Alocución en el acto celebrativo
En primer término mi agradecimiento a quienes le debemos la realización del
presente acto celebrativo. A Mario, hijo de Don Emilio y Augusto, hermano
de Don Emilio. Así mismo al Rector de la
Universidad Particular Ricardo Palma, formado en las aulas de la universidad de
San Marcos y al historiador Wilfredo Kapsoli, amigo de Don Emilio, celoso
guardián de su obra y difusor de la misma. En todos ellos, don Emilio ha dejado
una huella indeleble. También mi
agradecimiento a todos ustedes por su amable concurrencia.
Hoy día me siento sumamente complacido no solo
por el natalicio de Don Emilio; que constituye una festividad secular y de
jubileo, sino porque a sus cien años tiene capacidad de convocatoria tal como
lo demuestra el pleno del auditorio Corihuasi de la Universidad particular Ricardo
Palma. Su figura traspasa fronteras,
pues, no perteneció a la cultura oficial ni
compitió en el mercado académico; aunque si participó activamente en la
lucha ideológica desde una perspectiva consecuente con su origen social: hizo suyo el método marxista llamado
Materialismo histórico, así lo trasparenta en sus estudios.
Don Emilio investigó fuera de la Universidad y
no necesitó de un estímulo económico para investigar ni para engordar su
currículum académico. No se equivocó el
historiador Pablo Macera, cuando conmovido por el fallecimiento de Don Emilio
escribió una nota que apareció en el diario El Comercio con el título Emilio Choy:
un hombre del futuro.
Hoy 13 de enero del 2015 celebramos los cien
años del nacimiento de Don Emilio. Y,
como todo nacimiento de un niño es motivo de júbilo, debemos de estar
contentos. Ese niño devino en un hombre porque se hizo
asimismo. Se hizo así mismo al quedar
huérfano de padre a temprana edad y por ser el mayor de numerosos hermanos. Don Emilio, es un ejemplo palpable de
resiliencia. Se templó en la lucha por
sobrevivir y sacar a flote a la familia.
Cuando digo que don Emilio se hizo
asimismo he recordado el título original de uno de los libros de Gordon
Childe: Man Makes Himself (1936) publicado en español como Los orígenes de la civilización . Pero mi recuerdo no solo es por asociación
de ideas; sino porque don Emilio fue el introductor en nuestro país del
pensamiento de Gordon Childe.
Don Emilio fue un hombre de principios y se
mantuvo firme y crítico ante lo efímero de Teorías que han periclitado. Sin embargo, desde hace unos años ha
irrumpido La Colonialidad del Poder con
el neologismo colonialidad. Teoría que tiene rating, como se dice de la audiencia de los programas de la
televisión. Ojalá sea promisora para
conocer nuestra realidad y avizorar su transformación. (Los sociólogos somos buenos publicistas para
crear etiquetas de gran impacto).
Don Emilio, lanza en ristre arremetió contra las
figuras consagradas de la intelectualidad en la década del 60 y 70 del siglo XX,
época de auge de la sociología. Da fe de
ello, su comentario crítico al libro Nacionalismo,
Neoimperialismo y Militarismo en el Perú del sociólogo peruano y profesor universitario
Aníbal Quijano. No le agradó que
remozaran al imperialismo con lo de Neo.
Acertado o no, en la argumentación,
destaco la actitud de Don Emilio. Dicho comentario apareció en la revista Ricchay en diciembre de 1972 con el
título:
El imperialismo, el Perú y el señor Quijano.(Reproducido
en el tomo III de Antropología e Historia.Editorial
de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1988, pp. 238/246).
En esa época, aparte de la Universidad de San
Marcos, el Instituto de Estudios Peruanos era el santuario del
academicismo. Además de su labor
editorial, ofrecía conferencias, seminarios y mesas redondas. La más célebre de las mesas redondas, y que
tiene resonancia hasta el día de hoy,se llevó a cabo el 23 de junio de 1965;
fue el conversatorio sobre la novela de José María Arguedas: Todas
las sangres;con presencia de su autor.
