Entrevista:
Antonio Rengifo B.
Lugar: Ántero Aspíllaga 300 San Isidro, Lima.
Año: 1979
A.R. Señor Falcón, usted nos ha sorprendido con el
alumbramiento de dos libros: Anatomía de los 7 Ensayos de Mariátegui
y Amauta, polémica y acción de
Mariátegui, en el lapso de tres meses.
A pesar de que usted ha dicho que no han sido producidos “a impulso de
ocasión circunstancial”, como advierte en el primer libro. Podría decirnos ¿desde cuándo data la
concepción de sus obras y cómo fue el proceso?
Jorge Falcón, mariateguista
J.F. Bien, con mucho gusto.
En primer lugar, es exacto que no han sido escritos por una razón
circunstancial; porque estos dos libros son parte, en realidad, de una obra muy
amplia que comencé a trabajar en el año 72, y que tiene como contexto, lo que
podríamos decir, el estudio de las ideas en el Perú de 1885 a 1930. Abarca desde la aparición de González Prada y
del Círculo literario, de la formación de Movimiento obrero, de la aparición de
la idea socialista hasta alcanzar la etapa propiamente dicha de
Mariátegui. Todo esto juega en torno a
la figura de José Carlos, porque precisamente él viene a ser la culminación del
estudio. Estando en esto, surgió la
circunstancia de una conversación con Sandro Mariátegui y, hablando justamente
del Cincuentenario de los 7 Ensayos,
le dije que tenía entre las cosas escritas una parte que se llamaba Anatomía de los 7 Ensayos; entonces él
de inmediato me dijo: “bueno, eso lo editamos”. De allí es que se desglosa, de todo ese
trabajo, el primer libro; así como el siguiente, Amauta polémica y acción; e inclusive, el tercero que está en
prensa: Mariátegui, arquitecto sindical.
Mariátegui
intenta conformar un equipo de investigación
A.R. En Anatomía de
los 7 Ensayos de Mariátegui usted nos informa que Mariátegui quiso acometer
la interpretación de la realidad peruana en equipo; pero, se quedó solo y solo
realizó una obra extraordinaria. Sin
embargo, le preguntaría: ¿por qué hasta
ahora no se puede realizar un esfuerzo colectivo para investigar nuestra
realidad?
J.F. Se podría responder que por el mismo carácter
subsistente del trabajo individualista de los intelectuales. Al respecto, le podría contar como anécdota –que
no está en el libro, porque no viene al caso- que más o menos por el año 34 ó
37 se conformó un equipo para hacer un estudio de los 7 Ensayos; se llegó a hacer una reunión distribuyéndose el trabajo
entre los presentes para que, posteriormente, presentaran proyectos sobre cada
uno de los ensayos; si hubo una segunda o tercera reunión habría sido mucho;
por ahí aún se encuentra entre mis papeles el proyecto que iba a presentar
sobre El Proceso de la literatura, pues
ése fue el encargo que me correspondió.
Después hubo otros intentos como el que ocurrió el año 43 ó 44 de formar
el Instituto José Carlos Mariátegui como una entidad específicamente de
estudios de la obra de Mariátegui; naturalmente, esta idea también cayó en el
vacío. Y cuando se formó el Instituto
José Carlos Mariátegui no se tuvo, desde el principio, el propósito ni la
orientación de hacer un estudio de la obra, presencia, significación, etc. de
Mariátegui en nuestra historia. Y así
sucesivamente…
Entonces, encontramos que es muy difícil, no quiero
decir imposible que los intelectuales se reúnan – no sé si los jóvenes lo
puedan hacer- para trabajar en equipo.
También le podría decir que cuando quise hacer una revista que se
llamaba “Estudios peruanos”, yo mismo la diagramé y hasta me propuse pagar las
colaboraciones. De todos los invitados,
el primero que me contestó fue el más conservador, Alberto Ulloa Sotomayor,
quien me dijo que colaboraría con tal tema y que me entregaría originales para
tal fecha y que de la remuneración no me preocupara, porque él ya sabía, en
verdad, que es lo que yo estaba haciendo.
En cambio, el resto de amigos, allegados, etc., pues, sencillamente,
rehuyeron su colaboración.
