lunes, 5 de noviembre de 2012

POLÉMICA PALINGENÉSICA: IBARRA Y EL DESCALABRO DEL DOCTRINARISMO 2



domingo, noviembre 4, 2012, 9:49 pm

Continuamos discutiendo la primera parte del artículo “MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES” cuyo autor es Eduardo Ibarra y que corre a fojas 42 y siguientes en el archivo que tuvimos a bien adjuntar, el cual contiene las intervenciones en el debate y que actualizaremos en los días venideros. 

Como siempre, haremos llegar la copia respectiva a los participantes y seguidores de la presente discusión.

En nuestra primera intervención, relativa al artículo mencionado, quedó perfectamente clara la maniobra descarada y vergonzosa de Ibarra papá, para torcer el sentido de nuestros cuestionamientos.

El denominó “argucia” a una verdad maciza y sólida como el Himalaya: la orfandad, la inexistencia  del grupo de “Los Cruzados del anti Revisionismo” en el seno de la clase obrera, siendo ellos, de acuerdo a su autopercepción la expresión política revolucionaria de esta clase social.

En esa intervención resaltamos también que para Ibarra papá y adláteres la lucha de clases del movimiento proletario concebida como el escenario natural donde debe darse el debate y la confrontación de ideas entre revolucionarios marxistas no es una condición sine qua non, una condición necesaria e imprescindible. Para ellos la lucha de clases del movimiento obrero como escenario natural de la lucha de ideas es uno de esos tipos de cosas que si están, santo y bueno, pero si no están, qué le vamos a hacer.

Allí está la aseveración de Ibarra papá:

lo ideal es que el debate de ideas se procese en el seno de las clases trabajadores. Pero lo real es que (…)”

En esta nueva intervención analizaremos un aspecto que forma parte de lo medular de la concepción y práctica de nuestros doctrinaristas.

Ibarra papá escribe todo un exordio para intentar explicar cómo hay que procesar las críticas de otros en busca de la verdad y servir mejor a la causa socialista.

En esta ocasión Ibarra usa a Mao pero para tergiversarlo.

Y esta no es una afirmación sin sustento alguno, como enseguida veremos.

Ibarra papá escribió lo siguiente:

“Mao señala que “Cualquiera, sea quien fuere, puede señalar nuestros defectos. Si tiene razón, los corregiremos. Si lo que propone beneficia al pueblo, actuaremos de acuerdo a ello”. Sea quien fuere quiere decir que cualquiera puede plantear una crítica a los defectos, y, por extensión, a las limitaciones, a los errores y a las desviaciones de un colectivo político cualquiera, si tiene razón.

Tener razón es, pues, la única condición que anota Mao, pues en el debate de ideas lo que hay que establecer en principio es si la crítica es correcta o no. Esta es una verdad elemental.

Así pues, lo que hubiera tenido que hacer el señor Leyva, desde su primera intervención, es demostrar que no tenemos la razón

Hasta allí lo que escribió Ibarra papá en lo relativo a tener la razón, que en este contexto significa poseer la verdad en una situación específica.

El lector atento, el activista despierto, el socialista que actúa de buena fe ya debe de haberse percatado del colosal contrabando que pretende hacer Ibarra papá con esa su apelación a Mao.

Utilizando el mismo método de su obsecuente correveidile César “venenito” Risso, Eduardo Ibarra mutila, tasajea, escinde, parte, guillotina la concepción maoísta de la búsqueda y hallazgo de la verdad.

¿Dónde se debe buscar “la razón”?

¿Dónde se debe buscar “la verdad”?

Un  Testigo de Jehová respondería a esta demanda: “En el Antiguo Testamento”

Un evangélico o un católico respondería: “En el Nuevo Testamento”

Un judío respondería: “En la Torah y en el Talmud”

Un árabe respondería “En El Corán”

Pero ¿cómo debe responder un marxista esta pregunta?

La respondería como Mao: “Hay que buscar la Verdad en los hechos” en la práctica, en la vida misma.  

Esta columna vertebral de la teoría del conocimiento del materialismo marxista es soslayada olímpicamente por Ibarra papá en su infortunado y metafísico exordio.

Ibarra papa  lo dice de modo descarado. Leámoslo de nuevo:

 “Tener razón es, pues, la única condición que anota Mao”,
pero por supuesto no dice que para tener la razón (la verdad) esta debe ser hallada en los hechos. 

A estas alturas de la discusión hasta el más desprevenido de los lectores está en condiciones de saber como responderían la misma pregunta que hipotéticamente formulamos a personas adheridas a confesiones religiosas, si se las hiciéramos al grupo acaudillado por Ibarra papá.

¿Dónde se debe buscar la Verdad?   

“Los Cruzados” en coro repetirían:

“!! En los libros clásicos, en los  escritos de Marx, Engels, Lenin,  Mao y Mariátegui!!

siguiendo la voz mandante de Ibarra papá al que “venenito” Risso le sostendría más servil que nunca el megáfono.

Tienen “Los Cruzados” tan adherida esa auténtica tara del doctrinarismo que cuando intentan sostener algo apelando a la realidad, a los hechos, no pueden resultar más patéticos.

Esto que afirmamos, no es un recurso polémico, o un decir.


Veamos esto que se refiere a algo medular: la ligazón con la clase obrera.

Ibarra papá se remonta a casi 40 años atrás para decir esto:

Específicamente, las tendencias que quedaron fuera de la organización partidaria entre 1975-1976, no pudieron partir sino casi de fojas cero en lo relativo al trabajo de masas

Esto puede resultar perfectamente comprensible. Se bajaron o los bajaron del coche y no tenían trabajo de masas.

¡! Pero han pasado casi 40 años señor Ibarra de ese acontecimiento fundacional !! Y usted nos acaba de decir refiriéndose al año 2,012 que:

lo real es que sólo el PCP (U), PCP (PR), el PCP (SL) y el PSP tienen un cierto arraigo en la clase y las masas, mientras las otras tendencias estamos lejos de eso”

Cualquier observador medianamente informado sabe que el PCP (U), el PC del P (PR) y el PS del P, amén de ser organizaciones muy pequeñas, tienen desde hace años un arraigo sumamente limitado en las masas obreras y populares, de donde no han despegado, y usted con toda razón Ibarra, reconoce que se encuentran a leguas, a cientos de kilómetros de aquellos.

Los activistas del Socialismo deberían reflexionar los activistas en lo siguiente:

La base doctrinaria que tenía la  tendencia de Eduardo Ibarra en 1,975 ¿ha sufrido alguna modificación sustantiva, algún cambio significativo que la ha transformado en algo cualitativamente superior en el 2,012  o es más o menos la misma de 1,975?

Y si es más o menos la misma: ¿qué es lo que falla? ¿Por qué esa incapacidad para fundir la teoría revolucionaria con las masas?

O acaso es que en 1,975, la tendencia de Ibarra “negaba el marxismo-leninismo”, “creía que Mariátegui no era leninista”, “que la lucha contra el revisionismo era innecesaria”, “abjuraba del partido de clase” y todas las demás de sus muletillas al uso.

Con toda seguridad sostenía casi lo mismo que ahora, que casi cuarenta años después. Sin embargo los resultados objetivos son los mismos en que se encontraron en 1,975 en relación con algo fundamental: la ligazón con las masas.

Nos extenderemos más en otra intervención sobre este asunto.


Eusebio Leyva.

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