domingo, noviembre 4,
2012, 9:49 pm
Continuamos
discutiendo la primera parte del artículo “MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES” cuyo
autor es Eduardo Ibarra y que corre a fojas 42 y siguientes en el
archivo que tuvimos a bien adjuntar, el cual contiene las intervenciones en el
debate y que actualizaremos en los días venideros.
Como siempre, haremos llegar la copia respectiva a los participantes y seguidores de la presente discusión.
En
nuestra primera intervención, relativa al artículo mencionado, quedó
perfectamente clara la maniobra descarada y vergonzosa de Ibarra papá,
para torcer el sentido de nuestros cuestionamientos.
El
denominó “argucia” a una verdad maciza y sólida como el
Himalaya: la orfandad, la inexistencia del grupo de “Los Cruzados del
anti Revisionismo” en el seno de la clase obrera, siendo ellos, de acuerdo a su
autopercepción la expresión política revolucionaria de esta clase social.
En
esa intervención resaltamos también que para Ibarra papá y adláteres
la lucha de clases del movimiento proletario concebida como el escenario
natural donde debe darse el debate y la confrontación de ideas entre
revolucionarios marxistas no es una condición sine qua non,
una condición necesaria e imprescindible. Para ellos la lucha de clases del
movimiento obrero como escenario natural de la lucha de ideas es uno de esos
tipos de cosas que si están, santo y bueno, pero si no están, qué le vamos a
hacer.
Allí
está la aseveración de Ibarra papá:
“lo ideal es que el
debate de ideas se procese en el seno de las clases trabajadores. Pero lo real es
que (…)”
En
esta nueva intervención analizaremos un aspecto que forma parte de lo medular
de la concepción y práctica de nuestros doctrinaristas.
Ibarra
papá escribe todo un exordio para
intentar explicar cómo hay que procesar las críticas de otros en busca de la
verdad y servir mejor a la causa socialista.
En
esta ocasión Ibarra usa a Mao pero para tergiversarlo.
Y
esta no es una afirmación sin sustento alguno, como enseguida veremos.
Ibarra
papá escribió lo siguiente:
“Mao señala que “Cualquiera,
sea quien fuere, puede señalar nuestros defectos. Si tiene razón,
los corregiremos. Si lo que propone beneficia al pueblo, actuaremos de acuerdo
a ello”. Sea quien fuere quiere decir que cualquiera puede plantear una
crítica a los defectos, y, por extensión, a las limitaciones, a los errores y a
las desviaciones de un colectivo político cualquiera, si tiene razón.
Tener razón es, pues, la
única condición que anota Mao, pues en el debate de ideas lo que hay que
establecer en principio es si la crítica es correcta o no. Esta es
una verdad elemental.
Así pues, lo que hubiera
tenido que hacer el señor Leyva, desde su primera intervención, es
demostrar que no tenemos la razón”
Hasta
allí lo que escribió Ibarra papá en lo relativo a tener la
razón, que en este contexto significa poseer la verdad en una
situación específica.
El
lector atento, el activista despierto, el socialista que actúa de buena fe ya
debe de haberse percatado del colosal contrabando que pretende hacer Ibarra
papá con esa su apelación a Mao.
Utilizando
el mismo método de su obsecuente correveidile César “venenito” Risso, Eduardo
Ibarra mutila, tasajea, escinde, parte, guillotina la concepción maoísta de la
búsqueda y hallazgo de la verdad.
¿Dónde
se debe buscar “la razón”?
¿Dónde
se debe buscar “la verdad”?
Un
Testigo de Jehová respondería a esta demanda: “En el Antiguo Testamento”
Un
evangélico o un católico respondería: “En el Nuevo Testamento”
Un
judío respondería: “En la Torah y en el Talmud”
Un
árabe respondería “En El Corán”
Pero
¿cómo debe responder un marxista esta pregunta?
La
respondería como Mao: “Hay que buscar la Verdad en los hechos” en la
práctica, en la vida misma.
Esta
columna vertebral de la teoría del conocimiento del materialismo marxista es
soslayada olímpicamente por Ibarra papá en su infortunado y metafísico exordio.
Ibarra
papa lo dice de modo descarado. Leámoslo
de nuevo:
“Tener razón es, pues, la
única condición que anota Mao”,
pero
por supuesto no dice que para tener la razón (la verdad) esta debe ser hallada
en los hechos.
A
estas alturas de la discusión hasta el más desprevenido de los lectores está en
condiciones de saber como responderían la misma pregunta que hipotéticamente
formulamos a personas adheridas a confesiones religiosas, si se las hiciéramos
al grupo acaudillado por Ibarra papá.
¿Dónde
se debe buscar la Verdad?
“Los
Cruzados” en coro repetirían:
“!! En los libros clásicos, en los escritos de
Marx, Engels, Lenin, Mao y Mariátegui!!
siguiendo
la voz mandante de Ibarra papá al que “venenito” Risso le sostendría más servil
que nunca el megáfono.
Tienen
“Los Cruzados” tan adherida esa auténtica tara del doctrinarismo que cuando
intentan sostener algo apelando a la realidad, a los hechos, no pueden resultar
más patéticos.
Esto
que afirmamos, no es un recurso polémico, o un decir.
Veamos esto que se refiere a algo medular:
la ligazón con la clase obrera.
Ibarra
papá se remonta a casi 40 años atrás para
decir esto:
“Específicamente,
las tendencias que quedaron fuera de la organización partidaria entre
1975-1976, no pudieron partir sino casi de fojas cero en lo
relativo al trabajo de masas”
Esto puede resultar
perfectamente comprensible. Se bajaron o los bajaron del coche y no tenían
trabajo de masas.
¡! Pero han pasado casi 40
años señor Ibarra de ese acontecimiento fundacional !! Y usted nos
acaba de decir refiriéndose al año 2,012 que:
“lo real es que sólo el PCP
(U), PCP (PR), el PCP (SL) y el PSP tienen un cierto arraigo en la clase y las masas,
mientras las otras tendencias estamos lejos de eso”
Cualquier observador
medianamente informado sabe que el PCP (U), el PC del P (PR) y el PS del P,
amén de ser organizaciones muy pequeñas, tienen desde hace años un arraigo
sumamente limitado en las masas obreras y populares, de donde no han despegado,
y usted con toda razón Ibarra, reconoce que se encuentran a leguas, a cientos
de kilómetros de aquellos.
Los activistas del Socialismo
deberían reflexionar los activistas en lo siguiente:
La base doctrinaria que tenía
la tendencia de Eduardo Ibarra en 1,975 ¿ha sufrido alguna modificación
sustantiva, algún cambio significativo que la ha transformado en algo
cualitativamente superior en el 2,012 o es más o menos la misma de 1,975?
Y si es más o menos la misma:
¿qué es lo que falla? ¿Por qué esa incapacidad para fundir la teoría
revolucionaria con las masas?
O acaso es que en 1,975, la
tendencia de Ibarra “negaba el marxismo-leninismo”, “creía que Mariátegui no
era leninista”, “que la lucha contra el revisionismo era innecesaria”,
“abjuraba del partido de clase” y todas las demás de sus muletillas al uso.
Con toda seguridad sostenía
casi lo mismo que ahora, que casi cuarenta años después. Sin embargo los
resultados objetivos son los mismos en que se encontraron en 1,975 en relación
con algo fundamental: la ligazón con las masas.
Nos extenderemos más en otra intervención sobre este
asunto.
Eusebio Leyva.
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