De
las 5,680 Comunidades Campesinas, 287 comunidades campesinas corresponden a la
Región Lima. Las encontramos organizadas en Distritos, y los Distritos
organizados en Provincias y las provincias en región. Ahí tenemos a la
vista la organización política del mapa del Perú y sus Regiones, con sus
Provincias y Distritos. Es de este modo como está re-partido la organización
del factor humano, del capital humano, en la Región Lima como en las demás regiones
que componen el Perú real.
Como se trata aquí de las Comunidades Campesinas en la Región Lima, ubicadas en
su gran mayoría en la sierra limeña y cuya principal actividad económica, desde
tiempos ancestrales, es la agricultura, sumándose a ella,
otras alternas para paliar las necesidades del hambre.
Para tener un conocimiento de principio sobre la realidad de una comunidad
campesina a lo largo y ancho del país, tomemos como ejemplo las comunidades que
comprenden el Distrito de Sumbilca(superficie de 259.38 km2), Provincia de
Huaral, Región Lima.
El
Distrito de Sumbilca está conformado por tres comunidades campesinas: La
comunidad campesina San Cristóbal de Rauma, la comunidad campesina de San Pedro
de Huandaro y la comunidad campesina de San Juan Bautista de Sumbilca. Para
quienes somos hijos nacidos en dichos lugares, sabemos que las comunidades
citadas son predominantemente pueblos de pequeños agricultores-comuneros. Las
pocas parcelas ganadas al sembrío por el sistema ancestral de andenerías, no
dan más que para malcomer; por eso, para mitigar el hambre familiar, es
que el comunero se las busca criando el poco ganado que tiene en las faldas de
los cerros de sus linderos de uso para pastizales, o sirviendo de peón, según
las circunstancias se presenten. Como es de apreciarse, el pequeño parcelero
comunero produce con las justas para su estrecho consumo y con la mano hincada
hacia el cielo porque el año no sea malo. En esas magras condiciones de
producción, le está prácticamente prohibido producir para el mercado nacional.
En
este largo devenir de generación en generación, las comunidades del valle de
Añasmayo, subordinadas a un lento adelanto superficial, se producen un instante
de lucidez en su conciencia con la apertura de la bonanza del cultivo de la
fruticultura. La década del setenta al noventa del siglo pasado marco este
instante. Los comuneros dedicaron sus pequeñas parcelas ubicados en los lugares
cálidos del valle para el cultivo del melocotonero. Sorprendente, las fuerzas
productivas del campesinado comunero, adormitado y deprimido durante siglos,
despertó y libero su potencial nunca visto. Producían los melocotones en
calidad y cantidades nunca visto destinados al mercado nacional. La técnica
moderna en la explotación de la tierra, organizo y disciplino modernamente el
trabajo campesino. Le enseño como el agricultor abastece a la ciudad, y como,
a cambio, la ciudad le envía sus productos. Este hecho elevo
económica, política y socialmente al campesino comunero. Ellos mismos fueron
los autores de la reivindicación de sus fuerzas productivas. Veinte años duro
esta bonanza (1970 a 1990).
La
crisis de esta bonanza coincide con el fenómeno del niño producido en el año de
1990. A raíz de esto, las condiciones climáticas del valle varia, y con ello,
sobreviene la decadencia del cultivo del melocotonero. Desde entonces hasta
ahora, nuestras comunidades del valle del Añasmayo se desvanecen poco a
poco en pobreza y extrema pobreza. Por eso, hoy las parcelas, después de
haber sido verde como una eterna primavera, lucen deprimidas y abandonadas; y
los pocos comuneros que insisten en el cultivo de la fruticultura, tienen una
magra cosecha que no le permite lidiar con los bajos precios de sus
productos en el mercado y el alto costo de los insumos para producirlo, que le
desaparece como competidor con otros productos importados. Mientras subsistan
estas paupérrimas condiciones de producción agrícola en las comunidades
campesinas, el caso excepcional de las comunidades del valle de Añasmayo-Huaral,
no seguirán más que el camino de “una golondrina no hace verano”
Es
este el drama del pequeño agricultor comunero, que es el drama de la comunidad
campesina en general. Y es también la lección, en pequeño, que jamás se ha
tenido un programa general de desarrollo de la agricultura, por el simple
hecho que el problema de la tierra en el Perú no ha sido resuelto hasta hoy, y
como consecuencia lógica de esto: es la desagrarización del país.
Quien
vive de espaldas al pasado no tiene identidad.
Ayer, cuando el Tawantinsuyo, el Ayllu era célula económica y la razón misma de
la existencia del Estado del Incario. Hoy, como comunidad campesina es la
costra de un Estado caduco, deficiente y parasitario.
Quien
vive en el pasado no tiene presente.
Las obsoletas condiciones de producción en el campo no pueden contener a las
nuevas fuerzas productivas, que para desarrollarse, necesita urgentemente
liberar su potencial. El Cambio Social es el que prepara esas
nuevas condiciones de producción para la liberación de las nuevas fuerzas
productivas. Por eso, la perentoria necesidad de la Preparación de la
Organización es una tarea que compete tanto al factor humano del campo
como de la ciudad.
HFD.
04.04.15
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