, a la llegada de los españoles, no dudaron aliarse con estos y junto a los huancas para liberarse del sojuzgamiento inka.
Durante la etapa del Virreynato, las expediciones militares de colonización españolas resultaron infructuosas en su incursión a la vasta región de la Amazonía. Toda la tecnología militar y la amplia experiencia de los colonizadores en su guerra de reconquista española, fueron insuficientes para someter a los pueblos amazónicos.
En el siglo XVI, la ilusión de Eldorado alentó las numerosas exploraciones y expediciones militares en la Amazonía, las que dieron origen a la fundación de las primeras ciudades y asentamientos españoles: San Juan de la Frontera de Chachapoyas (1536), San Leandro de Jaén (1549), Baeza de la Nueva Andalucía (1559), Ávila de los Caballeros (1563), entre otras.
El interés de los españoles por la Amazonía fue creciente. Un dato importante nos lo refiere el historiador Waldemar Espinoza en su enciclopédico volumen de Amazonía del Perú:
“Entre 1541 a 1560 los españoles ya habían fundado doce ciudades en el oriente, contra ocho del litoral y los Andes.” (Espinoza 2007: 67)
El sostenimiento de esas primeras ciudades fue dificultoso por el constante asedio de las tribus indígenas que hartas de las condiciones inhumanas de explotación a las que eran sometidas, se rebelaban constantemente organizando levantamientos. Por ello, es que los españoles instalados en estos lugares reclamaban muy continuamente el auxilio militar de la Audiencia de Quito, en ese entonces perteneciente al Virreynato del Perú. Salvo algunas misiones religiosas, principalmente jesuitas a través de la evangelización lograron organizar a estas tribus indígenas. Aunque su alcance fuera limitado y además establecido socioeconómicamente como un dominio aparte, estas misiones se convirtieron desde los primeros años del siglo XVII, en verdaderas cruzadas religiosas de cristianización y de catequización que, cumplieron una importante labor para los fines de administración política del Virreynato. Es destacable la misión educadora que ejerció la Compañía de Jesús a través de su escuela bilingüe/bicultural de tipo evangelizador en la que se impartía enseñanza a los niños y niñas de los pueblos indígenas. La expulsión de esta orden religiosa se da en el año de 1786. Las implicaciones de este suceso guardan relación con la trágica devastación de esta obra misional de más de un siglo de existencia. Los numerosos pueblos indígenas se encontraron a merced de un total desamparo. La consiguiente despoblación de las misiones redujo a los pocos indígenas que quedaron, a una condición de vida miserable. La huida de los indígenas hacia el interior de la Amazonía, se convirtió en la salida forzada para escapar de los trabajos de explotación servil a los que fueron sometidos.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, en la región amazónica empiezan a emerger las nuevas formas comerciales enlazadas precariamente al embrionario nacimiento del capitalismo, el cual toma como base mercantil para su inserción, al sistema de trueque empleado por los nativos en sus transacciones. En este escenario la figura del regatón adquiere un rol importante, sobre todo como elemento que forma parte de la inmensa red de intermediarios comerciales que es consustancial al desarrollo de nuestro capitalismo dependiente. Con el cambio de siglo adquieren mayor relieve sus métodos de comercialización basados en el trueque y en la habilitación. Se extiende progresivamente un mercado en la que el regatón juega un papel clave, articulador del intercambio comercial a través de las cuencas y ríos que albergan a los pueblos indígenas. Al respecto, es elocuente la cita que hace en su libro Jesús San Román, extraída de la Historia de la Misiones de Fieles en Infieles del Colegio de Propaganda Fide de Santa Rosa de Ocopa, de 1883:
“La plaga más funesta que en todas épocas han debido sufrir los misioneros, nos referimos a cierta clase de viajeros que introduciéndose en las conversaciones con objetos comerciales… Así procuraban hacerlos los que traficaban en el Ucayali, porque conociendo que los misioneros impedían sus desórdenes inmorales y su injusto y tiránico modo de comerciar con aquellos infieles, a quienes los padres miraban como a sus hijos, se unieron con los gobernadores para calumniar a dichos padres”.
