lunes, 19 de octubre de 2015

DEBATE PROGRAMÁTICO: PRINCIPIOS PROGRAMÁTICOS (*)




Por José Carlos Mariátegui

El programa debe ser una declaración doc­trinal que afirme:

1º—El carácter internacional de la economía contemporánea, que no consiente a ningún país evadirse a las corrientes de transformación sur­gidas de las actuales condiciones de producción.

2º—El carácter internacional del movimiento revolucionario del proletariado. El partido socia­lista adapta su praxis a las circunstancias con­cretas del país; pero obedece a una amplia visión de clase y las mismas circunstancias nacionales están subordinadas al ritmo de la historia mun­dial. La revolución de la independencia hace más de un siglo fue un movimiento solidario de tdos los pueblos subyugados por España; la re­volución socialista es un movimiento mancomu­nado de todos los pueblos oprimidos por el ca­pitalismo. Si la revolución liberal, nacionalista por sus principios, no pudo ser actuada sin una estrecha unión entre los países sudamericanos, fácil es comprender la ley histórica que, en una época de más acentuada interdependencia y vinculación de las naciones, impone que la re­volución social, internacionalista en sus princi­pios, se opere con una coordinación mucho más disciplinada e intensa de los partidos proleta­rios. El manifiesto de Marx y Engels condensó el primer principio de la revolución proletaria en la frase histórica: "¡Proletarios de todos los países, uníos!".

3º—El  agudizamiento  de las contradicciones de la economía capitalista. El capitalismo se desarrolla en un pueblo semi-feudal como el nuestro, en instantes en que, llegado a la etapa de los monopolios y del imperialismo, toda la ideología liberal, correspondiente a la etapa de la libre concurrencia, ha cesado de ser válida. El imperialismo no consiente a ninguno de es­tos pueblos semi-coloníales, que explota como mercado de su capital y sus mercaderías y co­mo depósito de materias primas, un programa económico de nacionalización e industrialismo. Los obliga a la especialización, a la monocultura. (Petróleo, cobre, azúcar, algodón, en el Perú). Crisis que se derivan de esta rígida determina­ción de la producción nacional por factores del mercado mundial capitalista.

4°—El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo de los monopo­lios, del capital financiero, de las guerras impe­rialistas por el acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del impe­rialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha.

5º- La economía pre-capitalista del Perú republicano que, por la ausencia de una clase burguesa vigorosa y por las condiciones nacio­nales e internacionales que han determinado el lento avance del país en la vía capitalista, no puede liberarse bajo el régimen burgués, enfeuda­do a los intereses imperialistas, coludido con la feudalidad gamonalista y clerical, de las taras y rezagos de la feudalidad colonial. El destino colonial del país reanuda su proceso. La emancipación de la economía del país es posible únicamente por la acción de las ma­sas proletarias, solidarias con la lucha anti­imperialista mundial. Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa, que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir.

-El socialismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las comunidades que en las gran­des empresas agrícolas, los elementos de una so­lución socialista de la cuestión agraria, solución que tolerará en parte la explotación de la tie­rra por los pequeños agricultores ahí donde el yanaconazgo o la pequeña propiedad recomien­dan dejar a la gestión individual, en tanto que se avanza en la gestión colectiva de la agricul­tura, las zonas donde ese género de explotación prevalece. Pero esto, lo mismo que el estímulo que se preste al libre resurgimiento del pue­blo indígena, a la manifestación creadora de sus fuerzas y espíritu nativos, no significa en lo absoluto una romántica y anti-histórica tenden­cia de reconstrucción o resurrección del socia­lismo incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y del cual só­lo quedan, como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica, los hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas. El socialismo pre­supone la técnica, la ciencia, la etapa capitalis­ta; y no puede importar el menor retroceso en la adquisición de las conquistas de la civiliza­ción moderna, sino por el contrario la máxima y metódica aceleración de la incorporación d­e estas conquistas en la vida nacional.

