viernes, 7 de septiembre de 2012

UN TUNEL AL PASADO: POLÉMICA REVIVIDA EN EL SIGLO XXI




ACERCA DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA DE MARIÁTEGUI Y LA DEL COMPAÑERO EDUARDO IBARRA



¡PERO MÁS PERUANOS QUE BOLSHEVIQUIS O MAOISTAS!



Un análisis gramático del artículo “Radiografía de un confusionista” que nos dedica el compañero Eduardo Ibarra llevaría a constatar que este contiene aproximadamente un 80% de calificativos y epítetos personales y un 20% de argumentación teórica. Esto es parte del viejo estilo polémico de los 70¨ que debemos superar, por ello, como dije en otro lugar, prefiero aprovechar otro de los importantes temas discutidos en su último artículo, para contrastar nuestras diferencias frente al movimiento socialista peruano.

El carácter de la Revolución Peruana es un punto diferencial no solo entre Mariátegui y la Internacional Comunista sino aún entre éste y Haya de La Torre, Izquierda Unida y Sendero luminoso, que el compañero Eduardo Ibarra aborda en su artículo que comento.

No ha trascendido mucho, pues casi ningún texto lo señala, la obvia diferencia entre la Revolución para América Latina, planteada por el VI Congreso de la Internacional Comunista (la misma que centralmente debía luchar contra el feudalismo y las formas precapitalistas de explotación y por el desarrollo consecuente de la revolución agraria por un lado, y contra el imperialismo extranjero y por la independencia nacional, por el otro), reflejada en la I Conferencia Comunista latinoamericana, de Buenos Aires, de Junio de 1929, cuya transición a la dictadura del proletariado era posible, por regla general, solamente a través de una serie de etapas preparatorias, como resultado de todo un periodo de transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista, y la planteada por Mariátegui, que era la Revolución Socialista.

LA REVOLUCIÓN “PERUANA” DE MA-KIA-TE-JI

El compañero Eduardo Ibarra señala en “Radiografía de un confusionista”, que:

“2. Mariátegui consideró que la revolución peruana es una revolución socialista con dos etapas” y citando su propio ensayo “Mao y Mariátegui”, 07/10/02, continúa:

…“pues, por un lado, el socialismo, efectivamente, supone, antecede, abarca la revolución democrática, y supone, antecede y abarca la revolución democrática, porque la dirección del proletariado en esta revolución es el factor que garantiza su transformación en revolución socialista proletaria”.

…“Cuando decimos “revolución de nueva democracia”, indicamos la primera etapa de dicha revolución y su perspectiva histórica. Y cuando decimos “revolución socialista”, indicamos su segunda etapa con prescindencia absoluta de la primera. Pero si dijéramos que la revolución peruana es una “revolución socialista con dos etapas”, estaríamos denominándola teniendo en cuenta precisamente su proceso general”…” sin menoscabo de la diferencia entre su etapa democrática y su etapa proletaria”.

Y añade:

“Pero Pérez borra de un plumazo el entrelazamiento de las dos etapas de la revolución peruana: “el carácter Socialista y no Nacional Democrática (solo antiimperialista y antifeudal) que éste [Mariátegui] diese (sic) a la Revolución Peruana”. De este modo tergiversa la teoría mariateguiana acerca del carácter socialista con dos etapas de nuestra revolución”.

Debo reconocer hasta aquí, que el compañero Eduardo Ibarra esboza con bastante didáctica la mejor conclusión a la que el movimiento socialista peruano llegó sobre la Revolución Socialista de Mariátegui, bajo la profunda influencia que ejerció sobre este movimiento el “maoísmo” (entendido como la copia y aplicación mecánica de la estrategia de la Revolución China a nuestra realidad concreta). Pruebas al canto.