Como lógica consecuencia de los procesos de colonización de la administración imperial española, se suscitaron una serie de rebeliones indígenas en la Amazonía tal como la de los Quijos en el siglo XVI y la de los Maynas en el siglo XVII. (2, Revisar texto Amazonía Peruana, Waldemar Espinoza) Sin embargo, la rebelión indígena de mayor resonancia, fue sin lugar a duda, la que dirigiera el líder asháninka Juan Santos Atahualpa en el año de 1742. Por su impacto se le considera como una de las epopeyas de mayor significación y trascendencia, la que además se inscribe victoriosa en las páginas de esta historia sublevante. Este es el primer momento en que las luchas de estos pueblos adquieren una proyección panamazónica, que incluso lograra gestar una alianza con los pueblos quechuas. Nunca se supo el destino de este invencible líder amazónico que desapareció sin ser derrotado por las huestes españolas, y que incluso se adelantara al levantamiento de Tupac Amaru, ocurrida muchos años después, en 1780. Lo cierto es que esta rebelión que tuvo como epicentro la región de la selva central, logró expulsar de esta zona durante 100 años a los invasores españoles. (Revisar texto sobre rebeliones campesinas en la selva central) A tal punto que recién en el año de 1860 aparecen los primeros colonos de europeos: italianos, alemanes, peruanos, etc. Durante un siglo, esta agreste región se cerró a la penetración de la cultura occidental. (3)
Con el advenimiento de la etapa republicana, el crecimiento y desarrollo de las relaciones sociales de producción capitalistas, posibilitan de forma paulatina la aplicación de las políticas de expansión y dominación, en la vasta región oriental. Han sido diversos los modos de explotación del trabajo y la naturaleza, pero todos ellos guiados por la voracidad extractiva de las materias primas. En un primer momento la fiebre del oro que alentara la extracción de este mineral en los ríos de Madre de Dios. Luego, la explotación del caucho principalmente empleada como insumo de la industria del jebe y la industria automovilística, durante un período que abarca aproximadamente tres décadas (1880-1910).
Desde fines del siglo XIX se ingresa a un nuevo ciclo económico conocido como del caucho o del oro negro. Durante ese lapso cambia radicalmente el panorama de la realidad de la Amazonía. Datos estadísticos señalan que la exportación del caucho se incrementó significativamente de 540,529 kgrs. en 1884, a 4’500,000 kgrs. en 1910. A continuación proporcionamos algunas estadísticas que nos ilustran por estos años, la evolución de la exportación de este recurso:
Como habíamos mencionado, en el año de 1910 se llega al pico más alto en la exportación del caucho. Al año siguiente, en 1911, las exportaciones caen súbitamente, a pesar de la demanda que se había generado en el mercado internacional. De esta forma, se llega al fin de este ciclo económico por la fuerte competencia de las colonias inglesas y holandesas. Malaos, Indonesia y otros lugares del Asia, fueron los nuevos mercados de abastecimiento para los capitales ingleses y europeos. La caída de los precios fue inevitable. La apertura de estos nuevos mercados abarataron los costos de producción. Con ello se produjo la maximización de las ganancias del capital. La economía del caucho en la selva se desplomó. (Revisar literatura sobre el ciclo económico del caucho) No hubo siquiera tiempo para amortiguar las consecuencias de esta crisis de conmociones catastróficas, es más nunca se previó este desenlace. José Carlos Mariátegui resume con las siguientes palabras la crisis de recesión que siguió a este período del boom económico:
“El valor de la montaña en la economía peruana no puede ser medido con los datos de los últimos años. Estos años corresponden a un período de crisis, vale decir a un período de excepción. Las exportaciones de la montaña no tienen hoy casi ninguna importancia en la estadística del comercio peruano; pero la han tenido, y muy grande, hasta la guerra. La situación actual de Loreto es la de una Región que ha sufrido un cataclismo”.
Sin duda, la visión cortoplacista de la burguesía que se había afincado comercialmente, favoreció el nacimiento de una economía de rasgos extractivos en la que la región selvática se convirtió en enclave económico del capital inglés. Eran los últimos estertores de su dominio imperialista, que comienza ya a ceder paso al capital norteamericano. El auge y caída de la exportación del caucho de la Amazonía coincide con el desplazamiento del centro del poder mundial del inglés al norteamericano, hecho de hondas repercusiones económicas y políticas para el orbe latinoamericano.
Como hemos podido apreciar en el esquema anterior, en la base de este sistema de explotación económica y social se encuentra el peón cauchero que en su mayor parte estaba conformado por los indios nativos de los pueblos originarios. En la cúspide hallamos a los grandes consorcios extranjeros que tenían las más altas ganancias por los altos intereses que los beneficiaban. Paralelo a este desarrollo de una economía de enclave-primario-exportadora, se consolida una economía consumista importadora de productos alimenticios, a raíz de la caída de la producción agrícola de esta zona. Como era de esperarse los beneficios de la explotación cauchera revirtieron directamente hacia el capital europeo. De esta forma, se evaporó la ilusión del caucho que es a la prosperidad falaz de nuestro período de la explotación del guano y el salitre que precedió a la crisis de la guerra del pacífico.
