Jueves, 6 de febrero de 2014
Francisco Umpiérrez Sánchez
“El
dinero, como el lenguaje y el Estado, son las grandes creaciones sociales, las
más excelsas sustantivaciones del ser social humano, la expresión de que todos
dependemos de todos, de que todos somos por medio de todos. No obstante, hay
que observar que en las sociedades capitalistas los productos sociales, en
especial el dinero, están siendo empleados para provecho exclusivo de las
minorías y para generar desigualdades. Resulta paradójico pero es
así: lo que es expresión de la igualdad se emplea para generar desigualdad”
Robert J. Shiller está enajenado por el poder
infinito del dinero. Lo conoce y lo trata solo en cuanto figura acabada del
valor. No se preocupa por estudiar su génesis. Y por ello desconoce su esencia:
el trabajo abstracto. Dicho en su forma perceptible: El gasto de fuerza de
trabajo sin tener en cuenta la forma de su gasto. De manera que aquello que es
resultado del mundo mercantil, del desarrollo del intercambio, es presentado
por Shiller como causa de la diversidad de la actividad productiva. El dinero
es la expresión de la igualdad entre los hombres y mujeres, es la abstracción
de la particularidad, es la manifestación de que todos somos sus creadores. El
dinero, como el lenguaje y el Estado, son las grandes creaciones sociales, las
más excelsas sustantivaciones del ser social humano, la expresión de que todos
dependemos de todos, de que todos somos por medio de todos. No obstante, hay
que observar que en las sociedades capitalistas los productos sociales, en
especial el dinero, están siendo empleados para provecho exclusivo de las
minorías y para generar desigualdades. Resulta paradójico pero es
así: lo que es expresión de la igualdad se emplea para
generar desigualdad. Y en la forma más fetichizada del capital, en la forma de capital
productor de interés, del dinero que alumbra más dinero, es donde las minorías
han descubierto el mecanismo para generar las más crueles expropiaciones de
riqueza a las grandes mayorías. Pero Shiller vive tan dominado por las formas
fetichistas de la economía, que presenta las finanzas como la fuerza creadora
de toda la diversidad de la riqueza, y bajo esa condición la
cataloga como bella.
La
diversidad de las actividades y las formas económico-sociales
“Más allá de la belleza de la teoría, las finanzas
tienen todavía más belleza en aquello que crean, puesto que versan sobre los
deseos y las posibilidades humanas, y facilitan las actividades día a día que
constituyen nuestras vidas laborales. Estas actividades encaminadas a un
objetivo son de por sí bellas, y uno puede retroceder un paso y maravillarse
ante ellas, como lo hizo Walt Whitman en su obra de 1892, Hojas de
hierba: ¡Yo canto el poema de las ocupaciones! En el trabajo de las máquinas y
en los oficios manuales y en la labor de los campos, descubro los desarrollos,
y encuentro los eternos designios. ¡Obreros y obreras! Es en su manera de
facilitar la diversidad entera de actividades humanas –de una sociedad humana
activa, rica y variada, apreciada por todas las personas– que las finanzas
manifiestan su belleza más genuina”. Robert J. Shiller, 2012. Las finanzas en
una sociedad justa. Ediciones Deusto. Página 223.
Son varias las objeciones que se pueden plantear a
estas palabras de Shiller: una, no distinguir con claridad el valor del valor
de uso, dos, dejar de lado la forma económica social de los procesos
de trabajo, y tres, no mostrar el lado funesto de las finanzas capitalistas. No
se llega a entender cómo habiendo producido el poder financiero-capitalista
tanto daño a los seres humanos, según ha quedado probado en la
crisis económica desatada en el 2008, Shiller presente a las finanzas bajo el
halo de la belleza. Está tan atrapado en las categorías aparentes de la
economía convencional, que no percibe el carácter destructor inherente al
sistema financiero capitalista.
Habla Shiller que las actividades encaminadas a un
objetivo son de por sí bellas. Pero bajo “el por sí” de las actividades nadie
vive. Toda actividad económica tiene una forma económico-social. En las
sociedades esclavistas, en las feudales y ahora en las capitalistas, los trabajadores
desarrollan sus actividades bajo el peso de la enajenación: no son dueños de su
quehacer económico; no son dueños de los medios de producción que emplean en su
trabajo; y no son dueños del producto de su trabajo. Así que no
puede haber belleza en la vida enajenada.