A José Carlos también le había sucedido lo mismo. El piensa crear seminarios de estudios e
incluso da los nombres de quiénes son sus candidatos, además, él no queda en la
idea; sino que avanza hasta presentar algunos inicios del trabajo que
personalmente realizó. Sin embargo,
tiene que acometer solo la tarea frente a la ausencia de cooperación.
Pero, la cosa no queda ahí, pues, toda esa tendencia
se expresa hasta en la propia universidad.
En la universidad faltan realmente seminarios para determinados asuntos,
para el esclarecimiento de una serie de problemas.
De lo expuesto a usted, yo pienso que es un fenómeno
de falta de coordinación ideológica, de desarrollo de la organización política
que logre concentrar a los trabajadores intelectuales para que éstos presten su
cooperación con un plan de trabajo de largo aliento.
Después de la muerte de Mariátegui y aparte de lo que
le he referido, también hubo un “Instituto de Estudios peruanos” que animaba
Jorge Núñez Valdivia; pero, igualmente, la producción fue cero. Y si hay ahora, desde algunos años, un nuevo
Instituto de Estudios Peruanos es debido a una base económica; pero, por lo
general, tampoco sus trabajos son de conjunto, de equipo. De lo que en realidad se trata es de la
adquisición de una serie de autores que hacen sus propios libros y este
Instituto hace las veces, en buena cuenta, de un editor; aparte de lo que
pueden tener ellos de conversación, intercambio de ideas, etc. Pero, en el fondo, se trata de una labor
editorial bien asentada económicamente.
A.R. Eso en cuanto a la forma de encarar el conocimiento de
la realidad peruana, los problemas nacionales; pero, continuando
específicamente sobre Mariátegui, recuerdo que en el año 1960 para conmemorar
los 30 años del fallecimiento de Mariátegui, remitió una encuesta a una serie
de intelectuales y en la revista Hora del
hombre, dirigida por usted, se editó un número conmemorativo. Ahí dice que la respuesta a esa encuesta y a
ese esfuerzo que hacía para conmemorar a Mariátegui no fue tanto como el
esperado y que, incluso, usted tuvo que hablar a nombre propio en vista de las
muchas ausencias que hubo.
J.F. Buena memoria.
Así fue, efectivamente; pero ése no era el primer intento, sino el
segundo: porque el año 45 promoví un homenaje internacional a Mariátegui y a
Vallejo que salió en el número nueve de Hora
del hombre y ahí si no me equivoco, publiqué la relación de los invitados,
lógicamente las ausencias fueron muy notables.
De modo que es una experiencia amarga que se acopla, digamos así, a la
experiencia de José Carlos.
Es difícil hacer algo en el país –o era, si las cosas
han cambiado en algo actualmente- con amplitud, sin autocensurarse. Y es por eso que al número que usted se
refiere precisamente de Hora del Hombre-Problemas
americanos –el número tres- fue el último de la aventura; porque,
infelizmente, más eran o fueron las fuerzas resistentes y hasta en sentido
activo, negativas, que las fuerzas concurrentes a este esfuerzo.
Además, podríamos decir que como accidental
coincidencia, cuando yo programé y comencé a divulgar la creación de Hora del
hombre-Problemas americanos (digo “creación” en lugar de “reaparición” o
“segunda etapa” porque ya la revista tenía otra visión), apareció, como una
respuesta del ambiente, otra revista con el mismo formato, con las mismas
características de la que yo estaba diseñando; me habían declarado una
competencia fatal.
El
APRA intenta minimizar la figura de Mariátegui.
A.R. Desde hace más o menos dos años se ha desatado una
campaña aprista por tratar de minimizar la figura de Mariátegui. En dicha
campaña destaca como principal animados Luis Alberto Sánchez. Sánchez tiene prestigio intelectual de
antigua data y, además, es un contemporáneo de Mariátegui; por ello, considero
que usted es la persona indicada para contrarrestar la campaña aprista que
trata de desnaturalizar el pensamiento de Mariátegui, más que cualquier joven
marxista; sobre todo, por el gran conocimiento de la época de Mariátegui y por
haberlo conocido personalmente. Usted
mismo en su primer libro que publicó en diciembre del 78 –Anatomía de los 7 ensayos de Mariátegui- dice: hace 60
años de algún día de 1918, yendo del colegio a casa y pasando por la redacción
de “El Tiempo”, mi hermano César Falcón
me presentó a José Carlos Mariátegui; y a quién, posteriormente, vio varias
veces. Además, su hermano César era
amigo íntimo de José Carlos; tal era así que a ambos le decían “la yunta brava”
porque estaban siempre juntos en múltiples andanzas. Entonces, quisiera que usted nos relate su
conocimiento directo de José Carlos.