El boom económico del caucho nos ha revelado hasta que punto el país se encontraba profundamente fracturado, escindido, dividido, tan falto de un proyecto integrador. La expansión de la explotación del caucho sólo ha sido posible bajo dos condiciones necesarias: 1) la expropiación de los territorios de las comunidades nativas, principalmente las asentadas en las riberas de los ríos y cuencas (citar los de la huida de los indígenas como en el período que siguió a la expulsión de los jesuitas, huida hacia el interior, hacia lugares más seguros); y 2) el sometimiento esclavo de la fuerza de trabajo indígena. (citar lo de las correrías, la caza de indios y la explotación heredada) En ambos casos el Estado peruano actuó como un instrumento de dominio colonial, testaferro de los intereses del capitalismo inglés y de sus socios intermediarios agrupados a través de las casas comerciales (citar las formas de conexión al capital inglés y europeo, además de los mecanismos comerciales de explotación, la cadena de la explotación comercial, pág. 139) y los fundos gomeros (casas hacienda) que tanto proliferaron durante este período. (consignar estadísticas sobre la cantidad de fundos gomeros existentes)
Posteriormente, ya en pleno siglo XX el capital incursionó en la explotación petrolera, gasífera, forestal y de producción de cocaína para su exportación.
El ciclo económico de la producción de cocaína, también denominado como del oro blanco, merece aquí especial tratamiento por la apertura de una nueva demanda global que, tiene en el futuro más inmediato al país de China como el mercado de mayor consumo de drogas ilegales (incluidas la heroína, el hashís y las metanfetaminas), desplazando a Estados Unidos que cuenta actualmente con 20 millones de consumidores de cocaína en promedio. Otra razón de fuerza, estriba en la importancia del “éxito geopolítico” de la guerra contra el narcotráfico y las drogas que, ha posibilitado un posicionamiento estratégico del imperialismo norteamericano en zonas clave donde se disputa el control de fuentes de energía y recursos naturales. Los casos de Irak, Afganistán y Colombia son bastante emblemáticos. Este último por encontrarse en Sudamérica y ser miembro de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), uno de los países que junto a Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia, Surinam y Guyana, cuentan con territorio amazónico que como sabemos concentra el 20% del total de agua dulce que hay en el mundo. Actualmente Estados Unidos mantiene una activa estrategia de control geopolítico en América del Sur, donde Colombia tiene un papel protagónico. En lo que va del Plan Colombia o Plan Patriota, se ha invertido la astronómica cifra de 6 billones de dólares. En el año 2009 se asignaron 419’714,053 millones de dólares. Es la mayor cantidad de dinero que se destinado en ayuda militar a un país del hemisferio occidental.
Un primer momento de este nuevo ciclo económico que prospera en el país, en un lapso aproximado de 14 años, durante las dos últimas décadas del siglo pasado, nos remonta a los años 70. Después de la Guerra de Vietnam y como una de sus consecuencias se genera en Estados Unidos una inesperada demanda masiva de este producto que tiene como insumo a la hoja de coca, desde ya demonizado como ilegal. En adelante se observa un crecimiento vertiginoso de su producción. Una multiplicidad de factores explican este fenómeno, los más importantes: la explosión demográfica, los procesos migratorios y la crisis de la estructura productiva agraria que hace agua primero en la selva baja en los años 70; y, luego, se hace extensiva a la selva alta en los años 80, para finalmente colapsar en toda la región de la selva, en la década de los 90. Entre 1980 y 1986 la superficie cultivada de hoja de coca se incrementó de 67,862 has a más de 200,000 has, según algunas estadísticas. Podemos apreciar en el siguiente cuadro, otros datos estadísticos de este mismo rubro de producción entre los años de 1979-1986:
