FRENTE
(3-6) FRENTE PARA LAS
ELECCIONES DE 2016
I
UNÁMONOS EN UN SOLO BLOQUE ELECTORAL DE IZQUIERDA
POR LA CONQUISTA DE UN GOBIERNO PROGRESISTA
DEMOCRÁTICO Y PATRIÓTICO
Las fuerzas progresistas de izquierda tenemos el
deber de asumir nuestras responsabilidades para enfrentar la actual crisis
política, luchando por darle una solución al servicio de los intereses del
pueblo y la patria.
LA BANCARROTA DEL NACIONALISMO Y EL VIRAJE HACIA LA
DERECHA
Lo primero, es reconocer una inocultable realidad:
el viraje de Humala hacia la derecha y su incapacidad para gobernar han
afectado seriamente al conjunto de las fuerzas progresistas y populares.
Después de casi una década de promesas de cambio, con la participación activa
de la izquierda, la traición y actual bancarrota del nacionalismo gobernante
está empujando a diversos sectores sociales hacia la derecha y la extrema
derecha.
Esta conducta política de capas sociales de
“arriba” y “abajo” está siendo magnificada, malintencionadamente, por los
grandes medios de comunicación controlados por la Nueva Oligarquía. Y tiene el
claro objetivo de sepultar al progresismo que se desarrolló en los últimos
lustros, en particular, desaparecer las huellas de las victorias del 2010 y
2011. Los poderes mediáticos, la supuesta prensa independiente, los analistas y
las encuestadoras están sacando el máximo provecho de los múltiples temores de
la población ante la posibilidad de que estalle la crisis económica, la evidente
proliferación de la criminalidad, la violencia en las calles y la crisis del
gobierno; abierta o sutilmente difunden un mensaje: “Nunca más la izquierda en
el gobierno, para que no se repita la crisis y la violencia de la década del
80”.
La campaña mediática contra Nadine Heredia, hasta
hace poco engreída de los medios derechistas, es parte de los planes de las
fuerzas más reaccionarias. Ahora la golpean severamente, aprovechando que
asumió un rol más allá de sus facultades y capacidades y de su intromisión
indebida en las decisiones del Estado. Ciertamente, los destapes y las
denuncias están permitiendo al pueblo y a todas las fuerzas progresistas
comprender mejor la naturaleza y la moral de los que traicionaron la
lucha progresista del 2011, de aquellos que con la finalidad de obtener
beneficios particulares se sometieron a los dictados de la CONFIEP y las
transnacionales.
Sin embargo, las fuerzas más reaccionarias quieren
mucho más. No les basta que Humala se haya arrodillado ante ellos, echando al
tacho su promesa de la gran transformación; no les satisface que en estos
meses, haya militarizado el departamento de Arequipa con el vano intento de
apagar la llama de rebelión contra el proyecto minero Tía María. Tampoco, les
son suficientes las facultades legislativas, recientemente concedidas por el
parlamento, con las que el gobierno intenta profundizar el neoliberalismo.
Ahora, que el pueblo repudia a Ollanta Humala, pretenden vengarse por lo que
consideran su mayor delito: haber ilusionado y movilizado al pueblo en contra
del estatus quo neoliberal. ¡En la agenda de estos sectores reaccionarios
está la vacancia de Humala después del 28 de julio! En los últimos meses,
cuando se agudizó la crisis en las alturas, con la caída de Ana Jara y el nombramiento
de Pedro Cateriano como primer ministro, se evidenciaron esos estados de ánimo,
presentes ahora en las contradicciones en las altas esferas del poder que hoy
se concentran en la lucha por el control del Parlamento, cuyo resultado y
consecuencias son imprevisibles.
No es nada casual que las encuestadoras señalen que
la popularidad de Humala se desploma: según las últimas encuestas apenas bordea
el 10%; mientras en las preferencias electorales continúa a la cabeza, con 30%,
Keiko Fujimori, la hija del responsable directo de la institucionalización de
la nefasta política neoliberal y de la más grande red de corrupción
gubernamental. Luego, aparece PPK, con 14%, agente directo de las
transnacionales, quien siguiendo el libreto de sus publicistas y ayudado por
los medios de comunicación hoy se presenta como un hombre de “centroizquierda”.
También, siguen colocando a Alan García en un nivel expectante con 10%, pero
sin poder ocultar que ha sido afectado por el descubrimiento de sus vínculos
con graves actos de corrupción y bandas de criminales, como las de Orellana y
Oropeza, que se desarrollaron impunemente durante su gobierno. Después, están
los grupos minoritarios entre los que aparece muy abajo, como se lo merece,
Alejandro Toledo con 3%. Los líderes de izquierda y los candidatos hasta ahora
promocionados, no aparecen en las encuestas; están ocultos en el rubro de
otros. Esta es la “realidad” que los grandes medios de comunicación pretenden
presentar como inamovible.
