(1915/1976)
La enseñanza de un intelectual no
solo se expresa en sus aportes teóricos o en el legado de sus estudios o
publicaciones. Sino en su conducta, su
actitud ante la vida. Más aún si el
intelectual asume el marxismo o la doctrina socialista. El intelectual socialista no solo es un
transgresor o innovador por sus aportes como tal; sino también por su conducta.
Este es el problema de la unidad entre el pensar y el actuar. El legado intelectual de Choy está en los
tres tomos de sus obras completas editada por la universidad de San
Marcos. Voy a referirme a lo no escrito
de Choy. O sea, a su conducta, a su
actitud moral.
Si uno considera que la sociedad
capitalista debe cambiarse tiene que comprender esa sociedad y la conducta
cotidiana de un socialista -desde ahora- tiene que esbozarse o proyectar al hombre del
futuro. En ese sentido, cuáles son las
características constitutivas de la personalidad de Choy, según mi apreciación?
Agonista
A la vastedad de sus conocimientos le confería
unidad con el remallado del método marxista; lo que le permitió escribir desde La problemática de los orígenes del hombre y
la cultura en América hasta abarcar
la época del imperialismo con Los
conglomerados, las mafias y el Pentágono:
chacales que devoran a América latina. Como se habrán dado cuenta por el segundo
título, el lenguaje de don Emilio era confrontacional, militante y descarnado,
sin sutilezas académicas.
En Lima, cada vez que una
luminaria de la sociología latinoamericana dictaba una conferencia, el local se
colmaba de jóvenes universitarios que consideraban un privilegio escuchar a los
Sumos Pontífices; allí aparecía Don Emilio
para criticar la concepción, la metodología y, a veces, hasta los datos.
De esta manera, desconcertaba tanto a los expositores como al público
asistente. Las palabras de Don Emilio,
en esos auditorios, resonaban a un sacrilegio.
Fiel a sus convicciones marxistas
nunca escribió por gusto. La lucha fue
su elemento y es ahí donde se revelaban mejor sus facultades. Siendo también por razones de lucha
ideológica que su obra no es difundida.
El conocimiento
subversivo
La división capitalista del
trabajo origina especialidades funcionales o profesionales y a la población de
la sociedad la sectoriza en compartimentos estanco. Es decir, la realidad es parcelada y se
conforman diversos grupos humanos. Por
una parte es el modo de producción y, por otra, es el modo de dominación: divide y reinarás. En ese sentido también el conocimiento es
parcelado. Sin embargo, un sabio, como
Emilio Choy contravino esa tendencia, lo que es una forma de subversión. Eso se expresó en su enfoque totalizador para
investigar. Dicho en otras palabras, aprovechó
al máximo su condición de autodidacta y se preservó de la deformación
academicista; puesto que el enfoque sectorial no es promisorio para cuestionar
a la sociedad capitalista. (Esto ya lo ha demostrado Mariátegui)
Lo avanzado de sus conocimientos
científicos de la realidad nacional y sus convicciones políticas ponían a don
Emilio en situación de exigir la nacionalización de las grandes empresas extranjeras que explotaban nuestra
economía y depredaban nuestros recursos naturales. Igualmente, protestaba cuando el Gobierno a
través de contratos y concesiones entregaba parte de nuestro país a la
voracidad de empresas extranjeras.
Entonces su firma rubricaba los comunicados y manifiestos dirigidos a
las autoridades y a la opinión pública para pedir la anulación de los contratos
y la asunción de nuestros principales recursos por el Estado.
Sencillez
Su vestimenta era sencilla como
la de un obrero urbano y con diseño propio.
Su color preferido era el gris y el azul. Usaba botas negras que
parecían eternas. No hacía ostentación
de sus conocimientos. A tal punto que causaba sorpresas. Una de ellas. El partido comunista peruano tenía un
Centro cultural de nombre José Carlos Mariátegui. Ahí concurrían militantes y simpatizantes del
Partido. Mi amigo de barrio, José
Stuart, entonces un jovencito, conoció a don Emilio en ese Centro
cultural. Por la vestimenta de don
Emilio creyó que era un obrero; pero, grande fue su sorpresa cuando en la
revista “Tareas del pensamiento peruano” leyó un artículo de don Emilio. No
creía que fuese la misma persona.