7°—Sólo el socialismo puede resolver el pro­blema de una educación efectivamente democrá­tica e igualitaria, en virtud de la cual cada miem­bro de la sociedad reciba toda la instrucción a que su capacidad le de derecho. El régimen educacional socialista es el único que puede apli­car plena v sistemáticamente los principios de la escuela única, de la escuela del trabajo, de las comunidades escolares, y en general de todos los ideales de la pedagogía revolucionaria contemporánea, incompatible con los privilegios de la escuela capitalista, que condena a las clases pobres a la inferioridad cultural y hace de la instrucción superior el monopolio de la riqueza.

8º- Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución proletaria. El partido del proletariado, capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propio programa, realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa del orden socialista.

9º- El Partido Socialista del Perú es la van­guardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase.

Anexas al programa se publicarán proyectos de tesis sobre la cuestión indígena, la situación económica, la lucha antiimperialista, que después del debate de las secciones y de las enmiendas que en su texto introduzca el Comité Central, quedarán definitivamente formuladas en el Primer Congreso del Partido.

Desde el manifiesto el Partido dirigirá un llamamiento a todos sus adherentes, a las masas trabajadoras, para trabajar por las siguientes reivindicaciones inmediatas:

Reconocimiento amplio de la libertad de aso­ciación, reunión y prensa obreras.

  Reconocimiento del derecho de huelga para todos los trabajadores.

  Abolición de la conscripción vial.

  Sustitución de la ley de la vagancia por los artículos que consideraban específicamente la cuestión de la vagancia en el anteproyecto del Código Penal puesto en vigor por el Estado, con la sola excepción de esos artículos, incompati­bles con el espíritu y el criterio penal de la ley especial.

  Establecimiento de los Seguros Sociales y de la Asistencia Social del Estado.

  Cumplimiento de las leyes de accidentes del trabajo, de protección del trabajo de las muje­res y menores, de la jornada de ocho horas en las faenas de la agricultura.

  Asimilación del paludismo en los valles de la costa a la condición de enfermedad profesional, con las consiguientes responsabilidades de asistencia para el hacendado.

  Establecimiento de la jornada de siete horas en las minas y en los trabajos insalubres, pe­ligrosos y nocivos para la salud de los tra­bajadores.

  Obligación de las empresas mineras y petro­leras de reconocer a sus trabajadores, de modo permanente y efectivo, todos los derechos que les garantizan las leyes del país.

  Aumento de los salarios en la industria, la agricultura, las minas, los transportes maríti­mos y terrestres y las islas guaneras, en pro­porción con el costo de la vida y con el derecho de los trabajadores a un tenor de vida más elevado.

  Abolición efectiva de todo trabajo forzado o gratuito; y abolición o punición del régimen semi-esclavista en la montaña.

  Dotación a las comunidades de tierras de la­tifundios para la distribución entre sus miem­bros en proporción suficiente a sus necesidades.

  Expropiación, sin indemnización, a favor de las comunidades, de todos los fundos de conventos y congregaciones religiosas.

  Derecho de los yanacones, arrendatarios, etc., que trabajen un terreno más de tres años conse­cutivos, a obtener la adjudicación definitiva del uso de sus parcelas, mediante anualidades no superiores al 60 por ciento del canon actual de arrendamiento. Rebaja, al menos en un 50 por ciento de este canon, para todos los que continúen en su con­dición de aparceros o arrendatarios.

  Adjudicación a las cooperativas y a los cam­pesinos pobres de las tierras ganadas al culti­vo por las obras agrícolas de irrigación.

  Mantenimiento en todas partes, de los dere­chos reconocidos a los empleados por la ley res­pectiva. Reglamentación por una comisión paritaria, de los derechos de jubilación, en forma que no implique el menor menoscabo de los estable­cidos en la ley.


Implantación del salario y sueldo mínimo.