Aún con estas cifras moderadas observamos un incremento significativo de la producción de hoja de coca que, está en directa relación con la crisis agraria que impactó la selva alta en los años 80, especialmente en el Alto Huallaga, en la región de San Martín. En los primeros años de esta década hay un repunte de la producción agrícola, debido en lo fundamental a la política crediticia sostenida por el Estado. El segundo Gbno. De Belaúnde se había trazado convertir la selva alta en la “despensa alimentaria del país”. En la base de este sistema de producción alimentaria se encontraban los cultivos comerciales como el arroz y el maíz amarillo duro. La agresiva política de construcción de carreteras de penetración buscaba priorizar este objetivo. Sin embargo, estos esfuerzos por impulsar la actividad agrícola resultaron insuficientes. Muy pronto este sistema estatal de promoción agrícola se resquebrajó por diversas razones como explica Jesús San Román: “bajos precios, pago tarde, mal y nunca a los productores por parte de los entes del Estado, deficiente sistema de comercialización y restricción drástica del crédito”, pero principalmente porque la solución que se buscaba, no tocaba las cuestiones de fondo en que este radicaba, como el relacionado al tema vigente y crucial del problema de la tierra. De esta forma, se comenzaron a crear las condiciones para la migración de miles de campesinos empobrecidos a las zonas cocaleras del Valle del Alto Huallaga. La producción de hoja de coca se despuntó, lo cual produjo una bonanza económica en la zona, por los exorbitantes precios de la cocaína en el mercado internacional, hasta de dos mil dólares el kilo de PBC. El Valle del Alto Huallaga se convirtió en la “capital mundial de la coca”, principal centro productor del 65% del total de cocaína que se consumía en los Estados Unidos. Las oleadas de violencia que se generaron a raíz de la guerra interna que estremeció el país, tuvo en esta región uno de sus principales teatros de operaciones, en la que el Estado, los grupos armados (SL y MRTA) y el narcotráfico, propiciaron una situación altamente conflictiva. La política antidrogas fue en manos del Estado un instrumento de control geopolítico en el contexto de las guerras de baja intensidad. Esta fue la razón principal por la que los sembríos de coca se desplazaron a la selva baja, especialmente en Ucayali, el Bajo Huallaga y el Putumayo. Desde el punto de vista de la erradicación de cocales que esgrime esta misma política antidrogas, los resultados han sido negativos. La superficie cultivada de coca se incrementó en la década de los 90, precisamente en el período en que más incisivamente se hacía uso de esta política. La fórmula de ajuste estructural aplicada durante el Gbno. De Fujimori, desestructuró la languideciente economía productiva de la Amazonía. La doctrina neoliberal impuso las condiciones del todopoderoso mercado. La economía de la coca se favoreció con estas políticas desreguladoras y de liberalización. Las repercusiones fueron inmediatas. Una masiva expansión de la producción de la coca comenzó a abarcar toda la región amazónica.
Como en todos estos casos que hemos pretendido abarcar sucintamente, al indagar por los orígenes y la evolución de la producción de la hoja de coca y cocaína en el Perú, se ha constatado rotundamente los fracasos que sucesivos gobiernos han sostenido en materia de políticas de Estado para dar solución al problema agrario.
Finalmente, la biopiratería debe considerarse como el robo sistemático del banco de conocimientos que milenariamente preservan desde nuestra biodiversidad las culturas amazónicas. La biopiratería es una de las más antiguas formas de explotación de nuestros recursos que prácticamente ha pasado desapercibida durante siglos, pero que hoy en día cobra mayor relieve adquirir conciencia de este problema, sin duda, debido fundamentalmente a la crisis sistémica del Capitalismo que amenaza con la total destrucción de nuestros entornos naturales. La recuperación de una conciencia ecológica en la humanidad encuentra en nuestra Amazonía una de sus fuentes inagotables para desarrollar sustentablemente la tradición histórica de conservación de la naturaleza que, han aplicado con sabiduría nuestro pueblos.
Estado peruano y Comunidades Nativas. Aproximaciones al caso de Bagua.
Variadas han sido las formas –y lo siguen siendo- en que el capital se ha ido adaptando a las condiciones particulares de nuestros desarrollos civilizatorios y culturales. De esta nueva dinámica que irrumpiera históricamente, se ha ido configurando a través de procesos violentos y conflictivos una nueva realidad en la que emerge el establecimiento de una sociedad de carácter dependiente.