Ahí, en un escenario limeño, vapulearon en
grupo a José María Arguedas (1911-1969)
por idealizar el mundo andino. Destacaron por su severidad en la crítica un
flamante sociólogo proveniente del mundo andino y el francés Henri Fabvre. En la noche del mismo día Arguedas se
deprimió y escribió: Creo que hoy mi vida ha dejado por entero de
tener razón de ser (…) no tengo nada que hacer ya en este mundo. Arguedas uno de los valores símbolo de
nuestra nacionalidad, que nos reveló la entraña de nuestro país, no fue tratado
con el respeto que se merecía.
Si alguno de ustedes cree que lo dicho es
exageración, acceda al ejemplar y Cd con la grabación editado primorosamente
por el disciplinado sociólogo de la Universidad católica Guillermo Rochabrún en
junio del 2011.
Bueno, a qué viene a colación la célebre mesa
redonda en el acto celebrativo de los cien años del nacimiento de Don Emilio. Por la sencilla razón de que si en lugar de
Arguedas hubiese estado Don Emilio, cual mosquetero salido de la pluma de Dumas
se hubiera batido gallardamente con todos y cada uno de los integrantes de la
mesa redonda que lo atacara. A Don
Emilio no lo había tamizado la universidad, era chalaco y tenía calle, como dicen ahora los jóvenes para los que están
curados de espanto. Aunque Choy y
Arguedas tenían diferencias en el plano intelectual y de temperamento
mantuvieron una amistad inquebrantable; los unía, el amor por nuestro país.
Aunque su centro de operaciones de Don Emilio no
era la universidad, asistía a los eventos culturales y ahí trabó amistad con un
grupo de jóvenes estudiantes sanmarquinos irreverentes y rebeldes ante el
principio de autoridad. La rebeldía de
los jóvenes se muestran de diversas maneras; una de ellas es el humor. Les
relataré unas de esas mozonadas de las cuales fui testigo y partícipe cuando
estudiaba sociología.
En un examen del curso de Teoría sociológica a un
compañero de clase, Eduardo Parodi, bonachón e inteligente, se le ocurrió
aderezar su prueba escrita con una cita del“célebre pensador alemán Fritz
Müller: la sociología estudia a los grupos humanos y no a los
individuos; estudiar a los individuos es propio de la psicología”. Esta es una verdad de Perogrullo. Pero, el “célebre pensador alemán” nunca
existió fue una invención de Parodi y un ardid para probar la solvencia
intelectual de nuestros profesores y cuestionar el principio de autoridad en la
academia. Esa treta le sirvió a Eduardo
para obtener una nota sobresaliente. Lo
que celebramos con estruendosas carcajadas por haber timado a nuestro profesor
y director de la escuela, que dicho sea de paso lo estimábamos por su carácter
afable.
Otra ocurrencia estudiantil. Esta vez con Aníbal Quijano Obregón, joven y
destacado profesor del cuso de Estratificación social quien publicó en el año 1964
un ensayo: La emergencia del grupo Cholo y sus implicancias en la sociedad peruana. Con Fernando Lecaros, unbrillante alumno de
la primera promoción de sociólogos, criticamosel pertinente ensayo de nuestro
profesor diciendo que mejor hubiera brindado su testimonio o escrito su
autobiografía, ya que el profesor era Cholo.
También con Lecaros criticábamos al mismo
profesor la falta de claridad en su lenguaje y expresión por lo que teníamos
que leer varias veces sus artículos. Recuerdo
una línea de uno de sus artículos: el reordenamiento del eje hegemónico.
Bueno, por eso Don Emilio se sentía a gusto con
los jóvenes iconoclastas. Y nosotros con
él. A su lado, la diferencia de edad no
contaba, aunque lo tratábamos con respeto y admiración.Como decía J.C.
Mariátegui, los afines se juntan.
Concluyo mi tributo al cumpleaños de Don Emilio
con una cita de Carlos Marx, que de haberla escuchado sería de su agrado:
Las
reformas sociales no pueden lograrse nunca mediante la debilidad del fuerte,
sino deben obtenerse siempre gracias a la fuerza del débil
(“Los proteccionista, los librecambistas y la clase
obrera”)
Antonio Rengifo Balarezo
rengifoantonio@gmail.com
Lima, Corihuasi, 13 de enero del 2015
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