LA LUCHA EN LAS ALTURAS, DESCUBRE A LOS PILLOS DE
AYER Y HOY
Las condiciones para las organizaciones de
izquierda y para el conjunto de las fuerzas progresistas son difíciles. No solo
porque lo dicen las encuestas sino porque hasta el momento no se ha constituido
una organización capaz de aglutinar a todas las fuerzas sociales y políticas
dispuestas a luchar por la victoria. Bajo diversos argumentos se ha impuesto el
espíritu derrotista: “ya no se puede hacer nada, solo queda luchar por una
parcela del poder, por una bancada parlamentaria”. En lugar de luchar por una
alternativa de gobierno, se ha impuesto el deseo desesperado de conseguir un
espacio en el Congreso.
Las condiciones desfavorables pueden cambiar. La
crisis política es de tal profundidad que no solo está en bancarrota el
nacionalismo gobernante sino todos los partidos de la derecha: tradicional y
emergente. La realidad presentada por los medios de comunicación está muy
distorsionada. Desde hace tiempo, la lucha en las alturas se ha convertido en
una “lucha entre pillos” que, además de contribuir a la descomposición de todas
las instituciones del Estado, está alentando la criminalidad en todas sus
modalidades y la violencia en las calles que se acrecienta peligrosamente.
El pueblo ya sabe que los gobernantes de ayer y hoy
son unos pillos; y los partidos derechistas, pese al apoyo descarado de los
grandes medios de comunicación, no están en condiciones de capitalizar el
descontento frente al desgobierno existente y ganar en primera vuelta las
elecciones del 2016. Aún, se puede organizar un frente político que,
aprovechando esta crisis en las alturas, la división de los derechistas,
movilizando al pueblo, y ganando a todas las fuerzas progresistas, pueda
elevarse a la cima electoral y abrir la posibilidad de la victoria.
EL PUEBLO AVANZA EN MEDIO DE LAS ADVERSIDADES
Los jóvenes, en la lucha contra la “ley pulpín”,
nos han dado una gran lección: movilizaron todas sus fuerzas practicando el
frente único y avanzaron hasta el triunfo aprovechando las contradicciones de
los de “arriba”. La reciente victoria política conquistada por los pobladores
del Valle El Tambo y los pueblos del Sur contra el proyecto Tía María y la
política neoliberal del gobierno, también nos dejan enormes enseñanzas. El
pueblo está dispuesto a luchar. Hace unas semanas se desarrolló la huelga
nacional de los trabajadores mineros, organizada por su Federación, demandando
la derogatoria de la Ley de contratas, 29245. La Federación Textil (FNTTP)
también está en lucha permanente contra los abusos en el sector, en particular
contra la Ley 22342, de contratos temporales.
El 9 de julio, se realizará el Paro Nacional
convocado por la CGTP en el que participarán diferentes organizaciones
sociales. Los que estuvieron en lucha los meses anteriores, esperaban una
medida de este tipo en los momentos más candentes. Si esta medida se hubiese
realizado en esas circunstancias, el impacto hubiese sido muy favorable para
aquellos sectores en lucha y una respuesta clara, enérgica y oportuna al
gobierno y a todos los reaccionarios. No estamos en los meses convulsionados de
la lucha juvenil ni de la resistencia activa de los pobladores del Valle El
Tambo, pero la crisis política continúa y se profundiza. Las condiciones para
una protesta popular nacional se mantienen. El 9 de julio, el pueblo y los
progresistas harán sentir su fuerza contra el gobierno, los grandes
capitalistas y las transnacionales.
LUCHAR POR UN GOBIERNO PROGRESISTA DEMOCRÁTICO Y
PATRIÓTICO
Por el momento, la profundidad de la crisis
política está permitiendo que avancen los más derechistas, pero la misma crisis
abre la posibilidad de luchar por una nueva alternativa. En vísperas de las
elecciones generales del 2016, tenemos que plantear con la más absoluta
claridad una alternativa de poder, una alternativa del gobierno.
