Dr. Hugo SALINAS
Una economía basada en la propiedad
colectiva es inevitable, ante tantas atrocidades que se están cometiendo en una
economía y sociedad basada en la propiedad individual: extrema pobreza,
desempleo masivo, grandes áreas geográficas en donde persisten formas de
trabajar atrasadas de miles de años, destrucción del medio ambiente, guerra y
pillaje encubiertos bajo el manto de luchas de religión o de etnias; terracidio
de continentes que destruyen la identidad de los pueblos.
La propiedad individual genera un
comportamiento individualista, egoísta y antigregario. Este tipo de propiedad
limita el trabajo en equipo y, lo que es más grave, distorsiona el reparto del
resultado de la actividad económica, generando grandes desigualdades
socio-económicas como la pobreza, el desempleo y el atraso en las formas de
trabajar. Y estos tres grandes males de los tiempos modernos se agudizan porque
la propiedad individual crea un mecanismo, la configuración mundial, mediante
el cual la casi totalidad del valor agregado por todos los pueblos del mundo,
se concentra en las grandes multinacionales, cuyos centros de poder se
encuentran en los llamados “países desarrollados”. Sin mayor esfuerzo obtienen
multimillonarias ganancias.
¿Es cierto que la propiedad individual
existió desde los inicios del ser humano, y que el comportamiento
individualista es innato en el ser humano? La respuesta es un NO rotundo.
Porque, de los 200 mil años de existencia aproximada del homo sapiens,
190 mil los ha vivido bajo la hegemonía de la propiedad colectiva: sin
desempleo ni pobreza. La propiedad individual con pobreza, y luego desempleo,
se ha impuesto en los últimos 10 mil años. Además, el comportamiento
individualista, egoísta, antihumano, nace con la propiedad individual con quien
se retroalimenta.
Por consiguiente, la respuesta a
nuestros grandes males de sociedad es, de toda evidencia, la propiedad
colectiva; aquella que genera hermandad, facilita el trabajo en equipo y, sobre
todo, la actividad económica tiene por objetivo natural servir y resolver las
necesidades del ser humano.
La pregunta es, ¿cómo estaría configurado
el modelo de economía y sociedad basado en la propiedad colectiva? Previamente
debemos precisar tres aspectos de la cuestión. Primero, la propiedad tanto
individual como colectiva se refiere esencialmente a los medios y equipos de
producción o elaboración de bienes económicos. Segundo, existen actividades
económicas esenciales para el desarrollo de la persona y de la sociedad, tal
como la micro-empresa, que se apoyan en la propiedad individual y que
necesariamente deben tener todas las facilidades para su expansión. Tercero, la
actividad económica deberá ejercerse en una economía de mercado,
entendido como la producción y elaboración de bienes económicos en base a
empresas, las cuales transan sus productos en función de precios expresados en
unidades monetarias.
Son estas consideraciones que nos
inducen a proponer el siguiente modelo alternativo: una economía de mercado
con dos sectores[i]. Es decir, la primera
particularidad del modelo es que debe tomar en cuenta tanto la propiedad
individual como la colectiva. Es esto lo que configurará a una economía de
mercado con dos sectores. En el primero estarán consideradas todas las empresas
a propiedad individual, tanto las actuales como las que se crearán en el
futuro. El segundo sector está a crearse desde cero, y en base a empresas a
propiedad colectiva. Entonces, ¿qué debemos entender por empresas a
propiedad colectiva?
La noción de propiedad colectiva,
aquella que nos ha legado la Humanidad bajo la forma de “comunismo primitivo”
en África y Asia, o como la legada por la civilización Azteca, Maya, Inka y
pre-Inka, tiene una particularidad sustancial que la diferencia tanto de las
cooperativas, de la propiedad social y de las empresas públicas: la
propiedad es de todos y de nadie en particular. Y “todos” se refiere a toda
la población de un país, sin distinción alguna, ni de edad, sexo, color de la
piel, origen o procedencia geográfica.
La propiedad colectiva, entendida como
tal, permite que el resultado neto de la actividad económica de este sector
dos, se reparta entre todos los habitantes del país en igualdad de condiciones.
Es decir, la sumatoria de todas las utilidades generadas por las empresas del
sector dos se repartirán entre todos los habitantes, en partes iguales. De ahí
nace la noción de empresa-país[ii], aquella que será el
nervio del nuevo modelo socio-económico, con el cual se podrá eliminar el
desempleo. Una vez que este sector sea el hegemónico de la actividad económica
se habrá eliminado la pobreza y el atraso en las formas de trabajar.
Pero hay algo más en esto de la
inevitabilidad de la propiedad colectiva. Se trata de la particularidad del
nuevo proceso de trabajo en curso de instalación. Sucede que el proceso de
trabajo de concepción, aquella manera de trabajar que se basa en los
conocimientos que se aplican sobre conocimientos y se elaboran nuevos
conocimientos, crea todas las condiciones para impedir la existencia de una
relación de dominación entre los seres humanos.
Es decir, una vez que la economía
inmaterial sea la forma de trabajar predominante en la economía-mundo, no habrá
forma de servirse de los medios de producción para establecer una relación de
dominación y, con ello, generar las grandes desigualdades socio-económicas
ahora existentes. Esta característica del nuevo proceso de trabajo conduce a la
consolidación de la propiedad colectiva. Este tema, así como el financiamiento
de las empresas-país, los detallaremos en sendos artículos.
Lima, sjl, 21 de diciembre del 2014
[ii] http://bvirtual.bnp.gob.pe/bnp/faces/BVIC/Captura/upload/2011/empresas-pais-gran-transformacion-final.pdf
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