12-02-2013
VI.- Las Miradas 4.
4.- Mirar y comunicar.
Les voy a contar algo muy secreto, pero no
lo vayan a andar divulgando… o sí, ahí lo vean.
En los primeros días de nuestro
alzamiento, después del cese al fuego, había mucha bulla sobre el ezetaelene.
Estaba, por supuesto, toda la parafernalia mediática que la derecha suele
levantar para imponer silencios y sangre. Algunos de los argumentos que se
usaron entonces son los mismos que los de ahora, lo que demuestra lo poco
moderna que es la derecha y lo anquilosado de su pensamiento. Pero ése no es el
tema de ahora, como tampoco lo es el de la prensa.
Pero bueno, ahora les cuento que en ese
entonces se empezó a decir que la del EZLN era la primera guerrilla del siglo
XXI (sí, nosotros que usábamos todavía la coa para sembrar la tierra, que de la
yunta de bueyes -sin agraviar- sabíamos de habladas, y que el tractor sólo lo
conocíamos en fotografías); que el supmarcos era el
guerrillero cibernético que, desde la selva lacandona, lanzaba al ciberespacio
las proclamas zapatistas que darían la vuelta al mundo; y que contaba con
comunicación satelital para coordinar las acciones subversivas que se
realizaban en todo el mundo.
Sí, eso se decía, pero… compas, todavía en
vísperas del alzamiento, el “poderío cibernético zapatista” que teníamos era
una computadora de ésas que usaban los discos flexibles grandotes y tenía un
sistema operativo DOS versión menos uno punto uno. Aprendimos a usarla con un
tutorial de ésos de antes, no sé si todavía existen, que te iban diciendo qué
tecla debías oprimir y se escuchaba una voz que decía, con acento madrileño, “¡Muy
bien!“; y si te equivocabas te decía “¡Muy mal, idiota, vuelve a
intentarlo!“. Además de para jugar pacman, la usamos para la
“Primera Declaración de la Selva Lacandona”, que reprodujimos en una de esas
viejas impresoras de matriz de puntos, que hacía más ruido que una
ametralladora. El papel era de rollo y se atoraba a cada rato, pero tenía papel
carbón y lográbamos imprimir 2 tantos cada varias horas. Hicimos un chingo de
impresiones, creo que como 100. Se repartieron a los 5 grupos de mando que,
horas después, tomarían 7 cabeceras municipales del suroriental estado mexicano
de Chiapas. En San Cristóbal de Las Casas, que fue la que me tocó tomar a mí,
rendida la plaza a nuestras fuerzas, fuimos pegando con masquinteip (o
como se diga) las 15 que nos tocaban. Sí, ya sé que no sale la cuenta, que
deberían haber sido 20, pero las 5 faltantes a saber dónde quedaron.
Bueno, cuando nos retiramos de San
Cristóbal, la madrugada del día 2 de enero de 1994, la húmeda niebla que cubría
nuestro repliegue, despegó las proclamas de los fríos muros de la soberbia
ciudad colonial, y algunas quedaron botadas en las calles.
Años más tarde alguien me contó que manos
anónimas habían arrancado algunas y se guardaban celosamente.
Vinieron luego los Diálogos de Catedral.
Tenía yo entonces una de esas computadoras portátiles y ligeras (pesaba 6 kilos
sin la batería), marca La Migaja, con 128 de ram,
quiero decir 128 kilobytes de ram, disco duro de 10 megas, o sea
que podía almacenar t-o-d-o, y un procesador velocísimo que, la encendías, te
ibas a preparar un café, regresabas y todavía podías recalentar, 7 veces 7, el
café antes de poder empezar a escribir. Una chulada de máquina. En la montaña,
para hacerla funcionar usábamos un inversor de corriente conectado a un
acumulador de auto. Después, nuestro departamento de alta tecnología zapatista,
diseñó un artefacto que hacía funcionar la computadora con baterías “D”, pero
pesaba más que la compu y, sospecho, algo tuvo que ver con que
la pc expirara con una llamarada, eso sí muy llamativa, y una fumarola que
ahuyentó a los mosquitos durante 3 días seguidos. ¿El teléfono satelital con el
que el Sup se comunicaba con “el terrorismo internacional“? Un walkie-talkie con
alcance máximo de 400 metros en terreno plano (por ahí deben andar todavía
fotos del “guerrillero cibernético”, ¡já!). Así que ¿internet? En
febrero de 1995, cuando el ejército federal nos perseguía (y no precisamente
para una entrevista), la pc portátil quedó botada en el primer arroyo que
vadeamos, y los comunicados de esa época se hicieron en una máquina de escribir
mecánica que nos prestó el comisariado ejidal de uno de los pueblos que nos
protegieron.