Hoy en día, la alternativa es luchar por conquistar
un gobierno progresista, democrático y patriótico. La traición de
Ollanta Humala, Nadine Heredia y de todos los arribistas que hasta ahora los
acompañan no ha sepultado la lucha por las grandes reformas. Tomando en cuenta
las particularidades de la actual coyuntura, debemos luchar por un gobierno de
este tipo, que se sostenga en la organización y movilización de los
trabajadores, y los partidos y movimientos progresistas de izquierda; en el que
participen los sectores sensatos de la burguesía emergente y la gran burguesía,
y también los militares patriotas que ahora deben estar muy decepcionados de
Ollanta Humala. Sin duda, las condiciones para conquistar un gobierno de esta
naturaleza son extremadamente difíciles, pero no existe otra alternativa para
enfrentar la crisis política imperante; incluso para avanzar y acumular
fuerzas, si las condiciones desfavorables se mantienen.
La clave es la unidad de las fuerzas progresistas
de izquierda en un solo frente, que sepamos unirnos en un bloque popular
patriótico que se convierta en la columna vertebral de la actual lucha
democrática, que tenga la capacidad y la voluntad política de movilizar al
pueblo, en el campo y la ciudad, y sobre esa base se convierta en la fuerza política
para enfrentar exitosamente el próximo proceso electoral.
Hasta el momento se han constituido dos bloques
electorales principales de la izquierda. Uno, es el movimiento Únete por
otra Democracia, constituido sobre la plataforma electoral del Partido
Humanista de Yehude Simón. En este frente participan casi todos los partidos de
izquierda, como Fuerza Social, Ciudadanos por el Cambio, el Partido Comunista
Peruano y el Partido Comunista del Perú Patria Roja, además de los dueños del
registro electoral. El otro, es el Frente Amplio, organizado
sobre la legalidad de Tierra y Libertad, en el que también participan algunos
movimientos nuevos como Sembrar, Pueblo Unido y el Movimiento 19 de Julio. En
las últimas semanas ha surgido el Bloque Nacional Popular, un movimiento que
intenta organizar a los diversos núcleos progresistas del nacionalismo. En el
espectro de los que no están agrupados, están diversas organizaciones
progresistas de izquierda.
En el actual contexto histórico y político, si se
mantiene la dispersión de estas fuerzas progresistas de izquierda, sin duda, la
derrota será inevitable y, muy probable, hasta desastrosa. ¿Debemos resignarnos
ante esta posibilidad? En las últimas semanas, por iniciativa de algunos
dirigentes y organizaciones de izquierda, se instaló una Mesa de Diálogo
por la Unidad del Pueblo. Las primeras reuniones fueron exitosas,
asistieron diversas organizaciones, personalidades y donde destacó la
participación de dirigentes de Únete, el Frente Amplio
y el Bloque Nacional Popular. El gran problema es que a pesar de
la expectativa que despertó al comienzo, este espacio se ha estancado. En
parte, porque se han cometido errores en la conducción, pero principalmente
porque se mantiene inalterable la voluntad de conservar la actual dispersión de
los bloques. Esta situación se agrava porque algunos movimientos nuevos, en su
prisa por correr en la lucha electoral, también profundizan el espíritu de
división reinante.
La necesidad de enfrentar la actual crisis política
y derrotar a las fuerzas reaccionarias, exige la unidad en un solo bloque de
Únete, el Frente Amplio, el BNP y de todas aquellas fuerzas progresistas,
populares, de izquierda, para luchar por un gobierno progresista, democrático
y patriótico. Esta unidad no puede ser sobre la base de posiciones
similares al “centrismo” del toledismo o el humalismo. Tiene que basarse en un
programa que se comprometa, de manera explícita, a terminar con el modelo
neoliberal e impulsar un nuevo proyecto de desarrollo económico para nuestro
país que recupere y fortalezca el mercado interno, impulse la
industrialización, reconquiste los derechos laborales y sociales de los
trabajadores, respete el equilibrio ecológico y la vida de los campesinos, de
los pueblos originarios, las minorías nacionales, así como la vida y los
derechos de las minorías sexuales. ¡Estamos en un momento crucial que nos exige
tomar decisiones rápidas! ¡La Mesa de Diálogo por la Unidad del Pueblo
debe realizar lo que ya acordó: abordar los problemas existentes, con el
objetivo de solucionarlos para lograr la unidad!
Nuestro Movimiento Socialista, al igual que
otras organizaciones, desea la instauración de un gobierno popular, de
izquierda, un gobierno de los trabajadores que posibilite la construcción de
una nueva sociedad. Sin embargo, ese objetivo es un ideal a largo plazo que
tendrá que conquistarse con la participación activa y democrática del pueblo,
sin ningún tipo de aventurerismo. Si en la situación actual, las organizaciones
de izquierda pretenden colocar en primer lugar la necesidad de posicionarse
como organización o como líderes, supuestamente para crear las condiciones para
esa futura transformación, cometerían un grave error. El camino para
“posicionarse”, en función de los objetivos supremos de transformación, es
precisamente luchar por la unidad de todas las fuerzas progresistas que hoy nos
permitan conquistar la victoria contra las fuerzas más reaccionarias. ¡La
victoria es posible! ¡Impulsemos una gran unidad para vencer! ¡Unámonos en un
bloque popular patriótico para impulsar la unidad de todas las fuerzas
progresistas!
