Entrevista a Ólafur
Ragnar Grímsson, presidente de Islandia
Rue 69
26-03-2013
«Quiero decir a mis amigos europeos
que los mercados financieros no son lo más importante». Traducido del francés
para Rebelión por Caty R.
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Björk no es la única
estrella islandesa de gira por
Francia esta
semana. El presidente del país Ólauf Ragnar Grímsson, de 69 años, está en
visita oficial, aureolado por el éxito islandés contra la crisis y por el papel
que ha desempeñado en esa espectacular recuperación al decidir, en dos
ocasiones, consultar al
pueblo por medio de referéndum.
El martes se entrevistó
con Françoise Hollande durante 35 minutos. Ambos mandatarios, nos dice el
presidente de Islandia, hablaron de tres asuntos:
«La recuperación
económica de Islandia y sus enseñanzas, la cooperación económica en el Ártico y
la experiencia islandesa en materia de geotermia –que garantiza el 90% de la
calefacción a los habitantes- y cómo se podría desarrollar en Francia».
El presidente islandés,
en su quinto mandato, está el séptimo cielo. Cuatro años después del estallido
de los bancos islandeses, su país se recupera con más fuerza que la mayoría de
los demás países europeos y acaba de ganar una batalla ante la justicia
europea. A finales de
enero, el Tribunal de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELE) dictaminó que el Estado islandés estaba en su
derecho cuando se negó a pagar a los acreedores extranjeros que habían colocado
su dinero en los bancos privados de Islandia.
Usted ha evocado con
François Hollande las enseñanzas de la recuperación islandesa. ¿Cuáles son?
Si la compara con lo que
está ocurriendo en otros países de Europa, la experiencia exitosa de Islandia
es claramente distinta en dos aspectos fundamentales:
El primero es que
nosotros no hemos seguido las políticas ortodoxas que se han impuesto desde
hace 30 años en Europa y en el mundo occidental. Hemos dejado que los bancos
quiebren, no los hemos rescatado, los tratamos como a las demás empresas. Hemos
instaurado controles sobre los cambios. Hemos intentado proteger el Estado del
bienestar rechazando aplicar la austeridad de forma brutal.
La segunda gran
diferencia es que enseguida tomamos conciencia de que esta crisis no solo es
económica y financiera. También es una profunda crisis política, democrática e
incluso jurídica. Por lo tanto emprendimos reformas políticas, reformas
democráticas e incluso reformas jurídicas (un fiscal especial, dotado de un
equipo, se ha encargado de investigar las responsabilidades de la crisis). Lo
que ha permitido a la nación afrontar el reto de una forma amplia, más global
que la simple ejecución de políticas financieras o presupuestarias.
Islandia tiene 320.000
habitantes. ¿Esas políticas son exportables a países más grandes, como Francia?
En primer lugar siempre
dudo de hacer recomendaciones concretas a otros países, ya que ¡A mí me han
dado muchas malas recomendaciones!
Lo que puedo hacer es
simplemente describir lo que ha hecho Islandia y que cada uno saque sus propias
enseñanzas. Pero está claro que muchas de las elecciones que hemos hecho
nosotros también se pueden hacer en otros países. Por ejemplo evitar una
austeridad (1) muy estricta.
Sin embargo usted
también ha seguido una política de austeridad bastante dura…
Por supuesto. Pero uno
de los ejes de las políticas ortodoxas es el recorte agresivo de los gastos
sociales. Nosotros no lo hemos hecho. Hemos protegido los hogares más modestos.
El enfoque general de la
crisis –política y jurídica- también se puede seguir en los demás países como
en Islandia. La medida que no se puede aplicar en Francia y en otros países de
la Eurozona es, obviamente, la devaluación de la moneda.
¿El hecho de no rescatar
a los bancos fue realmente una elección? ¿Es posible dejar que se hundan los
grandes bancos europeos?
Nuestros bancos eran
importantes. Suponían diez veces el tamaño de nuestra economía. No digo que el
tamaño no importe. Pero si quiere hablar en términos de tamaño plantéese lo
siguiente, ¿Portugal es un país grande o pequeño? ¿Grecia es un país grande o
pequeño?
¿Podíamos hacer otra
cosa que dejar que se hundieran nuestros bancos? Es un debate abierto. Pero en
cualquier caso fue una elección. Eran bancos privados, ¿por qué las empresas
del sector bancario deberían tener un tratamiento diferente que las empresas
privadas de otros sectores como la tecnología, internet o las compañías aéreas?
Éstas también son imprescindibles en nuestras sociedades, pero dejamos que se
hundan. Incluso las compañías aéreas. ¿Por qué hay que tratar a los bancos como
si fueran sagrados?
La respuesta habitual es
que la quiebra bancaria conllevaría otras quiebras y hundiría el sistema
financiero, existe un «riesgo sistémico»
Ese es el argumento de
entrada. Pero mire lo que pasó en Islandia con el asunto «Icesave».
El gobierno británico y el gobierno holandés, apoyados por la Unión Europea,
querían que el contribuyente islandés reembolsara las deudas de ese banco
privado en vez de dejar la responsabilidad al síndico liquidador.