J.F. Bueno, en cuanto a Sánchez, yo he salido al frente
solamente para esclarecer algunas cosas.
Podría haberle puesto lo que él escribió en abril del 29 y que se
publicó en Mundial; ahí llega a
finalizar su artículo diciendo que seguirá la senda de José Carlos. Ahora si Sánchez campea como lo hace es
porque la gente lo considera “intocable”; entonces, juega, no solo con el
pensamiento de Mariátegui, sino con la historia y con la anécdota, como por
ejemplo –a propósito de anécdota y para seguir hablando de éste señor- uno de
los últimos artículos que ha publicado en el diario “Expreso” se titula Funeral y comienza diciendo que tiene
grabado en su mente el funeral de José Martí, que ocurrió, cinco años antes de
que él naciera; que recuerda el funeral de un señor portorriqueño –que en este
momento no recuerdo su nombre-; bueno, recuerda el funeral de Irigoyen en
Argentina, que él sólo lo vio; recuerda el funeral de Piérola cuando él tenía
13 años, que lo vio; recuerda el funeral de Seoane, para hablar del funeral de
Haya de la Torre que ha sido “el gran funeral del mundo”; pero en su memoria no
está grabado, no recuerda el funeral de Mariátegui; inclusive, ya entrando en
la anécdota, no recuerda el funeral de Yerovi.
Y ni siquiera en una de las tantas revistas de izquierda le hacen esta
pequeña reflexión; porque sencillamente campea –como dije antes- la imagen de las
gentes consideradas “intocables”; lo que en buena cuenta pasa con Basadre y con
una serie de gentes.
Entonces, tiene una suficiencia absoluta en su
prestigio y están confiados en que nadie les refute. Eso ha pasado, como usted ha visto, con la
carta que he anexado al volumen de Anatomía
de los 7 Ensayos; la carta la puesto ahí porque la revista “Caretas” no la
quiso publicar. Se trataba de una simple
aclaración; tampoco la publicó la revista “Oiga”. Estas dos revistas se dicen defensoras de la
libertad de expresión; sin embargo, no la acogieron porque se trataba de
Basadre. Por la misma razón la
Asociación Nacional de Escritores tampoco ha presentado mi libro.
La relación
Mariátegui/Jorge Falcón
En cuanto a mi conocimiento directo de Mariátegui, como
trato humano, le diré que traté bastante a José Carlos. Las razones, las circunstancias, usted las ha
dicho. Pero no solo inicialmente, sino,
debo decirle que en todo el proceso de mi relación con Mariátegui está en razón
a la amistad de José Carlos con mi hermano César. De niño yo iba al diario “El Tiempo” y
después a “La Razón”. Mi colegio estaba
a media cuadra del local de “La Razón”, entonces a las cuatro de la tarde
cuando salía del colegio y en el trayecto a mi casa entraba a ”La Razón” y así
conocí a todo el equipo de redactores. A
algunos, después, los traté frecuentemente, como a Humberto del Águila, por
ejemplo. El “Charapa” del Águila vivió
en mi casa; porque cuando César viajó a Europa, le pidió a mi madre que le
dejara su cama y su sitio en la mesa a Humberto del Águila; entonces del Águila
vivió un años más en mi casa. Con
Antenor Fernández Soler he sido muy amigo; así mismo, con Moisés Vargas Marzal,
etc., y otras gentes que incluso no figuran como Fernández Paredes quien era un
asiduo concurrente a “La Razón”, al igual que Luis Ernesto Denegri. Esa, efectivamente, es una relación de
infancia, una relación familiar, que se mantiene cuando Mariátegui está en
Europa porque mi madre se ve con la madre de José Carlos; algunas veces
acompañé a mi madre a la casa de José Carlos.
Luego cuando el regresa el año 23 hasta su muerte el año 30 continuamos
manteniendo esa vinculación. Conforme
avanzan los años, yo me hago de la tarea de llevarle a José Carlos los encargos
que César le hace a mi madre y, posteriormente, los encargos me los hace a mí
directamente para trasmitírselos a Mariátegui.