Lima, 28 de junio del 2015.
II
Carta a los partidos y movimientos de izquierda
¡Nuestra patria y todos los pueblos del Perú están en peligro!
UNIDAD PARA CONQUISTAR UN GOBIERNO PROGRESISTA, DEMOCRÁTICO Y PATRIÓTICO
Estimados compañeros y compañeras:
A menos
de un año de las elecciones generales, los que aparecen en el escenario
electoral son principalmente los candidatos derechistas: Keiko Fujimori, Alan
García y Pedro Pablo Kuczynski. Sin duda, esta realidad ha sido creada por los
medios de comunicación manejados por los grandes capitalistas. Pero esta
situación, asimismo es el resultado de la desesperanza, desilusión y
frustraciones engendradas por los gobiernos y candidatos que simularon
representar a las fuerzas progresistas; en particular por la traición de
Ollanta Humala, quién en campaña prometió la “gran transformación social” y una
vez que tomó el poder decidió mantener el estatus quo neoliberal y gobernar
para los poderosos nacionales y extranjeros.
Esta crisis de las fuerzas progresistas y populares también es fruto de
los errores y limitaciones que hemos tenido las organizaciones de izquierda,
así como de las dificultades para luchar en las condiciones complejas del Perú
del siglo XXI. Es un deber reflexionar sobre esta inocultable realidad, lo que
nos permitirá asumir nuestras actuales responsabilidades.
La crisis política en el país es cada vez más profunda. Al mismo tiempo,
la crisis económica es una amenaza que se aproxima. La sociedad entera se hunde
en la decadencia. La criminalidad se extiende alimentada por la injusticia, las
desigualdades y el deterioro moral engendrado por la moral inundada de corrupción
de las capas dominantes. Ante esta dramática realidad, la necesidad y
posibilidad de realizar transformaciones sociales están plenamente vigentes. En
particular, es apremiante acabar con el modelo neoliberal, hoy en crisis,
organizando la economía y la sociedad sobre nuevas bases que posibiliten el
desarrollo del país sustentado en una industrialización efectiva que garantice
los derechos de los trabajadores y de todos los ciudadanos y ciudadanas, que
preserve el equilibrio ecológico y los derechos de las comunidades campesinas y
los pueblos originarios. En lo esencial, en las fuerzas de izquierda existen
coincidencias sobre estos objetivos Ciertamente, no hay unanimidad, pero en el
momento actual es imperioso enfatizar los puntos de encuentro que posibiliten
la unidad programática. Las diferencias y las heridas, aún abiertas, de la
división del 2014 no pueden prevalecer porque nos conducirían al abismo.
Es evidente, que si en las próximas elecciones las fuerzas de izquierda
persisten en participar separadas, la derrota no solo será inevitable, sino
catastrófica. En el momento actual, de intensa lucha y presión permanente de
los diversos operadores de los grandes capitalistas, es necesario actuar con
firmeza en los principios programáticos con el claro compromiso de luchar por
la victoria para cambiar la política neoliberal del Estado. Asimismo, es
necesario actuar con realismo para no confundir nuestros deseos con la
realidad.
Las circunstancias históricas y la crisis política, que hasta el momento
favorecen principalmente las alternativas de la derecha, abren la posibilidad
de impulsar una lucha por un gobierno progresista democrático y patriótico que
materialice las propuestas programáticas y las demandas planteadas por el
pueblo desde hace más de veinte años. Las fuerzas de izquierda tienen el gran
reto de unirse en un solo bloque electoral que tenga la capacidad de recuperar
las esperanzas e ilusiones de los trabajadores de la ciudad, los campesinos,
los pueblos originarios, las mujeres, los jóvenes y del conjunto de las fuerzas
progresistas que necesitamos para la gran lucha del 2016 contra los candidatos
de la derecha neoliberal.
