Reenviamos está muy sentida
recordación, de la influencia recibida de Mariátegui, y de su propio
padre Gustavo Valcárcel, escrita con profundo afecto por Rosina
Valcárcel, e incluida originalmente en su libro Aprendiz
de Maga, publicado el año 2006.
Para Rosina, como para otros pocos
estudiosos y continuadores del Camino de Mariátegui, el libro El
Alma Matinal y otras estaciones del hombre de hoy, es "el libro
preferido". Libro singular, hasta ahora incomprendido y
marginado por muchos lectores superficiales de la obra del Amauta,
lectores que todavía no entienden que "la economía, la política, la
religión, son formas de la realidad humana. Su historia es, en su esencia, la
historia del hombre". Y precisamente de eso, de la historia del hombre
"de hoy" en los inicios de la época
contemporánea, trata el libro "El Alma Matinal....";
y también, de esa misma historia del hombre "de hoy" en el tránsito
del siglo XX al siglo XXI, tratan las obras escritas y publicadas
por Rosina.
En este diálogo, más real
que imaginario, Rosina, "la pequeña centinela", como los
profetas bíblicos llegó a percibir que había recibido el siguiente
mensaje "Tiene confianza en el pueblo, en la gente, pues la historia
sabrá resolver los problemas del mundo, los cotidianos y los trascendentes”.
Muy agradecido por compartir con todos
nosotros este mensaje, tan alentador y entusiasta.
Miguel Ángel Aragón
(16 de abril de 2014)
Hoy a las 7:35 A.M.
CARTA A
MARIÁTEGUI, EN ABRIL
Querido
José Carlos:
¿Recuerdas, las largas marchas que los adolescentes te rendimos. Las
romerías puntuales hasta donde reposa tu ser guerrero? No me perdí una. Han
pasado muchos años. Tus libros te recuerdan en mi biblioteca. El alma
matinal, mi preferido. Tus cartas y fotografías me acompañan. La
defensa de los presos políticos, el amor a los condenados de la Tierra.
Esta ácida mañana de
abril te veo leer entusiasmado, con esos bellos ojos tiernos, mientras en tu
ventana se posa una paloma cobriza, tu cabeza gira; silencioso, me sonríes y
tus manos de coral despeinan mi cabellera suavemente, y me dices:
“Pequeña centinela: Froilán está bien, con el bardo de Barranco teje
sueños y esperanzas en los ojos del horizonte, de día y de noche vagan por los
parques buscando a la niña de la lámpara azul cuando la Luna dibuja un lago
esmeralda. Ya no bebe atontado contra el viento ni los verdes parrales, ya no
llora nuestra patria herida, ni el desierto agreste. Mas, tu padre, no ignora
el dolor cósmico, ni el misterio de la espiga. Tiene confianza en el pueblo, en
la gente, pues la historia sabrá resolver los problemas del mundo, los
cotidianos y los trascendentes”.
Quizá fue dejar de andar para seguir andando de otra manera. Tal vez no
partimos ayer y estuvo siempre el día claro, el anhelo eterno, escribiendo
versos al porvenir, sobre el río que arde y resplandece. Para sanar la piel del
planeta.
Que ganas de levantarme y echar a correr tras los brazos de Amalia La
Chira y besar su frente como a una rosa de tu jardín.
(Cf: Aprendiz de maga, Horizonte, Lima, 2006)
El Martes, 15 de abril, 2014 11:35:39, rosina valcarcel
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