Eso era el poderoso equipo de alta
tecnología que poseíamos entonces los “guerrilleros cibernéticos del siglo
XXI”.
Lamento de veras si, además de mi ya
maltrecho ego, destruyo algunas ilusiones que luego se crecieron por ahí, pero
así fue, tal y como se los cuento ahora.
En fin, tiempo después supimos que…
Un joven estudiante en Texas, USA, tal vez
un “nerd” (como le dirían ustedes), hizo una página web y le puso sólo “ezln“.
Ésa fue la primera página web del ezln. Y este compa empezó a “subir” ahí todos
los comunicados y cartas que se hacían públicos en la prensa escrita. Gente de
otras partes del mundo, que se enteraba del alzamiento por fotos, imágenes
video grabadas, o por notas periodísticas, buscaba ahí lo que era nuestra
palabra.
A ese compa nunca lo conocimos. O tal vez
sí.
Tal vez alguna vez llegó a tierras
zapatistas, como uno más. Si llegó, nunca dijo: “soy el que hizo la página
del ezln“. Tampoco: “gracias a mí saben de ustedes en muchas partes del
mundo“. Mucho menos “vengo a que me agradezcan y me hagan homenajes“.
Pudo haberlo hecho, y los agradecimientos
siempre hubieran sido pocos, pero no lo hizo.
Y es que ustedes tal vez no lo sepan, pero
luego hay gente así. Gente buena que hace las cosas sin pedir nada a cambio,
sin cobrarlas, “sin hacer bulla”, como decimos nosotros, nosotras las
zapatistas.
Ya luego el mundo siguió dando vueltas.
Llegaron compas que sí le sabían a eso de la computación y luego se hicieron
otras páginas y estamos como estamos ahora. O sea con el maldito servidor que
no jala como debiera, manque le cantemos y bailemos “la del moño colorado” a
ritmo de
cumbia-corrido-ranchera-norteña-tropical-ska-rap-punk-rock-balada-popular.
También sin hacer bulla, nosotros
agradecimos a ese compa: que los dioses más primeros y/o lo supremo en el que
él crea o dude o descrea, lo bendigan.
No sabemos qué haya sido de ese compa. Tal
vez es un Anonymous. Tal vez sigue surfeando en la red, buscando
una causa noble a la cual apoyar. Tal vez es despreciado por su apariencia, tal
vez es diferente, tal vez lo ven mal sus vecinos, sus compañeros de trabajo o
estudio.
O tal vez es una persona normal, una más
de los millones que caminan el mundo sin que nadie les lleve la cuenta, sin que
nadie las mire.
Y tal vez él alcance a leer esto que les
cuento, y lea lo que ahora le escribimos:
“Compa, acá ahora hay escuelas donde
antes sólo crecía la ignorancia; hay alimento, poco pero digno, donde en las
mesas sólo el hambre era la invitada cotidiana; y hay alivio donde la única
medicina para el dolor era la muerte. No sé si lo esperabas. Tal vez lo sabías.
Tal vez viste algo de futuro en esas palabras que relanzaste al ciberespacio. O
tal vez no, tal vez sólo lo hiciste porque sentías que era tu deber. Y el
deber, nosotras, nosotros los zapatistas lo sabemos bien, es la única
esclavitud que se abraza por voluntad propia.