En el momento actual, la principal responsabilidad para hacer realidad
un solo frente electoral la tienen los movimientos de izquierda que tienen
legalidad: el Frente Amplio, Únete y el Bloque Nacional Popular. Cada uno de
estos espacios tiene su particularidad, asimismo cada una de las organizaciones
políticas que los conforman tiene su propia historia. Es legítimo y necesario,
que cada cual luche por preservar su identidad y obtener representación
parlamentaria. Más aún, que varios de estos partidos y movimientos deseen
luchar por un gobierno del pueblo, por un poder popular; todos los que luchamos
por una nueva sociedad compartimos estas aspiraciones. Sin embargo, el deber
más importante hoy en día, sin renunciar a los principios ni a nuestras luchas
particulares, es unirnos en un solo bloque para impulsar y organizar un amplio
movimiento democrático que derrote a las fuerzas reaccionarias que –
insistimos- son una verdadera amenaza para nuestra patria y todos los pueblos
del Perú.
¡Unidad para luchar¡ ¡Unidad para vencer!
Lima, 17 Julio 2015
Movimiento Político Voz Socialista
III
¿HACIA DÓNDE VA EL PERU?
CRISIS POLÍTICA Y SALIDAS
En las últimas semanas, luego de
haber culminado las tensiones engendradas por la lucha de masas, en particular
por la resistencia de los pobladores del Valle del Tambo y la lucha de los
pueblos del Sur contra el proyecto Tía María, se ha impuesto una relativa calma
en el país. En estas condiciones, el escenario político está dominado por la
lucha en las alturas.
LA LUCHA EN LAS ALTURAS SE
INTENSIFICA
Ollanta Humala mostrando su
naturaleza traidora y su incapacidad para gobernar -esperanzado en la
“inversión privada” en momentos en los que los capitalistas no están dispuestos
a correr riesgos por la inestabilidad y la crisis internacional-, y sin
comprender (a pesar de que cada vez que sale del país habla de ello) que el
modelo neoliberal en el país y el neoliberalismo en todo el mundo están en
profunda crisis, decidió ahondar esta política; y para completar su suicidio
colocó en el Premierato a Pedro Cateriano, operador político de la gran
burguesía y las transnacionales, que desde el primer día intentó aplicar
autoritariamente el proyecto Tía María. Con esto solo provocaron rebeliones
populares, como la de los jóvenes y la de los pueblos del Sur, entre las más
importantes. Ollanta Humala, que emergió como un político encabezando una
insurgencia mediática en el Sur del país (Locumba), en la práctica ha sido
liquidado políticamente por una efectiva insurgencia popular de esos pueblos.
Desde el 2000, tuvo un apoyo masivo en esa parte del país como lo atestiguan
las elecciones del 2011 donde obtuvo las más altas votaciones; pero frustrados,
decepcionados e indignados por su traición, esos pueblos se han rebelado
masivamente.
Aprovechando la debilidad del
gobierno, los representantes de la gran burguesía, en particular los
apristas y fujimoristas que han estado en el poder, profundizan su ofensiva
contra el gobierno de Ollanta Humala. Los grandes medios de comunicación, los
mismos que en las elecciones del 2006 y 2011 realizaron sucias campañas contra
el nacionalismo y promovieron las candidaturas más reaccionarias en defensa
descarada del neoliberalismo, hoy realizan una intensa campaña mediática con la
finalidad de empequeñecer y desaparecer al nacionalismo. En esta oportunidad,
los ataques principales han estado dirigidos al corazón del nacionalismo: la
señora Nadine Heredia, quién, ingenua y vanidosamente, se imaginó que por los
servicios prestados a la CONFIEP nunca la tocarían.
En estos días, la lucha en las
alturas se concentra en el Parlamento. Los fujimoristas y los apristas pretenden
controlar la Mesa Directiva. Su candidato es el otrora anti fujimorista Luis
Ibérico. Su objetivo es arrinconar más a Humala y utilizar esta instancia como
un espacio para la defensa de Alberto Fujimori y Alan García. Los
nacionalistas, debilitados y fragmentados, no pueden ocultar su desesperación;
temen que si pierden el control de la Mesa Directiva, se profundizarán las
investigaciones contra Nadine Heredia y se abrirá la puerta para la vacancia de
Ollanta Humala.
Las llamadas fuerzas progresistas
y de izquierda que están en el parlamento, revelando sus debilidades y
precariedades, hasta ahora no definen una posición coherente. No siempre
comprenden que la necesaria lucha contra el humalismo traidor, no puede
facilitar el avance de las fuerzas más reaccionarias como el fujimorismo y el
aprismo. Pueden ganar la lucha por la Mesa Directiva, siempre y cuando se
mantengan firmes en el impulso de la llamada tercera lista.
