Dr. Hugo SALINAS
La actividad socio-económica está compuesta de dos elementos. Uno es visible al ojo humano, y el otro no lo es. Como los dos elementos están indisolublemente ligados, y no se pueden manifestar individualmente, el segundo elemento se expresa a través del primero, visible al ojo humano. Esto ha hecho creer, desde hace diez mil años, que los efectos perversos del segundo elemento se deben al primero. Para explicarlo, tomemos dos casos: la actividad socio-económica feudal y la actividad socio-económica capitalista.
Comencemos precisando que los dos elementos de la actividad socio-económica son: el Proceso de trabajo, mediante el cual se recolectan, producen, o elaboran bienes económicos y; la Decisión socio-económica, mediante la cual la sociedad resuelve cómo repartir el resultado de la actividad económica. Hay dos tipos de repartición ya conocidos: la repartición individualista, vigente, y la repartición igualitaria. Cada una de ellas, en su momento, tiene una posición hegemónica.
En el caso concreto de la actividad socio-económica feudal, por ejemplo, sus dos elementos son: los Dos procesos naturales de producción (agricultura y ganadería primitivas), y la Decisión socio-económica que toma la forma concreta de Repartición Individualista. En esta forma de trabajar, el elemento fundamental es la tierra cultivable. Quien la posee, tiene el dominio del resto de la población. De esta forma, en la actividad socio-económica feudal o gamonal, la Repartición Individualista se manifiesta a través de la tierra cultivable, en su forma jurídica de propiedad privada. Esto es lo que ha inducido a muchos teóricos, como a José Carlos Mariátegui, a pensar que “el problema del indio… es el problema de la tierra”, elemento del proceso de trabajo.
En una actividad socio-económica capitalista, la manifestación de la Repartición Individualista es multidimensional. Tomemos el caso de la máquina, elemento fundamental del Proceso artificial de producción. Ella es un gran avance con relación a la tierra cultivable. Sin embargo, sus innovaciones, que deberían mejorar el bienestar de la población, generan desempleo como consecuencia de los efectos perversos de la Repartición Individualista.[1]
Los Dos procesos naturales de producción generan una economía de autoconsumo. Lo que los trabajadores producen, ellos mismos lo consumen, además de sus familiares. Y cuando este proceso de trabajo se desarrolla con la Repartición Individualista, la canasta de alimentación se reduce a su mínima expresión, porque quienes se apropian de la totalidad del resultado económico (gamonales, feudales, amos), quisieran que la producción se realice a un costo igual a cero. Lastimosamente, para ellos, tienen que alimentar a sus “bestias de carga” (trabajadores y sus familias) a fin de garantizar la producción. Ahí vemos que la canasta de alimentación, un elemento del proceso de trabajo, se convierte en “un plato de lentejas”, una noción despectiva, humillante, por el efecto perverso de la Repartición Individualista.
En una economía industrial, la canasta de consumo, es un elemento del proceso de trabajo. Pero, esta se reduce al mínimo por el efecto perverso de la Repartición Individualista. El patrón de la fábrica busca maximizar sus ganancias para lo cual minimiza sus costos; dentro de ellos, la canasta de consumo de sus trabajadores. La remuneración del trabajo, que es el equivalente monetario de la canasta de consumo, toma el nombre de “salario”; y al conjunto de trabajadores se les llama “asalariados”. Nociones que adquieren un sentido peyorativo. Elementos de un proceso de trabajo que han sufrido el efecto perverso de la Repartición Individualista.
Pero, hay salarios de provincia, salarios de la capital de los países del Sur y salarios de la capital de los países del Norte. ¿Por qué esta escalera de remuneraciones? Porque, siempre en la búsqueda de un máximo de utilidades, los beneficiarios de la Repartición Individualista utilizan a su provecho las características flexibles y potentes del Proceso artificial de producción.
Los Dos procesos naturales de producción generan un espacio económico definido por la extensión de tierra cultivable del gamonal, latifundista o amo. Es decir, facilitan la existencia de varios espacios económicos. Esto no es más posible con el Proceso artificial de producción, quien crea un solo espacio económico a nivel mundial. Los intercambios de bienes económicos se basan en precios expresados en unidades monetarias; los mismos que se realizan a lo largo y ancho del planeta. Pero, ¿por qué existen límites territoriales que toman el nombre de “países”?
Porque los capitalistas, desde sus inicios, se sirven de los límites territoriales de los tiempos de los señores feudales para practicar una diferencia entre los salarios de los obreros de los diferentes países. Es por eso que se impone una división artificial del espacio económico que es único a nivel mundial. De ahí la preferencia de los capitalistas por “independizar”, crear nuevos países que se ajustan a sus planes de maximización de utilidades.
Y las diferencias de salarios no se dan solamente entre países del Norte y países del Sur, sino también al interior de cada país. Para ello, la Repartición Individualista utiliza los elementos del proceso o de los procesos de trabajo. De tal forma que la presión por la minimización de los salarios transfiere su efecto perverso desde lo alto de la cadena productiva (concepción → producción → ensamblaje) para, finalmente, recaer todo su peso sobre la canasta de alimentación del campesino. Es así como, la Repartición Individualista, crea y profundiza la extrema pobreza en los países del Sur, como es el caso del Perú.
Como hemos visto, con algunos ejemplos, la propiedad privada de los medios de producción, en una actividad socio-económica capitalista, ya no es más el único medio de extorsión. La Repartición Individualista utiliza todos los elementos del proceso del trabajo así como los propios para dar nacimiento al nuevo mecanismo de extorsión llamado la Configuración Mundial. Es muy superior en perversidad que la simple propiedad privada de los medios de producción, de los tiempos del gamonalismo, feudalismo y esclavismo.[2]
Lima, 11 de noviembre del 2013
[1] Salinas Hugo, Capitalismo, innovación y desempleo, in http://www.rebelion.org/ noticia.php?id=176132
[2] Para mayor información consultar mi libro “Hacia dónde va la economía-mundo. Teoría sobre los procesos de trabajo” (http://biblioteca.utec.edu. sv/siab/virtual/elibros_ internet/55791.pdf).
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