28-04-2015
La
campaña y el festejo el 26 de abril en el hotel Bauen dejan varias conclusiones
políticas. En primer lugar, hay que destacar el éxito de una organización como
el Frente de Izquierda y los Trabajadores discriminada y saboteada por los
partidos y los gobiernos capitalistas, nacional y porteño que a, pesar de eso y
gracias al esfuerzo de sus militantes, consigue cerca del 3 por ciento de los
sufragios, más del doble del 1,5 % puesto como barrera exclusionista para
participar en las elecciones generales.
Dado que la mayoría de las listas que decían ser de
izquierda no lograron pasar esa barrera y el derrumbe del centro izquierda,
existe ahora la posibilidad de que muchos de los votantes de esos sectores, en
la elección general opten por no votar ni a la derecha revanchista ni al
kirchnerismo, que triunfó en la interna de las listas oficialistas. Ahora sólo
queda dar el voto crítico al Frente de la Izquierda y de los Trabajadores (FIT)
en las elecciones local y nacional próximas y aprovechar el tiempo y la nueva
situación creada por las PASO para conquistar posiciones en las instituciones
parlamentarias, tan hostiles a los trabajadores.
También se impone una crítica fraternal destinada a
corregir el sesgo meramente electoralista y autoreferencial de la campaña. En
efecto, en ningún momento, en el festejo en el BAUEN del éxito en la PASO, los
oradores recordaron que el 3 por ciento del electorado capitalino quiere decir
que hay que ganar al 97 por ciento del mismo, que sigue direcciones
procapitalistas u oportunistas. No colocaron estas elecciones en el contexto de
la relación de fuerzas entre las clases a nivel nacional, ni en la perspectiva
de la ofensiva capitalista e imperialista a nivel mundial contra los
trabajadores. No hablaron una sola vez de “anticapitalismo” y mucho menos de
“socialismo” y se limitaron a plantear la lucha contra “los patrones” (no
contra el sistema de éstos), olvidando que los kirchneristas combativos y la
misma burocracia sindical combaten, cada uno a su modo y con sus propios objetivos,
a “los patrones” pero siguen siendo procapitalistas. Esta rebaja del lenguaje y
de los conceptos para hacerlos “más populares” (táctica aprendida con el
oportunista Nahuel Moreno) deja la campaña al nivel obrerista primitivo y no
liga la campaña con la lucha socialista, ausente por completo en los cánticos,
las banderas, las consignas, los discursos, las manos que aplaudían en vez de
convertirse en puños alzados.
Si el FIT se da sólo como objetivo “llenar de
legisladores del FIT la Asamblea de Buenos Aires”, en vez de organizar a los
trabajadores para las luchas reales, postelectorales, que planteará la ofensiva
mundial del capital, el éxito del 3 por ciento obtenido será efímero, como lo
fue la performance electoralista de la izquierda en los 80, cuando obtuvo en
Buenos Aires el 10 por ciento de los votos.
Las elecciones no son un objetivo: el objetivo es
utilizar esa tribuna para conquistar puntos de apoyo, crear conciencia y
construir elementos de poder popular. Lo primero de todo es ver cuál es el
nivel político y la conciencia de la mayoría de los trabajadores para hacerlo
avanzar con explicaciones sobre lo que está pasando en el planeta (y, por lo
tanto, también en la Argentina y sobre lo que vendrá en los próximos meses).
Hay que ganar votos, pero sobre todo, educar y organizar.
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