OJOS PARA LA PAZ
Los gobernantes siempre tratan de convencer de que
están haciendo lo correcto porque las multitudes no siguen a alguien a
sabiendas de que no tiene la razón. El siglo XX se caracterizó por el
surgimiento de nuevos métodos de propagación de ideas que nada tienen que ver
con la verdad.
Los occidentales afirman que la propaganda moderna
comenzó con el ministro nazi Joseph Goebbels. Así tratan de hacer olvidar que
el arte de falsear la percepción de las cosas fue desarrollado desde mucho
antes por los anglosajones.
En 1916, el Reino Unido creó en Londres la
Wellington House y más tarde la Crewe House. Simultáneamente, los
estadounidenses creaban el Comittee on Public Information (CPI).Partiendo del
principio que la Primera Guerra Mundial era un enfrentamiento de masas y no de
ejércitos, aquellos organismos trataron de intoxicar a sus propios pueblos, al
igual que a los de sus aliados y sus enemigos.
La propaganda moderna comienza con la publicación
en Londres del informe Bryce sobre los crímenes de guerra de Alemania,
documento que fue traducido a 30 idiomas. Según el informe Bryce, el ejército
alemán había violado a miles de mujeres en Bélgica, así que los británicos
estaban luchando contra la barbarie. Al terminar la Primera Guerra Mundial se
descubrió que todo el informe era una mentira enteramente fabricada con
testimonios falsos y con ayuda de varios periodistas.
Mientras tanto, en EEUU George Creel inventó una
historia que presentaba la Guerra Mundial como una cruzada de las democracias
por una paz que concretaría los derechos de la humanidad.
Los historiadores han demostrado que la Primera
Guerra Mundial tuvo causas tan inmediatas como profundas, siendo la más
importante de ellas la rivalidad entre las grandes potencias que competían
entre sí por extender sus imperios coloniales.
Los burós de propaganda de EEUU y Reino Unido eran
organismos secretos que trabajaban para el Estado. Se diferenciaban de la
propaganda leninista, que ambicionaba «revelar la verdad» a las masas
ignorantes, en que los anglosajones trataban de engañarlas y manipularlas. Y
para lograrlo, los organismos estatales anglosajones tenían que actuar a
escondidas y usurpando falsas identidades.
Después de la desaparición de la Unión Soviética,
EEUU dio menos importancia a la propaganda y optó por la Relaciones Públicas.
El objetivo ya no era mentir sino llevar a los periodistas de la mano para que
vieran únicamente lo que se les mostraba. Durante la guerra de Kosovo, la OTAN
recurrió a Alastair Campbell, un consejero del primer ministro británico, para
contarle diariamente a la prensa una historia diferente. Mientras los
periodistas se entretenían en reportar las historias de Campbell, la alianza
atlántica podía bombardear «en paz». El objetivo no era tanto mentir
sino más bien desviar la atención.
Pero lo que se ha dado en llamar story telling [en
español, “contar historias”] cobró gran fuerza con el 11 de septiembre de 2001.El
objetivo era concentrar la atención del público sobre los atentados de Nueva
York y Washington para que no viera el golpe de Estado militar que se produjo
aquel mismo día: traspaso de los poderes ejecutivos del presidente
George W. Bush a una entidad militar secreta y detención camuflada de
todos los miembros del Congreso estadounidense. Aquella operación de
intoxicación fue obra de Benjamin Rhodes, actual consejero del hoy presidente
Barack Obama.
Durante los siguientes años la Casa Blanca creó un
sistema de intoxicación con sus principales aliados (Reino Unido, Canadá,
Australia y, claro está, Israel). Esos 4 gobiernos recibían diariamente
instrucciones, incluso discursos completamente redactados, enviados por el Buró
de Medios Globales para justificar la guerra contra Irak y calumniar a Irán.
Desde 1989, Washington se apoyaba en la CNN para
divulgar rápidamente sus mentiras. Con el tiempo, EEUU fue creando un cártel de
cadenas informativas de televisión vía satélite (Al-Arabiya, Al-Jazeera, BBC,
CNN, France24, Sky). En 2011, durante los bombardeos de la OTAN contra Trípoli,
la OTAN logró convencer bruscamente a los libios de que habían perdido la
guerra y que era inútil proseguir la resistencia.
Sin embargo, en 2012, la OTAN no logró reeditar la
maniobra para convencer a los sirios de que el derrocamiento de su gobierno era
inevitable. La repetición de aquella maniobra falló porque los sirios habían
tenido conocimiento de lo sucedido en Libia, donde las cadenas de televisión
internacionales habían manipulado la situación. Sabiendo aquello, el Estado
sirio tuvo tiempo de prepararse para contrarrestar la manipulación que se había
preparado [2]. Este fracaso marcó el fin de la hegemonía del cártel de
«la información».
La actual crisis entre Washington y Moscú sobre la
situación en Ucrania ha obligado a la administración Obama a revisar su
sistema. Ya Washington no es el único que logra hacerse oír sino que tiene que
tratar de rebatir los argumentos del gobierno y los medios de prensa rusos,
accesibles en todas partes del mundo a través de transmisiones satelitales y de
internet. El secretario de Estado John Kerry ha tenido que nombrar un nuevo
secretario adjunto a cargo de la propaganda: el ex redactor jefe de Time
Magazine, Richard Stengel. En realidad, Stengel ya estaba en funciones antes
del 15 de abril de 2014, fecha en que prestó juramento para el cargo. Pero el
15 de marzo ya había enviado a los principales medios de la prensa atlantistas
una «Hoja Informativa» sobre las «10 falsedades» de Vladimir Putin sobre
Ucrania. Lo mismo había hecho el 13 de abril, distribuyendo un segundo
documento con «otras 10 falsedades».