Nosotros, nosotras aprendimos. Y no
me refiero a aprender la importancia de la comunicación, o a saber los modos de
las ciencias y las técnicas de la informática. Por ejemplo, fuera de Durito,
ninguno de nosotros ha podido resolver el reto de hacer un comunicado twit.
Frente a los 140 caracteres, no sólo soy un inútil, tan cayendo y recayendo en
las comas, (los paréntesis), los puntos suspensivos… y se me va la vida y me
faltan caracteres. Creo que es improbable que pueda hacerlo algún día. Durito,
por ejemplo, ha propuesto un comunicado que se ajusta al límite del twity
que dice:
123456789 123456789
123456789 123456789 123456789 123456789 123456789 123456789 123456789 123456789
123456789 123456789 123456789 1234567890
Pero el problema es que el código
para descifrar el mensaje ocupa el equivalente a los 7 tomos de la enciclopedia
“Las Diferencias”, que la humanidad entera lleva escribiendo desde que inició
su pesaroso andar sobre la tierra, y cuya edición ha sido vetada por el Poder.
No. Lo que aprendimos es que hay
gente allá afuera, lejos o cerca, a quien no conocemos, quien tal vez no nos
conozca, que es compa. Y lo es no porque haya participado en una marcha de
apoyo, haya visitado una comunidad zapatista, lleve un paliacate rojo al
cuello, o haya firmado un desplegado, una hoja de afiliación, un carnet de
miembro, o como se diga.
Lo es porque las zapatistas,
los zapatistas, sabemos que así como muchos son los mundos que en el mundo
habitan, también muchas son las formas, los modos, los tiempos y los lugares
para luchar contra la bestia, sin pedir ni esperar nada a cambio.
Te mandamos un abrazo, compa,
donde quiera que estés. Estoy seguro que ya te puedes responder la pregunta que
uno, una se hace cuando empieza a andar: “¿valdrá la pena?”
Tal vez luego te enteres de
que en una comunidad o en un cuartel, un cuarto de cómputo zapatista se llama “él“,
así, con minúsculas. Y tal vez te enteres luego que, si alguna de las personas
invitadas lo topó el cuarto, reparó en el letrero, y preguntó quién era ese “él“,
nosotros respondimos: “no sabemos, pero él sí sabe”.
Vale. Salud y, sí, valió la pena, creo.
Desde etcétera, etcétera.
Nosotras, nosotros, zapatistas del
ezetaelene punto com punto org punto net o punto como se diga.”
-*-
Y todo esto viene al caso, o cosa, según,
porque ustedes tal vez se hayan dado cuenta de que le confiamos mucho a los
medios libres y/o libertarios, o como se diga, y a las personas, grupos,
colectivos, organizaciones que tienen sus propios modos para comunicarse.
Personas, grupos, colectivos, organizaciones que tienen sus páginas
electrónicas, sus blogs, o como se diga, que le dan un espacio a nuestra palabra
y, ahora, a las músicas e imágenes que la acompañan. Y personas o grupos que
tal vez ni compu tienen, pero aunque sea platicando, o con un
volante, o un periódico mural, o rayando un grafiti o un cuaderno o un
transporte colectivo, o en una obra de teatro, un video, una tarea escolar, una
rola, una danza, un poema, un lienzo, un libro, una carta, miran las letras que
nuestro corazón colectivo dibuja.
Si no nos pertenecen, si no son parte
orgánica nuestra, si no les damos órdenes, si no los mandamos, si son
autónomos, independientes, libres (que quiere decir que se mandan ell@s mism@s)
o como se diga, ¿por qué lo hacen entonces?
Tal vez porque piensan que la información
es un derecho de tod@s, y que a cada quién le toca la responsabilidad de qué
hacer o deshacer con esa información. Tal vez porque son solidarios y tienen el
compromiso de apoyar así a quien también lucha, aunque con otros modos. Tal vez
porque sienten el deber de hacerlo.
O tal vez por todo eso y por más.
