29-09-2015
Traducido
del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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Es el drama de suspense geopolítico fundamental de
la temporada: ¿Terminará por decidir el presidente de EE.UU. Barack Obama
reunirse con el presidente ruso Vladimir este viernes o durante la Asamblea
General de las Naciones Unidas la semana próxima en Nueva York?
El elemento de cambio real de Rusia en Siria –no
solo la entrega de armas sino la perspectiva de una verdadera intervención de
la Fuerza Aérea Rusa– hizo tambalear a Washington.
El ministro de Exteriores sirio Walled Muallem puso
de manifiesto a RT que la participación rusa directa en la lucha contra
EI/ISIS/ISIL/Daesh y esos “moderados” (denominación neoconservadora
estadounidense) de Jabhat al-Nusra, también conocida como al-Qaida en Siria, es
aún más importante que la entrega de armas.
Washington, mientras tanto, se mantiene enzarzado
en un agujero negro geopolítico en lo que a la estrategia de Putin se refiere.
La reacción del Gobierno de Obama dependerá de cómo se reciba en el mundo el
discurso de Putin en la ONU y de cómo se comporte la frenética diplomacia
relacionada con el teatro de guerra sirio.
Es ingenuo interpretar el fortalecimiento militar
ruso como una simple muestra de fuerza, una invitación a los estadounidense a
sentarse finalmente y discutir todo, desde el sudoeste de Asia hasta Ucrania.
También es ingenuo interpretar la acción como
desesperación de Moscú por algún tipo de diálogo, cualquier diálogo. No existe
ninguna ilusión en el Kremlin. Obama y Putin intercambiaron unas palabras en
Pekín el año pasado y eso es todo; ninguna visita oficial, ninguna reunión
detallada.
Lo que es seguro es que la última jugada de ajedrez
de Putin conlleva el potencial de romper en pedazos la “estrategia” post-Maidan
del Gobierno de Obama de aislar a Rusia. De ahí el predecible temor, la
aversión y la paranoia que invaden Washington.
Los antiguos hábitos de la Guerra Fría 2.0 tardan
en morir, si mueren. Washington puede extender el proverbial “apoyo financiero”
al Estado fallido en bancarrota de Ucrania y permanecerá la presión sobre la UE
para mantener las sanciones durante todo 2016. El “Mundo de los think tanks
sigue perorando frenéticamente que el Gobierno de Obama “no está listo” para
llegar a un trato con Rusia.
Bueno, por lo menos la Casa Blanca y el
Departamento de Estado parecen haber terminado por comprender que esos Sukhois
y misiles tierra-aire que ahora están en Siria, se encuentran allí para
proteger la base aérea Latakia. El Pentágono tuvo que explicar a un
desorientado John Kerry, son para “protección de fuerza”.
El nuevo envío incluye 4 jets de combate de
múltiple uso Su-30SM, 12 jets de ataque terrestre Su-24 y seis posibles
helicópteros de ataque Ka-52. Según IHS Jane’s, estos proveen “una
capacidad significativa de atacar a rebeldes opuestos al Gobierno sirio y de
asegurar Latakia, la tierra natal del presidente Bashar al-Asad”.
La aclaración tuvo lugar después de que el jefe
supremo del Pentágono Ash Carter y el ministro de Defensa ruso Sergei Shoigu
tuvieran una conversación telefónica de 50 minutos. El hecho de que haya sido
su primera conferencia telefónica en más de un año dice todo lo que se necesita
saber sobre la capacidad “diplomática” del Gobierno de Obama.
Inevitablemente, Kerry tuvo que cambiar el tono.
Las armas ya no provocan “serias preguntas”. Ahora Kerry dice esencialmente que
Moscú tiene derecho a fortalecer su impulso por la paz en Siria y la Casa
Blanca ya no fastidia sobre la partida de Asad, mientras haya una “transición”.
Atención al tablero de ajedrez
Se espera que Putin presente algo sensacional en la
ONU. Pensad un momento en las "marionetas" de la política exterior
del Gobierno de Obama, incluyendo la célula neoconservadora en el Departamento
de Estado. Putin, bajo la atención de la opinión pública global, colocará la
derrota total de EI/ISIS/ISIL/Daesh como el tema geopolítico clave de estos
tiempos, comprometerá a Rusia en este sentido y propondrá que “Occidente” se
sume al esfuerzo.
