miércoles, 3 de diciembre de 2014

LA CAÍDA DEL PRECIO DEL PETRÓLEO ¿ARDID DE OCCIDENTE PARA SALIR DE LA CRISIS?





¿Por qué Arabia Saudita se opone a los recortes de producción de la OPEP?

Voces Contra el Imperio
03-12-2014

Finalmente, luego de una prolongada reunión de trabajo de los ministros perteneciente a los países que conforman la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el grupo decidió “no recortar su producción petrolera” [1], desvaneciéndose de esta manera, y por ahora, una valiosa oportunidad de incidir en el mercado petrolero internacional para tratar de elevar los precios del crudo que han registrado una pronunciada tendencia a la baja en los últimos meses. 

A pocos sorprende la posición asumida fundamentalmente por Arabia Saudita, de oponerse a la propuesta de recortes de producción de petróleo que discuten el resto de los países miembros y no miembros de la OPEP. Vale recordar que desde la creación de la OPEP, hasta el día de hoy, ese país árabe se ha caracterizado por romper todos los records de incumplimiento de las cuotas de producción acordadas por todos los ministros dentro la organización petrolera.  
 
No cabe lugar a dudas de que el mayor problema que enfrenta el organismo es la singularidad de alguno de sus miembros: países dirigidos por férreas dictaduras apoyadas por EE.UU. e Israel, que poseen muy poca o inexistente soberanía en materia de política petrolera, y cuyos dirigentes los distingue una mezcla de lacayismo, arrogancia, sadismo y prepotencia vulgar 

Para peor desgracia de la OPEP, las monarquías árabes cuentan con las mayores reservas de hidrocarburos del Medio Oriente y registran las mayores tasas de producción petrolera de la región y de la mismas organización en general (Arabia Saudita 9,5 MBD; Emirato Árabes Unidos 2,7 MBD; Qatar 658 mil BD), lo que hace que sus posiciones sean determinantes en el organismo.  
 
Muchos opinan que la posición de los sauditas de mantener, o incluso elevar la tasa de producción se debe a una estrategia de “guerra de precios” que busca romper con el dudoso negocio del fracking (fractura hidráulica de las rocas de lutitas que contienen petróleo y gas), tecnología que ha logrado “elevar la producción de petróleo y gas en EE.UU”. Sin embargo, esta “iniciativa” saudita se inscribe en contra de la propia OPEP y, a la vez, se contradice con la realidad misma que se manifiesta en los campos de petróleo de esquistos en EE.UU. 

Los secuaces de las trasnacionales petroleras estadounidenses, las trasnacionales mediáticas y hasta el propio presidente de EE.UU., Barack Obama, canta victoria cuando nos dicen que gracias a la tecnología empleadas en el “fracking” (“fractura hidráulica de las rocas de lutitas) EE.UU. no tendrá de qué preocuparse “porque habrá petróleo para no menos de 100 años” [2], argumentando que los campos de petróleo no-convencional (arenas asfálticas, petróleo y gas de lutitas) reemplazarán el actual declive de producción que se presentan en los campos de petróleo convencional. 

Sin embargo, llama la atención que contrario a lo que afirman los políticos estadounidenses, y especialmente las compañías petroleras de servicio involucradas en el negocio del “fracking”, la propia Agencia Internacional de Energía (AIE) reconoció en 2013 que el declive histórico de la producción de petróleo (convencional y no-convencional) de ese país se reanudaría ésta misma década [3].
 
Todos los medios privados internacionales y los “expertos” tarifados por los lobby’s petroleros se han esforzado en ocultar los verdaderos datos que arrojan todos los mejores pozos de petróleo y gas extraídos de las rocas de lutitas en EE.UU. (de los campos de Texas, Dakota del Norte, Pensilvania, Luisiana y Arkansas). 

