Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez
viernes, 2 de octubre de 2015
La historia la escriben los pueblos y no los intelectuales. Tal vez
algunos intelectuales digan importantes verdades, pero la verdad no mueve a las
fuerzas sociales sino sus intereses y pasiones. Hacer de Europa una sola nación
es un sueño viejo y un movimiento
histórico que no empieza con el euro. Y hoy día, en la época de la
regionalización de la economía, representa una demanda imparable. Creo que
Joseph Stiglitz en su entrevista del 30 de septiembre, de acuerdo con los
fragmentos publicados por Rosa Guevara en Rebelión, no hace teoría económica
sino política. Y en el terreno de la política Joseph Stiglitz no es gran cosa.
Sus afirmaciones son demasiado ligeras.
Stiglitz declara que “La zona euro es un
proyecto fallido, así que solo es un aspecto más de su fracaso. Se suponía que
debía unir a la gente y ahora está incluso dividiendo a los propios países”. En
todo proyecto común, en la familia, en los partidos, en los Estados nacionales
y como no podía ser menos en la Unión Europea, hay diferencias y luchas. Pero
el que haya diferencias y luchas no lo convierte en un proyecto fallido. En
todas las naciones del mundo hay profundas diferencias entre las clases
sociales. Luego toda nación, si seguimos la línea argumental de Stiglitz, sería
un proyecto fallido. Y vista así las cosas, toda la historia de la humanidad
sería un proyecto fallido. De ahí que estime que esa afirmación de Stiglitz sea, en parte, una manifestación del
escepticismo filosófico, y en parte, una
ligereza de intelectual que no sabe lo complejo y difícil que es hacer política
y gobernar un Estado moderno.
Afirma Stiglitz que “en Europa se dice que
el euro es Europa, pero el euro es un trozo de papel”. La afirmación de que el
euro es un trozo de papel la hace Stiglitz en dos ocasiones a lo largo de la
parte de la entrevista publicada. Esto
pone de manifiesto que Stiglitz tiene una concepción cosificada del
dinero y es víctima de la enajenación capitalista. Marx no se cansó de insistir
que el dinero es una relación social y no una cosa. A este respecto en la
sección dedicada al proceso de intercambio en el primer libro de El Capital puede leerse lo siguiente:
“Como en determinadas funciones el dinero puede ser sustituido por simples
signos de sí mismo, surgió el otro error, el de que no es más que un signo. Por
otro lado, se intuía ya que, bajo la apariencia de un objeto exterior, el
dinero oculta en realidad una relación social”. El dinero es el resultado de un
largo proceso de desarrollo histórico. El dinero es originariamente una
mercancía. Y para hablar con propiedad y conservar la naturaleza de su origen,
el dinero debe ser catalogado como la mercancía general. Por razones varias el
dinero oro fue sustituido en su momento por signos, esto es, por papeles o
metales que solo representaban simbólicamente el valor del dinero oro. A este
propósito Marx decía que el oro circulaba porque tenía valor y el dinero papel
tenía valor porque circulaba. El primer error en el que incurre Stiglitz es que
separa el producto, el dinero-papel, del proceso que lo ha engendrado. Es un
puro metafísico al concebir el dinero no como un proceso sino como un objeto. Y
el segundo error en el que incurre es que tiene una concepción tan cosificada
del dinero que ya no lo concibe siquiera como signo de valor sino como un trozo
papel. Stiglitz es un representante de
la economía vulgar, esto es, una economía que se representa las relaciones
sociales económicas entre las personas de manera puramente externa y
superficial. Y no quiere ver las relaciones sociales que oculta el dinero. Tal
vez la suficiencia económica en la que vive Stiglitz le permite decir esas
ligerezas, pero un trabajador que vive del salario base sabe que el dinero es
su vida y lo estira hasta el punto de que sacrifica cada mes muchas de sus
necesidades y deseos. El dinero en tanto salario expresa las relaciones entre
los capitalistas y los trabajadores y oculta justamente el plusvalor del que se
apropian los primeros y es creado por los segundos. Y el dinero como capital
productor de interés, por poner otro ejemplo, expresa las relaciones entre el
capitalista práctico y el capitalista prestamista, y es el medio por el cual el
segundo se apropia de una parte del plusvalor sin tener un contacto directo con
sus creadores. La concepción del dinero como cosa, como puro trozo de papel, es
fruto del sistema capitalista y es una de las principales formas de existencia
de la vida enajenada.
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