miércoles, 28 de mayo de 2014

Perú Integral (1-3): EL PAYANDÉ



EL PAYANDÉ

         Una canción más que centenaria y que aún se canta en el Perú es El Payandé. Junto con A la Molina son las más altas expresiones del aporte negro a la cultura peruana.

         Por su contenido se puede saber que una data de antes de la manumisión y que la segunda surgió inmediatamente después de la abolición de la esclavitud.

         A la Molina, evidentemente es de ahí, de La Molina, hacienda cañera cercana a Lima y que debía su prosperidad al sudor de los esclavos. Pero El Payandé, ¿ciertamente es de Magdalena, viejo municipio limeño?

         La canción pinta un ambiente singular:

                   Nací en las playas del Magdalena
                   Bajo la sombra de un payandé
                   Como mi madre fue negra esclava
                   También la marca yo la llevé

No dice de Magdalena, sino del Magdalena. Además, en todo Lima no se conoce el payandé (y ahora quizá ni exista en el Jardín Botánico de Lima, apenas un antejardín). Describe luego:

                   Por la mañana cuando amanece
                   Salgo al trabajo con mi azadón,
                   Como tasajo, plátano asado,
                   Riego la tierra con mi sudor

         En Lima el ganado siempre escaseó; menos podía haber tasajo o carne seca a la brasa para el esclavo. El plátano asado tampoco es plato de Lima; su base es el “plátano hartón”, que no se cultiva entre nosotros. El payandé y el plátano hartón son productos típicamente tropicales.

         Pero la canción sólo se conoce en el Perú. ¿Qué puede haber ocurrido, entonces? En este hermoso poema de amargura y rebeldía hay un doble mensaje. Uno, el relato en sí; otro, su propio origen.

         Echemos el cuento del origen. Como Washington, Bolívar también era esclavista. O sus familias. Pero qué cierto es que “en los períodos en que la lucha de clases de acerca a su desenlace, el proceso de desintegración de la clase dominante, de toda la vieja sociedad, adquiere un carácter tan violento y tan patente que una pequeña fracción de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos está el porvenir” (Manifiesto Comunista)

         Bolívar se enroló en la revolución de la Independencia. Al comienzo fracasó y estuvo a punto de enfrentar el pelotón de fusilamiento. Se libró y viajó al Caribe. Recibió ahí la noble ayuda de Alexander Petion, gran dirigente de Haití, la primera república negra del mundo. Petion le dio refugio y lo apoyó espiritual y materialmente, con la única condición de que cuando lograra la libertad en tierra firme, aboliera la esclavitud.

         Eso hizo Bolívar. Pero lograr la manumisión de los esclavos negros no era empresa fácil. Varias veces las nacientes repúblicas dieron paso atrás. La Nueva Granada, hoy Colombia, era el centro del comercio negrero para América del Sur. Tanto en su costa atlántica (Barranquilla), como en su costa pacífica (Buenaventura), hasta ahora la población negra es mayoritaria. Los negros siempre se rebelaban y huían de los blancos, formando poblaciones de negros cimarrones (escapados) y negros horros (libertos), como el famoso Palenque de San Basilio, tierra de Kid Pambelé.

         Negros habían muchos a orillas del río Magdalena (antes llamado Guacamayo, río de las tumbas en quechua, porque en su nacimiento están los restos de la extraordinaria estatuaria huilense, “agustiniana”) Es la principal arteria fluvial del país. Zona de exuberante vegetación tropical, con abundante ganadería extensiva, crece ahí silvestre el payandé, rosal herbáceo, arbusto y arbóreo, de la familia papilionácea, llamada así porque sus flores semejan mariposas. Ahí las haciendas cultivaban distintas variedades de plátanos, entre ellos el “hartón”, llamado así porque uno solo llena el estómago. Es plátano preferido para asar.

         Cuando se hizo imposible para la casta dominante impedir más la promulgación de la ley antiesclavista, los hacendados tomaron una decisión final. Vendieron sus esclavos “al peso” a negreros de otros países. Así, caravanas de negros encadenados emprendieron la marcha a sitios lejanos. Unos a Brasil, otros a Ecuador, Perú, etc.

         Llegó el final. El presidente colombiano José Hilario López dictó la ley de manumisión en 1850. En el Perú Ramón Castilla decretó la abolición de la esclavitud en 1854. Así cayó este oprobio de la humanidad, este baldón de la civilización “occidental y cristiana”

         Y éste es el origen de la canción. Llegado al Perú, un negro señaló que tras largo viaje, “cambió el pandero de manos, pero de sonidos no”

         Como mi madre fue negra esclava, dice la canción. El autor no habla de su padre, porque el negro esclavo había perdido su patria y estaba prohibido de formar familia, así fuera familia “cristiana, católica, apostólica y romana” La negra esclava ni siquiera era dueña de sus hijos, que podían serles quitados para que como “ama de leche” amamantara al hijo de la patrona.

         Y el negro esclavo mejor beneficiado por la madre Naturaleza, era destinado a reproductor, como cualquier semental. Para el patrón, apenas era otro “burro hechor”. Matalaché, la gran novela de López Albújar, relata precisamente las consecuencias de esta degradante realidad de entonces.

         Jamás debemos olvidar esta ignominia. Por ejemplo, en Ayacucho aún existe en los archivos de una Notaría un pregón dejado por este baldón de la humanidad:

   SE VENDE NEGRA
           CON MÚLTIPLO

         Es decir, una adolescente embarazada, que valía un poco más porque ya tenía “múltiplo”, como cualquier vaquillona servida.

         Y este otro:

        SE VENDE NEGRA
    LA DOY BARATA
POR VIEJA
   PUTA Y CIMARRONA

         Por eso dice El Payandé:

Suerte maldita llevar cadenas,
Y ser esclavo, y ser esclavo
De un vil señor

José Ninakiro
   03.12.87

EL PAYANDÉ

Nací en las playas del Magdalena
Bajo la sombra de un payandé;
Como mi madre fue negra esclava
También la marca yo la llevé

¡Ay, suerte maldita llevar cadenas,
Y ser esclavo, y ser esclavo
de un vil señor!

Por la mañana cuando amanece,
Salgo al trabajo con mi azadón;
Como tasajo, plátano asado
Riego la tierra con mi sudor

Ay, suerte maldita llevar cadenas,
Y ser esclavo, y ser esclavo
De un vil señor

Cuando a la sombra de una palmera
Quiero ocultarme de ardiente sol,
Látigos fieros cruzan mi espalda
Y me recuerdan que esclavo soy

Ay, suerte maldita llevar cadenas,
Y ser esclavo, y ser esclavo
De un vil señor

Si yo pudiera tomar mi lanza,
Vengarme airado de mi señor,
Con gusto viera yo arder su casa
Le arrancaría yo el corazón

Ay, suerte maldita llevar cadenas,
Y ser esclavo, y ser esclavo
De un vil señor.


         Nota.-

La presente serie Perú Integral, consta de tres temas referentes a Costa-Sierra-Selva, tres regiones geográficas del país, cada una con notoria característica poblacional. Los tres aparecieron en 1987 con el seudónimo de José Ninakiro.

         Ya Felipe Huaman Poma de Ayala señalaba tres tipos de habitantes precolombinos: de la costa o yungas, de la sierra o quechuas, de la selva o chunchos. Y Garcilaso de la Vega Inca se declaraba orgullosamente mestizo. Así, ahora nuestro presente y futuro es ser un Perú Integral, un Perú de todas las sangres.

Ragarro
27.05.14

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