A fines de 1924, cuando me iniciara como periodista en el
diario “La Prensa” y me tocaba informar de los aconteceres policiales de los
balnearios del Sur, yo concurría todas las tardes a casa de José Carlos cita en
Leuro, Miraflores, a mostrarle familiarmente las notas que había hecho como
para que él me las corrigiera. Ya
después cuando se instala en julio de 1925 en la casa de la calle Washington lo
visito a cualquier hora del día, en algunos casos, para trasmitirle los
encargos de mi hermano César y, en otros casos, de voluntad propia, asistiendo
a la hora de la tertulia cuando ya recibía a todos sus amigos; también por ese
lado conocí a las personas allegadas a Mariátegui.
Mariátegui y la
gestación de El Problema del Indio
A.R.
En su primer libro, Anatomía de los 7 Ensayos, usted dice que
“Nuestro indios” de González Prada fue escrito en 1904 y se mantuvo inédito
hasta 1924. Esto último me sorprende,
pues yo no estaba informado y estoy por creer que son pocos los que saben eso.
J.F.
Exacto.
A.R.
A propósito le diré que se es proclive a afirmar que si no se cuenta con
el antecedente de González Prada con su ensayo “Nuestros indios”, Mariátegui no
hubiera concebido, tal como lo hizo, El
Problema del indio, uno de los siete ensayos. Pero al indagar cómo se fue gestando en
Mariátegui ese ensayo, usted encuentra que Mariátegui se agenció de una de las
fuentes de información más importantes.
Se trata de la transmisión oral, o sea la conversación amistosa e
informal con hombres sencillo, como usted dice; uno de ellos fue Ezequiel
Urviola al que yo le hiciera un Esbozo biográfico publicado en el año 1968. Esos hombres que vivenciaban el problema o lo
conocían directamente constituían un venero de datos. El mismo Mariátegui declara en un artículo a
propósito de Zulen que éste y Urviola se conocieron en su casa. Entonces, usted establece una correlación
estrecha entre la relación entre esos dos grandes conocedores del llamado
“problema del indio” y la publicación de El Problema primario del Perú aparecido en la revista “Mundial” el nueve de diciembre
de 1924. De este artículo de Mariátegui
usted dice que en correcto análisis bien puede estimarse como la primera
palabra de los futuros 7 Ensayos.
Como es de suma importancia lo que usted está tratando para entender la
evolución del pensamiento de Mariátegui, quisiera que nos diga algo más sobre
“El Problema el indio”.
J.F.
Bien, esa situación llamado en primer lugar ·Problema” y en segundo
lugar apodado “indígena” –o sea, un
sector de la realidad nacional discriminado y tratado hispanamente
hablando de “indio”- es tratado muy viejamente en este país; porque ya por el
año 1837 aparece un periódico “El indígena” en Ayacucho; después , por el 60 se
forma la primera “Sociedad Amigos del Indio”, luego, tenemos que antes del
ensayo de González Prada el parlamentario puneño Santiago Giraldo publica el
libro Los indígenas en los albores del siglo XX y edita en Lima el
periódico “El Indio”. En 1911 se funda
la Asociación Pro-indígena de Joaquín Capello, Pedro Zulen, Dora Mayer y otros.
En cuanto a Mariátegui, específicamente, le diré que su
estudio no está en la rebusca bibliográfica, sino en la aplicación de su
ideología a la conversación con las gentes que viven esa realidad de
explotación, discriminación, etc. Y son,
pues, las gentes literaria e intelectualmente anónimas, pero que tienen mucho
valor en cuanto describen la situación que están viviendo, lo que están
sufriendo; este es un aporte de Mariátegui; desde luego, utiliza muy bien la
información, la desmenuza y contribuye mucho a elaborar su planteamiento. Entonces tenemos que, como está visto, el problema
del indio –seguiremos empleando la palabra “indio”- en Mariátegui está muy
estrechamente ligado al problema de la tierra, por ello es el más breve de
los 7 Ensayos, y luego tiene su
trato en una serie de otros trabajos de él mismo, apreciaciones de pasada pero
que llega a definir –y esto es lo importante del tratamiento de Mariátegui
sobre el asunto- desde qué posición está analizando esa realidad; cuando define
el problema, lo define desde la levadura socialista, y luego cuando a Sánchez
le responde y le dice que el caso del indio es el caso del explotado (lo digo
no en la frase de él, sino en la síntesis de ella) ahí Mariátegui está haciendo
un aporte.
