12 de diciembre de 2014
Estimados colegas y amigos:
A continuación trascribo el comentario de Héctor
Kamisato (también ex alumno de la UNI), sobre un artículo publicado por la
CEPAL relacionado con las causas y consecuencias del Cambio Climático. (El
artículo de la CEPAL se trascribe más abajo)
Por mi parte, además de hacer un seguimiento, más o
menos ordenado y dentro de mis propias limitaciones, a las informaciones que se
vienen divulgando en la prensa con motivo de la cumbre mundial COP20,
estoy leyendo el libro El Clima. El calentamiento global y el futuro del
planeta, del físico español Manuel Toharia (Ediciones de Bolsillo, año
2005). Recomiendo su lectura, contribuye a desmistificar una serie de
afirmaciones absurdas que se vienen haciendo "muy a la ligera" sobre
las causas reales del cambio climático. Si hay interés entre nosotros, espero
resumirlo y comentarlo en breve.
Saludos
Miguel Ángel Aragón
El Viernes 12 de diciembre de 2014 10:23, hector
kamisato escribió:
Colegas:
Pareciera que el tema es algo lógico y justificado,
están metidos todos, CEPAL, Naciones Unidas, Obama, hasta el Papa;
El artículo es el ejemplo de la propaganda
generalizada y sesgada que existe actualmente, con supuesto tinte serio y
cientifico. Pero cual es el problema:
1. Leyendo bien, hacen una prediccion apocalíptica
para el año 2100, o sea para dentro de 85 años. Desde cuando, alguien ha
acertado en las proyecciones económicas, climáticas para dentro de ni siquiera
5 años?
2. El IPCC, cambia (o mejoran según sus
explicaciones) cada cierto tiempo, sus predicciones, dicen que aumenta la
temperatura del globlo en 2 grados, 4 grados (no se si en la
nueva versión que dicen), o sea son previsiones provisionales.
3. La interaccion del CO2 de la atmósfera y el mar
recién se está investigando sistemáticamente, o sea hay mucho que conocer, los
modelos climáticos son imperfectos. Los fenómenos oceanográficos, factor
importantísimo en la climatología, todavía hay muchas interrogantes. Sino es
asi, ¿porque no pueden predecir el fenomeno del NiÑO? con uno o dos años de
antelación? El niño actual recién lo predijeron unos meses atrás. Hablar de
aqui a mas de 20 años, es solo mecanicista, algo parecido a los cálculos de
Malthus.
4. En la vida geológica de la Tierra han habido
cambios de temperatura y composición de atmósfera mucho más bruscos; el
problema, si lo hay, es la velocidad de cambio, tal vez mitigar la velocidad de
cambio en lo mínimo seria posible, pero detener los cambios, es un acto de
soberbia de la civilización moderna.
5. El CO2 es el origen de la vida, sin CO2 no hay
vida, como todo elemento necesario, el problema es el balance y convivir con
ella. Además, el culpable (principal, o secundaria o no) no solo es el
CO2, existen los nitratos, el vapor de agua, fluoratos, metano, etc.
6. La energía es el fundamento de la civilización,
es necesario la energía abundante y barata, actualmente no tendriamos
alimentación, vivienda, agua, transporte sin energía barata y abundante. Y las
principales fuentes de energía son el petróleo, carbón, gas, leña (todos
compuestos de carbono, que en mayor o menor medida producen el CO2), que
actualmente representan mas de las 3/4 partes de la energía utilizada
mundialmente, el resto es hidroeléctrica, solar, eólica, nuclear, etc.
7. De las supuestas fuentes de energía limpias, la
hidroeléctrica es potencialmente explotable en gran escala en algunos
países y en casi la mayoria de países no tienen poibilidades
(desiertos, sin mucha precipitación, etc). En ese sentido, el Perú tiene un
potencial no explotado que se deberia desarrollar al máximo (bastante trabajo
para los ingenieros civiles). La eólica, tambien limitado a algunas zonas, no
podría reemplazar al petróleo actual, la solar es todavia de 30 a 100% más cara
que la energía del petroleo, la nuclear, bueno ni hablar. O sea por lo menos 20
a 30 años no tendremos energía alternativa factible (económicamente).