Escenario 1: Washington y sus acólitos de la UE deciden apoyar
la acción rusa, o por lo menos hacer que la coalición dirigida por EE.UU. de
sórdidos oportunistas trabajen codo con codo con Rusia e Irán. Esto
significa ayudar a Damasco a ganar una verdadera guerra contra el terror (del
“Califato”). “Asad debe irse” puede incluso suceder posteriormente. Pero se irá
como vencedor. El Gobierno de Obama –así como Erdogan, Catar y la Casa de
Saud– serán considerados responsables en todo el mundo de prolongar una
tragedia que podría haberse resuelto en 2012. Y se reconocerá a Rusia
como la máxima defensora de la civilización contra la barbarie.
Escenario 2 : Washington y sus acólitos de la UE se niegan a
actuar codo con codo con Rusia y siguen basándose en el desastroso
desempeño de la coalición de los sórdidos oportunistas, por ejemplo, como en
los bombardeos de los kurdos y no del EI por Erdogan y los franceses realizando
insignificantes ataques aéreos invocando la “autodefensa” (no lo estoy
inventando, es la versión oficial del Palacio del Elíseo). Todo el mundo lo
interpretará como lo que es: el combo OTAN-CCG no está realmente interesado en
destruir a los salafi-yihadistas. Imaginad el catastrófico efecto diplomático/geopolítico
de cinco años de apoyo de OTAN-CCG a yihadistas de la línea dura.
Y por supuesto existe la coda: si el empuje del
Ejército Árabe Sirio y de los militares rusos contra el EI tiene éxito,
adivinad quién se llevará el mérito.
Por lo tanto Putin gana en ambos escenarios.
Olvidad la despiadada demonización, los memes sobre el nuevo Hitler-Stalin.
“Putin el Grande” no será nada menos que el Perseo eslavo, el exterminador de
la Medusa yihadista.
Vuelve la gran potencia
Pero hay mucho más. Sea cual sea el escenario, 1 o
2, Putin simultáneamente planea una jugada final respecto a Ucrania, que
involucra el fin de sanciones, probablemente en 2017. Las naciones que
realmente cuentan en la UE quieren eliminarlas. Y lo harán si Putin hace lo que
ellos no pueden hacer, destruir el “Califato” que está enviando oleadas de
refugiados hacia la Fortaleza Europa.
Aquí deduje que cualquier paz posible en Siria se
deberá a Putin. Ahora imaginad las consecuencias. Rusia de vuelta como la
verdadera nación indispensable en Oriente Próximo y más allá. Y Rusia de vuelta
como gran potencia, punto y aparte.
Algunos signos de vida inteligente en la UE lo
anticipan. Aparece Helene Carrère d’Encausse, historiadora experta en Rusia y
miembro de la venerable Académie Française desde 1990, de la cual es secretaria
perpetua. Madame d’Encausse entiende claramente que Putin se ve heredero de
Pedro el Grande, un gran modernizador.
E incluso mientras reconoce que Europa ya no es el
centro del mundo. Putin no es un adversario de Europa. No obstante cree
firmemente que para los estadounidenses y los europeos Rusia es un país al que
se puede tratar con desdén. Es imperativo revertir esa situación.
El proyecto de "Putin el Grande" es hacer
que Rusia recupere su status de gran potencia. Cuando fue elegido a la
presidencia en el año 2000 –lo recuerdo bien, estuve en Moscú cubriendo el
evento– Rusia se encontraba en un caos total, perpetrado por el neoliberalismo
desbocado. Putin devolvió a Rusia a su estado anterior.
Lo que quiere sobre todo –contrariamente a las
estupideces superficiales que reinan en el mundo de los think-tanks de
EE.UU.– no es rehacer el imperio ruso o soviético, sino liberarse para siempre
de la humillación de los años 90 –la década de los saqueos– y devolver su
orgullo a la nación. Basta con ver su nivel de popularidad: el 85 % de los
rusos –y siguen aumentando– están de acuerdo.
Este artículo apareció primero en RT.
Pepe Escobar es el corresponsal itinerante de Asia
Times/Hong Kong, y analista para RT y TomDispatch .
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