Como usted recordará entre la sandeces –porque no se puede
llamar de otro modo, disculpando la palabra- escritas por Juan José Vega, éste
dijo que Mariátegui no podía haber escrito ningún estudio sobre el indio,
porque no conoció el Perú, porque no viajó por el Perú y prefirió viajar a
Europa; entonces, según sus apreciaciones, como no fue un vendedor ambulante
por el territorio peruano, estaba desautorizado para escribir sobre esa
realidad. Vega no supo explicarse cómo
surgió el aporte de Mariátegui.
Mariátegui tuvo a los mejores informadores ambulantes y no
los tuvo para verlos en un escaparate ni en una fiesta pueblerina; sino para
conversar con ellos sobre sus problemas, sobre su realidad. Por tanto, creo que de todas las gentes –aquí
incluyo a muchos de los residentes y oriundos del lugar-, Mariátegui tenía la
mejor información; porque no era una reunión con indios a base del alcohol, la
música, la fiesta religiosa, ya que él no los buscaba en vista de su inmovilidad
física, sino eran ellos los que acudían donde él porque tenían algo que
comunicar y, a la vez, encontrar un consejo, un esclarecimiento; de modo que así
obtuvo la mejor información.
A.R.
Otro hecho importante en relación al Problema del indio es la asistencia
de Mariátegui al IV Congreso indigenista en Lima. Mariátegui revela que Pedro Zulen y él eran
los únicos asistentes no indios a ese congreso, sin embargo, los intelectuales
limeños y universitarios que algunas veces hablaban del Problema del indio,
estaban ausentes.
J.F.
La universidad estaba ausente, específicamente diremos los
universitarios, los profesores de la universidad popular, los que
subjetivamente debería ser los más interesados por conocer la realidad. Aunque algunas actuaciones de esos Congresos
se desarrollaron en el local de la federación de estudiantes, los que no
estaban presentes eran los estudiantes.
Esta es una apuntación que resulta históricamente muy interesante. Mariátegui nunca tuvo la intención de
molestar a los demás; pero el tiempo convierte ese apunte en un dato, cuya
significación si particulariza la inquietud, los propósitos de Mariátegui
dentro de la heterogeneidad de la “nueva generación”, la “vanguardia”, los
“hombres nuevos”, etc. A estos no se les
puede relacionar con lo que Mariátegui dice respecto al transporte terrestre, a
la importancia de los choferes para el desarrollo sindical; porque ellos
manejando un camión recorren el Perú, porque en esos años ya se está
recorriendo el Perú por carretera. Esta
fue la gran revolución de Leguía: abrir
carreteras para que transiten los vehículos automotrices.
Mariátegui vio lo que era conveniente y lo útil que era
conquistar al gremio de choferes, para que sirviera de medio vivo de
comunicación con los campesinos, los cuales son en su mayoría indios. Así se facilitaría a los indios el
conocimiento del sindicalismo y un conocimiento político. Tan acertada es la apreciación de Mariátegui
que él no se detiene en decir –como alguien dogmáticamente podría decir,
entonces y ahora- “bueno, si no se hace sindicato, entonces no se hace nada”;
si no todo lo contrario, si no se puede hacer sindicato, entonces hagamos una
sociedad o una asociación, el nombre, el rótulo es lo de menos, inclusive club
deportivo; el fondo está en nuclear, en constituir una organización donde no
hay nada. ¡Ese es el fenómeno Mariátegui!
Mariátegui, Haya de
la Torre y el Partido Aprista del año 1931.
Las diferencias.
A.R.
Siguiendo con El Problema del indio y El Problema de la tierra quisiera
que, además de los contenidos en su libro, nos diga cuáles eran las diferencias
de Mariátegui con Haya de la Torre y, posteriormente, con el programa del
Partido aprista del año 1931.
J.F.