Las
finanzas, los deseos y el interés
Es un engaño decir con Shiller que las finanzas
versan sobre los deseos y las posibilidades humanas. Nos habla del valor de uso
y no del valor que se multiplica, esto es, del capital productor de interés,
que constituye la esencia de las finanzas. Nadie presta dinero para que el otro
satisfaga sus deseos y realice las posibilidades de la humanidad. Al
propietario y al gestor del dinero no les importa dónde y en qué va a invertir
el otro el préstamo, lo que en verdad les preocupa y les interesa es si el otro
será capaz de devolvérselo incrementado con el interés. Y si el otro es un
capitalista, industrial o comercial, tampoco le preocupa a éste la satisfacción
de sus futuros clientes. No es un acto humanitario el que lleva a cabo el
capitalista, sino una exigencia de la economía. Si no produce un servicio o un
producto que sea necesario y de acuerdo con la calidad media y los precios
medios, nadie se lo comprará y no hará negocio. Pero él quiere hacer
negocio. Así que se esmera en producir un valor de uso de la mejor calidad y al
precio más competitivo. Pero este objetivo es un medio para su verdadero fin:
el enriquecimiento.
El sujeto de
las ocupaciones
También Shiller malinterpreta a Whitman. No creo
que Whitman se maravillara ante el desenvolvimiento de las actividades
económicas y de sus sujetos principales, los obreros y las obreras, según
afirma Shiller. Hay dolor, mucho dolor, en lo que canta Whitman. Escuchemos
algunos de sus versos en el poema Canto a las ocupaciones: “Si te
degradas, te haces criminal o te enfermas, yo me degrado, me hago criminal o me
enfermo por amor a ti. Si recuerdas tus actos imprudentes o delictivos, ¿crees
que yo no recuerdo mis actos imprudentes o delictivos? Si te embriagas en la
mesa, yo me embriago en el extremo opuesto de la mesa. (Porque eres sucio o
granujiento, o porque te embriagas una vez, o robaste, o porque padeces una
enfermedad crónica, o eres una prostituta, o por tu frivolidad o impotencia, o
porque no eres instruido y nunca has visto tu nombre en letra de molde, ¿crees
que por eso eres menos inmortal?”. Es obvio que Shiller vio en el poema de
Whitman lo que quiso. Es un poema largo muy largo, con demasiados lados. Y uno
puede coger lo que le interesa. Y lo que le interesaba a Shiller era
maravillarse de la diversidad las actividades económicas y pregonar ilusionado
y entusiasmado que eran posibles gracias a las finanzas. Se olvidó de los
sujetos y del estado de los sujetos de las actividades económicas, que viven
degradaciones, que se ven obligados a prostituirse y a delinquir, que tienen
necesidad de embriagarse para olvidar, y que no tuvieron la suerte de
instruirse en la ciencia y en el arte. Shiller enajenó al sujeto por medio de
la actividad concebida en forma abstracta o en forma natural, como si la
economía careciera de forma económica social, como si no hubiera unos hombres
que son los amos y otros los desposeídos de los medios de producción, razón por
la cual los primeros se apropian del trabajo de los segundos y se enriquecen
sin límite.
Las
diferencias generadas por la división social del trabajo
El otro aspecto esencial en el poema de Whitman se
expresa en estos versos: “El Presidente está allá en la Casa Blanca por ti, no
eres tú quien está aquí por él; los Ministros trabajan en sus despachos por ti,
no tú aquí por ellos; el Congreso se reúne cada año por ti; las leyes, los
tribunales, la organización de los Estados, las cartas de privilegio de las
ciudades, el ir y venir del comercio y el correo, son todos por ti”. Si
Shiller hubiera seguido fiel al sentido de estas palabras, debió concluir: Las
finanzas, el todopoderoso banquero, los grandes e inexpugnables gestores del
dinero, los dueños del capital monetario, son ahí por ustedes: obreros y
obreras de todo el mundo. Pero no, enajenado por las relaciones mercantiles
capitalistas, Shiller invirtió el sentido y afirmó que toda la rica variedad de
la actividad económica mundial es ahí por gracia de las finanzas, por medio del
capital productor de interés, por medio del dinero que alumbra dinero.