En todos estos casos, el objetivo que siempre se ha perseguido ha sido siempre la expropiación de las tierras pertenecientes a las comunidades nativas. Con ello se ha buscado desmantelar la forma colectiva de su organización, aquella que es el fundamento de su derecho a la tierra, desde hace más de cinco siglos. Con el transcurrir del tiempo, las comunidades nativas se han llegado a constituir en el principal freno para el avance voraz de la explotación capitalista. De ahí el interés que exista por promover métodos cada vez más violentos y represivos que intensifiquen la desestructuración de toda forma de organización comunal en que estas se asientan y desarrollan, tal como lo han constatado los sucesos acaecidos durante las tres últimas décadas, en los cientos y miles de comunidades andinas, amazónicas y altiplánicas. Las luchas que hoy libran todos estos pueblos son batallas decisivas por la vida.
Desde 1993, la ofensiva neoliberal del capital cambió sustancialmente la legislación de tierras, la que precisamente favorece la privatización como en el caso de la lotización petrolera que abarca el 85 % del extenso territorio de nuestra Amazonía, leit motiv de las luchas desplegadas en los últimos años por los pueblos nativos de esta región. La región de Bagua se enmarca en este intensivo y acelerado proceso de privatización de las tierras comunales amazónicas. El caso de Bagua en este sentido es bastante emblemático. Lo que hemos podido observar ya sea parcial o tergiversadamente a través de los medios de prensa oficial es la lucha frontal del Estado contra los pueblos amazónicos, asentados en esta región del Dpto. de Amazonas.
Distinguimos tres fenómenos de capital importancia que se entrecruzan en esta problemática de raíces históricas. Primero, formaciones histórico- culturales de resistencia milenaria como la de los pueblos Chachapoyas y Awajún. Segundo, alta densidad poblacional indígena (al 21.6 % es uno de los 4 departamentos amazónicos con mayor población). Y tercero, según estudio de Lily La Torre (2004), existe una alta concentración de reservas petroleras. La región de Bagua integra una de las 7 cuencas sedimentarias de la selva norte, en la que se encuentra el grueso de la explotación petrolera del país, la que representa a su vez el 65% de su producción total.
Vemos que el trágico 5 de junio que conmocionó a todo el país y el mundo, no ha sido un suceso aislado. La explicación de fondo a los hechos que hemos enunciado la hallamos en la contradictoria y conflictiva relación que ha existido entre el Estado y los pueblos amazónicos. Lo de Bagua es un hecho que marca un punto de inflexión histórica en la lucha de los pueblos amazónicos y en la escena política del Perú de hoy.
Detengámonos un tanto en los antecedentes del Estado Republicano que a sangre y fuego ha reprimido estas luchas amazónicas, sus orígenes anclados en el Estado Colonial y la lógica discursiva y cultural que sustenta su derecho a la explotación:
Ha sido el Estado peruano el que ha promovido en las dos últimas décadas, la sistemática destrucción de nuestras comunidades tanto andinas como amazónicas y altiplánicas. En la base económica de esta ofensiva hallamos los intereses de la clase dominante que, como socia intermediaria se encuentra enfeudada a los grandes capitales de las corporaciones transnacionales.
El Estado como instrumento de dominación de clase juega un papel clave en el ejercicio del monopolio de la violencia.
Desde la instauración del Virreynato en el Perú, el Estado ha justificado las relaciones jerarquizadas de poder, el uso de la violencia y la represión, como formas naturales que permitan a la clase dominante alcanzar mediante el uso de la fuerza el “consenso” y la “legitimidad”. El Estado colonial tiene en esta etapa el objetivo de “garantizar el orden social y llevar a cabo la pacificación”. La evangelización patrocinada por la ideología providencialista era el instrumento par excellence, a través del cual los indios eran forzosamente obligados a asimilar los fundamentos religiosos de la doctrina católica. La política inquisitorial de la administración colonial española imponía una sola religión y un único credo. A través de la extirpación de las idolatrías se buscaba borrar de la memoria cultural de los pueblos, todo rastro de sus propias cosmovisiones y creencias.
En la actualidad, observamos en la constitución del Estado peruano del siglo XXI, el peso fuerte de la herencia colonial: el centralismo elefantiásico basado en la lógica de la economía-renta y la concentración del poder, las redes patrimoniales de la burocracia estatal (o el manejo privado de lo público) que reproducen los lazos de dependencia, etc.; son algunas de las características que ponen en evidencia los mecanismos pre-capitalistas en que se asienta de forma subdesarrollada y dependiente esta “disfuncionalidad institucional”, cuya matriz la hallamos ya desde su formación como Estado republicano, a inicios del siglo XIX. El Estado peruano como tal no ha cumplido siquiera una función moderna que se corresponda al período de crecimiento capitalista, por el cual transitoria y excepcionalmente atravesara el país entre los años 2001-junio de 2009. En este contexto, la “defensa del orden democrático y del Estado de derecho” que ordena la clase dominante por intermedio de los sucesivos gobiernos de turno, no pasa de ser una construcción discursiva que nada tiene que ver con nuestra realidad como nación en proceso de formación. La multietnicidad y la pluriculturalidad de los pueblos amazónicos, quechuas y aymaras jamás se han visto reconocidos ante un Estado que ha demostrado históricamente su naturaleza exclusiva y excluyente, enraizada culturalmente en el imaginario colonial de su hegemónica identidad criolla.