8. El uso indiscriminado de petróleo y el carbón
trae problemas, es cierto, que lo digan los pekineses, lo sufren en carne
propia (mejor dicho sus pulmones). O sea el uso de petróleo y carbón es un
problema de contaminación (medidas de descontaminación, no usar plomo en la
gasolina, filtración etc) y del uso indiscriminado de energía; (menos carros,
mas eficaces, uso de transporte masivo, etc).
9. Se habla solo de las desventajas del
calentamiento global, pero ¿y las ventajas?, todos sabemos que a mayor
temperatura hay mas precipitación, y los cultivos son posibles en zonas que no
eran posibles, claro, habra ajustes, no se si el balance sera positivo o
negativo; el asunto es que hay que hacer un balance y no solo restar (solo
contar desventajas).
10. En el articulo de ayer de CEPAL, ¿desde cuando
ellos han acertado en sus proyecciones?, el FMI, el Banco Mundial que son de la
misma que la CEPAL, ¿hacen proyecciones confiables?. Mas aun, ¿los famosos
premios Nobel de economía han acertado en algo?, las ciencias económicas están
en pañales, estan como los medicos del medioevo que adivinaban las
enfermedades. Mejor era y todavia es mejor ir con un buen "chaman".
Asi mejor encontremos un "chaman" dedicado a la economía y
olvidémonos de Cepal y todos ellos.
11. La climatología es una ciencia que recién
empieza, y hacer proyecciones a 20 o 30 años es como jugar a la ruleta rusa,
puedes acertar o fallar. Que Al Gore y su pandilla siga con su circo
Saludos HK
Transcribo el artículo que está de moda
actualmente:
Cambio climático afectaría más
a pesca, ganadería altoandina y agricultura en Perú
Miércoles, 10 de diciembre del 2014
- 19:39
Hacia el año 2100 las pérdidas económicas como
consecuencia del cambio climático podrían situarse entre 11.4% y 15.4% del
Producto Bruto Interno (PBI) nacional, informó la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal).
La pesca, ganadería altoandina y agricultura serían los sectores más afectados por el cambio climático
en Perú en los próximos años, señala un nuevo estudio conjunto del Gobierno
peruano, la Cepal y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Aunque la hidroenergía, la minería, el turismo, la
salud y la infraestructura también podrían sufrir impactos adversos, precisa el
informe La economía del cambio climático en el Perú, presentado en el marco de
la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático (COP 20).
Según el informe, hacia el año 2100 se proyectan
impactos que se traducirían en pérdidas en la economía nacional que oscilan en
un rango de 11.4% y 15.4% del Producto Bruto Interno (PBI) del 2010 (año base
utilizado en la investigación).
En particular, el estudio explica que el impacto en
el sector pesquero peruano se concentra en la caída en la captura de la
anchoveta, la cual afectaría la producción de harina de pescado. Esto
implicaría que hacia fines de siglo las pérdidas rondarían hasta 30 veces el
actual producto interno bruto del sector.
El sector hidroenergético sufrirá impactos debido a
la menor disponibilidad del recurso hídrico, situación que también afectará a
la minería.
Debido a la expansión de la zona agrícola, se
observarían disminuciones de disponibilidad de agua para la hidrogeneración, lo
que se traduciría en una disminución de ingresos acumulada de entre 3.3% y 5%
del PBI sectorial.
El sector agrícola podría sufrir pérdidas equivalentes a entre
23.9% y 33.1% del PBI sectorial para el período 2010-2100 en los escenarios
evaluados en el reporte.
Esto sería a causa de la disminución de la
productividad de casi todos los cultivos seleccionados (papa, arroz, maíz
amarillo duro, caña de azúcar, plátano y maíz amiláceo), mientras que el café
mostraría leves aumentos de productividad al inicio del período, para luego
disminuir.
