Publicado: 30 dic 2013 |
10:24 GMT
Suiza está considerando introducir la ley de la renta básica universal. Garantizaría un pago mensual por parte del Estado de unos 2.800 dólares a cualquier ciudadano mayor de edad y unos 700 dólares a cada niño.
Será un monto que el
Gobierno del país pagará sin condición alguna a cualquier ciudadano, tenga
o no un trabajo e independientemente de su situación económica general. El
pasado 4 de octubre los impulsores de la iniciativa entregaron más de 126.000
firmas a favor de organizar un referéndum nacional sobre el tema a
la Cancillería Federal del país. Desde el año 1981, los suizos tienen el
derecho de solicitar un referéndum sobre cualquier tipo de cuestión si logran
recaudar 100.000 firmas. Los resultados tienen efecto legislativo. Ahora, las
autoridades tienen 5,5 años para organizar la votación nacional, aunque los
activistas pronostican que el referéndum podría tener lugar ya en 2014.
En caso de aprobarse la
iniciativa popular, el proyecto costará al presupuesto estatal unos 200.000 millones
de francos suizos por año (unos 224 millones de dólares), casi un tercio del
PIB, según calcula el diario 'Neue Zürcher Zeitung'. Sin embargo, los
promotores del proyecto aseguran que esta suma no es un problema para el país,
que gasta unos 70.000 millones de francos anuales (78.000 millones de dólares)
en subsidios sociales. Argumentan que con la introducción de la renta
básica universal (RB), el sistema burocrático —que hoy en día es necesario
para decidir a quién otorgar la ayuda estatal y a quién no— dejará de existir,
lo que liberará recursos adicionales.
Aseguran, además, que la
RB permitirá hacer más atractivos los trabajos poco populares y mal pagados.
Insisten en que un mínimo mensual garantizado no privará a la gente del deseo
de trabajar, ya que la mayoría trabaja porque ve importante lo que está
haciendo y siente que la sociedad valora positivamente su labor. Acentúan que la
RB aumentará la productividad, ya que todo el mundo se dedicará al trabajo que
realmente le guste, dejando aparte las prioridades materiales: no tendrá miedo
de cambiar de trabajo y experimentar. Además, la gente tendrá más tiempo para
educar a los niños y prestar asistencia a los familiares enfermos.
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