Ellas, ellos sabrán. Y seguramente lo
tienen ahí escrito, en su página, en su blog, en su declaración de principios,
en su volante, en su canción, en su pared, en su cuaderno, en su corazón.
Es decir, hablo de quienes se comunican y
con otros comunican lo que en nuestro corazón sienten, es decir, escuchan. De
quien nos mira y se mira pensándonos y se hace puente y entonces descubre que
esas palabras que escribe, canta, repite, transforma, no son de los zapatistas,
las zapatistas, que nunca lo fueron, que son suyas de usted, y de todos y de
nadie, y que son parte de una partitura que a saber dónde está, y entonces
usted descubre o confirma que cuando nos mira mirándonos mirarl@, está tocando
y hablando de algo más grande para lo que todavía no hay abecedario, y que no
está así perteneciendo a un grupo, colectivo, organización, secta, religión, o
como se diga, sino que está entendiendo que el paso a la humanidad se llama
ahora “rebeldía“.
Tal vez, antes de dar el “click” a
su decisión que ponga en sus espacios nuestra palabra, se pregunten “¿valdrá
la pena?“. Tal vez se pregunten si no estarán contribuyendo a que el marcos
esté en una playa europea, disfrutando del amable clima de estos calendarios en
esas geografías. Tal vez se pregunten si no estarán sirviendo a un invento de
“la bestia” para engañar y simular rebeldía. Tal vez se respondan a sí mism@s
que la respuesta a esa pregunta de “¿valdrá la pena?” nos toca
responderla a nosotros, nosotras las zapatistas, y que al darle “click” a la
compu, al spray, al lapicero, a la guitarra, al cidi, a la
cámara, nos están comprometiendo a que nosotras, nosotros respondamos “sí“.
Y entonces le dan el “click” al “upload” o “subir” o “cargar”
o al acorde inicial o al primer paso-color-verso, o a como se diga.
Y tal vez no lo sepan, aunque creo que es
evidente, pero nos hacen un “paro” como luego dicen por ahí. Y no lo digo
porque nuestra página se “cae” a veces, como si estuviera en el slam y
al lanzarse al vacío no hubiera ninguna mano camarada que aliviara la caída
que, si es en cemento, le seguirá doliendo sin importar su calendario y
geografía. Lo señalo porque del otro lado de nuestra palabra hay muchos que no
están de acuerdo y lo manifiestan; hay otro tanto mayor que no están de acuerdo
y ni se toman la molestia de decirlo; hay unos pocos que sí están de acuerdo y
lo manifiestan; hay otro tanto mayor a esos pocos que sí están de acuerdo y no
lo dicen; y hay una gran, inmensa mayoría, que ni se entera. A estos últimos es
a quienes queremos hablar, es decir, mirar, es decir, escuchar.
-*-
Compas, gracias. Lo sabemos. Pero estamos
seguros de que, aunque no lo supiéramos, lo saben ustedes. Y de eso
precisamente, creemos nosotros, nosotras las zapatistas, es de lo que se trata
eso de cambiar el mundo.
(Continuará…)
Desde cualquier rincón en cualquier mundo.
SupMarcos. Planeta Tierra. Febrero del
2013.
P.D.- Sí, tal vez hay, en la carta a él,
alguna pista para la próxima contraseña.
P.D. QUE ACLARA INNECESARIAMENTE.- Tampoco
tenemos cuenta de twiter ni facebook, ni correo
electrónico, ni número telefónico, ni apartado postal. Los que aparecen en la
página electrónica son de la página, y estos compas nos apoyan y nos mandan lo
que reciben, así como ellos mandan lo que enviamos. Por lo demás, estamos en
contra del copyright, así que cualquiera puede tener su twiter,
su facebook, o como se diga, y usar nuestros nombres, aunque,
claro, ni somos ni nos representan. Pero, según me han dicho, la mayoría de
ell@s aclaran que no son quienes se supone que son. Y la verdad es que nos
divierte imaginarnos la cantidad de insultos y mentadas (que no son de menta),
que han recibido y recibirán, originalmente dirigidas al ezetaelene y/o
a quien esto escribe.
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