Tal y como señalamos líneas arriba, el compañero Eduardo Ibarra basa el desarrollo de este tema en su propio ensayo “Mao y Mariátegui”, 07/10/02, en el cual trata de “la relación entre el pensamiento de Mao y el pensamiento de Mariátegui”…”pero solo en el marco de la teoría maoísta de la revolución china y la teoría mariateguiana de la revolución peruana,”…

De entrada el compañero Ibarra nos regala una cita cuya utilización, en el presente caso, resulta reveladora. Se trata de un fragmento del “Informe en el II Congreso de toda Rusia de las Organizaciones Comunistas de los Pueblos de Oriente”, 22 de noviembre 1919, de V.I. Lenin:

…”apoyándoos en la teoría y la práctica comunes a todos los comunistas, debéis saber aplicar esa teoría y esa práctica, adaptándoos a condiciones específicas que no se dan en los países europeos; a condiciones en las que la masa fundamental la constituye el campesinado, y la tarea a resolver no es la lucha contra el capitalismo, sino contra las supervivencias del medioevo”.

¡Ojo que Lenin se refiere a los pueblos de Oriente!.

A continuación nos señala que “En el parangón” (NOTA MIA: el paralelo entre Mao y Mariátegui, que es el objeto del ensayo de Ibarra a que nos referimos), “hay que señalar que el proceso de la revolución china pasó victoriosamente por su etapa de nueva democracia y por su etapa socialista”…

Mas adelante cita algunos párrafos de Mao y de Mariategui sobre la predominancia del modo capitalista de producción en las condiciones de semicolonialidad y semifeudalidad de sus respectivos países, y añade:

“Estas observaciones dan cuenta de la coincidencia entre Mariátegui y Mao en punto a la concepción de la revolución, concepción que sirve de base para la estrategia revolucionaria en el Perú y que sirvió de base para la estrategia revolucionaria en China”.

Para precisar esta estrategia Eduardo Ibarra explicita:

“Mao utilizó el término “nueva democracia” por primera vez en diciembre de 1937, y con él expresó el concepto de “revolución antiimperialista y antifeudal de las grandes masas populares bajo la dirección del proletariado” (OE, t.2, p.339). De acuerdo a Mao, esta revolución, en la medida en que, por su contenido social, es una revolución democrático-burguesa, desbroza “el camino al desarrollo del capitalismo” (ibídem, p.358); sin embargo, en la medida en que está dirigida por el proletariado, “abre precisamente un camino aún más amplio al desarrollo del socialismo” (ibídem). Así, pues, la revolución de nueva democracia “es la preparación necesaria para la revolución socialista, y la revolución socialista es la dirección inevitable para el desarrollo de la revolución democrática” (ibídem, p.343)”.

Y para que no tengamos duda alguna del objetivo de este análisis, Ibarra concluye:

“La coincidencia entre Mariátegui y Mao es indudable en cuanto al entrelazamiento y a la diferencia entre la revolución democrática y la revolución socialista”.

Añadiendo más adelante:

“En la medida en que ni Mao ni Mariátegui fueron, demócratas burgueses sino socialistas proletarios, su lucha por la revolución democrático burguesa era concebida como un paso necesario en su lucha por el socialismo”.

Por último citando y malinterpretando a Mariátegui en el “Prólogo a Tempestad en los Andes”, Octubre de 1927 y en “Respuesta al Cuestionario Nº 4 del Seminario de Cultura Peruana”, Revista “La Sierra”, y comparándolo con la tesis de Mao sobre la revolución de nueva democracia, que en tanto revolución democrático-burguesa, desbroza el camino al desarrollo del capitalismo pero que al estar dirigida por el proletariado abre un camino mas amplio al desarrollo del socialismo, concluye que:

“Esta es una notable coincidencia entre Mariátegui y Mao acerca de las posibilidades históricas vitales todavía del capitalismo en las condiciones del dominio político del proletariado en países de escaso o relativo desarrollo capitalista”.

En conclusión, la parte IV del artículo “Radiografía de un confusionista”, del 31/07/10 y el ensayo “Mao y Mariátegui”, del 07/10/02, de Eduardo Ibarra, nos revelan en pocas y resumidas cuentas que, su posición sobre el carácter de la Revolución Peruana NO ES PRECISAMENTE LA DE MARIÁTEGUI sino la del VI Congreso de la Internacional Comunista y de la I Conferencia Comunista latinoamericana de Buenos Aires, de Junio de 1929 (remozada con la copia y aplicación “creadora” de la experiencia de la Revolución China a nuestra realidad), so pretexto del parangón entre Mao y Mariátegui, posición compartida con las huestes de Abimael Guzmán, que explica sus afinidades denunciadas en nuestro artículo: “El pez fuera del agua” por su boca muere”, del 08/07/10.