Según algunos reconocidos investigadores estadounidenses, entre ellos resalta el experto Richard Heinberg, las reservas probadas y publicadas de estos hidrocarburos han sido completamente exageradas por las mismas petroleras interesadas en el negocio del “fracking”. Y lo que es más grave, Heinber revela que varias compañías petroleras estadounidenses se han ocupado en ocultarnos el hecho significativo que la tasa de producción de los pozos de lutitas en los campos más importantes de EE.UU. tienden a disminuir de forma drástica durante los primeros 36 meses tras la perforación, entre un 80 y 95 %. Por otra parte, el investigador citado también explica que la fractura hidráulica de las rocas de lutitas ha generado un daño ecológico muy grave en EE.UU. Para Heinberg, EE.UU. tendrá a lo sumo un máximo de 10 años de petróleo [4].
 
Las denuncias que van surgiendo contra la técnica del “fracking”, hoy convertidas en bandera de lucha por varios investigadores en el mundo, echan por tierra cualquier posibilidad de elaborar una seria defensa de esa técnica. 

Por esas razones nos deberíamos preguntar: Si realmente el negocio del “fracking” es un fracaso como aseguran algunos expertos, entonces, ¿cuál es el interés del gobierno estadounidense para manipular con esto? ¿Quiénes ganan y quiénes pierden con el “fracking”?     

Esto del “fracking” (fracturación hidráulica de las rocas de lutitas) no es más que una efectiva manipulación publicitaria hecha para influir en los mercados petroleros y promover una estrategia claramente política. 

La perforación de los pozos de gas y petróleo atrapados en las rocas de lutitas, implica costos económicos y ambientales que no se comparan con el valor comercial de esos hidrocarburos. En realidad, se trata de una farsa de los bancos de inversión en Wall Street que hacen que las compañías petroleras ligadas a éstos desarrollen actividades cuya “rentabilidad” solo sirve para maquillar un mal negocio y para que los banqueros e inversionistas de las bolsas cobren sus jugosas comisiones. 

Para nadie es un secreto que la banca de inversión gana mucho dinero inflando burbujas y luego liquidando los activos. Así, cuando estalle esta nueva burbuja del “fracking” sucederá lo mismo que cuando estallaron otras burbujas: no serán precisamente los bancos ni mucho menos Wall Street los que quienes paguen ese desastre sino el pueblo estadounidense. 

Siendo así, ¿podría la corona saudita atentar contra los intereses de las compañías petroleras estadounidense y contra las políticas de seguridad energética del gobierno estadounidense, y luego salir ilesa del intento? ¿Son tan libres e independientes los sauditas como para anteponer sus propios intereses a los de EE.UU. y así jurarle una “guerra de precios contra el “fracking”? 

Para nadie es un secreto que la monarquía saudita es completamente dependiente de EE.UU., puesto que sus intereses económicos y políticos se complementan con las necesidades políticas y económicas de EE.UU. Veamos por qué. 

Según datos publicados y reconocidos hasta por la AIE, EE.UU. no cuenta con suficientes reservas de hidrocarburos como para cubrir sus necesidades energéticas en el futuro cercano. Y más aún, si las tuviese, ese país seguirá importando petróleo y gas de sus colonias árabes y del resto del mundo porque está obligada en hacerlo. 

Para que el modelo económico mundial pactado tras los acuerdos de Bretton Woods en 1945 siga funcionando, y EE.UU. mantenga la hegemonía del sistema, obligatoriamente necesita que los petrodólares estadounidenses sigan inundando los mercados y sirviendo como moneda de transacción y reserva en todo el mundo. Solo de esta manera, las petro-monarquías árabes y otros regímenes pueden seguir financiando la economía del quebrado imperio adquiriendo a la vez bonos del tesoro y depositando las reservas en divisas adquiridas en los propios bancos estadounidenses. 

En realidad, EE.UU. se paga y se da el vuelto con los sauditas, ya que financia el derroche de los monarcas árabes y entrega una parte de la renta petrolera que sirven como dádivas para aquellos pueblos oprimidos. 

Arabia Saudita es el mayor productor de petróleo del Medio Oriente, el segundo mayor productor del mundo después de Rusia y es el país donde reina una de las monarquías más ricas del mundo, pero, también es el lugar donde reinan la pobreza y la corrupción. 