Fue todo lo contrario de los
ahora llamados “figuretis”. Rehuían a
que le tomen fotos. Nunca usó
terno. Ni cuando se lo pidió su hijo.
Eso ocurrió cuando Don Emilio
presentó una ponencia en el Congreso de Americanistas del año 1970. Ese Congreso fue inaugurado por el general
Juan Velasco, presidente de la república y asistía la elite intelectual
pulcramente atildados: por lo cual, Mario, el hijo de don Emilio, estaba
preocupado de que su padre asistiera con su vestimenta usual, tal como lo hacía
en cualquier certamen que concurría. Mario deseaba que su papá se pusiera un
terno. Mario tuvo que resignarse ante la
sencillez de su padre.
Relaciones
sociales
Indudablemente que todos
necesitamos en algún momento de nuestra vidas, apoyo emocional; y nos gusta
seguir las ideas o a las personas que refuerzan nuestros puntos de vista;
puesto que los afines se juntan. De esta manera nos sentimos cómodos,
gratificados emocionalmente y hasta halagados. Pero si eso lo perseguimos
constantemente nos aislamos y nos convertimos en personas mediocres y
conservadores, nuestro pensamiento se anquilosa. Tal es el caso del fanático que por sus temores
e inseguridades busca refugio en una secta. De lo que resulta que el
encapsulamiento de los grupos o la autosegregación facilita el control social
del aparato represivo del Estado.
Don Emilio trascendió al
encapsulamiento de los grupos. Una
muestra de ello ocurrió cuando se escindió el bloque socialista en 1963. En el Perú, repercutió inmediatamente. Buena parte de los jóvenes radicales se asimilaron
al maoísmo y desertaron del partido comunista, tildado de Moscovita. Don Emilio no desertó, amalgamó el maoísmo.
Por lo que los jóvenes lo motejaron irónicamente de Moskín; tenía de Moscovita y de Pekinés. Sin embargo, ninguno se atrevió a decírselo.
Su gran respeto por las personas
y su ingente riqueza interior le permitieron trabar relación con personas de
diferentes edades, cultura y condiciones sociales. En suma, también en las relaciones sociales
mostraba una actitud subversiva.
Generosidad
En 1975 cuando tuvimos la idea de
sacar una revista a mimeógrafo dedicada al campesinado, se la comunicamos a Don
Emilio: quien era un escritor fecundo y un experimentado cultor de la
agonística. Esa idea se plasmó en el
primer número de la revista gracias a su actitud animosa y afirmativa y al
otorgamiento de un préstamo “condicionado” de seis mil soles. La condición que nos impuso fue la
devolución del dinero en el caso que la revista dejara de aparecer.
Debido su amistad con el
historiador Pablo Macera y su cariño a la universidad de San Marcos por su
actitud contestataria, financió la compra de un extenso terreno en donde se
encontraba un yacimiento arqueológico en Pacopampa, Chota. Estoy seguro que a
Don Emilio no le agradaría que se dieran a conocer los numerosos gestos de
generosidad que brindó.
Si cuando estuvo vivo don Emilio
no respondía a la imagen tipo de intelectual engolado, tal como lo concibe la
sociedad capitalista y académica; ahora, más aún, pues vivimos en una sociedad
somatocrática, de predominio de la apariencia.
Emilio Choy Ma representa el embrión del hombre del futuro en una
proyectada sociedad socialista.
Antonio Rengifo Balarezo
Lima,
casa/museo José Carlos Mariátegui, 08 de mayo del 2013
I COLOQUIO
DE ESTUDIOS HISTRÓRICOS DEL SIGLO XX
Repensando
el Perú contemporáneo
Del 06 al 09
de mayo 2013.-
NOTA.- El cercano año del 2015 se
celebrarán los cien años del nacimiento de Emilio Choy Ma. En la programación debe figurar un seminario
de varios días sobre su obra, la inauguración de un busto o una placa de bronce
en la Universidad de San Marcos, romería hacia su tumba en el cementerio
británico de Bellavista y abrir al público su biblioteca.
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