miércoles, 14 de enero de 2015

CENTENARIO DE EMILIO CHOY MA: ALOCUCIÓN DE ANTONIO RENGIFO





Alocución  en el acto celebrativo

En primer término mi agradecimiento  a quienes le debemos la realización del presente acto celebrativo.  A  Mario, hijo de Don Emilio y Augusto, hermano de Don Emilio.  Así mismo al Rector de la Universidad Particular Ricardo Palma, formado en las aulas de la universidad de San Marcos y al historiador Wilfredo Kapsoli, amigo de Don Emilio, celoso guardián de su obra y difusor de la misma. En todos ellos, don Emilio ha dejado una huella indeleble.  También mi agradecimiento a todos ustedes por su amable concurrencia.

Hoy día me siento sumamente complacido no solo por el natalicio de Don Emilio; que constituye una festividad secular y de jubileo, sino porque a sus cien años tiene capacidad de convocatoria tal como lo demuestra el pleno del auditorio Corihuasi de la Universidad particular Ricardo Palma.  Su figura traspasa fronteras, pues, no perteneció a la cultura oficial ni  compitió en el mercado académico; aunque si participó activamente en la lucha ideológica desde una perspectiva consecuente con su origen social:  hizo suyo el método marxista llamado Materialismo histórico, así lo trasparenta en sus estudios. 

Don Emilio investigó fuera de la Universidad y no necesitó de un estímulo económico para investigar ni para engordar su currículum académico.  No se equivocó el historiador Pablo Macera, cuando conmovido por el fallecimiento de Don Emilio escribió una nota que apareció en el diario El Comercio con el título Emilio Choy:  un hombre del futuro. 

Hoy 13 de enero del 2015 celebramos los cien años del nacimiento de Don Emilio.  Y, como todo nacimiento de un niño es motivo de júbilo, debemos de estar contentos.  Ese niño  devino en un hombre porque se hizo asimismo.  Se hizo así mismo al quedar huérfano de padre a temprana edad y por ser el mayor de numerosos hermanos.  Don Emilio, es un ejemplo palpable de resiliencia.  Se templó en la lucha por sobrevivir y sacar a flote a la familia.  Cuando digo que don Emilio se hizo asimismo he recordado el título original de uno de los libros de Gordon Childe:  Man Makes Himself (1936) publicado en español como Los orígenes de la civilización .  Pero mi recuerdo no solo es por asociación de ideas; sino porque don Emilio fue el introductor en nuestro país del pensamiento de Gordon Childe.

Don Emilio fue un hombre de principios y se mantuvo firme y crítico ante lo efímero de  Teorías que han periclitado.  Sin embargo, desde hace unos años ha irrumpido La Colonialidad del Poder con el neologismo colonialidad.  Teoría que tiene rating, como se dice de la audiencia de los programas de la televisión.  Ojalá sea promisora para conocer nuestra realidad y avizorar su transformación.  (Los sociólogos somos buenos publicistas para crear etiquetas de gran impacto).

Don Emilio, lanza en ristre arremetió contra las figuras consagradas de la intelectualidad en la década del 60 y 70 del siglo XX, época de auge de la sociología.  Da fe de ello, su comentario crítico al libro Nacionalismo, Neoimperialismo y Militarismo en el Perú  del sociólogo peruano y profesor universitario Aníbal Quijano.  No le agradó que remozaran al imperialismo con lo de Neo.  Acertado o no, en la argumentación, destaco la actitud de Don Emilio. Dicho comentario apareció en la revista Ricchay en diciembre de 1972 con el título:  El imperialismo, el Perú y el señor Quijano.(Reproducido en el tomo III de Antropología e Historia.Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1988, pp. 238/246).

En esa época, aparte de la Universidad de San Marcos, el Instituto de Estudios Peruanos era el santuario del academicismo.  Además de su labor editorial, ofrecía conferencias, seminarios y mesas redondas.  La más célebre de las mesas redondas, y que tiene resonancia hasta el día de hoy,se llevó a cabo el 23 de junio de 1965; fue el conversatorio sobre la novela de José María Arguedas:  Todas las sangres;con presencia de su autor. 