NI CALCO NI COPIA: LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA DE MARIÁTEGUI

Quizás arrepentido de haber borrado “a chinazo limpio” la especificidad de la Revolución Socialista que enunciará Mariátegui, Eduardo Ibarra añade, en la parte final del Punto VI de su ensayo “Mao y Mariátegui”, del 07/10/02):

“El pensamiento de Mao no abarca toda la riqueza de nuestra realidad particular y, por lo tanto, no es aplicable a ella SINO APROXIMADAMENTE.” (Nota: las mayúsculas son mías y no del texto original).

Después de todo, fue el propio Mariátegui quien se encargó de señalar las diferencias entre nuestro proceso revolucionario y el chino:

“La colaboración con la burguesía, y aún de muchos elementos feudales, en la lucha anti-imperialista china, se explica por razones de raza, de civilización nacional que entre nosotros no existen”…..”En Indo-América las circunstancias no son las mismas. La aristocracia y la burguesía criollas no se sienten solidarizadas con el pueblo por el lazo de una historia y de una cultura comunes”.

“En nuestros países el factor clasista es más decisivo, está mas desarrollado. No hay razón para recurrir a vagas fórmulas populistas tras de las cuales no pueden dejar de prosperar tendencias reaccionarias” (JCM, “Punto de vista anti-imperialista”).

Pues bien, el carácter socialista de nuestra Revolución fue claramente establecido por Mariátegui, señalando " La revolución latinoamericana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente, la revolución socialista”. ("Aniversario y Balance", Septiembre de 1928).

Y se reafirma mas tarde, en la parte final de su Tesis enviada a la I Conferencia Comunista latinoamericana, señalando, "somos antiimperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo, porque en la lucha contra los imperialistas extranjeros cumplimos nuestros deberes de solidaridad con las masas revolucionarias de Europa " ("Punto de vista antiimperialista", Mayo de 1929).

Y en la nota "Del autor", que preparó y envió el propio Mariátegui (como información sobre su actividad política, para la serie de conferencias en Buenos Aires que organizara para él, Samuel Glusberg,) éste precisa sobre sí mismo, que "Prepara actualmente un libro sobre política e ideología peruana, que será la exposición de sus puntos de vista sobre la Revolución Socialista en el Perú y la crítica del desenvolvimiento político y social del país, y bajo este aspecto la continuación de la obra cuyos primeros jalones son los 7 Ensayos, "…(en "Ideología y Política", Pág.15); libro cuyos originales supuestamente fueron enviados por Martínez de la Torre a César Falcón, en Madrid, y lamentablemente desaparecieran.

Mariátegui incluso, se adelanta a precisar que tareas que son usualmente consideradas como típicamente democrático burguesas tendrán un tratamiento singular en un país como el nuestro, en que un "formal capitalismo ya está establecido, aunque no se ha logrado aún la liquidación de la feudalidad y nuestra incipiente y mediocre burguesía se muestra incapaz de realizarla,"…precisando "El advenimiento político del socialismo no presupone el cumplimiento perfecto y exacto de la etapa económica liberal, según un itinerario universal. Ya he dicho en otra parte que es muy posible que el destino del socialismo en el Perú sea en parte el de realizar, según el ritmo histórico a que se acompase, ciertas tareas teóricamente capitalistas" ("Respuesta al Cuestionario Nº 4 del Seminario de Cultura Peruana", Revista "La Sierra", en "Ideología y Política", Págs.263 a 273).

Cuando Mariátegui señala en esta cita que “Ya he dicho en otra parte que”... se refiere a la Presentación a "Tempestad en los andes", de Luis E. Valcárcel, de Octubre de 1927, donde en abierta polémica con sus detractores señala:

"Mentes poco críticas y profundas pueden suponer que la liquidación de la feudalidad es empresa típica y específicamente liberal y burguesa y que pretender convertirla en función socialista es torcer románticamente las leyes de la historia. Este criterio simplista de teóricos de poco calado, se opone al socialismo sin más argumento que el de que el capitalismo no ha agotado su misión en el Perú. La sorpresa de sus sustentadores será extraordinaria cuando se enteren que la función del socialismo en el gobierno de la nación, según la hora y el compás histórico a que tenga que ajustarse, será en gran parte la de realizar el capitalismo –vale decir las posibilidades históricamente vitales todavía del capitalismo- en el sentido que convenga a los intereses del progreso social" ("La Organización del proletariado", Ediciones "Bandera Roja", 1967, Pág.180).