La importancia geopolítica del Perú en la Amazonía Sudamericana. Pueblos amazónicos y lucha por los recursos naturales.
La lucha de los pueblos amazónicos aparece como un capítulo nuevo ante la historia oficial. La trayectoria histórica de esta lucha arranca incluso mucho antes de la llegada de los españoles. Los antecedentes más recientes de esta lucha encuentran pues en el conflicto de Bagua un punto de inflexión, el más importante en la tradición de la historia de la Amazonía.
Durante las dos últimas décadas se ha intensificado la explotación de los recursos naturales en todos los rubros: oro, biodiversidad, narcotráfico, gas, petróleo y riqueza forestal. En algunos casos se ha ingresado a un período de más de dos décadas en estos nuevos ciclos económicos de explotación. Recordemos que el boom económico del período del caucho abarcó tres décadas y sus efectos fueron cataclísmicos.
En lo que respecta al petróleo y al gas consideramos que son los ejes que vertebran el nuevo ciclo económico de explotación al que se ha ingresado en la Amazonía Peruana, el más complejo en las actuales condiciones de su desarrollo. La explotación de reservas de hidrocarburos (gas y petróleo) se hace cada vez más importante como fuente aseguradora de energía, en la medida en que se hace inminente la crisis energética mundial. Los impactos medioambientales en las comunidades nativas y las reservas territoriales han generado en los últimos años situaciones alarmantes y altamente conflictivas. Las secuelas han sido devastadoras en la calidad de vida de las poblaciones amazónicas.
Según estudios de los últimos años las grandes reservas explotables de hidrocarburos se encuentran prácticamente agotadas. La creciente demanda de estos recursos energéticos viene superando la actual oferta de la producción industrial. Se estima que en los cien años de la era de los hidrocarburos se ha consumido el 50 % de sus reservas. Algo extremadamente irracional tratándose de la principal y casi exclusiva despensa mundial de energía con la que contamos. En lo que respecta a las reservas de petróleo quedan muy pocos yacimientos superiores a los 500 millones de barriles, principalmente asentados en los países musulmanes del Medio Oriente. Se ha proyectado que el pico más alto de la producción petrolera se alcanzará en este año. A partir de entonces se ingresará a una fase que se anuncia como el fin de la era del petróleo. En adelante el alza de los precios del crudo será inevitable. La extracción del gas también se enfrenta a problemas similares. Las reservas que oscilan los 6.109 Tcf (Trillones de pies cúbicos) serán insuficientes para abastecer la creciente demanda global del gas en las siguientes décadas. A todo ello se suma la concentración en un 90 % de las reservas de gas y petróleo en el Medio Oriente, Rusia y algunas regiones musulmanas de la ex Unión Soviética. Esta asimetría global es pues actualmente la fuente de los actuales conflictos generados a raíz del posicionamiento geoestratégico de los centros de poder mundial en la lucha por estos recursos hidrocarburíferos. Situación que ha propiciado que Norteamérica, Europa y los países emergentes como Brasil, India y China comiencen a dirigir sus exploraciones hacia regiones más remotas en las que el volumen de las reservas de gas y petróleo son de menor magnitud e incluso es más costosa su extracción. La región sudamericana y principalmente la cuenca del Amazonas es una de las zonas donde se alberga yacimientos de inferior magnitud pero de todos modos significativa en el actual contexto de la crisis energética que asoma en el mundo. Probablemente las reservas petroleras de la cuenca amazónica asciendan al 10% de la producción mundial. En lo que respecta al gas se calcula su potencial en 250 Tcf para América Central y Sur. Estadísticas nada desdeñables que han alentado en las tres últimas décadas una agresiva política en materia económica y militar de parte de los Estados Unidos. No olvidemos que el ALCA en primera instancia y mucho después el TLC (que es una versión caricaturizada de esta) son instrumentos de sujeción económica en el marco del programa neoliberal que tiene sus inicios en los 80 del siglo XX. El neoliberalismo es el modelo económico que enfrenta hoy en día una de sus más severas crisis. Los cambios políticos que hoy se suscitan en Latinoamérica se deben a la decisiva influencia que ejerce Europa en nuestras economías. El modelo neoliberal ha sido desplazado por el modelo populista en varios países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc. En estas circunstancias al Imperialismo norteamericano le queda como última alternativa la ofensiva militar. 