Estimados amigos:
Agradezco vuestras respuestas, todas
ellas muestran que queda claro que en ninguna parte de mi artículo expreso el
retiro de la candidatura a la Alcaldía de Lima del señor Luis Castañeda
Lossio, por parte del JNE, ese punto no lo he tocado, ni fue motivo de mi
escrito.
Aunque no podemos de dejar de
mencionar a lo que opina la señora Cecilia Blondet, Secretaria Ejecutiva de
PROÉTICA al decir: “Un postulante que presenta una hoja de vida con
errores y mentiras no puede ser candidato porque no puede asumir una gestión
transparente y honesta. Es muy importante que se aplique la ley. Si se le
aplicó a (Carlos) Burgos, entonces debió aplicarse a Castañeda”.
Lo que si merece ratificarse es que,
el candidato Castañeda tiene "dos perlas relucientes" muy ligadas a
su record de funcionario público, las que no pueden desaparecer y huir de
ellas: la primera, es el caso COMUNICORE que está incurso en el
campo de la corrupción, y últimamente con el Informe de "Inteligencia
Financiera" estaría incurso en el campo del lavado de activos, lo que abre
la ampliación del juicio y/o de un nuevo proceso judicial separado del
anterior.
La segunda perla,
es tomar en cuenta la forma de cómo Castañeda Lossio no hizo caso, al
despreciar el consejo dado por JNE el 2011 de lo que claramente tenía que poner
en su Hoja de Vida, en la parte de sus estudios universitarios realizados en la
Universidad Católica y de que la Universidad San Martín de Porres fue la que le
otorgó el grado profesional de abogado.
Los dos aspectos que son propios en
el desarrollo de la vida de Castañeda Lossio, y de cómo llega a comportarse,
merece reflexionar sobre una persona pública que nuevamente intenta ser Alcalde
de Lima Metropolitana, pues ratificamos lo que se ha dicho:
“Castañeda Lossio padece de una
enfermedad inherente a su personalidad, de creer que él puede hacer y deshacer,
meciendo y engañando a todo el mundo, en una palabra, sentirse poderoso y que
nada le importa, bajo signos de parecer astuto y audaz, lo que lleva a sentirse
el iluminado y predestinado”.
“Aunque estos signos psicológicos que
lo favorecerían para darle fuerza, él mismo cuando habla y gritonea para
arremeter, queda al descubierto, refleja que no es una persona de
diálogo, no confiable, ni tampoco tiene los mínimos requisitos de poder ser
autoridad. Y si ejerce poder tiene que ser autoritario y mandón, en donde se
mezcla la fuerza y la torpeza, a lo que se le ha sumado su pasado, que lo
condena actuando al borde de la ley”.
Lo que decimos, está mejor expresado
por el psicoanalista Jorge Bruce que ya desde 2009 en un artículo: Lima,
la Ininteligible se refería a la situación de la ciudad de Lima al
decir:
“Nuestra urbe caótica e inabarcable
está de aniversario. Salta a la vista que no hemos podido resolver, en estos
cerca de cinco siglos, los principales desafíos que nuestra inestable
convivencia ha ido planteando. Quizás el más grave sea el del transporte
público (pero en competencia con la seguridad, la basura, la informalidad, la
vivienda, el agua y un largo y maloliente etcétera) que hace de nuestra
metrópoli un organismo esclerótico, mal irrigado, ineficiente y malhumorado”.
Asimismo, sin mencionar nada de lo
que se habría podido avanzar para vencer los males de Lima, afirma que sobre
todo esto teníamos a un alcalde como Castañeda:
“Eso que hace al Gobierno (el
de Alan García) nombrar este año el de la “crisis externa”. Ese cultivo del
eufemismo, el esquive y el diminutivo, práctica inveterada que nos sume en la
indefinición”. Y continúa:
“Prueba de lo anterior es la
persistente popularidad del alcalde Castañeda. Gracias a la pericia con que
elude enfrentar ninguno de los dilemas más graves que nos retan, su popularidad
se mantiene en alturas de soroche para la clase política desprestigiada con
fundadas razones”.
“Acaso porque su carácter plomizo, su
tono de voz monocorde y su verbo reticente le confieren esa cualidad que el
escritor Marcel Aymé llamaba un passe-muraille (pasa-muralla)”.
“Es decir, un personaje vacío e
insustancial, pero con una capacidad camaleónica desconcertante. Esto resulta
funcional para mantenerse en la punta de las encuestas, en una megalópolis
variopinta y multicultural, pero no ayuda a cambiar esa tónica improvisada,
meliflua y procastinadora que nos empantana en el limbo de la mediocridad. Más
bien la fomenta”.
Bueno, terminamos resumiendo el
carácter del personaje en mención de ser plomizo, es la vez vacío e
insustancial y camaleónico, por esa “capacidad desconcertante”.
Espero que, mi escrito, por gracias al Salvador Jesús, no sea ni igual, ni
semejante al color plomizo que parece acompañarlo a Castañeda.
Finalmente, pedimos en defensa de la
estética y de las buenas formas; los limeños que amamos la belleza, y que por
diversas circunstancias no entienden a Lima, y por ello no les importa por
quien votar. El 5 de Octubre de este año despertemos con otros aires, de hacer
algo mejor, como votar por quien Lima necesita. Que no sea semejante a su
plomizo clima, ni tampoco tengamos un nuevo alcalde pálido, sin brillo, ni
color.
Atentamente,
Fernando
Anibal Arce Meza
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