Si en los meses pasados, después
de las rebeliones populares y la crisis en las filas del nacionalismo, Ollanta
estuvo tentado de cerrar el parlamento, a partir del 28 de julio, como una
ironía de la historia, virtualmente estará a merced del parlamento. Por el
espíritu de la campaña mediática, existe la posibilidad de que intenten vacarlo
por “incapacidad permanente”. Si no lo hacen, será simplemente por temor a
desencadenar una mayor crisis política que pueda abrir las puertas a la
rebelión del pueblo en contra del régimen político y todo el sistema. Humala,
sobre la base de sus vínculos con la gran burguesía y los militares, aún tiene
el poder; pero este es cada día más precario. Por haberse puesto al servicio de
los grandes capitalistas, el pueblo ya no lo apoya; y si lo vacan no saldrá a
las calles para defenderlo.
LA LUCHA HISTORICA Y POLITICA DE
LA DOS BURGUESIAS
Hoy, la lucha en las alturas se
manifiesta en las disputas por el poder entre los diversos representantes de
las capas dominantes; entre los restos de los viejos partidos como el PPC, AP o
el APRA y los partidos emergentes como Fuerza Popular de los fujimoristas, Perú
Posible de Toledo, APP de Acuña y los núcleos que expresan a los poderes
regionales y locales. Los medios de comunicación, que actúan como un “partido”
aparte, siempre están a favor de una u otra clase o capa social. Por lo
general, las radios locales o regionales están al servicio de las burguesías
medias emergentes; en cambio, los grandes medios de comunicación, como la
televisión, en su mayoría están casi totalmente controlados por la gran
burguesía tradicional: la Nueva Oligarquía.
Dentro de estas múltiples
contradicciones, la lucha fundamental que se desarrolla en la “alturas” es
entre la gran burguesía tradicional y la burguesía emergente. Esta pugna, no
siempre expresada de manera clara o muy consciente, atraviesa toda la
superestructura; reflejando así la actual realidad económica capitalista de la
sociedad peruana y su compleja historia. La gran burguesía tradicional,
principal aliada de las transnacionales, tiene hegemonía en la base económica,
el control de los resortes claves de la superestructura e históricamente está
vinculada a las viejas clases dominantes: la vieja oligarquía de orígenes
europeos. La nueva burguesía emergente, por su origen e historia está ligada
principalmente a los campesinos y a los pueblos ancestrales del Perú. La
disputa entre estas dos fracciones provoca y mantiene, cuasi permanente, la
crisis de dominación política de la burguesía de los últimos decenios. Por
ello, entre otros factores, estas fracturas en las capas dominantes han posibilitado
la irrupción de todo tipo de bonapartismo y hoy en día, en gran medida, son la
causa de la anarquía política reinante en todo el país.
La burguesía emergente, capa
social que tiene una gran influencia en la sociedad, se aproximó y llegó al poder
en 1968, gracias a la revolución burguesa de “arriba hacia abajo” realizada por
los militares velasquistas. Pese a su inspiración ideológica reaccionaria y a
su pretensión de impedir conscientemente todo tipo de revolución popular, el
proceso velasquista fue un acontecimiento histórico de trascendencia y un gran
paso hacia adelante que acabó con el poder de la vieja oligarquía y los
antiguos gamonales semifeudales del campo.
De ese modo llegó al poder la
burguesía emergente de origen campesino. Después de años de crisis económica,
violencia política, crisis de los partidos tradicionales de la derecha y
bancarrota de los partidos de izquierda, en 1990 -casi sin darse cuenta- con
Fujimori la burguesía emergente ganó su primera elección. Alberto Fujimori, hombre
oscuro y sin escrúpulos, de ser un representante precario de esta burguesía se
convirtió en el instrumento político de la ofensiva de la gran burguesía y las
transnacionales. Durante casi toda la década del 90, la burguesía emergente,
como una reacción ante la crisis económica interminable y la guerra interna
provocada por los senderistas, actuó como una fuerza reaccionaria: renegó
de sus posturas izquierdistas de las décadas anteriores, en particular de
aquellos años en los que luchaba contra la vieja oligarquía y los restos
de la semi-feudalidad. Fue esta burguesía, con Toledo a la cabeza, la que
organizó -sin mucha consciencia- la lucha de masas durante la campaña electoral
del 2000; además, consiguió, lo que no pudo ninguno de los demócratas liberales
provenientes de las capas tradicionales ni tampoco los líderes y partidos de
izquierda, impulsar un movimiento de masas que terminó por provocar el final
del fujimorismo. En los marcos del actual régimen liberal parlamentario,
consolidó sus posiciones en los diferentes espacios de la sociedad. En todo
este tiempo, varios de sus contingentes participaron protagónicamente en
diversas luchas de masas, incluso promoviendo insurgencias, y triunfaron en
casi todas las elecciones regionales y municipales. En la actualidad,
formalmente tienen el control de la mayoría de los gobiernos regionales y
locales.