Lo primero que salta a la vista al leer ese texto
es la necedad que lo caracteriza. El texto apunta a validar la historia oficial
sobre una revolución en Kiev y a desacreditar el discurso ruso sobre la
presencia de nazis en el nuevo gobierno ucraniano, cuando ya se sabe que en
Kiev no hubo una revolución sino un golpe de Estado fomentado por la OTAN y
ejecutado por Polonia e Israel con una mezcla de recetas para «revoluciones de
colores» y «primaveras árabes».
Los periodistas que recibieron las «hoja
informativas» del gobierno de EEUU y que se hicieron eco de su contenido
también conocen perfectamente el contenido de la conversación telefónica de la
secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland sobre cómo Washington iba a
cambiar el régimen en Ucrania “en detrimento de la Unión Europea” y la del
ministro estoniano de Relaciones Exteriores Urmas Paets sobre la verdadera
identidad de los francotiradores de la plaza Maidan. Y también habían tenido
conocimiento anteriormente de las revelaciones del semanario polaco Nie sobre
el entrenamiento de los cabecillas nazis en la Academia de Policía de Polonia,
2 meses antes de los hechos de la plaza Maidan. En cuanto a negar la
presencia de nazis en el nuevo gobierno ucraniano, es como decir que el sol
sale de noche. No hace falta ir a Kiev para comprobarlo, basta con leer los
escritos de los actuales ministros y escuchar sus declaraciones.
A fin de cuentas, si bien todos los argumentos que
Washington se toma el trabajo de enviar por escrito a las redacciones permiten
crear la ilusión de que existe un consenso de la gran prensa atlantista, el
hecho es que no tienen la menor posibilidad de llegar a convencer a los
ciudadanos mínimamente curiosos. Por el contrario, es tan fácil descubrir el
engaño navegando un poco por internet que ese tipo de manipulación no logrará
otra cosa que reducir aún más la credibilidad de Washington.
El 11 de septiembre de 2001, el unanimismo de la
prensa atlantista permitió convencer a la opinión pública internacional. Pero
el trabajo que numerosos periodistas y ciudadanos “entre los que tengo el honor
de contarme” han venido realizando desde entonces ha demostrado la
imposibilidad material de lo que se afirma en la versión oficial. Trece años
después de los hechos, cientos de millones de personas han tomado conciencia de
aquellas mentiras. Y serán cada vez más numerosas gracias al nuevo dispositivo
estadounidense de propaganda. El resultado final es que quienes se hacen eco de
la propaganda de la Casa Blanca, principalmente los gobiernos y los medios de
prensa de la OTAN, están destruyendo su propia credibilidad.
Barack Obama y Benjamin Rhodes, John Kerry y
Richard Stengel trabajan solamente para el corto plazo. Su propaganda sólo
convence a los pueblos por espacio de algunas semanas. Pero los indignan cuando
descubren la manipulación. Estos personajes están socavando involuntariamente
la credibilidad de las instituciones de los Estados de la OTAN que se hacen eco
de su propaganda conscientemente. Han olvidado que la propaganda del siglo XX
funcionaba únicamente porque el mundo estaba dividido en dos bloques que no
comunicaban entre sí y que el monolitismo al que hoy aspiran es
incompatible con los nuevos medios de comunicación.
Aunque no ha terminado todavía, la crisis de
Ucrania ya ha cambiado profundamente el mundo. Al contradecir públicamente al
presidente de EEUU, Vladimir Putin ha dado un paso que en lo adelanto impide el
éxito de la propaganda estadounidense.
Rv: Thierry Meyssan:
Hacia el fin de la propaganda estadounidense
Domingo, 27 de Abr, 2014 11:49 pm.
Enviado por: "aurora tumanischwili" a_tumanoff
responder a: Sin respuesta <notify-dg-foro_centenario@yahoogroups.com>
fecha: 28 de abril de 2014, 5:47
asunto: [foro_centenario] Resumen nº 4603
lista de distribución: foro_centenario.yahoogroups.com
enviado por: returns.groups.yahoo.com
firmado por: yahoogroups.com
Nota.-
Thierry Meyssan (n. 1957), periodista y activista
político francés. En 1994 funda la Red Voltaire promoviendo la libertad de
conciencia, y forma parte de la dirección del Partido Radical de Izquierda, de centro-izquierda.
El trabajo de propaganda fue sistematizado tempranamente por el Vaticano, que
dio el nombre a esta actividad (De propaganda fide) Luego en la edad
moderna fue desarrollada, como lo señala el autor, por Inglaterra, Alemania,
EUA (que la convirtió en publicidad) Aparte, como propaganda y
agitación fue desarrollada por el Partido bolchevique.
La confrontación Obama-Putin señala la decadencia
de la propaganda yanqui, expresión de la decadencia de EUA, que terminó la
II-GM como el mayor país acreedor del mundo y termina ahora como el mayor país
deudor.
Todo viene y todo pasa. Aprendamos la
lección
Ragarro
20.05.14
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