La monarquía saudita es de tipo medieval. Allí no existen libertad de prensa, ni sindicatos, ni libertades políticas, ni derechos para las minorías, ni para las mujeres, ni mucho menos un sistema judicial independiente. Todo el poder del país se encuentra en manos de la casta familiar de los Saud. 

Se conoce que la familia real saudita cuenta con más de 8 mil príncipes (la mayoría de ellos no trabaja), que obtienen importantísimos sueldos, lo suficientemente altos como para mantener sus palacios en la Costa Azul, yates en Marbella, y apartamentos de lujo en Nueva York. La Casa Real percibe el 0,3 % del presupuesto nacional, cuyos ingresos por la exportación de petróleo reportan US$ 20.000 millones al año. La revista Forbes reseñó en 2008 que el rey Abdallah ocupa el tercer puesto en la lista de las personas más ricas del mundo, con un patrimonio de US$ 21 mil millones [5]. Una familia tan grande, corrompida y con muchas ambiciones de poder es también sinónimo de muchos problemas. 

Son muchos los aspirantes a reemplazar al viejo y enfermo rey Abdallah. Aunque los medios oficiales se encargan de difundir imágenes de unidad familiar, las tensiones y pugnas internas entre los principales aspirantes a convertirse en el próximo monarca son cada vez más rudas. Esta situación ha permitido a los lobbys petroleros estadounidenses y al Departamento de Estado jugar abiertamente el papel de árbitros mediadores para la transición. Como nunca antes en la historia de la familia, esta ha sido tan dependiente del extranjero para decidir un asunto doméstico. El próximo monarca saudita será decidido por EE.UU: el más servil cipayo y agradecido con occidente. 

Por otra parte, en los últimos 20 años la población de Arabia Saudita ha crecido de forma exponencial, superando hoy la cifra de 29 millones (uno de los crecimientos poblacionales más altos del mundo), cuya tasa de crecimiento poblacional está calculada en 3.5% (una de las más altas del mundo). A pesar de sus riquezas petroleras, los niveles de pobreza, miseria, desempleo y corrupción son de los más altos del mundo. En las calles de Riad y de otras ciudades abundan los mendigos tanto hombres, como mujeres y niños. Cada vez más, la opulenta realeza saudí es duramente criticada por el pueblo. Ésta casta podrida, dividida y enfrentada por la transición parece no percatarse que se encuentra en medio de una bomba de tiempo a punto de estallar. 

La dinastía saudita, que es también garante de los lugares más importantes de la comunidad musulmana como la Meca y Medina, es la primera responsable de la difusión de las interpretaciones más literales y reaccionarias del Corán. 

Desde que en 1745 el emir Muhamad Ibn Saud, fundador de la dinastía saudita, asumiera confesionalmente la doctrina del reformador religioso Muhamad Ibn Abd al Wahhab (1703-1792), el wahabismo- salafismo, ésta pasó a ser parte de la ideología de todo el reino. 

Los petrodólares sauditas benefician al Complejo Militar Industrial estadounidense (CMI), cuando el reino saudí adquiere nuevos armamentos o paga los gastos de las tropas y las bases militares de EE.UU. en ese país [6]; y también sirven para financiar el yihadismo-terrorista con la anuencia de la Central de Inteligencia Americana (CIA). 

En muchas mezquitas construidas y financiadas por el reino saudita se enseña un Islam falsificado. Estos lugares funcionan como auténticos centros para el lavado de cerebro y reclutamiento de futuros yihadistas. 

Es tanto el descaro saudita que Alwaleed bin Talal, un empresario multimillonario y miembro de la casa real de Arabia Saudita, admitió públicamente que ese país financió al Estado Islámico (EI) para ayudar a combatir y derrocar al Gobierno de Siria. Esa revelación tuvo lugar durante una entrevista concedida el pasado martes a la cadena CNN, en la cual el magnate dijo que Arabia Saudita otorgó apoyo financiero a los extremistas del EI. "Desafortunadamente, algunos en Arabia Saudita financiaron a combatientes extremistas en Siria" [7].
 
