19-07-2014
Como
he escrito en otros artículos, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica), como dicen los peruanos, “no son ni muy muy ni tan tan”. En una
palabra, no son un centro de poder alternativo al imperialismo en escala
mundial, ni un bloque unificado de potencias, ni un respaldo seguro para los
países necesitados de ayuda económica y política.
Todos
los países de ese bloque son capitalistas y sus gobiernos- sólo formalmente
democráticos- buscan servir los intereses del sector dominante de las oligarquías
locales. Brasil y Sudáfrica están dominados por las transnacionales
imperialistas, generalmente estadounidenses, y sus finanzas están en manos de
la banca extranjera. Rusia, India, Brasil y Sudáfrica son países esencialmente
exportadores de materias primas (gas y petróleo, materias primas alimentarias,
productos mineros). En Rusia la población disminuye constantemente y la
industria no es competitiva en escala mundial o es obsoleta, lo cual afecta
incluso la capacidad militar que aún mantiene. China, comercialmente, es
efectivamente el primer exportador mundial pero depende en gran medida de la
importación de tecnología de punta y su crecimiento económico (del 7.5 por
ciento anual) es muy grande pero le alcanza apenas para impedir una explosión
del problema del desempleo.
Por
otra parte todos los países del BRICS basan su economía en las pésimas
condiciones de trabajo, en el pago de salarios bajísimos, en la debilidad
extrema de los sindicatos obreros independientes (cuando éstos existen, lo cual
no es el caso ni en China ni en Rusia). Todos estos países compiten entre sí
(por ejemplo, China y Rusia se orientan hacia Sudamérica pero tratando de hacer
los mismos negocios, como la participación en el sector energético argentino y,
particularmente, en la explotación de los yacimientos de gas de Vaca Muerta).
Todos ellos consideran la protección ambiental como un gasto superfluo.
El
nacionalismo indio tiene, es cierto, problemas con Estados Unidos en toda la
región pero ya fue a la guerra con China, de cuyo nacionalismo desconfía. Rusia
teme por su parte el expansionismo chino en sus regiones asiáticas. Es verdad
que Rusia y China están colaborando en el plano militar y del rearme y que,
además, han sentado las bases de un gran acuerdo sobre la exportación de
petróleo y gas rusos a China y que la política de ambos países con respecto a
Irán y a Medio Oriente coincide, del mismo modo que coinciden en las Naciones
Unidas tratando de frenar a Estados Unidos. Pero los rasgos estructurales de
esos países “emergentes” (léase dependientes) pesan más que las intenciones de
sus respectivos gobiernos capitalistas cuya preocupación y aspiración
fundamental es lograr una participación más confortable en el mercado
capitalista mundial,
Los
capitalistas mafiosos rusos, que engordaron gracias al despojo de los bienes
colectivos que tanto les costaron a los pueblos rusos desde 1917, por ejemplo,
no quieren problemas con la Unión Europea y exportan ilegalmente centenares de
millones de dólares a Francia, Inglaterra y Suiza, reforzando esas economías. A
su vez, los capitalistas chinos compran industrias enteras y bienes en Francia.
China, además, sostiene la economía de Estados Unidos y el sistema económico
capitalista mundial comprando empresas y bonos del Estado en Estados Unidos y
acumulando dólares
Por
supuesto, es muy importante que los países en cuestión formen el BRICS, que se
reúnan y tomen medidas para hacer frente a un recrudecimiento de la depresión
mundial actual. Ambas cosas revelan la crisis de descomposición del sistema
económico mundial y el retroceso de la hegemonía de Estados Unidos.
Es
aún más importante que el BRICS esboce un sistema alternativo al Fondo
Monetario Internacional y al Banco Mundial creando un Banco de Desarrollo
propio y un Fondo de reserva de divisas. Igualmente importante, o más, es que
el grupo se reúna con la UNASUR, dándole su apoyo moral a la resistencia a los
Fondos Buitres, esos nuevos Shylocks que tratan de llevar a Argentina a la
cesación de pagos para ganar un enorme botín. Ese apoyo a países pequeños y
débiles como Uruguay, Bolivia, Ecuador, Argentina es también, indirectamente,
un sostén político contra Washington y no sólo una medida diplomática o una
astucia para lograr contratos en la región desplazando a las empresas
imperialistas.
Pero
el capital del Banco de Desarrollo ascenderá a sólo 50 mil millones de dólares
o, sea a un promedio aproximado de 10 dólares por cabeza de habitante de los
ciudadanos de los países que integran el BRICS, lo cual le da más bien el
carácter de un precedente simbólico. Y la Reserva de Divisas llegará solamente
a 100 mil millones de dólares, la misma cifra que regaló Washington al City
Bank para reflotarlo a costa de los contribuyentes de Estados Unidos. Además,
el apoyo político a los gobiernos que enfrentan a los Fondos buitres es sobre
todo verbal y lo han dado también gobiernos como el mexicano, el francés o el
italiano que no son, precisamente, paladines antiimperialistas. El capital, en
efecto, desde siempre teme y condena la usura porque ese sector parasitario
dificulta el funcionamiento del sistema…
Quienes
creen que los cambios sociales avanzados son obra de los gobiernos esperan
también encontrar Salvadores en el BRICS e incluso el desplazamiento del dólar
por el yuan o por una canasta de monedas para que los capitalistas nacionales
de sus países puedan prosperar más. Pero no hay capitalistas buenos, aunque sea
posible aprovechar para luchar por la independencia nacional y el desarrollo
social las oportunidades que brindan las contradicciones entre los diversos
grupos de explotadores y sus respectivos Estados.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=187442
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