Bueno, en primer lugar, entre el programa del 31 y lo que Haya escribió
sobre el Indio y la Tierra hay una distancia como de la tierra al cielo. En las obras completas de Haya está
reproducida toda la recopilación que se publicó bajo el nombre de Por la
emancipación de América latina, en donde usted puede encontrar la carta a
Del Barco, a Gabriel Del Mazo, etc. Ahí
es donde Haya toca el Problema del Indio y el Problema de la Tierra. En este catamiento, Haya llega a hablar cuáles
son las experiencias que se tienen al frente:
la de México y la de la Unión soviética; entonces dice en síntesis que
la de México no sirve porque la de México ha fomentado el individualismo, la
pequeña propiedad, etc.; entonces, se deduce que sea la colectiva la que en
buena cuenta sirva, aunque ahí no afirme expresamente que sea la experiencia de
la unión soviética la que él asuma, es esa la que más se le aproxima. E inclusive coincide con Mariátegui. Digo que coincide con Mariátegui y no Mariátegui
con Haya, porque ya Mariátegui –cuando Haya está escribiendo esas cosas, ya Mariátegui
ha comenzado a publicar el Problema de la Tierra en artículos. Es muy interesante para todo, no solo para
una relación de Haya a Mariátegui, seguir a Mariátegui o leerlo
cronológicamente, son apenas seis o siete años; pero que son tan intensos y de
una producción al día que se necesita o es conveniente mirar cuándo está
escrita tal cosa, o cuándo está escrito tal otra. Haya llega incluso a decir que hay que hacer
la revolución agraria y habla, por supuesto, de la comunidad como una célula de
la socialización hasta llegar a borrar el concepto de propiedad, ya se pasa al
anarquismo. Hasta ahí llega en todo eso,
pero una vez que escribe ¿Qué es el APRA? Desaparece de su literatura todo eso; y repito
no tiene nada que hacer: no con La APRA (alianza o frente), sino con el Partido
Aprista Peruano de 1931. En el programa
del 31 casi nada se refiere a Reforma agraria, el programa del 31 –tan
sonajeado- en buena cuenta se trata de una serie de medidas y disposiciones
gubernamentales para crear burocracia.
El soporte moral de
Mariátegui: la mística revolucionaria
A.R.
Actualmente, resulta muy necesario que los partidos políticos –más aún
los revolucionarios- relieven el aspecto moral en la formación de sus
militantes; para ello, nada mejor, que la vida ejemplar de Mariátegui. En ese sentido, resulta pasmoso saber que
Mariátegui haya hecho tanto en tan poco tiempo y en condiciones adversas. Cabe preguntarse: ¿De dónde sacaba fuerzas? ¿Cómo mantiene su fe y en qué se apoya?
La respuesta, en el plano social, la encontramos en su
relación con la clase portadora de un nuevo orden social –la clase obrera- y en
su participación en la lucha de clases; ahí está su fuente de
sustentación. El mismo José Carlos lo
revela en la carta que enviara a los redactores de la revista “Claridad” –órgano
de la Federación Obrera Local- cuando aún se encontraba restableciéndose en
Chosica de la amputación de la pierna.
Como esta carta es bella y reconfortante, además, porque ha sido poco
difundida, me permito extraer unos párrafos de la misma: …Quiero
defenderme de toda influencia triste, de toda sugestión melancólica. Y siento más que nunca la necesidad de
nuestra fe común. (…) Nuestra causa es la gran causa humana. A despecho de los espíritus escépticos y negativos,
aliados inconscientes e impotentes de los intereses y privilegios burgueses, un
nuevo orden social está en formación.
(…) Obedezcamos a la voz de nuestro tiempo. Y preparémonos a ocupar nuestro puesto en la
historia.
Bueno, Don Jorge, que nos puede decir respecto a las
preguntas que le hemos formulado líneas arriba.
J.F.
José Carlos no quiere estar ausente, no quiere sentirse ausente en la
dirección de “Claridad” y, a la vez. Tampoco quiere caer en el pesimismo. Esto es muy comprensible para un hombre que
tres meses antes de que le corten la pierna está diciendo que es un poco
nómade, que le gusta mucho viajar y que su amor, es el amor a la aventura. Y que de pronto lo claven en un sillón sin poder ver el sol de la calle, como él
mismo decía. Además, con una madre
católica que le está diciendo: hijito tienes que tener fe en Dios y
resignación. En tal situación, hay
que tener un tremendo coraje, una adquisición renovada de una fe poderosa en
algo para cumplir la obra que realizó. De no ser así, se hubiera desmoronado; o si no,
trataría de obtener comodidad y lograr que le pongan una prótesis. Pero, es la fe en la Revolución socialista –y
aquí está inclusive el fenómeno del Mito- lo que fortalece a este hombre. Porque si hubiera sido como algunas personas
quisieran que hubiera sido; es decir, un materialista vulgar y ateísta a
ultranza; pues, sencillamente, no hubiera podido realizar tan importantes
tareas en tan corto tiempo.