Entonces, ¿a quién beneficia la caída de los precios del petróleo? ¿Cuándo volverá el rebote de los precios petroleros? 

Es importante destacar que la caída de los precios del petróleo no conviene a los países productores, claro está, pero tampoco le conviene a las trasnacionales petroleras de servicios encargadas de la explotación de las piedras de lutitas (“fracking”) en EE.UU., puesto que la tecnología requerida para estos trabajos es muy costosa (todos los expertos coinciden que requiere de un piso de más de 60 dólares para no producir a perdidas) un barril de crudo a 60 dólares sería una quiebra segura. 

Una de las respuestas lógicas de ésta locura la dio el mismísimo Fondo Monetario Internacional (FMI) cuando manifestó que la caída del precio del petróleo podría dar un impulso a la economía mundial (occidente) y sostener su recuperación, aún demasiado “desigual”, y al mismo tiempo, golpear las economías de los países productores [8]. Christine Lagarde, jefa de ese organismo, reconoció que los precios bajos del petróleo es una “buena noticia” para las economías centrales (consumidores). Dijo “Habrá ganadores y perdedores pero, en definitiva es una buena noticia para la economía mundial (…) Cuando hay una caída de 30% (…) debería traducirse en un excedente de 0.8% para las mayorías de las economías desarrolladas que son todas importadoras de petróleo” [9]. 

Es evidente que EE.UU. y sus aliados de Europa se plantean promover la recuperación de sus quebradas economías (la revalorización del Dólar y el Euro) por medio del petróleo barato. Lo que se traduce en un ahorro significativo en Divisas estadounidense por cada barril de crudo consumido, y al mismo tiempo, asestar un duro golpe a las economías de países productores como “enemigos de la OTAN” [10] como Rusia, Venezuela e Irán. 

En conclusión podemos decir que: 

1.- El negocio del fracking no es más que otro fraude económico y publicitario de EE.UU. que persigue enriquecer a los inversionistas de Wall Street e incidir en recuperación económica de los quebrados “países desarrollados” *.
2.- Por las razones que hemos expuestos más arriba, Arabia Saudita no puede siquiera imaginar plantear una guerra de precios contra los intereses de las compañías petroleras estadounidenses y su gobierno. Sus anuncios representan un verdadero show mediático que contribuye a la estrategia de EE.UU.
3.- La OPEP se encuentra atadas de manos debido a la posición dominante de las corruptas colonias-monarquías árabes mantenidas por EE.UU.
4.- Países como Venezuela, Argelia e Irán que hicieron un esfuerzo de convocatoria importante para la pasada reunión de trabajo ministerial de la OPEP, deberían replantearse una nueva estrategia para el rescate de ese organismo. La más significativa pasa por promover la incorporación de nuevos países productores como miembros plenos de la OPEP, convocando a los nuevos países productores de África y, especialmente a la Federación Rusa. 

 Ahora la pregunta que resta por responder es  ¿hasta cuándo podrá EE.UU. mantener su incidencia sobre los mercados petroleros? 

Somos de la opinión que el juego estadounidense no durará mucho tiempo.

Fuentes:
[2] Declaraciones públicas del presidente de EE.UU., Barack Obama en 2012
[3] Datos de la AIE http://www.iea.org/
[4] “fracking: el bálsamo milagroso”, Richard Heinberg. 2014.
[6] EE.UU. vende armas a Arabia Saudí. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=177690
[9] FMI dice que precios bajos del petróleo es buena noticia. Por. AFP
[10] OTAN: 65 años inventando enemigos. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=189278

* Es importante destacar que las economías más desarrolladas no es sinónimos de países desarrollados, porque países más pequeños como Suecia, Cuba entre otros presentan índices de desarrollo humano mucho más elevados que varias potencias mal llamadas del primer mundo.


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