La llegada al poder de Ollanta
fue el triunfo nacional más importante de los burgueses emergentes. Estos, que
por lo general actúan de manera fragmentada, en aquella ocasión se unieron en
un solo movimiento; en casi todos los lugares tuvieron una participación
protagónica, mimetizándose en las organizaciones de los trabajadores, los
partidos y movimientos de izquierda combinaron con frecuencia la lucha electoral
con la lucha de masas. Aunque muchos ahora lo nieguen o no lo comprendan, el
factor principal y decisivo de aquella victoria fue, sin duda, la movilización
del pueblo.
Los resultados electorales del
2011, fueron un hecho político más allá del triunfo de la burguesía emergente.
Además, de impedir el retorno al poder del fujimorismo, lo trascendente fue que
la activa participación del pueblo y la lucha de masas que se desarrolló en
todos aquellos años de campaña política, como una continuación de la movilización
desde fines de la década del 90 en contra del neoliberalismo, permitió la
maduración política del pueblo y avances en el proceso de consolidación
de la nación peruana. La traición de los Humalas, los Heredia y de todos
aquellos que al llegar al poder se olvidaron de la naturaleza de la campaña y
de sus promesas, no puede empequeñecer el gran movimiento democrático
patriótico de esos años. No es nada casual que los reaccionarios más
conscientes sientan una gran hostilidad hacia ese proceso político y detesten
al humalismo, a pesar de que Ollanta Humala y Nadine Heredia,
traicionando a casi todos, se pusieron al servicio de los grandes capitalistas.
La historia pues avanzó el 2011,
a pesar de las denuncias que hoy descubren las entrañas oscuras del nacionalismo.
La gran burguesía tradicional, los sectores, instituciones e individuos
vinculados a las capas dominantes tradicionales creen que les ha llegado la
hora de obtener su ansiada victoria histórica. En su frenesí, no pocos
desempolvan sus viejos prejuicios señoriales, embotados de reaccionarismo y
racismo. Pero otros -con mayor inteligencia- intentan ganarse a la mayoría de
la burguesía, conscientes de que están ante capitalistas o protocapitalistas,
responsabilizando a la “izquierda” de la política errática del actual gobierno.
La burguesía emergente, capa
social muy inestable que siempre buscará acuerdos con la gran burguesía, en
esta oportunidad no sólo puede virar hacia la derecha sino a la extrema
derecha, como ya lo hizo en los años 90. Por los temores que le pueden estar
engendrando los primeros síntomas de la crisis económica y la movilización del
pueblo, puede buscar salidas más derechistas y autoritarias; incluso, olvidando
sus posturas indigenistas, puede apoyar al “gringo” PPK, representante directo
de las transnacionales.
LA IMPERIOSA NECESIDAD DE LUCHAR
POR UN GOBIERNO DEMOCRATICO PROGRESISTA Y PATRIOTICO.
La actual crisis política y la
crisis económica que se asoma obligan a las fuerzas progresistas de izquierda a
actuar con rapidez, consecuencia y extrema flexibilidad. En las actuales
condiciones, no es posible luchar por un gobierno popular o un gobierno de
izquierda, si seguimos ese camino sufriríamos una severa derrota. La cuestión
es que, aprovechando la crisis en las alturas y lo que ella revela, debemos
movilizar al pueblo, a los trabajadores y a los jóvenes y, al mismo
tiempo, ganar a los sectores sensatos de la burguesía emergente y la
burguesía tradicional. La izquierda, no puede cometer el grave error de pensar
ante todo en perfilarse, en “marquetearse” o en cumplir una “jornada decorosa”.
¡No! Ese no es el camino. Tenemos que luchar por la victoria, contra los planes
de los sectores más reaccionarios de la gran burguesía y de todos los
reaccionarios que, si triunfan, profundizarían las actuales tendencias hacia la
barbarie, lo que significaría la regresión histórica y política del Perú. Los
movimientos del Frente Amplio, el BNP, Únete y otros deben unirse en un solo
bloque electoral para luchar desde ahora por un gobierno progresista,
democrático y patriótico. Gobierno que acabe con el neoliberalismo e inicie una
nueva etapa de desarrollo, basada en una nueva industrialización, una mayor
democracia y el respeto irrestricto de los derechos de los trabajadores y de
todos los pueblos. Si los partidos y movimientos que están en condiciones
políticas y legales no cumplen con su responsabilidad y si sus miopías allanan
el camino de los más reaccionarios, los trabajadores y los pueblos del Perú
terminarán por censurarlos. Naturalmente, si las condiciones se tornan más
difíciles, la historia continuará su marcha hacia adelante. Los trabajadores y
la izquierda, estamos obligados a continuar luchando en contra de las
transnacionales y sus aliados por la defensa de nuestra nación indomestiza y de
nuestra Patria multinacional, rumbo a la construcción de una nueva sociedad.