Ahí, en un escenario limeño, vapulearon en grupo a José María Arguedas (1911-1969) por idealizar el mundo andino.    Destacaron por su severidad en la crítica un flamante sociólogo proveniente del mundo andino y el francés Henri Fabvre.  En la noche del mismo día Arguedas se deprimió y escribió:  Creo que hoy mi vida ha dejado por entero de tener razón de ser (…) no tengo nada que hacer ya en este mundo.  Arguedas uno de los valores símbolo de nuestra nacionalidad, que nos reveló la entraña de nuestro país, no fue tratado con el respeto que se merecía.

Si alguno de ustedes cree que lo dicho es exageración, acceda al ejemplar y Cd con la grabación editado primorosamente por el disciplinado sociólogo de la Universidad católica Guillermo Rochabrún en junio del 2011.

Bueno, a qué viene a colación la célebre mesa redonda en el acto celebrativo de los cien años del nacimiento de Don Emilio.  Por la sencilla razón de que si en lugar de Arguedas hubiese estado Don Emilio, cual mosquetero salido de la pluma de Dumas se hubiera batido gallardamente con todos y cada uno de los integrantes de la mesa redonda que lo atacara.  A Don Emilio no lo había tamizado la universidad, era chalaco y tenía calle, como dicen ahora los jóvenes para los que están curados de espanto.  Aunque Choy y Arguedas tenían diferencias en el plano intelectual y de temperamento mantuvieron una amistad inquebrantable; los unía, el amor por nuestro país.

Aunque su centro de operaciones de Don Emilio no era la universidad, asistía a los eventos culturales y ahí trabó amistad con un grupo de jóvenes estudiantes sanmarquinos irreverentes y rebeldes ante el principio de autoridad.  La rebeldía de los jóvenes se muestran de diversas maneras; una de ellas es el humor. Les relataré unas de esas mozonadas de las cuales fui testigo y partícipe cuando estudiaba sociología.

En un examen del curso de Teoría sociológica a un compañero de clase, Eduardo Parodi, bonachón e inteligente, se le ocurrió aderezar su prueba escrita con una cita del“célebre pensador alemán Fritz Müller: la sociología  estudia a los grupos humanos y no a los individuos; estudiar a los individuos es propio de la psicología”.  Esta es una verdad de Perogrullo.  Pero, el “célebre pensador alemán” nunca existió fue una invención de Parodi y un ardid para probar la solvencia intelectual de nuestros profesores y cuestionar el principio de autoridad en la academia.  Esa treta le sirvió a Eduardo para obtener una nota sobresaliente.  Lo que celebramos con estruendosas carcajadas por haber timado a nuestro profesor y director de la escuela, que dicho sea de paso lo estimábamos por su carácter afable.

Otra ocurrencia estudiantil.  Esta vez con Aníbal Quijano Obregón, joven y destacado profesor del cuso de Estratificación social quien publicó en el año 1964 un ensayo:  La emergencia del grupo Cholo y sus implicancias en la sociedad peruana.  Con Fernando Lecaros, unbrillante alumno de la primera promoción de sociólogos, criticamosel pertinente ensayo de nuestro profesor diciendo que mejor hubiera brindado su testimonio o escrito su autobiografía, ya que el profesor era Cholo.

También con Lecaros criticábamos al mismo profesor la falta de claridad en su lenguaje y expresión por lo que teníamos que leer varias veces sus artículos.  Recuerdo una línea de uno de sus artículos:  el reordenamiento del eje hegemónico.

Bueno, por eso Don Emilio se sentía a gusto con los jóvenes iconoclastas.  Y nosotros con él.  A su lado, la diferencia de edad no contaba, aunque lo tratábamos con respeto y admiración.Como decía J.C. Mariátegui, los afines se juntan.

Concluyo mi tributo al cumpleaños de Don Emilio con una cita de Carlos Marx, que de haberla escuchado sería de su agrado:

Las reformas sociales no pueden lograrse nunca mediante la debilidad del fuerte, sino deben obtenerse siempre gracias a la fuerza del débil
(“Los proteccionista, los librecambistas y la clase obrera”)

Antonio Rengifo Balarezo
rengifoantonio@gmail.com
Lima, Corihuasi, 13 de enero del 2015

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