ELECCIONES EN MÉXICO
06-06-2015
Este domingo
tendrá lugar un proceso electoral intermedio en el contexto del mayor desastre
nacional en la historia del México postrevolucionario: las ejecuciones
extrajudiciales cotidianas se elevan ya a una cifra cercana a los 150 mil
muertos en una década; las desapariciones forzadas, ese recurrente crimen de
Estado y lesa humanidad, se estiman en más de 40 mil casos, mientras la
práctica de la tortura no cesa, y los desplazamientos internos y externos
rondan el medio millón de personas. Ayotzinapa mostró al mundo el contubernio
entre crimen organizado y crimen de Estado, entre delincuencia y clase
política, entre delito e impunidad. Ha quedado al descubierto la red de
corrupciones y complicidades que como cascada viene desde la cúspide del poder:
el Presidente de la República, su gabinete, el Congreso de la Unión, jueces,
magistrados, funcionarios electorales, entornos familiares, vinculaciones
corporativas, mutuas protecciones y favores, así como fueros castrenses
intocados en una guerra social interna.
Asimismo,
nunca antes el ejercicio de la soberanía ante el poder imperialista
estadunidense, y sobre la política económica, control de los recursos naturales
y estratégicos para el desarrollo y bienestar de la nación, había sido tan
erosionada, con las injerencias de fondo de las agencias militares, policiales
y de inteligencia de nuestros buenos vecinos, así como con las reformas
estructurales y leyes reglamentarias que han aniquilado los fundamentos y la
esencia misma de la Constitución de 1917. Considerar las exploraciones y
explotaciones mineras y petroleras de compañías privadas nacionales y
extranjeras como preferentes sobre cualquier otro uso de la tierra significa,
en los hechos, una felonía a lo establecido en el artículo 27 constitucional,
así como una entrega sin condiciones al capital trasnacional del territorio del
país y sus recursos. Representa también una desposesión agraria de enormes
proporciones que está provocando resistencias de dimensiones también
históricas, que la clase política pretende minimizar.
A lo largo
de los trabajos del Tribunal Permanente de los Pueblos, el concepto desvío de
poder contribuyó a comprender lo que ocurre en nuestro país y a tipificar los
actos criminales que han cometido reiteradamente los gobiernos neoliberales.
Este desvío es definido como: a) el uso faccioso del derecho y los poderes del
Estado para favorecer los intereses de los grandes capitales trasnacionales,
así como para perseguir y afectar las garantías de los pueblos; b) la
aplicación de una ingeniería constitucional e institucional dolosa que
configura un estado de guerra social permanente y ocupación interna, una
situación estructural, sistemática y de largo plazo por la que el edificio
jurídico del Estado se abre a las corporaciones, mientras se cierran los
canales legales a la población, que se ve obstaculizada en sus anhelos de
justicia por las mismas entidades que deberían defenderla; c) la violencia,
despojo, fragmentación y devastación como programa de gobierno; d) el abandono
por parte del Estado de su deber primordial de velar por el interés general de
la sociedad para satisfacer los intereses de corporaciones y grupos
particulares; e) el ejercicio institucional y estructural por parte del Estado
como guardián de los intereses privados para facilitar la mundialización
capitalista, utilizando su capacidad coercitiva contra toda discrepancia u
oposición al modelo.
Presento
esta apretada sinopsis de la trágica realidad nacional porque en frecuentes
análisis y exhortos sobre la sacralidad del ejercicio ciudadano del voto y los
argumentos chantajistas sobre que la nulidad y el abstencionismo hacen el juego
a la derecha, no se toman en cuenta estas violencias de Estado ni la naturaleza
criminal y entreguista del mismo; tampoco se asume el grado de descomposición
de la clase gobernante y la crisis terminal de los partidos políticos. Se parte
de un análisis formal y atemporal de la democracia representativa, sin
profundizar críticamente en la historia de los últimos procesos electorales; se
pasan por alto las reacciones nada autocríticas de las dirigencias partidistas
frente al fraude sistemático, persistente y multiforme. En particular, no se
examina hasta qué punto la corrupción estructural de la izquierda
institucionalizada ha llegado a penetrar prácticas, formas y contenidos de
agrupamientos políticos que se autoafirman la esperanza de México; no se indaga
sobre el tipo de democracia tutelada que imponen los poderes fácticos y los
gobiernos trasnacionalizados, despojada de toda posibilidad de cambio real y
basada sólo en la alternancia de partidos que una vez en el poder, son
asimilados a la maquinaria de la actual forma de dominación capitalista.