Lima, 24 de julio de 2015.
IV
CONFERENCIA DE CONSTITUCIÓN DEL
MOVIMIENTO POR EL SOCIALISMO
Nuestra Conferencia Constituyente del Movimiento por el Socialismo
El 8 de agosto, en un ambiente de reafirmación socialista, celebrando
nuestro 36 Aniversario se desarrolló la Plenaria Histórica de militantes del
Movimiento Político Voz Socialista, que tomó la decisión de iniciar una nueva
etapa en nuestra prolongada lucha y adoptar un nuevo nombre. Con esa finalidad,
desde ese día estamos realizando la Conferencia Constituyente del Movimiento
por el Socialismo. En sus sesiones estamos abordando los temas relacionados con
la historia de nuestro movimiento, los grandes problemas planteados por la
crisis del capitalismo mundial, la crisis estructural de la sociedad y la
actual crisis política del país.
El Movimiento por el Socialismo (MS) asume el firme compromiso de luchar
junto a los trabajadores y a los pueblos del mundo por el futuro socialista. Lo
hace con la convicción que le dan sus ideales socialistas y la dura realidad de
estos años de crisis, que están demostrando que el capitalismo, a pesar de
todos los progresos científicos y tecnológicos, solo puede ofrecer a la
humanidad más hambre, miseria, sobreexplotación, guerras y la, creciente,
amenaza de desaparecerla como especie humana, por la destrucción irracional de
la naturaleza.
El Movimiento por el Socialismo frente a los graves problemas del país,
continuando con su lucha de decenios, se compromete a luchar contra las fuerzas
más reaccionarias que pretenden conquistar una victoria contra del pueblo y las
fuerzas progresistas, el 2016. Llama a todas las fuerzas progresistas, populares
y a las organizaciones de izquierda a luchar por la conquista de un Gobierno
Democrático Progresista y Patriótico, para enfrentar la creciente criminalidad
y el conjunto de los problemas de la sociedad. Asimismo, llama de manera
especial a todos los socialistas para que, en este proceso de lucha, realicemos
todos los esfuerzos para avanzar en la unidad en una sola organización.
Inspirados en la lucha milenaria de nuestros antepasados, en las
tradiciones progresistas de nuestra nación peruana, en la unidad de todos los
pueblos de nuestra Patria y en la fuerza histórica del proletariado, lucharemos
con energía por la democracia, el progreso, la emancipación nacional y el
socialismo.
Publicado por Movimiento Voz Socialista Perú
Información sobre mí
Ubicación. Perú
Introducción. Luchamos en el Perú desde 1979 nuestra fundación. Participamos en:
-Lucha
contra la dictadura militar de Morales Bermúdez, para restituir la democracia.
-Formamos
parte de Izquierda Unida para conquistar los derechos laborales, la soberanía
nacional y la defensa del socialismo.
-En los
90's luchamos al lado de las fuerzas de los trabajadores, de izquierda,
democráticas por recuperar la democracia contra la dictadura cívico-militar
fujimorista. -Apoyamos con independencia a Perú Posible para recuperar la
democracia, participando activamente en la Marcha de los Cuatro Suyos.
-Apoyamos
a Ollanta Humala en el 2006 porque la consideramos una fuerza progresista que
lucha por la defensa de la soberanía nacional
-Formamos
parte de la confluencia Fuerza Social para la alcaldía de Lima
-Hemos
formado parte del frente Gana Perú como una fuerza democrático-progresista.
Creemos que somos una de las vertientes que defiende el Socialismo en el Perú y
que el objetivo es la unificación mediante un proceso de unidad y lucha.
Intereses. El socialismo que buscamos es la sociedad sin explotados ni
explotadores, es decir, que cada cual viva de su trabajo, además respetando a
la naturaleza, los derechos de los pueblos originarios, con un desarrollo armónico
entre el campo y la ciudad, aprovechando los avances de la ciencia y la
técnica, valorando nuestra historia, costumbres, nuestra identidad nacional,
respetando el derecho de la mujer y del niño, donde nuestra patria sea
realmente libre de la dominación extranjera, un Perú integrado a la comunidad
de naciones pero en igualdad de condiciones.
David Aguinaga Carrión
-.o0o.-
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
25 de septiembre de 2015
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