Joan Martínez Alier
14/06/15
Un eslogan político que
se oye en China y también en la Unión Europea es que la economía debería ser
circular. Los activistas que luchan contra la avalancha y el desperdicio de la
basura doméstica, a veces usan el eslogan residuo cero, zero waste, que
se parece un poco a ese eslogan oficial. Es decir, hay que disminuir los
residuos y hay que reciclar los que se producen. ¿Quién podría estar en contra?
¿Cómo funcionaría una
economía circular? Por ejemplo, entra aluminio en la economía procedente de la
minería de bauxita, el proceso consume mucha electricidad y deja un barro rojo
tóxico. Ya no más: vamos a reciclar todo el aluminio que producimos y usamos,
reciclar todas las latas y todos los marcos de ventana, además los vamos a
hacer más finitos e igual de resistentes. Se acabó la minería de bauxita. Se
gasta además –suponemos– menos energía para reciclar que para producir el
aluminio. ¡Qué bien!
Como ha escrito Jesús
Ramos Martín, bajo la ilusión de la economía circular, parecería que el
crecimiento puede continuar de manera ilimitada, pues reciclaremos los residuos
y los convertiremos en nuevos recursos. Por si fuera poco, si cada vez somos
más eficientes en el uso de recursos, vamos a necesitar menos cantidad de los
mismos. Pero ahí aparece una paradoja (la Paradoja de Jevons): la mayor
eficiencia abarata el costo, y por tanto puede llevar a un mayor uso.
Además, veamos algunas
cifras sobre el uso mundial de materiales y la falsa ilusión de una economía
circular. ¿Cómo funciona realmente la economía mundial? Un artículo reciente de
Willi Haas y sus colegas vieneses en el Journal of Industrial Ecology da
algunas cifras. Recuerden que la población mundial es de algo más de 7 mil
millones. Todas las cifras que siguen están también en miles de millones de toneladas
(o lo que es lo mismo, gigatoneladas, GT), de manera que vemos que el uso de
materiales por persona y año es de alrededor de ocho toneladas en promedio
–pero en la India es solamente cuatro, y en Estados Unidos más de 20. Ese uso
de materiales por año se divide en las siguientes categorías:
Doce GT de combustibles
fósiles (petróleo, gas, carbón) que en su casi totalidad van para ser quemados
en la producción de electricidad o consumo doméstico, o en el transporte, es
decir se usan como fuentes de energía. Son como fotosíntesis embotellada hace
millones de años, la descorchamos y allá se va. No se puede quemar dos veces.
El calor se disipa, por la segunda ley de la termodinámica o ley de la
entropía.
Diecinueve GT de
biomasa, para muchos usos distintos, la alimentación del ganado o directamente
la alimentación humana (un kilogramo al día, más o menos), la producción de
pasta de papel (eventualmente, una parte del papel es reciclado), la producción
de madera para construcción, y la mayor parte de madera para quemar. Gracias a
la fotosíntesis, esa biomasa se produce cada año otra vez, gracias a la energía
solar y al agua, pero no se recicla más que en una pequeña parte. Además, los
nutrientes (fósforo, potasio, nitrógeno) no regresan a los campos, en general.
Mientras en algunos lugares faltan, en otros son producidos en exceso, llevan a
la eutrofización de los cursos de agua por el exceso de nutrientes, o
contaminan la napa freática con nitritos.
Veintidós GT de
materiales de construcción, arenas y gravas para cementos. Esa extracción suele
dañar el ambiente, pero además esos materiales apenas se reciclan. Aumenta el stock
acumulado en los edificios, autopistas. Se puede discutir si se podría reciclar
en mayor parte, y tal vez una economía sin crecimiento podría usar únicamente
viejos materiales de construcción reciclados para reponer infraestructuras y
rehabilitar viviendas. Estamos muy lejos de esta situación, no sólo porque la
economía mundial todavía crece sino porque resulta seguramente más caro el
reciclaje que la nueva extracción.
Por último, el cuarto
sumando, a nivel mundial, es 4.5 GT de materiales metalíferos (de los cuales la
mayor parte se convierte en escorias y relaves), ingresando en la economía en
promedio menos de una GT de metales ya concentrados y refinados. Algunos son de
más fácil reciclaje que otros.
En conjunto, lo que se
recicla actualmente en el mundo no es más de 6 por ciento de los materiales
extraídos. Estamos lejísimos de una economía circular. Una economía que
funcionara exclusivamente con energías renovables también sería entrópica, sin
duda, pero dependería del flujo continuo de energía solar. Tal vez consiguiera
reciclar todos los materiales, llevando a cero la extracción nueva. Estamos muy
lejos de esta situación.
Joan
Martínez Alier es catedrático de teoría económica
de la UAB. Amigo y colaborador de SinPermiso es un investigador pionero
en el campo de la economía ecológica.
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