Página 12
14-04-2015
El
pasado 4 de diciembre, Galeano publicó su última contratapa en Página/12, en
la que se refirió a la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en
Ayotzinapa, México.
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Los huérfanos de la tragedia de Ayotzinapa no están
solos en la porfiada búsqueda de sus queridos perdidos en el caos de los
basurales incendiados y las fosas cargadas de restos humanos.
Los acompañan las voces solidarias y su cálida
presencia en todo el mapa de México y más allá, incluyendo las canchas de
fútbol donde hay jugadores que festejan sus goles dibujando con los dedos, en
el aire, la cifra 43, que rinde homenaje a los desaparecidos.
Mientras tanto, el presidente Peña Nieto, recién
regresado de China, advertía que esperaba no tener que hacer uso de la fuerza,
en tono de amenaza.
Además, el presidente condenó “la violencia y otros
actos abominables cometidos por los que no respetan la ley ni el orden”, aunque
no aclaró que esos maleducados podrían ser útiles en la fabricación de
discursos amenazantes.
El presidente y su esposa, la Gaviota por su nombre
artístico, practican la sordera de lo que no les gusta escuchar y disfrutan la
soledad del poder.
Muy certera ha sido la sentencia del Tribunal
Permanente de los Pueblos, pronunciada al cabo de tres años de sesiones y miles
de testimonios: “En este reino de la impunidad hay homicidios sin asesinos,
torturas sin torturadores y violencia sexual sin abusadores”.
En el mismo sentido, se pronunció el manifiesto de
los representantes de la cultura mexicana, que advirtieron “Los gobernantes han
perdido el control del miedo; la furia que han desencadenado se está volviendo
contra ellos”.
Desde San Cristóbal de las Casas, el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional dice lo suyo: “Es terrible y maravilloso que
los pobres que aspiran a ser maestros se hayan convertido en los mejores
profesores, con la fuerza de su dolor convertido en rabia digna, para que
México y el mundo despierten y pregunten y cuestionen”.
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