Entonces me encontré
frente a una elección, ¿había que someter la cuestión a referéndum? Un ejército
de expertos y autoridades financieras me dijeron: si deja que la gente se
exprese aislará financieramente a Islandia durante decenios. El escenario
catastrófico no acabará nunca… Me hallaba en medio de una elección fundamental
entre los intereses financieros por un lado y la voluntad democrática del
pueblo por otro. Y me dije: la parte más importante de nuestras sociedades –y
se lo digo a mis amigos europeos- no son los mercados financieros. Es la
democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho.
Cuando nos encontramos
frente a una crisis profunda, sea la crisis islandesa o la crisis europea, ¿por
qué no dejamos que el elemento más importante de nuestras sociedades marque el
camino a seguir? Es lo que hice. Hemos organizado dos referéndums. Desde el
primer trimestre después del referéndum la economía se reinició. Y desde
entonces sigue la recuperación. Ahora tenemos un 3% de crecimiento, uno de los
más altos de Europa, y un 5% de desempleo, una de las tasas más bajas. Todas
las predicciones de entonces de una quiebra del sistema han resultado falsas.
El epílogo tuvo lugar el
mes pasado: el tribunal del AELE nos dio la razón. No solamente nuestra
decisión fue justa y democrática sino que además tenía fundamento jurídico. Mis
amigos europeos deberían reflexionar sobre todo esto con la mente abierta: ¿Por
qué se equivocaron, tanto desde el punto de vista político como desde el
económico y el jurídico? El interés de este cuestionamiento es más importante
para ellos que para nosotros, ya que ellos continúan luchando contra la crisis
y además se aplican a sí mismos algunos de los principios y argumentos que
utilizaron contra nosotros.
Por lo tanto el servicio
que puede brindar Islandia es el de una especie de laboratorio que ayude a los
demás países a revisar las políticas ortodoxas que están siguiendo. Yo no voy a
decir a Francia, Grecia, España, Portugal o Italia lo que tienen que hacer.
Pero la enseñanza de los últimos cuatro años en Islandia es que las
predicciones apocalípticas, asestadas como certezas absolutas, estaban
totalmente equivocadas.
Islandia se ha
convertido en un modelo, una fuente de esperanza para todo un sector de la
opinión, especialmente en la izquierda anticapitalista, ¿le agrada?
Es un error mirar
nuestra experiencia desde ese viejo punto de vista de lectura política. En
Islandia los partidos de derecha y los de izquierda fueron unánimes sobre la
necesidad de proteger el sistema social. Nadie, ni en la derecha ni en el
centro, defendió lo que podríamos denominar «políticas de derechas».
Es la vía nórdica…
Sí, es la vía nórdica. Y
si miramos lo que ha ocurrido en los países nórdicos en los últimos 25 años,
todos han sufrido crisis bancarias: Noruega, Finlandia, Suecia, Dinamarca y
finalmente Islandia, donde siempre vamos con un tiempo de retraso. Lo
interesante es que todos nuestros países se recuperan con relativa rapidez.
¿Se arrepiente de haber
alentado el desarrollo bancario en los años 2000? Entonces comparó Islandia con una nueva Venecia o una nueva Florencia.
Durante la última década
del siglo XX y los primeros años del XXI se desarrollaron empresas
farmacéuticas, de ingeniería, tecnológicas y bancarias y por primera vez en la
historia dieron a los jóvenes islandeses preparados la posibilidad de trabajar
a escala global, sin tener que abandonar el país.
Los bancos formaron
parte de esa evolución. Lo hicieron bien. En 2006 y 2007 empezaron las
críticas. Entonces me pregunté, ¿qué dicen las agencias de calificación? Dichas
agencias concedían a los bancos islandeses un certificado de muy buena salud.
Los bancos europeos y americanos hacían negocios con nuestros bancos ¡Y todos
querían hacer más!
Las agencias de
calificación, los grandes bancos, todo el mundo se equivocó. Yo también. Fue
una experiencia costosa que nuestro país ha pagado cara, hemos vivido una
crisis profunda, disturbios… La recordaremos durante mucho tiempo.
En la actualidad la gente
sigue escuchando a las agencias de calificación. Habría que demandarlas, si
estaban tan equivocadas con respecto a los bancos islandeses, ¿por qué van a
acertar con los demás?
¿Lo que usted denomina
«disturbios» no forma parte del necesario «enfoque político» de la crisis que
ha descrito hace un momento?
Yo no lo diría así.
Islandia es una de las democracias más estables y seguras del mundo, con una
cohesión social sólida. Y sin embargo tras la bancarrota financiera la policía
tuvo que defender el Parlamento día y noche, el Banco Central, las oficinas del
primer ministro…
Si una crisis
financiera, en un lapso de tiempo muy corto, puede sumir a un país semejante en
una profunda crisis política, social y democrática, ¿cuáles pueden ser las
consecuencias si la crisis surge en países con una experiencia más corta de
estabilidad democrática? Puedo decirle que durante las primeras semanas de
2009, cuando me despertaba, no me daba miedo el hecho de no recuperar el camino
del crecimiento, sino que estuviéramos viviendo el hundimiento de nuestra
comunidad política estable, sólida y democrática.