Y volverá sobre lo mismo, en el Prefacio a "El Amauta Atusparia" de Ernesto Reyna, de 1930, donde manifiesta:

"En nuestra América española, semi-feudal aún, la burguesía no ha sabido ni querido cumplir las tareas de la liquidación de la feudalidad. Descendiente próxima de los colonizadores españoles, le ha sido imposible apropiarse de las reivindicaciones de las masas campesinas. Toca al socialismo esta empresa" (“Ideología y Política", Pág.188).

Culminando: “Solo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa, que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir” (“Principios programáticos del Partido Socialista”, “Ideología y política”, Págs.160 y 161)

¿Qué implica lo señalado por Mariátegui en estas cuatro últimas citas?

Pues sencilla y llanamente que habla de una Revolución Socialista, “del socialismo en el gobierno de la nación”, que cumplirá de paso “las tareas de la revolución democrático-burguesa”, incumplidas por la burguesía, y no del necesario desarrollo de una etapa democrático burguesa, de “nueva democracia” o “etapa económica liberal” (como la denomina Mariátegui) bajo dirección proletaria, como parte de una revolución que solamente en su segunda etapa será socialista, propiamente dicha.

En cuanto a la cita : “Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución proletaria” (“Principios Programáticos del Partido Socialista”, “Ideología y Política”, Pág.162), en concordancia con lo anteriormente expuesto y por su ubicación física al final en el documento en que se exponen los “Principios Programáticos del Partido”, describe el proceso en curso, lo que venía sucediendo en el Perú de 1920, pues, la etapa democrático-burguesa se había cumplido no en la forma revolucionaria que hubiese sido deseable (a este respecto ver V.I. Lenin. “Apreciación del momento”, Abril de 1917”) sino con el desplazamiento de la alianza de la aristocracia terrateniente y el imperialismo inglés, representada por el Civilismo, del Gobierno, por una nueva alianza entre la burguesía industrial, la pequeña burguesía improductiva y el imperialismo yanqui, representada por el Leguiismo (al igual que en Rusia con el ascenso de Kerenski), y en consecuencia ya no cabía mas el planteamiento de esta etapa, correspondiendo a la Revolución Socialista, en su primera fase, el cumplimiento de las tareas democrático-burguesas irresueltas. La etapa a desarrollar ya no es la “Cumplida”…”etapa democrático-burguesa” sino la “revolución proletaria” o socialista.

LA EXTEMPORÁNEA ETAPA DE “NUEVA DEMOCRACIA”

Salta la pregunta, ¿pero como y cuando se cumplió dicha etapa democrático-burguesa que determinó que la tarea del momento, planteada por Mariátegui fuese ya la Revolución Socialista?

Tal y como anota Miguel Aragón, una ubicación histórica de los trabajos de Mariátegui, evidencian que, a diferencia de Haya de la Torre, éste constató que el ascenso al poder de Augusto B. Leguía, en su segundo periodo, significó el desplazamiento de la oligarquía exportadora, representada por el Civilismo, y su reemplazo por una alianza de intereses, entre la fracción burguesa industrial, la pequeña burguesía improductiva (sectores medios) y el imperialismo yanqui, cuya penetración en nuestra economía, aún desplazando al imperialismo inglés, profundizó nuestra dependencia.

Se trataba pues ya, de la burguesía en el Poder, en alianza con el imperialismo, y no la aristocracia terrateniente en alianza con éste.

Al respecto Ernesto Yépez del Castillo señala "Leguía si bien en lo fundamental no alteró la riqueza y privilegio de las clases dominantes, significó en cambio el desplazamiento definitivo de la fracción hegemónica civilista de las instancias más altas del poder político" "Un siglo de desarrollo capitalista" , IEP, Campodónico Ediciones S.A., Pág.283).

