17-08-2013
La eliminación de la propiedad privada
sobre los medios de producción de mercancías constituye la meta sobre el que
debe transitar el socialismo para construir el comunismo. El transito de la
propiedad privada capitalista a la propiedad socialista (o de los trabajadores)
debe culminar con la eliminación de la propiedad sobre los medio de producción;
es decir, con una economía comunista. Un comunismo donde la producción y
distribución organizada y justa de mercancías, en consonancia con las
necesidades de los seres humanos, no haga necesario el dominio exclusivo y
excluyente de unos pocos capitalistas sobre la mayoría trabajadora. Un modo de
producción comunista que garantiza la mejor calidad de vida para todos los
seres humanos, en virtud de igualarnos como trabajadores productivos: sin que
existan personas que vivan del trabajo de los otros.
La propiedad privada sobre los medios
de producción de mercancías expresa elementos ideológicos que refuerzan el
extrañamiento de los trabajadores respecto a las ganancias del proceso
productivo; esto, justifican el poder de apropiación del capitalista sobre las
ganancias. El trabajador asume los medios de producción y su propio trabajo
como ajenos.
Por otra parte, el extrañamiento (o
enajenación) del producto del trabajo respecto al trabajador tiene
consecuencias ideológicas importantes al momento de crear empresas socialistas.
El primer gran reto de las empresas socialistas propiedad de sus propios
trabajadores consiste en romper con la ideología capitalista que le hace ver
como natural que el producto de su trabajo le es ajeno: que la ganancia de la
empresa no tenía nada que ver con él. Ahora en la empresa socialista el
producto de su trabajo le pertenece; esto es, tanto las mercancías o servicios
que produce como los ingresos que se obtienen de su venta. De aquí que romper
con la ideología capitalista pasa por instaurar una ideología socialista que
permita que el trabajador acepte como natural que él, su colectivo productivo y
su clase trabajadora se benefician de la totalidad de lo que produce su empresa
socialista. Sin embargo, tal cambio ideológico pasa por asumir algunos
elementos psicológicos que subyacen en la propiedad privada y que de asumirlos
los trabajadores le darían viabilidad a las empresas socialistas. El primero de
ellos consiste en crear un vínculo significativo entre los trabajadores y la
empresa socialista que les impulse a querer pertenecer a la misma, haciendo
propios y únicos para empresas y trabajadores intereses, valores y objetivos.
Para lograr esto, la dirección, la gerencia y la supervisión de la empresa
socialista deben hacerse responsables de los trabajadores, más allá del hecho
productivo, como persona; a fin de que en la relación ganar- ganar se creen
sentimientos de arraigo, compromiso e identidad. Con base en este lazo de
pertenencia mutua entre empresa (dirección, la gerencia y la supervisión) y
trabajadores se pueden construir acciones dirigidas a integrar a los
trabajadores en las actividades de planificación; esto, a fin de que se obligue
al trabajador a hacerse consciente del vinculo que existe entre su calidad de
vida y la rentabilidad de su empresa. En esta fase de desarrollo del modo de
producción socialista el trabajador ya no es extraño a los intereses de la
empresa y en cuanto tal se compromete con las metas planeadas, con el destino
de su trabajo y con las ganancias del colectivo de trabajadores; así como, con
los beneficios del resto de su clase trabajadora.
La propiedad de los trabajadores sobre
la empresa socialista pasa por un compromiso que lo lleve a querer conocer y
responsabilizarse por las ganancias y los gastos de empresa socialista. Como su
trabajo ya no le es ajeno, el trabajador puede asumir ideológica y
conscientemente la propiedad colectiva de la empresa socialista.
Por otra parte, la suma de estas
empresas socialista en su fase de hegemonía económica le dará forma a una
ideología socialista que será la base de las relaciones sociales dentro y fuera
de la empresa; relaciones de donde emergerá el Estado socialista, como super
estructura. Pero antes, las empresas socialista coexistirán y competirán, por
mucho tiempo, con las empresas capitalista hasta que demuestren ser más
eficiente y eficaces en la producción y distribución organizadas de mercancías
para la humanidad. Finalmente, cuando ya no sea necesaria la propiedad
colectiva de los trabajadores por cuanto esta también entorpece la circulación
plena de mercancías entre los seres humanos, entonces y solo entonces, estarán
dadas las condiciones para el desarrollo de una economía y una sociedad
comunista. Estarán dadas las condiciones para una nueva humanidad. Viviremos y
venceremos, que viva el socialismo, Carajo.
Rebelión ha publicado este artículo
con el permiso del autor mediante una licencia
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