Minería
En la minería, se espera una reducción acumulada para todo el período de 15% del PBI sectorial en uno de los escenarios considerados en el estudio (A2), 5% en el escenario A1B y 11% en el escenario B1.
En la minería, se espera una reducción acumulada para todo el período de 15% del PBI sectorial en uno de los escenarios considerados en el estudio (A2), 5% en el escenario A1B y 11% en el escenario B1.
Mientras que para la ganadería altoandina los
resultados muestran que los impactos serían producto de la disminución de las
tierras de pastoreo y de la expansión del sector agrícola, lo que llevaría a
una pérdida máxima acumulada equivalente a 90% del PBI pecuario.
En relación al turismo, al aumento en el número de
eventos climáticos extremos podría disminuir el número de turistas que visitan
uno de los principales atractivos del país: Machu Picchu. Las pérdidas hasta el
2100 en ese lugar fueron estimadas entre 15% y 30% del PBI del sector.
El impacto del cambio climático en el sector de
infraestructura vial peruano generaría un aumento en el gasto público de
alrededor de 2.8% del PBI de transporte del año 2010, ya que se esperarían
costos adicionales por aumentos en reparaciones y mantenciones debido a la
mayor ocurrencia de inundaciones en las vías.
En cuanto a la salud, el sector público reforzaría
los recursos destinados al tratamiento de la malaria, lo que requeriría un
aumento del gasto en 0.02% del PBI nacional del 2010.
El estudio recalca que Perú es considerado un país
altamente vulnerable al cambio climático por contar con siete de las nueve
características de vulnerabilidad reconocidas por la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Esto es: poseer zonas costeras bajas, zonas áridas
y semiáridas, áreas susceptibles a la deforestación o erosión, a los desastres
naturales, a la sequía y la desertificación, áreas urbanas altamente
contaminadas, y ecosistemas frágiles.
De la amplitud de las pérdidas analizadas se
desprende la necesidad de actuar lo antes posible para reducir la vulnerabilidad
a lo largo de todo el territorio nacional, enfatiza el reporte.
Agrega que el diseño apropiado y a tiempo de
estrategias, políticas y programas en materia de adaptación es fundamental para
contrarrestar los potenciales efectos negativos del cambio climático.
El informe también recomienda ampliar la
información, analizar los sectores no evaluados y estudiar las implicaciones
sociales, como elementos clave en el diseño de las políticas de desarrollo
sostenible.
EL
CAPITALISMO Y EL CLIMA
Daniel Tanuro
Miércoles
10 de diciembre de 2014
El libro que Naomi Klein ha consagrado al cambio
climático es ya un acontecimiento /1. La autora de la “Estrategia del
shock” se dedica en él a una denuncia en toda regla de la lógica del
crecimiento capitalista, de la avaricia de las multinacionales del petróleo,
del carbón y del gas natural, y de la sumisión de los gobiernos a sus
intereses. “Cambiar el clima de la tierra de una forma que será caótica y
desastrosa es más fácil de aceptar que la perspectiva de cambiar la lógica
fundamental del capitalismo basada en el crecimiento y la búsqueda de
beneficios”, escribe Klein (p. 89). Para ella, la hosquedad de los
climato-escépticos no cae del cielo sino de su justa comprensión del hecho de
que luchar seriamente contra el calentamiento necesita un cambio radical de
política. Con más regulación, más sector público, más bien común, más
democracia. Con otros valores que los de la competencia, de la acumulación y
del cada uno para sí. Una obra mayor, cuyo impacto será seguramente importante.
“El poder revolucionario del cambio climático”
El título está bien elegido: “This changes
everything”, esto lo cambia todo. Naomi Klein llama a la izquierda, a los
progresistas, a aprovechar la oportunidad que se les ofrece en este difícil
contexto. Pues “la verdad sobre el cambio climático, escribe, solo
incomoda a quienes se satisfacen con el statu quo” (alusión al título de la
película de Al Gore: “Una verdad incómoda”). Para los demás “si ha habido
alguna vez un momento para plantear un plan para curar al planeta, curando
también nuestras economías achacosas y nuestras comunidades destrozadas, es éste”
(p. 155). La crisis medioambiental añade su “urgencia existencial” a
todos los problemas. Por consiguiente, “ofrece un discurso global en el que
todo, desde la lucha por buenos empleos a la justicia para los inmigrantes,
pasando por las reparaciones de las fechorías históricas como la esclavitud y
el colonialismo, puede integrarse en el gran proyecto de construir una economía
no tóxica, a prueba de shocks, antes de que sea demasiado tarde” (p. 54).