No llego a entender por qué Shiller hizo una
lectura tan inadecuada del poema de Whitman. No entiendo por qué le atribuye el
sentido contrario al que tiene. Después de enumerar las actividades y trabajos
particulares durante 25 versos, para destacar la importancia de la
particularidad en la vida social, para destacar la grandiosidad del trabajo de
los obreros y obreras, Whitman casi al final de su poema nos
obsequia estos versos tan reveladores del sentido interno que animan sus
palabras: “Vosotros, obreros y obreras de estos Estados, poseéis vuestra propia
vida divina y fuerte, y todo lo demás cede su puesto a los hombres y mujeres
que son como vosotros”. Y si todo lo demás cede su puesto a los obreros y
obreras, el capital productor de interés, y las todopoderosas finanzas también
ceden sus puestos, o deberían cederlo, a los divinos obreros y obreras. La
única razón que veo para explicar la equívoca lectura de Whitman es su
enajenación absoluta frente al capital productor de interés.
Valor de uso
y valor
Escuchemos a Whitman en el poema referido: Los
corrales de cerdos, el mazo, la argolla, el tubo de escaldar, el desventrar, el
destral, la porra del envasador y el abundante trabajo invernizo de envasar la
carne de cerdo. Molinos de harina, la molienda del trigo, centeno, maíz,
arroz, los barriles, las barcas cargadas, las altas pilas
en los muelles y malecones, los hombres y los trabajos de los hombres en los
barcos, ferrocarriles, embarcaciones de cabotaje, canoas, pesqueras, canales;
la rutina constante de nuestra vida o de la vida de cualquier hombre, la
tienda, taller, almacén o fábrica,… Como indiqué antes, además de estos
cuatro versos, Whitman dedica 21 versos más para enumerar los valores de uso y
los trabajos útiles de los obreros y de las obreras. Busca volver significativo
el trabajo concreto frente al dinero que representa el trabajo abstracto,
mientras que Shiller lo presenta al contrario: busca volver significativo al
capital productor de interés porque a su juicio es el facilitador de
la rica y variada actividad productiva.
El concepto de valor de uso sirve para distinguir a
unas mercancías de otras: por sus propiedades y por sus utilidades. Si las
mercancías no fueran valores de uso cualitativamente diferentes, no tendría
sentido el intercambio. Nadie cambia una mesa por una mesa y un kilo de harina
por un kilo de harina. La diferencia entre los valores de uso es el motivo
material del intercambio. Y del mismo modo que los valores de uso se distinguen
cualitativamente unos de otros, también se distinguen los trabajos que les dan
existencia. El trabajo útil del carpintero es cualitativamente diferente del
trabajo del productor de harina. Y Whitman por medio de su poema alaba y señala
la grandiosidad de los valores de uso y de los trabajos que les dan existencia.
Y por ese medio quiere que los obreros y obreras se sientan grandes y
significativos, tanto como el Presidente, los jueces o los banqueros. Pero esto
no lo pudo ver Shiller porque el omnipresente dinero lo tiene ciego.
Pero si bien es fundamental el concepto de valor de
uso, no lo es menos el concepto de valor. Por muy diferentes que sean el
trabajo del carpintero y del agricultor, tienen un lado en común: ambos son
gasto de fuerza de trabajo humana. El concepto de valor es un concepto
humanista. Con él vemos que en todas las mercancías se ha gastado fuerza de
trabajo humana sin tener en cuenta la forma concreta en que se ha gastado. Y
bajo esa condición las mercancías son iguales. Y los precios, la expresión del
valor en dinero, no hacen otra cosa que legitimar esa igualdad. No es el dinero
el que le da el ser a los valores de uso y al trabajo útil que los crea; el
dinero lo produce el trabajo, y la venta del producto del trabajo así lo
confirma. El dinero que hay en los bancos es el dinero producido por la rica y
variada actividad del trabajo. Así que los banqueros son por medio del trabajo
de los obreros y obreras, y no al revés, como supone Shiller.
Así que cantemos con Whitman a las ocupaciones, al
trabajo útil, a los valores de uso. Y declaremos que el valor en su más
evolucionada figura, el dinero, es obra del trabajo; y que los propietarios y
gestores del capital monetario son ahí por medio de los obreros y las obreras.
Liberémonos entonces de la servidumbre a la que nos tiene sometido el capital
productor de interés. Pongamos las cosas en su verdadero sitio y conquistemos
el sentido humano de las relaciones económicas. Declaremos la
propiedad pública del sistema financiero. Solo así adquirirá la más profunda de
las bellezas y advendrá la humanidad sobre los desfavorecidos.
Fuente: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2014/02/la-belleza-de-las-finanzas-de-shiller-y.html
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