Para algunos, el agua hasta sobra
Adital
Lo que parecía ser un fin de línea para la cultura
y supervivencia del pueblo indígena Krenak, afectado por la contaminación del
río Doce, en la tragedia de Mariana, en el sudeste brasilero [Estado de Minas
Gerais], puede reencender una lucha que se extiende desde hace por lo menos 25
años. Después de quedar sin condiciones de subsistir sin el recurso del agua
del río, la población Krenak se moviliza en torno de una solución posible para
la continuidad de la comunidad: ampliar el área demarcada del territorio
indígena en la región y migrar hacia una nueva localidad.
Geovani Krenak lamenta la muerte del río Doce: "somos uno, la
gente y la naturaleza, somos uno”, afirma. Foto: Reproducción.
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En entrevista con Adital, Eduardo Cerqueira,
miembro del Consejo Indigenista Misionero (Cimi), Regional Este, que comprende
los estados de Minas Gerais, Espírito Santo y el extremo sur de Bahía, afirma
que como forma de resistir a la tragedia, la comunidad Krenak estudia reivindicar
ante el gobierno federal la expansión del área demarcada en 12 mil hectáreas
adicionales. Abarcando la región donde actualmente está el Parque Estadual de
Siete Salões, una de las unidades de conservación de la naturaleza
pertenecientes al Gobierno de Minas Gerais.
"Encontramos la estrategia interesante, ya que
el área actual no tiene más condiciones de supervivencia. Algo tiene que
hacerse”, dice Cerqueira. Actualmente, el área demarcada del territorio Kremak
abarca 4,7 mil hectáreas. En esa zona, más de tres kilómetros de extensión del
río Doce fueron alcanzados por la contaminación y quedaron sin condiciones de
usar agua para beber, pescar, nadar e irrigar la vegetación del entorno, en el
Municipio de Resplendor, donde viven 126 familias Kremak.
El Parque de Siete Salões fue creado en 1998, y
abarca los municipios de Conselheiro Pena, Itueta y Santa Rita do Itueto,
correspondiendo a una de los mayores remanentes de Mata Atlântica del este de
Minas Gerais, con montañas, florestas y cascadas. Además, el área demandada
tiene potencial para que los indígenas actúen también con el turismo
comunitario, recibiendo visitantes y comercializando artesanías, sin daños al
medio ambiente.
El territorio de la población Kremak, en Minas Gerais,
fue demarcado en los años 1990, pero quedó afuera toda la extensión del parque
que actualmente puede volver a la pauta. Al comienzo de los años 2000, los
indígenas hicieron una reivindicación a la Fundación Nacional del indio (Funai)
y el gobierno federal llegó a realizar un estudio técnico sobre la cuestión,
que hasta hoy no fue publicado. En la opinión de los Kremak, ahora es el
momento más que adecuado para concretar la demanda histórica de la población.
"Varios líderes indígenas se preocupan por la
cuestión territorial. Ahora, hay necesidad de poner esta preocupación en el
foco de la discusión. (...) Esta parte de la región no fue afectada por los
desechos”, defiende el indigenista. Según el consejero del Cimi, desde que
ocurrió la tragedia socioambiental, los indígenas damnificados han sido
atendidos con apoyo de urgencia, a través del abastecimiento de agua con
camiones cisternas, envío de canastas básicas y apoyo financiero a las
familias, lo que garantizaría la supervivencia de la comunidad sólo en el corto
plazo.
"Esta tragedia está intensificada por un
período de fuerte sequía. Hace más de un año que no llueve en la región. Por
eso, los afluentes del río Doce están secos. (...) El terreno tampoco favorece
la agricultura. La pecuaria sería la forma más común de supervivencia de los
indígenas, pero no es posible sin agua”, explica Cerqueira.
Entienda el caso
Un torrente de lodo compuesto por desechos de
minería (residuos, impurezas y material usado para la limpieza de minerales)
fluye a lo largo de los 800 kilómetros del río Doce desde el último 5 de
noviembre, después de la ruptura de la represa Fundão, de la empresa minera
Samarco. Ésta es controlada por la Vale, responsable de innumerables y graves
daños socioambientales, en Brasil, y la multinacional anglo-australiana BHP
Billiton, dos de las mayores empresas de minería del mundo.
Además de enterrar todo un distrito, afectar a
varios otros y contaminar el río Doce, extendiéndose por los estados de Minas
Gerais, Espírito Santo y Bahía, el lodo llegó al mar el último fin de semana,
amplificando aún más los daños ambientales, que pueden llevar más de dos
décadas para comenzar a presentar señales de renovación. Además del perjuicio
sobre la fauna y la flora, siete muertes y 17 desapariciones se registraron
hasta el momento.
Pueblo Krenak cierra ferrovía en protesta
Al comienzo de la última semana, representantes del
pueblo indígena Krenak, cuya tribu se sitúa en las márgenes del río Doce,
interrumpieron, en protesta, la línea del ferrocarril Victoria-Minas. Sin agua
hace más de una semana, ellos dicen que sólo se irán cuando los responsables de
la tragedia fuesen a conversar con ellos. "Destruyeron nuestra vida,
arrasaron nuestra cultura y nos ignoran. No lo aceptamos”, aseveró el indio Aiá
Krenak a la prensa.
Considerado sagrado, en una cultura cuya
cosmovisión se basa en la intervinculación de todos los seres –humanos,
vegetales, animales etc.–, el río que atraviesa la tribu era utilizado por 350
indios, para consumo, baño y limpieza. "Con nosotros, no tenemos eso, el
río, los árboles, los animales. Somos uno, nosotros y la naturaleza, somos
uno”, dijo Geovani Krenak.
Sentados a lo largo de los rieles, bajo un sol de
41 grados, los indios cantaban canciones de gratitud al río, en el idioma
Krenak. "El río es lindo. Gracias, Dios, por el río que nos alimenta y
baña. El río es lindo. Gracias, Dios, por nuestro río, por el río de todos”,
tradujo para la prensa el chamán Ernani Krenak, de 105 años de edad.
Su hermana, Dekanira Krenak, de 65 años, considera
que el impacto de la muerte del río no afecta sólo a los pueblos indígenas, ya
que es fuente de recursos para muchas comunidades. "No es ‘sólo a
nosotros’, los blancos que viven también en la vera del río necesitan mucho esa
agua, ellos conviven con el agua, muchos pescadores sustentan a la familia con
los peces”, señala.
Acampados en el lugar con carpas de lona y
colchonetas a la intemperie, los indios ahora tienen que enfrentar también un
enjambre insoportable de insectos. "Nunca fue así”, dice el indio Geovani
Krenak. "Estos mosquitos vinieron con el agua podrida, con los peces que
nos alimentaban y ahora están descendiendo el río, muertos”, relata.
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Marcela Belchior
Es periodista de Adital. Maestra en Comunicación y
Semiótica en Pontifícia Universidade Católica de São Paulo (PUC-SP), investiga
las relaciones culturales en América Latina.
Correo electrónico: marcela@adital.com.
de: 'Guillermo C. Cohen-DeGovia' allelon@operamail.com
[nuestramerica] <nuestramerica@yahoogrupos.com.mx>
responder a: nuestramerica@yahoogrupos.com.mx
para: Nuestra América <nuestramerica@yahoogrupos.com.mx>
fecha: 26 de noviembre de 2015, 20:21
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la tragedia de Mariana reivindican ampliación de territorio
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
9 de diciembre de 2015
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