Más lúcida que muchos militantes anticapitalistas,
Klein cree en el “poder revolucionario del cambio climático” y tiene mil
veces razón. Levanta una requisitoria implacable y muy convincente contra las
grandes asociaciones medioambientales –algunas de las cuales son acusadas de
haberse fusionado con el sistema. Como alternativa, aboga por la construcción
de movimientos de masas. La autora admite que “el tipo de contrapoder que
tiene una posibilidad de cambiar la sociedad a una escala parecida a lo que se
necesita no existe por ahora” (p. 156). Pero ve signos anunciadores en las
movilizaciones radicales contra el extractivismo y los grandes proyectos de
infraestructuras, que se multiplican por los cuatro puntos del globo. El hecho
de que los pueblos indígenas jueguen a menudo un papel clave en estas
movilizaciones es para Klein una fuente de esperanza, pues esos pueblos tienen
una visión de su relacion con la naturaleza distinta de la dominación y del
control absoluto,típicos del capitalismo y, más en general, de la cultura
occidental desde la Ilustración.
“This Changes Everything” es un libro
fuerte. Habría podido serlo más aún si la autora hubiera consagrado algunas
decenas de páginas a explicar claramente el mecanismo del cambio climático y a
presentar sus principales consecuencias eco-sociales, más que en entrar
directamente en una denuncia de los climato-escépticos. Hay ahí, me parece, una
ocasión desaprovechada para educar al gran público. Pero es un detalle.
Un libro tensionado
De forma más fundamental, “This Changes
Everything” es un libro tensionado. La autora lo confiesa: “Es el libro
más difícil que haya jamás escrito, porque la investigación me ha conducido a
buscar respuestas radicales. No tengo duda alguna de su necesidad, pero me
pregunto todos los días sobre su factibilidad política” (p. 26). De hecho,
Klein oscila entre una alternativa anticapitalista autogestionada y
descentralizada, ecosocialista y ecofeminista, y un proyecto de capitalismo
verde regulado, basado en una economía mixta relocalizada e impregnada de una
ideología del cuidado y de la prudencia. Esta tensión se manifiesta en toda la
obra. Un soplo revolucionario atraviesa la conclusión, en la que Klein pone en
paralelo –¡como Marx en El Capital!– la lucha contra el esclavismo y la lucha
contra la apropiación capitalista de los recursos (p. 458 y sig). Pero escribe
en otra parte que hay “espacio suficiente para hacer ganancias en una
economía cero-carbono” y que el obstáculo a la transición ecológica viene
de los “modelos de negocios (business models) actuales” (p. 252)
así como de la forma en que “pensamos a propósito de la economía” (we
think about the economy) –por tanto no de la propia economía (p. 95).
Esta oscilación quizá tiene relación con la
concepción que Klein parece tener de la ideología de dominación de la
naturaleza. La autora tiene plenamente razón en recordar que esta ideología es
anterior al capitalismo. Pero el capitalismo es precisamente la forma bajo la
cual existe hoy. No se deriva de ello que la supresión de este modo de
producción eliminará automáticamente las concepciones “extractivistas” –al
contrario, la lucha por “cuidar la naturaleza con prudencia” deberá
continuar durante un largo período tras el fin de este sistema. Pero la
ideología de la dominación no flota en el aire, está enraizada en estructuras
sociales. El combate ideológico antiextractivista está inextricablemente ligado
al combate contra las relaciones sociales capitalistas. En particular al
combate contra la explotación salarial –de hecho una forma de pillaje
“extractivista” del recurso natural llamado fuerza de trabajo.
