Dr. Hugo SALINAS
Gastón Acurio nos dice que el Perú “es un país rico y que no ha sido
capaz de construir una sociedad próspera. Eso demuestra una ineptitud para
hacer de este país una sociedad justa”[i]. Entrevista publicada en
el diario ABC de España. ¿Por qué no hemos sido capaces de construir una
sociedad próspera? ¿Es realmente la “ineptitud” que traba la construcción de
una sociedad justa? Entonces, ¿cómo construir una sociedad “próspera” y “justa”?
La frase de Gastón Acurio es correcta en toda su extensión. Indudablemente
que somos un país rico en recursos humanos y naturales, pero no hemos podido
construir una sociedad próspera porque, desde la llegada de los españoles, los
gobernantes de la época se orientaron hacia la minería y la agricultura de
exportación primaria, mientras que en Europa ya se estaban sentando sólidamente
los gérmenes de la revolución industrial.
Además, desde el inicio de la República en el Perú, nuestros gobernantes
se convierten, si todavía no lo eran, en gamonales o hacendados en base al
despojo de campesinos o a los terrenos del Estado, aumentan su riqueza gracias
a los fondos públicos provenientes mayormente de la explotación de los recursos
naturales, y de la explotación de los trabajadores nativos y de los esclavos
traídos de África y Asia. Mientras que en Europa y Estados Unidos la revolución
industrial se acelera, aquí en el Perú seguíamos produciendo la tierra con el
buey y la chaquitaclla; y los pocos caminos con el que contábamos eran solo
para el tránsito de acémilas.
En estas condiciones, ¿cómo podríamos alcanzar la prosperidad lograda en
los países del Norte? Y la situación actual no es muy diferente a la de
aquellos días de la “independencia nacional”. Nuestra economía sigue
debatiéndose en su marco tradicional de exportación de materias primas y
producción agrícola para la exportación. Ayer, las personas que manejaron la
colonia eran los enviados del Rey de España, hoy son los CEO (gerentes)
enviados por las empresas mineras multinacionales con sede en los países del
Norte.
Y no solamente perdimos el tren de la Historia al no haber participado
en el proceso de la Revolución Industrial si no que, ahora, con la calidad de
gobernantes y líderes del país que tenemos, estamos perdiendo la ocasión de
participar en el proceso de desarrollo de la nueva economía inmaterial. Los
nuevos productos de la nueva economía se producen, elaboran y comercializan por
todos lados, pero nosotros seguimos insistiendo en la extracción de minerales y
en la agricultura primaria de exportación. En estas condiciones, ¿cómo podemos,
por lo menos, aspirar a sueldos y salarios dignos de la época de la economía
inmaterial?
El otro problema mayor de nuestra época también lo remarca muy bien
Gastón Acurio en la segunda parte de su sentencia: “Eso demuestra una ineptitud
para hacer de este país una sociedad justa”[ii]. Así es, no solamente estamos
largamente atrasados con relación a la forma más moderna de trabajar como es la
economía inmaterial, sino también en las relaciones injustas de repartición del
resultado de la actividad económica. Y este es el problema mayor de los pueblos
del Sur, como es el caso del Perú. Aquí, por el hecho mismo de haber seguido
con la tradición de la dominación española, no hemos ni sabemos rescatar lo más
valioso de nuestro pasado: la propiedad colectiva que facilita alcanzar el
bienestar general, la cooperación en el trabajo, y la hermandad en la relación
social.
El mejor legado de nuestro pasado inka y pre-inka es la propiedad
colectiva. Una forma de propiedad que permite que todos disfrutemos de la
totalidad del resultado de la actividad económica. Y es así, sólo así, que los
trabajadores aman a su trabajo, las personas se sienten integradas a su
sociedad, y se crea una relación de cooperación y fraternidad. Y una persona
que siente que su sociedad lo considera como a uno de sus miembros, en igualdad
de condiciones que cualquier otro, es capaz de entregar lo mejor de sí tanto en
el trabajo como en la vida diaria. De ahí que, por ejemplo, ante un mismo
proceso de trabajo, un esclavo, un pongo o un asalariado, jamás podrá alcanzar
el nivel de productividad de un trabajador de una economía con propiedad
colectiva.
En suma, la economía inmaterial y la repartición igualitaria del
resultado de la actividad económica, son las bases económicas, sociales y
morales para crear las nuevas instituciones que sustenten el Buen Vivir de las
personas. Son estos los dos pilares del modelo socio-económico alternativo que
debemos desarrollar para construir un nuevo Perú. Es sobre estos cimientos que
debemos levantar la nueva institucionalidad que nos conduzca a una sociedad de
fraternidad.
Lima, sjl, 31 de enero del 2015
[ii] Ibid.
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