Pero hemos tenido la
suerte de poder responder a todas las exigencias de los manifestantes: el
gobierno cayó, se organizaron elecciones, despedimos a los directivos del Banco
Central y a la autoridad de la supervisión bancaria, pusimos en marcha una
comisión especial para investigar las responsabilidades, etc.
La idea ampliamente
extendida en las sociedades occidentales de que los mercados financieros deben
representar la parte soberana de nuestra economía y debemos autorizarlos a
engordar sin control y a actuar como quieran, con la única responsabilidad de
conseguir beneficios y desarrollarse…, es una visión muy peligrosa. Lo que ha
demostrado Islandia es que cuando ese sistema sufre un percance origina
consecuencias políticas y democráticas trágicas.
En este enfoque
político, una asamblea de ciudadanos elegidos ha elaborado un proyecto de nueva
constitución (1). Parece que el Parlamento no tiene prisa para votarlo antes de
las elecciones del 17 de abril, ¿cree que no verá la luz?
La constitución actual
ha desempeñado su papel en la crisis: el de celebrar elecciones, organizar los
referéndums… Eso no quiere decir que sea perfecta, se puede mejorar.
Con la crisis se expresó
la necesidad de renovar nuestro sistema político. Por lo tanto pusimos en
marcha un proceso de reforma constitucional muy innovador: se ha elegido una
asamblea de ciudadanos, se ha consultado a los ciudadanos por internet… Pero
creo que no tienen tiempo suficiente, únicamente cuatro meses. Una persona
normal no puede elaborar un texto perfecto en solo cuatro meses.
En los últimos seis meses ha habido en el Parlamento un debate, propuestas… El Parlamento quizá podrá
adoptar ciertas medidas, quizá llegar a un acuerdo sobre la forma de continuar
el proceso o adoptar una reforma más completa. Nadie lo sabe.
La devaluación ha
ayudado a la reiniciación de Islandia. ¿La idea de unirse algún día al euro se
ha descartado para siempre?
La corona fue una parte
del problema que condujo a la crisis financiera, pero también una parte de la
solución. La devaluación ha vuelto los sectores exportadores (pesca, energía,
tecnología) más competitivos, así como el turismo, por supuesto.
Hay una cosa de la que
todavía no han tomado plena conciencia los países de la Europa continental. Los
países del norte de Europa -Groenlandia, Islandia, Gran Bretaña, Noruega,
Dinamarca, Suecia…- no adoptaron el euro, a excepción de Finlandia. Ninguno de
esos países se unió al euro.
Y comparativamente esos
países han ido mejor económicamente durante los años posteriores a la crisis de
2008 que los países de la Eurozona, excepto Alemania.
Por lo tanto en la
actualidad es difícil sostener que la adhesión al euro es una condición
imprescindible del éxito económico. Por mi parte no veo ningún argumento nuevo
que justifique la adhesión de Islandia al euro.
Eliminada la banca,
¿dónde encontrarán empleo los jóvenes islandeses con estudios superiores?
Los bancos, tanto en
Islandia como en otros lugares, se convirtieron en empresas muy tecnológicas
que empleaban a muchos ingenieros, informáticos, matemáticos. Desviaron los
talentos de los sectores innovadores como las altas tecnologías o las
tecnologías de la información.
Después de la caída de
los bancos, esos talentos volvieron al mercado laboral. En seis meses todos
encontraron trabajo…, las empresas tecnológicas o de diseño se han desarrollado
muy rápidamente desde hace tres años. Se han creado cientos de empresas. Me
siento satisfecho al comprobar que las jóvenes generaciones han respondido a la
crisis de forma muy creativa.
La moraleja de esta
historia es que si quieres que tu economía sea competitiva en el sector de las
tecnologías innovadoras, el hecho de tener un gran sector bancario es una mala
noticia, incluso aunque sea competente.
Notas:
(1) La austeridad «justa». El gobierno procedió a recortes
presupuestarios preservando la sanidad, la educación y la asistencia social. El
país asumió un impuesto progresivo sobre la renta –antes solo había una tasa- y
un impuesto sobre el patrimonio. Se duplicó el impuesto sobre la plusvalía.
Entre 2007 y 2011 los impuestos pagados por el 10% más rico pasaron del 17% al
31% de sus ingresos.
(2) La Constitución 2.0. Una
asamblea de 25 ciudadanos ha redactado un texto apoyándose en las sugerencias
de los internautas. Su trabajo se ha aprobado en referéndum. Pero para que se
pueda adoptar una revisión constitucional ésta debe votarse antes y después de
una elección legislativa.
Riche Pascal, periodista
francés, es cofundador y editor de Rue89 y autor del libro Commet l’Islande a vaincu la crise, en el que narra una aventura
política-económica poco ortodoxa, rica en enseñanzas para las demás naciones de
Europa. Se puede adquirir en: iTunes , Kindle ,Kobo .
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165809
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