7 bases militares se han planificado instalar en Colombia. El objetivo es pues claramente estratégico. Se busca monitorear la biodiversidad y los recursos de esta extensa región. Además de seguir manteniendo sus intereses económicos en países como Colombia y el Perú. Estados Unidos ha maquillado su política de guerra tras reconocerse eufemísticamente como garante de la paz, el orden y la seguridad mundial en su lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Precisamente en estos dos aspectos, se ha constatado que en el caso colombiano las doctrinas antiterrorista y antidrogas son de un rotundo fracaso. Desde un punto de vista geopolítico es todo un éxito en la medida en que logra posicionarse estratégicamente en esta zona. La Amazonía Sudamericana es un posible escenario de guerra por los recursos. Róger Rumrrill ha subrayado en una de sus investigaciones la importancia geopolítica de esta región:
“Los gurúes de la geopolítica coinciden en afirmar que la economía poscrisis del capitalismo debe sostenerse en cuatro recursos vitales: agua, energía, biodiversidad y tierras. Estas últimas para la producción de las commodities y en especial de alimentos baratos, cada vez más controlados por los oligopolios y monopsomios (sic) que están imponiendo su reinado a nivel planetario. Buena parte de esta riqueza estratégica se encuentra en la cuenca amazónica, localizada en las tierras y territorios indígenas de los países que integran la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA): Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.” (1)
La Amazonía Sudamericana está hoy en la mira del capitalismo global que hay que entenderlo ahora como un campo de tensiones y conflictos. No solo las transnacionales de firma norteamericana inyectan en esta parte del mundo sus inversiones. Desde fines del siglo XX los países europeos han empezado a desembarcar sus capitales. Y en lo que va de la primera década del presente siglo sus inversiones han sobrepasado con creces a las norteamericanas. Es pues cada vez más decisiva la marcada influencia que ejerce Europa en nuestras economías. Es notoria por ejemplo la presencia activa que mantiene el capital transnacional en sectores clave de la energía como en el caso de la explotación de los hidrocarburos. Aproximadamente 180 bloques petroleros y gasíferos que abarcan una extensión de 688,000 km 2, se encuentran superpuestos a una de las zonas con más altos niveles de biodiversidad en el mundo: la Amazonía Occidental (2) que cuenta con una gran variedad de especies mamíferas (210), anfibias (131) y de pájaros (558). En medio de este paraíso de bosque tropical operan alrededor de 35 multinacionales extractoras de gas y petróleo, las cuales han generado daños irreversibles y graves trastornos de impacto ecológico y social. Los territorios más vulnerados han sido los ubicados en los países de Ecuador y Perú con espacios lotizados de 542,00 km2 que cubren las dos terceras partes de la Amazonía Occidental entregada en concesión a los monopolios y oligopolios transnacionales. (Explicar la situación actual de las luchas amazónicas en Ecuador y el Perú)
A partir de la década de los 80 del siglo XX sobre todo en el Perú se da inicio al experimento neoliberal, pero no será sino hacia 1993 cuando empiece a implementarse en su variante más radical el Programa de Ajuste Estructural aplicado en Latinoamérica. La necesidad de una reestructuración a fondo de la economía peruana obedece a la situación de crisis en la que se debate el capitalismo de Estado. La profunda recesión, el elevado desempleo, el fenómeno hiperinflacionario sumado a la violencia política de los grupos armados hacen que el Perú sea declarado ante la comunidad financiera internacional como un país inviable, un duro golpe para el sector estatal que se había visto favorecido por el otrora modelo proteccionista de sustitución de importaciones. Es decir, la severa crisis económica y la creciente inestabilidad política son dos de los factores que favorecieron la aparición del régimen de facto fujimorista.
