Comité
para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM)
El salmón
contracorriente
22-08-2015
El Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer
Mundo reedita en 2015 su informe Las cifras de la deuda en el que, desde hace
años, busca describir el “sistema deuda” del que se ha revestido la
globalización. Exponen todo un elenco de datos que no deja lugar a dudas de quién
se beneficia con este sistema. Gracias al estudio podemos ver cómo el mecanismo
que se usó en un principio en los llamados países del Sur, se ha ido aplicando
también en el Norte, especialmente a partir de 2008.
Deuda y
desigualdad
Una de las ideas que este documento quiere resaltar
es la fuerte relación entre endeudamiento y desigualdad. El informe habla de
“escándalo mundial de primer orden” para referirse a esta situación. Para
justificar esta aseveración aportan algunos datos reveladores. En 2013 el 0.7%
de la población mundial (32 millones de personas) acaparaba el 41% de la
riqueza, mientras que el 68.7% (3.200 millones) se tenía que repartir solo el
3% de la riqueza. Son datos que ha confirmado otro documento de Intermón Oxfam
[1] que afirma que las 80 personas más ricas del mundo tienen la misma riqueza
que el 50% más pobre. Para colmo, estos datos forman parte de una tendencia que
va a más: el mundo cada vez es más desigual y cada vez hay mayor concentración
de la riqueza.
Según el informe, las causas del aumento de la
desigualdad son tres: el empeoramiento de la participación de los salarios en
el PIB, el aumento de la regresividad fiscal [2] y el aumento de las
desigualdades de género.
La deuda
del sur
En la génesis de la deuda del Sur hay que señalar
varios factores. En primer lugar, en la década de los 70 se experimenta la
profundización de la globalización con su hecho más determinante, la
liberalización de los movimientos de capitales. Además, en aquellos años los
bancos occidentales se encontraron con liquidez extra gracias a los
petrodólares, que necesitaban invertir para obtener beneficio.
Por otro lado, los países pobres, que necesitaban
fondos para financiar proyectos para industrializarse, aceptaron gustosamente
los préstamos que les ofrecían. Las condiciones de éstos incluían tipos de
interés variable, que los hicieron atractivos en principio. Estos tipos estaban
vinculados al tipo de interés oficial estadounidense, el cual subió enormemente
a finales de los 70. De unos tipos del 4-5% se pasó al 16-18%. A ello se unió
la caída de los precios de las materias primas de las que tan dependientes eran
los países en desarrollo. De la noche a la mañana, el monto a reembolsar era
mucho mayor, mientras los ingresos decrecían. El mecanismo por el cual un
préstamo inicial se convertía en una bola de nieve que iba en caída y
aumentando su volumen estaba en marcha.
Las cifras muestran a las claras que el problema no
hace más que aumentar. Desde los años 70 hasta 2012 los montos de África y
Oriente Medio, por un lado, Asia y países PECOT [3] , por otro, y, finalmente,
América Latina, se multiplicaron por 73, 102 y 165 veces, respectivamente.
Sin embargo, el dato que delata la flagrante estafa
del mecanismo de la deuda salta cuando calculamos cuántas veces se ha pagado el
monto inicial. África y Oriente Medio pagaron 145 veces su deuda inicial, Asia
(y PECOT) 163 veces, pero la palma se la lleva América Latina, que ha pagado
407 veces su monto inicial. Resulta evidente que la deuda externa se ha
convertido en un “instrumento de bombeo de recursos económicos de los países en
desarrollo a los países acreedores”. Tanto es así, que si se calculan las
transferencias netas [4] se puede concluir que los “países en desarrollo son
acreedores netos de los países desarrollados”.
La deuda
del norte
La génesis de la deuda del Norte nos es más
conocida puesto que su explosión se da con la crisis de 2008. Para el caso
europeo [5], en el informe nos señalan cuatro causas. Primera:
los ingresos tributarios han ido decayendo debido a las políticas neoliberales
de adelgazamiento del Estado. Además y debido a Maastricht, se impide que los
Estados se financien por medio de bancos centrales, lo que resulta bastante más
caro. En tercer lugar, las medidas de austeridad fervientemente aplicadas y,
por último, los rescates bancarios realizados en toda la Unión Europea.
La gigantesca suma de dinero entregada
solícitamente a los bancos, además de ayudas como avales y otras garantías,
supone una sangría sin igual. Se trata, como dice el informe, “de una verdadera
bomba de tiempo para los Estados que, además de la socialización de las
pérdidas, socializan los riesgos de las finanzas privadas”.
De tanta gravedad como el hecho anterior es la
mencionada imposibilidad de que los Estados se financien a través de bancos
centrales. Esto conlleva que los Estados paguen un precio mucho más alto para
financiarse. Se ha calculado el sobrecoste pagado por algunos países. Por
ejemplo, si Bélgica hubiera tenido un banco central que le financiase, su deuda
habría estado alrededor de 34% en 2012, en lugar del 100% que acumuló. Para el
caso español, Eduardo Garzón ha calculado que tal dato habría sido del 14% en
lugar del 87%.
El informe también describe la evolución de la
deuda de los Estado Unidos, cuyo vertiginoso aumento hunde sus raíces en la
década de los setenta, cuando se instaura el “sistema deuda” que hoy conocemos.
Con la crisis, las cifras del rescate bancario estadounidense son escandalosas
y alcanzan más de 3 billones en ayudas directas.
Un mismo
sistema
A pesar de que las génesis de la deuda del Sur y
del Norte tengan diferencias, encontramos similitudes sobre todo en los
mecanismos que las generan y agravan y en las consecuencias que ocasionan.
En primer lugar, cuando estallan las crisis de
deuda la reacción clásica ha sido recetar medidas de austeridad, que acaban
empeorando la situación y convirtiendo el endeudamiento en estructural.
Comienza una espiral que se retroalimenta y de la que no se puede salir. Estas
políticas conllevan el progresivo empobrecimiento de la mayor parte de la
población, junto con la creciente acumulación de recursos por parte de las
élites. Las desigualdades se agravan y el poder de los ricos aumenta,
propiciando el llamado goteo inverso. Esta es la situación en la cual
las rentas de las capas bajas son absorbidas (por medio de los intereses de los
permanentes préstamos, la socialización de las pérdidas, las amnistías
fiscales...) por el 10% más rico.
En conclusión, “el sistema deuda implica la utilización
de recursos públicos para pagar a los acreedores en detrimento de la
satisfacción de necesidades y derechos de la población”. No dejen de leer el
informe si quieren saber qué propone CADTM para intentar parar esta rueda.
Notas:
[1] Oxfam Internacional, Riqueza: tenerlo todo y
querer más, 2014
[2] Un sistema fiscal puede ser más o menos
regresivo en función de que los impuestos vayan dirigidos a los trabajadores, a
los consumidores en general, a los grandes patrimonios, etc. De esta manera,
pueden considerarse muy regresivas la reformas fiscales impuestas en Europa en
los últimos años, donde, por ejemplo en Grecia, la presión fiscal de los hogares
pobres griegos (que han sufriendo una merma del 86% en sus ingresos) ha subido
¡un 337%!
[3] Países de Europa Central y del Este y Turquía
[4] es la diferencia entre el monto recibido por
los préstamos y el total de los pagos (capital más intereses) durante un mismo
periodo
[5] Entendiendo Europa como exclusivamente la Unión
Europea.
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