Baltazar Caravedo Molinari coincide: "Todas las fuerzas sociales no vinculadas al sector agrario exportador y terrateniente estuvieron objetivamente entrelazadas en una lucha anticivilista, que Leguía supo utilizar para asumir el poder. Propósito para el que también aprovechó los conflictos entre los capitales norteamericanos e inglés dentro del país. A los primeros les interesaba desplazar del poder a los civilistas, para lograr mejores condiciones políticas. Leguía se convirtió así en el hombre que abrió el camino al capital norteamericano y a la industria nativa" ("Burguesía e industria en el Perú 1933-1945", IEP, 1976, Págs.37 y 38).

Igualmente Manuel Burga y Alberto Flores Galindo precisan: "La vieja casta civilista fue despojada del poder político manteniendo intactas sus bases económicas". …"Leguía se apoyó en los sectores medios, en los medianos propietarios y más aún desplegó una intensa actividad para romper con la preponderancia de las viejas castas de terratenientes en el campo sin afectar la estructura económica imperante "… y "Sus planes políticos, en los primeros años, estuvieron dirigidos a quitar el poder político a la viejas castas dominantes: oligarquía costeña y gamonalismo andino. Paralelamente desarrolló un ambicioso programa (burocracia, obras públicas e irrigaciones) destinado a crear una clase media adicta y obsecuente. Para lograr esto tuvo que entregar el país a la influencia omnímoda del imperialismo norteamericano" ("Apogeo y Crisis de la República aristocrática", Rikchay Perú, Febrero de 1980, Págs. 133,134 y 140).

Por su parte, Julio Cotler coincide: …"la burguesía nacional, de la que Leguía era su más lúcido representante, procuraba ampliar, profundizar y centralizar el aparato estatal a fin de lograr la hegemonía política. Con ello, los terratenientes dejarían de significar un obstáculo político a su desarrollo y la burguesía se convertiría en el único interlocutor valedero del capital imperialista con capacidad para negociar su asociación dependiente", y "el país experimentaba un proceso de transformación social, fundado en la consolidación del capitalismo y la realización de la hegemonía política de la burguesía nativa asociada con el capitalismo imperialista,"…("Clases, Estado y Nación en el Perú", IEP, Julio del 2005, Págs.178 y 210).

En su momento, Mariátegui, analizando lo que venía aconteciendo en Latinoamérica, constataba:

“En la América indo-española se cumple gradualmente, un proceso de liquidación de ese régimen oligárquico y feudal que ha frustrado, durante tantos años, el funcionamiento de la democracia formalmente inaugurada por los legisladores de la revolución de la independencia”.

“En Argentina, verbigracia, la ascensión al poder del Partido Radical canceló el dominio de las viejas oligarquías plutocráticas. En México, la revolución arrojó del gobierno a los latifundistas y a su burocracia. En Chile, la elección de Alessandri, hace cinco años, tuvo también un sentido revolucionario” (“La perspectiva de la política chilena”, Mundial, 13 de Febrero de 1925, en “Temas de nuestra América”, Pág.141).

“El irigoyenismo representa el capital financiero, la burguesía industrial y urbana y se apoya en la clase media y aún en aquella parte del proletariado a la cual el socialismo no ha conseguido aún imponer su concepción clasista. Es la izquierda del antiguo radicalismo; propugna una política reformista que hace casi inútil el programa socialdemocrático, prolonga el viejo equívoco radical de que en los países donde el capitalismo se encuentra en crecimiento, conserva sus resortes históricos” (“La batalla electoral de la Argentina”, Mundial, 13 de Febrero de 1925, “Temas de nuestra América”, Pág.138).

Y para nuestro caso particular, continuará señalando comparativamente con los casos de Alessandri e Irigoyen:

“Nuestro fenómeno alessandrista o irigoyenista se ha producido ya: es el leguiismo. Tiene como corresponde al medio, las limitaciones y las gazmoñerías de un criterio clerical, conservador; no ha tocado al capital, ni siquiera a la vieja aristocracia; ha mantenido todos los prejuicios; pero es, en parte, nuestro motín pequeño-burgués rápidamente usufructuado por el gran capital y, sobre todo, por las finanzas extranjeras” (Carta de José Carlos Mariátegui a Eudosio Ravines, 31 de diciembre de 1928, Correspondencia de Mariátegui, Tomo II, Pág. 490).