Si no hubiera tenido esa fe, tal vez se habría precipitado a
la inmediatez de hacer cualquier acto aventurado con tal de decir, yo lo veo ahora. Felizmente, toda la tesitura, toda la
levadura, todo el aliento de la obra de Mariátegui es de un carácter
específico, trasciende el momento y sus resultados se proyectan al futuro; a
pesar de ello, está convencido, seguro, de que esto va para más tarde. Él lo está haciendo porque eso ¡tiene qué llegar...!
▼
Obras de Jorge Falcón Garfias
(n. 1908)
José
Carlos Mariátegui
Rememoración
y ratificación
En
el sesenta aniversario de su fallecimiento:
1930-1990
Empresa editora amauta (Lima-1990) pp- 284.-
(En el contenido seleccionado por Falcón incluya los
artículos aparecidos en homenaje a Mariátegui en “Claridad” Revista Nº9, de Arte, Crítica y Letras. Tribuna del
pensamiento izquierdista. Buenos Aires, 10 de mayo de 1930.
Mariátegui,
Marx-marxismo: el productor y su producto.
Empresa editora Amauta
(Lima 1983)
pp. 103.-
Educación
y cultura en Lenin-Mariátegui
Empresa editora Amauta
(Lima 1981)
pp. 190.-
Mariátegui,
arquitecto sindical
Empresa editora Amauta
(Lima 1980)
pp. 358.-
Mariátegui
y la revolución mexicana y el estado “anti”-imperialista.
Empresa editora Amauta
(Lima 1980)
pp. 95.-
AMAUTA,
polémica y acción de Mariátegui
Empresa editora Amauta (Lima 1979) pp. 246.-
Anatomía
de los 7 Ensayos de Mariátegui
Empresa editora Amauta (Lima 1978) pp. 150.-
▼
Marina Núñez del Prado,
espíritu del Ande (1999)
Homenaje a Marina Núñez
del Prado (1995)
El
hombre en su acción. César Falcón
Cuatro episodios. Derrotero para investigadores-
Apéndice: el libro perdido de Mariátegui.
Ediciones Hora del Hombre
Lima 1982)
pp. 223.-
César
Falcón: exaltación y
antología.
Notas, selección, coordinación y diagramación de
Jorge Falcón
Ed. Hora del Hombre (Lima-1971) pp. 422.-
▼
Centenario del nacimiento de
José Sabogal, 1888-19 marzo-1988
Compilación, revisión y edición por Jorge Falcón.
Edición conmemorativa
Librería y editorial Minerva
(Lima 1989)
pp. 68.-
Simplemente
Sabogal; centenario de su nacimiento 1888-1988
Jorge Falcón creación y producción.
Instituto Sabogal de arte. Homenaje.
Auspicio del Consejo Nacional de ciencia y Tecnología
Ediciones Hora del hombre (Lima 1988) pp. 71.-
▼
Hora del hombre,
1943-1983, 13 mayo-14 agosto
Ediciones hora del Hombre
(Lima 1983)
pp. 69.-
Nacionalicemos
el petróleo
Prólogo de Jorge Falcón
Ediciones Hora del Hombre
(Lima 1960)
pp. 141.-
China,
la revolución del arroz y de la rosa
Ediciones Hora del Hombre
(Lima 1959)
pp. 195.-
Condiciones
de vida del trabajador soviético
Ediciones Hora del Hombre
(Lima 1947)
pp. 171.-
Fotos:
Nació
en Lima (Lima, 10 de agosto 1908) escritor autodidacta, periodista y
editor. Trabajó desde los 15 años. En 1931 fue apresado por su militancia
política y confinado en la selva de Madre de Dios, de donde fugó hacia Brasil.
Marina
Núñez del Prado (1910-1995), escultora boliviana y esposa de Jorge Falcón.
Antonio
Rengifo Balarezo, autor de la entrevista, posa en actitud cariñosa.
Al
fondo, con un vaso en la mano, José Carlos Mariátegui Chiappe.
Lugar:
Casa de Javier Mariátegui Chiappe. Reunión con motivo del cumpleaños de Javier
Mariátegui Chiappe
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