El autogolpe del 5 de abril de 1992 dio paso a la radicalización de las políticas neoliberales. El programa económico neoliberal que fuera impuesto por los organismos multilaterales, el BM, el FMI y el G-7, no encontró en la sociedad una respuesta organizada colectivamente. Los partidos y los sindicatos …..La estrategia de la liberalización dio paso a una reforma conservadora del Estado. Naturalmente, en este proceso la normatividad jurídica cambio drásticamente. En lo relacionado al conjunto de leyes que se diseñaron para la Amazonía, durante el decenio fujimorista, cabe señalar lo que se menciona en el Informe del Observatorio DESC Amazonía:
“Durante el gobierno de Fujimori se aprobaron diversas normas que resultan determinantes para la configuración del escenario amazónico actual. Así, mediante el Decreto Legislativo 757, se deja sin efecto gran parte del Código de Medio Ambiente provocando desprotección ambiental como incentivo para las inversiones extractivistas en el Perú. Mediante el Decreto Legislativo 655, se promueve el desarrollo de las inversiones en hidrocarburos. La Ley 26505, promueve la inversión privada, mediante la parcelación, de las tierras de comunidades en el Perú, y mediante la Ley 27307, se orienta la promoción de la inversión privada en la Amazonía Peruana a las actividades forestales y agroexportadoras.”
Estos cambios significativos en materia legislativa son relevantes para entender la dinámica actual del modelo de desarrollo extractivista que se viene aplicando en la Amazonía. Aunque es de precisar que anterior a todas estas modificaciones se encuentra el Código Ambiental de 1990. A partir de esa fecha el Estado peruano establece políticas ambientales y de manejo de recursos naturales, orientadas hacia los diferentes sectores productivos y de servicios. Como hemos podido observar cada una de estas medidas están en completa sintonía con la nueva estrategia económica que se venía adoptando en el país. En la Amazonía, la desregulación de los mercados repercutió tanto en el desmantelamiento de la política fiscal como en la imposición de una fuerte carga tributaria. La eliminación de las exoneraciones para los regímenes especiales de promoción industrial iba acompañada de este modo por un aumento sustantivo de la recaudación que recaía principalmente sobre los hombros de los trabajadores y de la población en general. La necesidad de redirigir la economía hacia el mercado global alentaba de esta forma la inversión de capitales para la explotación de nuestras reservas de petróleo y de gas. A pesar de que el régimen de exoneraciones se restableciera a través de la ley 27037 (promulgada el 30 de diciembre de 1998), ello nunca fue obstáculo para la continuidad de las reformas de privatización neoliberal que ya se habían iniciado. Las exoneraciones de la Amazonía que hoy se mantienen vigentes no solamente tienen un origen siniestro sino que están orientados hacia el comercio y las finanzas, sectores que se han beneficiado especulativamente con estas medidas. Como se ha visto en los paros y movilizaciones regionales promovidos en la Amazonía, he aquí una de las razones de las contradicciones que existen entre el gobierno central y los gobiernos regionales. El gran ausente en todas estas demandas y reivindicaciones que se plantearan desde las regiones, fueron las Comunidades Nativas. A partir de los sucesos de Bagua el protagonismo de los pueblos indígenas delimita una inflexión política en la historia peruana que es importante recapitular en esta última década. Los antecedentes de esta lucha los encontramos en la Comunidad aborigen Achuar que se enfrenta a la transnacional Pluspetrol, por los efectos contaminantes en sus territorios y en la salud de su población. Y también en los pueblos matshiguengas se encuentran ejemplos de resistencia ante la explotación gasífera del consorcio Camisea en sus tierras.
En los últimos años se ha seguido profundizando este modelo primario exportador, expoliador de nuestros recursos naturales. En el año 2003, durante el gobierno de Alejandro Toledo se redujo las regalías con la finalidad de promover las inversiones en el sector minero y de los hidrocarburos. Ello estimuló un nuevo auge de la exploración que nos ha colocado ante un nuevo boom petrolero en la Amazonía. La explotación del gas en la región del Urubamba viene dejando también enormes dividendos para el consorcio Camisea. Esto evidentemente ha propiciado en la Amazonía una abierta confrontación entre el Estado y las Comunidades Nativas.
Referencias bibliográficas
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TORRES, Juan. (2009) El Feudalismo formal e informal en el Perú Colonial a través del derecho castellano e indiano.
1. Evidente se hace esta fractura a la llegada de los conquistadores españoles.
2. Los fuertes contenidos mesiánicos y milenaristas de la rebeliones indígenas amazónicas.
3. El planteamiento del problema de la tierra a la luz de los procesos de reforma agraria que se suscitaron en la década de los años 70, sigue siendo un tema vigente y crucial.
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