“El proceso leguiista es la expresión política de nuestro proceso de crecimiento capitalista, y si algo se le opone radicalmente, si algo es su antítesis y su negación, es justamente nuestro socialismo, nuestro marxismo, que pugnan por afirmar una política basada en los intereses y en los principios de las masas obreras y campesinas, del proletariado, no de la inestable pequeña burguesía” (Carta de José Carlos Mariátegui a Moisés Arroyo, 30 de julio de 1929, Correspondencia de Mariátegui, Tomo II, Pág. 610).

Y finalmente:

“El leguiísmo no se atreve a tocar la gran propiedad. Pero el movimiento natural del desarrollo capitalista –obras de irrigación, explotación de nuevas minas, etc.- va contra los intereses y privilegios de la feudalidad. Los latifundistas, a medida que crecen las áreas cultivables, que surgen nuevos focos de trabajo, pierden su principal fuerza: la disposición absoluta e incondicional de la mano de obra”. (“Punto de vista anti-imperialista”, en “Ideología y política”, Pág. 93).

Y añade, ejemplificando lo antes señalado, con el conflicto surgido entre las obras de regadío, efectuadas en Lambayeque, por la Comisión Técnica presidida por el Ingeniero norteamericano Sutton, y la conveniencia de los grandes terratenientes feudales de la zona:

“La amenaza de que se les arrebate el monopolio de la tierra y el agua, y con él el medio de disponer a su antojo de la población de trabajadores saca de quicio a esta gente y la empuja a una actitud que el gobierno, aunque muy vinculado a muchos de sus elementos, califica de subversiva o anti-gobiernista” ((“Punto de vista anti-imperialista”, en “Ideología y política”, Págs. 93 y 94).

LA INTERNACIONAL COMUNISTA Y LA REVOLUCIÓN DE MARIÁTEGUI

La propia Internacional Comunista, a través de V.M. Miroshevski, Asesor del Buró Latinoamericano y funcionario de la Internacional Comunista, imputa a Mariátegui el darle este carácter a la Revolución, indicando en su célebre artículo “El populismo en el Perú. Papel de Mariátegui en la historia del pensamiento social latinoamericano” (publicado en español en “Dialéctica, La Habana, Volumen I, número 1, mayo-junio de 1942), que:

“En 1926-1928, Mariátegui propaga las ideas del “socialismo” pequeñoburgués, se convierte en un propagandista de la “revolución campesina socialista”. …”Mariátegui tenía la convicción de que el Perú marcharía hacia la revolución por su propio camino, por un camino “especial””.

Que “reconociendo que las tarea fundamental de la revolución peruana era la “liquidación de las consecuencias de la conquista española”, Mariátegui “adjudicaba a ésta un carácter socialista”.

Que “La nacionalización de la tierra y su entrega en usufructo permanente a los campesinos comuneros que organizarían en ella la economía socialista es el programa del “mariateguismo””.

Que “Lo original en el planteo de Mariátegui reside en que, para fundamentar su afirmación del carácter socialista de la revolución inmediata en el Perú apela a argumentos que parten del romanticismo nacionalista, de la idealización del régimen social inca, de la fetichización “populista” de la comunidad campesina”.

Que…”Mariátegui consideraba posible comenzar la revolución en el Perú directamente con la lucha por la creación del régimen socialista”.

Y “refutando” tales tesis señalará que: “La tarea inmediata de la revolución en el Perú consiste no en la lucha por la organización de la sociedad socialista, sino en la lucha por el derrocamiento de la dominación de clase de los terratenientes y del yugo imperialista”.

Que “Las ideas de Mariátegui en su aspecto primario, en el aspecto en que las desarrolló en el periodo precedente a su paso hacia la IC, fueron las ideas del “socialismo” pequeñoburgués, una versión especial de populismo adaptada al Perú”, y

Añadiendo falazmente que: “Mariátegui reconoció al final de su vida la debilidad de su posición pequeñoburguesa y venciendo la ideología “populista” entró en el camino de la lucha por la hegemonía del proletariado en la revolución democrático burguesa, antifeudal y antiimperialista”.

Resulta pues evidente que Mariátegui planteaba el carácter Socialista de la Revolución Peruana aún en contradicción con lo planteado por la Internacional Comunista, y así lo reconocían sus críticos y detractores… más francos.


08 de Septiembre del 2010.

Gustavo Pérez Hinojosa

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