El subcomandante
Moisés, vocero actual del EZLN, durante el seminario El pensamiento
crítico frente a la hidra capitalista, afirmó que su organización no llama
a no votar ni tampoco a votar: “Como zapatistas que somos lo que hacemos, cada
que se puede, es decirle a la gente que se organice para resistir, para luchar,
para tener lo que se necesita…Lo que nos interesa es conocer más de cómo
resistimos y enfrentamos las muchas cabezas del sistema capitalista que nos
explota, nos reprime, nos desprecia y nos roba… Nosotros entendemos que hay
quienes creen que sí van a poder cambiar el sistema con votar en las
elecciones. Nosotros decimos que está cabrón porque es el mismo mandón el que
organiza las elecciones, el que dice quién es candidato, el que dice cómo se
vota y cuándo y dónde, el que dice quién gana, el que anuncia y el que dice si
fue legal o no. Las soluciones las hace el pueblo, no los líderes, no los
partidistas. Y no es que lo estamos diciendo porque se escucha bonito. Es
porque ya lo vimos en la realidad, es porque ya lo hacemos. Nosotr@s zapatistas
decimos que no se le debe tener miedo a que el pueblo manda. Es lo más sano y juicioso.
Porque el pueblo mismo va a hacer los cambios que verdaderamente necesita. Y
sólo así va a existir un nuevo sistema de gobernar”.
Votar para
entregar nuestra representación en una clase política repudiada por el pueblo
es acción de un día. Organizarse para construir o fortalecer poder popular
desde abajo es un quehacer de toda la vida.
Elecciones inéditas
06-06-2015
El escenario preelectoral contiene elementos
inéditos, que nos previene de una jornada con resultados y dinámicas
poselectorales con componentes novedosos.
El escenario
preelectoral de descontento en muchos sectores y territorios del país que están
convocado a la violencia contra las instituciones electorales, al boicot
electoral, al voto de repudio político, mal llamado, por el efecto jurídico,
voto nulo, la participación, por primera vez, de candidatos independientes, un
INE rebasado por la actuación ilegal de los partidos y un ejecutivo intentando
ganar votos, de manera anticonstitucional, negociando su reforma madre, la
llamada educativa; estos son algunos elementos que se presentan por primera
ocasión en un proceso electoral y en dimensiones insoslayables.
Esperemos,
aunque los riesgos existen, que la violencia no enlute a familias ni a la
jornada. Y lo que no podremos negarnos aceptar, son las siguientes
posibilidades, que pueden resultar muy interesantes si se capitalizan en el
periodo interelectoral.
Uno. La
posibilidad de que por el enojo y descontento no se realicen elecciones en
algunas secciones y quizá distritos o municipios, mensaje claro de
deslegitimación del sistema político electoral, por parte de algunos sectores.
Dos. La
posibilidad de que la abstención, por obstrucción o voluntad política propia,
sea mayor a la de procesos electorales anteriores, aunque distribuida de manera
desigual, con alta participación dónde si hay alternativas electorales.
Tres.
Incremento del voto de repudio político, desvirtuado por el discurso oficial
del voto nulo, porque partidos y gobernantes saben que entre una alta
abstención, anulación y voto por candidatos políticamente de ruptura,
eufemísticamente llamados independientes – que no lo son y sí son de ruptura-
como en su momento y guardando las proporciones, lo fueron: Madero,
Vasconcelos, Andrew Almazán, Henríquez Guzmán, el Dr. Nava en San Luis Potosí,
Adalberto Rosas en Sonora, Barrios en Chihuahua, el Ingeniero Cárdenas en 1988
y 1997, Fox en el 2000 y López Obrador en 1998 en Tabasco y en el 2006-2012 a
nivel nacional, Alfaro en Jalisco en el 2012 y 2015 y posiblemente en el 2018,
Kumamoto en el distrito 10 de Zapopan, Cluthier en el 4 de Sinaloa y el Bronco
en Nuevo León. Los partidos en el poder saben que el incremento de estos tres
factores; abstención, anulación, voto independiente y el voto a los partidos
pequeños, los dinamitará, porque son votos de repudio y aunque ganen, su
porcentaje de votación caerá.
Cuatro.
Algún posible triunfo de candidatos independientes y partidos de reciente
registro.
Quinto.
Incremento de elecciones cerradas, de impugnaciones ante el Tribunal Federal
Electoral y conflictos poselectorales.
La suma de
todas estas posibilidades inéditas por lo novedoso o por la magnitud, si se
capitalizan, asentadas las aguas electorales, desde una mirada de
reconstrucción constitucional y con ello del sistema político mexicano, del
sistema de partidos, del sistema electoral, del sistema educativo, del sistema
de justicia, de la función pública, de la gobernanza democrática y del modelo
económico en su relación con la desigualdad y los recursos naturales, el
proceso electoral del 2015 nos ilusiona con la posibilidad, no de lo inédito y
novedoso; sino de su potencial fundante de un nuevo ciclo para México y los
mexicanos. A dos días, nos queda emplearnos a fondo y cruzar los dedos.
Tu voto hay
que vigilarlo antes y durante el proceso electoral. El resultado de tu voto hay
que cuidarlo al convertirse en poder.
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