No, Alemania no es un modelo
Dicho esto, hay que reconocer modestamente que
todas las personas que reflexionan sobre una respuesta social al desafío
climático están confrontados a la tensión evocada por Naomi Klein en el
prefacio de su obra. Esto deriva del hecho de hay un abismo entre la extrema
radicalidad anticapitalista de las medidas que se imponen objetivamente para
evitar una catástrofe terrible y el nivel de conciencia de la gran masa de la
población. La estrategia a seguir para construir un puente por encima de este
abismo es objeto de debate, y no sería oportuno dar lecciones a Klein. Pero una
cosa me parece clara: del lado “factibilidad política”, está mal informada
cuando cita la política energética del gobierno Merkel, basada en los fee-in-tariff,
como ejemplo de “toma de distancia respecto a la ortodoxia neoliberal”
(p.131).
Los feed-in-tariff son tarifas impuestas,
que ponen a la electricidad verde en posición de competitividad con la
electricidad “sucia”. Igual que los certificados verdes, concretan la idea
liberal de que internalizar las “externalidades” es suficiente para hacer
ecocompatibles las decisiones de inversión basadas en la eficiencia-coste. En
el plano medioambiental, esta idea está condenada al fracaso pues hace pasar el
desarrollo del mercado de las tecnologías verdes por delante de los esfuerzos
de reducción del consumo de energía. En el plano social, el sistema alemán está
financiado por un recargo (Umlage) cobrado en las facturas de
electricidad. Todas las familias pagan, pero el recargo está más que compensado
para quienes han invertido en las renovables, pues venden la electricidad a un
precio elevado, garantizado por el estado durante 20 años. Las capas
desfavorecidas pagan por tanto por las capas favorecidas (individuos,
cooperativas o empresas).
Es cierto que hay municipios alemanes que también
producen y venden electricidad verde. En este caso, la colectividad se
beneficia evidentemente de una consecuencia bajo forma de servicios. Es un
aspecto positivo del sistema, que Klein tiene razón en subrayar, pero no basta
para erigir a Alemania en ejemplo a seguir. Tres mil empresas están exentas del
80% de la Umlage (lo que representa un regalo de entre 4 y 5 millardos
de euros al año). Se está lejos de la justa demanda formulada por Klein: que
los fósiles paguen la transición. En lugar de ello, la política energética de
Merkel profundiza las desigualdades. De una forma más general, el gobierno de
la canciller prosigue la feroz política puesta en marcha por la coalición entre
los Grünen y la socialdemocracia. Esta política obliga a 8 millones de personas
a trabajar por menos de 8 euros brutos a la hora. Alemania no es ciertamente un
“modelo que demuestra cómo desarrollar con una rapidez notable soluciones
climáticas muy descentralizadas a la vez que se combate la pobreza, el hambre y
el paro”, como Klein afirma de forma imprudente (p. 136)...
Y no es extraño: un “modelo” así no existe en el
capitalismo, pues éste está basado –Klein lo dice en su libro en numerosas
ocasiones– sobre la doble explotación de la naturaleza y del trabajo. El abismo
entre la radicalidad necesaria y la factibilidad política no puede ser colmado
en definitiva más que apoyándose en una crisis mayor, uno de esos “momentos
extremadamente raros y preciosos en que la imposibilidad parece repentinamente
posible”, como se lee en la conclusión. Aquí, la autora abandona la
“factibilidad política” para volver a la radicalidad. Compartimos su convicción
de que un momento así vendrá, que coincidirá con una impugnación radical de la
ideología de la dominación y que “la verdadera cuestión está en saber lo que
las fuerzas progresistas harán de ella, la fuerza y la confianza con la que la aprovecharán”
para “no solo denunciar el mundo tal como es, sino para construir el mundo
que nos mantendrá a todos en vida” (p. 466). Más allá de las reservas y de
los debates que puede suscitar entre ecosocialistas, la obra de Naomi Klein es
una contribución mayor a su lucha.
23/11/2014
Notas
1/ “This Changes Everything.
Capitalism vs. the Climate”, Alfred A. Knopf, Canada, 2014
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