  Ratificación de la libertad de cultos y ense­ñanza religiosa, al menos en los términos del artículo constitucional y consiguiente derogato­ria del último decreto contra las escuelas no católicas.

  Gratuidad de la enseñanza en todos sus gra­dos.

  Estas son las principales reivindicaciones por las cuales el Partido Socialista luchará de in­mediato. Todas ellas corresponden a perentorias exigencias de la emancipación material e inte­lectual de las masas. Todas ellas tienen que ser activamente sostenidas por el proletariado y por los elementos conscientes de la clase media. La libertad del Partido para actuar pública y legalmente, al amparo de la Constitución y de las garantías que ésta acuerda a sus ciudadanos, pa­ra crear y difundir sin restricciones su prensa, para realizar sus congresos y debates, es un derecho reivindicado por el acto mismo de fun­dación pública de esta agrupación. Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo, por medio de este manifiesto, asumen resueltamente, con la conciencia de un deber y una responsabilidad histórica, la misión de de­fender y propagar sus principios y mantener y acrecentar su organización, a costa de cualquier sacrificio. Y las masas trabajadoras de la ciu­dad, el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones repre­sentamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo.

! Viva la clase obrera y campesina del Perú!
! Viva el proletariado mundial!
! Viva la revolución social!

(*) Propuesta de principios programáticos, para desarrollar el programa del futuro Partido Socialista del Perú. Estos principios fueron  redactados  por José Carlos Mariátegui entre junio de 1927 y octubre de 1928.

Esta propuesta de principios programáticos fue presentada por José Carlos Mariátegui   en la Reunión de Barranco del 7 de octubre de 1928. Fue presentada  para su estudio, con la finalidad que, en los siguientes meses,  sea  comentada, debatida y asimilada ampliamente,  con miras a ser aprobada en el Primer Congreso del Partido Socialista. Hasta el presente, habiendo transcurrido 87 años,  el congreso propuesto nunca llegó a realizarse.

Mariátegui falleció el 16 de abril de 1930, y en el lapso transcurrido entre octubre de 1928 y abril de 1930, los socialistas peruanos de ese tiempo  avanzaron parcialmente, pero no  llegaron  a culminar el debate programático, y la propuesta nunca  fue aprobada en ningún evento.

Hasta el presente,  el estudio, el debate y la respectiva aprobación de esta propuesta siguen siendo tareas pendientes. El cumplimiento de estas tareas le corresponderá  a la actual, y posiblemente, a la próxima generación de socialistas peruanos. La culminación de esta tarea obedecerá a la confluencia  de  condiciones objetivas y condiciones subjetivas favorables,  no será el resultado de la decisión personal de un individuo, sino de la decisión colectiva de la vanguardia de una clase, de la vanguardia del  proletariado peruano.  

Sin un programa ampliamente debatido y aprobado, y “mientras su presencia no tenga  arraigo en las masas”, resulta imposible constituir el partido de clase del proletariado peruano. Se puede constituir, o reconstituir, cualquier otro tipo de partidos, como muchos de los partidos que actualmente abundan  en nuestro medio, la mayoría de los cuales  no pasan de ser minúsculas capillas políticas agrupadas temporalmente en torno a un caudillo personalista, pero no se puede constituir el partido de clase del proletariado peruano, sin previamente contar con un programa socialista.

El concepto de “base de unidad partidaria” es un concepto totalmente ajeno a la historia y a la tradición del movimiento socialista mundial, es un concepto copiado por el doctrinarismo de alguna secta dogmática religiosa. La unidad efectiva de los socialistas no necesita de una supuesta “base de unidad partidaria”, la unidad de los socialistas peruanos necesita de un programa socialista.

El objeto de la presente publicación de los principios de 1928, justamente es promover el estudio, el comentario y el  respectivo debate programático entre los miles de socialistas peruanos del presente. Esta no será tarea de un día, sino que por delante nos demandará varios  años de tenaz acción práctica y teórica.  (Miguel Aragón 7 de octubre de 2015). 


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