Dos graves conflictos están resquebrajando Europa,
en Ucrania y en Grecia
La Vanguardia
06-02-2015
El desafío y
el temor a que cunda el ejemplo es lo que une y explica las medidas de fuerza,
contra Grecia en la eurozona y contra Rusia en Ucrania
Los dos
graves conflictos que están resquebrajando Europa, el de Ucrania y el de
Grecia, están unidos por el mismo desafío al principio de autoridad. Europa es
un conjunto de naciones de diferente calidad democrática y PNB, compuesto por
naciones con una larga historia de dominio sobre otras, tanto dentro como fuera
del continente. En sus relaciones internas y externas, el principio de
autoridad y de obediencia debida, es superior y anterior a cualquier veleidad
democrática. Vulnerar ese principio supone castigo. Castigo ejemplar,
precisamente para evitar que cunda el ejemplo. Estamos en ello.
En Grecia la
población ha llevado al poder a un gobierno con el mandato de cambiar la
política de austeridad que ha devastado el país durante cuatro años. Ese gobierno
propone un “nuevo contrato” económico para el conjunto del continente, pues no
solo Grecia sufre de la socialización de las pérdidas bancarias transferidas a
los ciudadanos.
El mero
planteamiento de esto ha sido recibido como un desafío intolerable por los
centros decisorios de la política económica europea; el Banco Central Europeo,
el Ministerio de finanzas alemán, los grandes fondos de inversión, el
Bundesbank, la Comisión Europea, las agencias de calificación o el Fondo
Monetario Internacional. Ninguno de ellos electo y algunos ni siquiera
“europeos”. La respuesta natural de este conglomerado a la petición griega se
parece más al castigo que al diálogo. Eso es, precisamente, lo que apunta la
última decisión punitiva del Banco Central Europeo de suspender uno de los
canales de financiamiento de los bancos griegos.
Detrás de
Syriza está Podemos en España, la izquierda de Portugal, el Sinn Fein
de Irlanda…. La serie está abierta. Las consecuencias de que las sociedades de
otros países, en Europa del Este, en Italia, e incluso en Francia (palabras
mayores), hagan uso de su soberanía nacional y planten un “nuevo contrato”
europeo, podrían ser letales para el orden establecido. La conocida perspectiva
1848 de una “primavera europea de los pueblos”. Un castigo para que no
cunda el ejemplo.
En Ucrania
el desafío decisivo no es el de Kíev a Moscú, sino el que Rusia ha presentado a
Euroatlántida. Por primera vez una potencia regional ha respondido con medidas
de fuerza al avance de la OTAN en su entorno más inmediato. Detrás de Ucrania
ya no hay espacio posible, así que Rusia ha respondido al cambio de régimen
atlantista en Kíev, apropiándose ilegalmente de Crimea (un Kosovo de signo
contrario, pero sin la expulsión de los 200.000 serbios, gitanos y otros, y sin
mediar guerra) y apoyando el Maidán de los ucranianos rusófilos del Este de
Ucrania.
El desafío
de Rusia no es contra el gobierno de Kíev sino contra sus padrinos
euroatlánticos que a lo largo de veinte años han venido ignorando los intereses
de seguridad de Moscú y los acuerdos internacionales y militares, firmados o
prometidos después de la guerra fría. Para Rusia no hay marcha atrás sin
arriesgarse a una descomposición no ya del régimen de Putin, sino,
probablemente, del propio Estado ruso. Traducido al inglés de Estados Unidos:
este es un conflicto en la frontera con México que afecta no solo a la
estabilidad de la presidencia de Obama, sino al Pentágono, la CIA y Wall
Street, y quizá incluso a la independencia de Texas y California.
Esta Rusia
contra las cuerdas que se defiende militarmente, crea con su actitud un
precedente para todos los BRIC´s. Si la acometida occidental se para
militarmente en Donetsk y Crimea, ¿qué pensarán los chinos, los
latinoamericanos, los iraníes e incluso muchos europeos, del principio imperial
de autoridad?, se preguntan en Washington.
Tanto en
Grecia como en Ucrania, lo que se quiere conjurar es el ejemplo, la obsesión
del efecto dominó. Lo que se busca es un escarmiento: tales conductas no
deben repetirse. El suministro de armas a Ucrania por parte de Estados Unidos,
es la respuesta de autoridad del Pentágono que se corresponde con las
medidas del BCE contra Grecia.
El problema
es que aplicado más allá de lo razonable, el principio de autoridad puede
ocasionar consecuencias catastróficas. En el caso de Ucrania se trata del
peligro de una gran guerra. En el de Grecia el peligro es una desintegración de
la eurozona o la partición de la Unión Europea en dos categorías. Las
conexiones son obvias.
Euroatlántida
ya está aplicando en Ucrania la misma política de austeridad que ha levantado a
los griegos; reducir el tamaño del Estado, eliminar subvenciones vitales en la
agricultura y la energía… Pero al lado de Ucrania, Grecia es como una pacífica
y estable Suiza. El malestar social ucraniano -o ruso- no se expresará como el
griego en huelgas generales y elecciones. Ucrania es un país en construcción,
con una tradición de caos y desorden sin parangón en Europa y con unas
disensiones internas (y armadas) en el propio gobierno de Kíev, que pueden
derivar fácilmente en un sangriento conflicto social.
De momento
tenemos un anticipo en el Este del país; 5000 muertos y 450.000 refugiados. Aún
estamos lejos de una segunda Yugoslavia e incluso de algo de consecuencias más
globales, pero nos vamos acercando. Despreciando la diplomacia y el diálogo y
cabalgando sobre el principio imperial de autoridad que preside, hacia adentro
y hacia fuera, las relaciones internacionales de Euroatlántida, podemos ir muy
rápido a un desastre.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=195148
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